Se viene la noche en la economía de Uruguay?

El país se enfrenta a una alternativa difícil

31/08/2008
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Es sorprendente el actual “tout vas tres bien” uruguayo. Ese continuo cantar loas a la situación económica del país, como si todo estuviese al mismo nivel en qué vivimos en el esplendor del período de crecimiento de las exportaciones, cuando los precios internacionales crecían de un día para el otro y las divisas que ingresaban al país sorprendían a propios y ajenos, determinando una bonanza desconocida por décadas en el país que hasta mitigó a niveles manejables su siempre alto déficit de la balanza comercial. Lo entendemos, estamos en un demasiado adelantado período pre electoral y se ha puesto en juego un “todo vale”, tanto de parte del oficialismo como de la oposición, que a cualquier nube pasajera la asigna signos de preámbulo de duro temporal.

Una situación excepcional que está pasando y que por un lado, con una ligereza casi irresponsable, se trata de mantener en el ideario público como si fuera permanente, quizás para justificar el apoyo a posibles candidaturas y al perfilamiento de nombres como posibles integrantes de una eventual fórmula “triunfadora” en las elecciones de octubre de 2009. Y por el otro – hablando de la oposición - para tratar de contrarrestar los evidentes logros económicos que se han tenido en el período.

Se maneja la situación de estabilidad que vive el país, como un fenómeno permanente y se trata, casi siempre, de minimizar algunos elementos que están determinando un deterioro a nivel de las finanzas internacionales que deberían ostensiblemente preocupar sino se estuviera ya, alegremente, en campaña pre electoral.

Por supuesto que la procesión debe ir por dentro y los responsables, que no están solo en el equipo económico, de que nunca se implementaran en la coyuntura favorable, políticas “anti cíclicas”, de atesoramiento de recursos para utilizar cuando comienza a oscurecer y se acerca “la noche”, como ocurre tradicionalmente en el sistema capitalista, siguen sin hablar del tema. El ahorro siempre faltó a la cita en la mejor coyuntura, gastándose hasta el máximo y tratando de demostrar, para justificar todo, la existencia de un llamado “espacio fiscal” que se ha ido extendiendo a medida del deseo, como si sus límites fueran elásticos y modificables tan solo por la voluntad política.

Claro, hay que tenerlo claro. Este tipo de política pro cíclica tuvo como caldo de cultivo la base social que apoya al gobierno y que busca, por la sinrazón de las corporaciones, “soluciones” para sectores específicos pero sin renunciar, en ningún caso, a algunos privilegios que se tornan en difíciles de digerir y convierten a muchas empresas públicas en centros de ineficiencia que, por supuesto, debemos pagar entre todos.

Existen ejemplos notorios, insólitos en su gravedad, sobre los que se sigue revoloteando alegremente, sin adoptar medidas que son políticamente difíciles de implementar – claro está- pero que se convierten cada vez más necesarias para el futuro del país, como la reforma del Estado, todavía en el debe del gobierno.

Sin embargo, por la razón del artillero, los sectores corporativamente más débiles se mantuvieron en la orfandad, sin que ni siquiera si priorizara el flujo de dinero que se distribuía a diestra y siniestra, no siempre con justicia, en el mejoramiento de actividades esenciales. Entre ellos, lo estamos viendo hoy mismo, resalta el sector que tiene a su cargo la seguridad. Policías mal pagos, muchos de ellos en situaciones de infra consumo, de quienes ni siquiera se les vierten a la seguridad social los aportes por las horas trabajadas en el servicio 222, resaltan en el contexto general como una de las mayores injusticias que no restaña, para nada, el hecho de que porcentualmente los sueldos hayan tenido incrementos de hasta un 70%. Claro, esa consideración es estimada sobre sueldos ruinosos que con el incremento manejado no dejan esa condición.

A esto se suma la carencia del necesario equipamiento y la preparación adecuada, que también exige inversiones, para modificar la “sensación” de inseguridad que se vive en todo el país. Hace pocas horas miembros del cuerpo de Bomberos informaron que el 90% de sus vehículos se encuentran en mal estado. ¿Por qué –nos preguntamos – no fue una prioridad la seguridad en el subido gasto estatal?

El país, por otra parte, rápidamente se acerca a un cuello de botella que evidentemente – más allá de las políticas de liviandad impositiva con el capital que son defendidas a capa y espada – van a determinar seguramente el ingreso a un cono de sombras que, más allá del ensordecedor ruido de los redoblantes de la campaña pre electoral, podrá oscurecer al conjunto y dejar por el camino apetencias, ilusiones y llamar a la realidad a quienes manejan que la bonanza es permanente y que nos mantendremos lejos de las contingencias coyunturales que está viviendo el resto del mundo.

Si la devaluación del real prosigue (pasó de 1,56 a 1,70 el dólar en diez días), el comercio exterior sufrirá un golpe importante, difícil de medir en este análisis, y la capacidad internacional de pagos, por lo menos, quedará en duda.

Recordemos también que el gobierno de Estados Unidos, que se supone es el kilómetro cero del riesgo financiero, está pagando cerca de 200 puntos de riesgo país para mantener en el pulmotor a sus dos empresas de crédito (Fannie Mae, Freddie Mac) El poderoso banco de inversión Lehman Brothers está tratando de vender títulos incobrables por 40.000 millones de dólares, al 22 por ciento de su valor original - 3.000 puntos de riesgo financiero (y como no consigue compradores, ¡está ofreciendo préstamos para hacerlo!). Los capitales están saliendo de las bolsas más reputadas: China cayó más de un 50 por ciento y Brasil cerca de un 20 por ciento.

¿Por qué creer entonces que esta coyuntura, de la que manejamos solo algunos de sus elementos más evidentes, no afectará a Uruguay? ¿A qué se debe esa actitud de “permisividad” intelectual que le impide a quienes conocen lo que está ocurriendo, decir como son realmente las cosas? Pero además de los ejemplos dados, tenemos más cerca aún el comienzo de la crisis argentina que se ahondó aún más en qué el conflicto con el campo que no fue otra cosa que una lucha por capturar la renta de los precios de exportación para evitar el ahondamiento del 'default'; la derrota oficial aceleró la cesación de pagos. Los economistas argentinos-sean del oficialismo o la oposición, de la derecha o del progresismo-, simplemente no admiten la bancarrota del capital aunque se escuchan diariamente sus voces de preocupación.

El entusiasmo que despertaron la soja y De Angeli en algunos analistas la explican porque vieron en las cotizaciones de los granos la alternativa al derrumbe. Pero la euforia duró poco: una, porque los granos se derrumban; dos, porque con los granos subieron todas las mercancías vinculadas con su implantación, siembra, cosecha y transporte. La caída de las materias primas ha acelerado liquidaciones: de deudas y capitales en los llamados países emergentes. Para la burguesía y para el gobierno argentino es acuciante recomponer la situación con tarifazos, pero sabe que tal cosa provocará un brutal descontento popular y quizás el estallido de la deuda externa por la vía de la inflación. ¿No hay 'default'? - se pregunta el columnista Jorge Altamira, que publica en Argenpress.

Si se ahonda, como parece que ocurrirá la crisis argentina, sobre la que confluyen y juegan a su favor las situaciones reseñadas, Uruguay será afectado decisivamente, lo que es evidente e indiscutible. Es muy difícil superar esta coyuntura sin coletazos negativos para el país, con una población a la que ya no se le pueden extraer más recursos. Recordemos que los sectores asalariados y los jubilados pagan además de la imposición novedosa y subida en su monto. (IRPF y IIAS), la que se le debe sumar por la incidencia del IVA más alto que se paga en el continente: 22%, pese a que algunos elementos de la canasta familiar mantienen una menor tributación. Por otra parte, es público y notorio, que las tarifas públicas son de las más altas de la región en casi todos los rubros. Allí juega con un peso decisivo la ineficiencia de las empresas públicas, que monopólicas, tienen siempre la solución de hacer pagar los platos rotos a la gente. No tenemos a mano un estudio pormenorizado de cuál es la tributación que hace mensualmente una familia tipo, con ingresos medios, pero la misma evidentemente no admite muchas extracciones más.

¿Entonces? ¿Será que los caminos están impedidos y que definitivamente nos dirigimos hacia una crisis difícil de sortear? De ninguna manera, con políticas adecuadas y de claro contenido social, que tengan en cuenta el mantenimiento y el eventual crecimiento del mercado interno y el fin de los privilegios, es posible crear las bases de elementos permanentes de una economía que no puede estar atada, como hasta hoy, a las cambiantes coyunturas internacionales.

Por supuesto que todo este es un tema que exige del intercambio dialéctico y de la mayor información posible. Lo peor que podría resultar de esta columna es creer que estamos manejándonos con un sentido catastrofista. De ninguna manera, buscamos aclarar públicamente una situación preocupante que exige de la contribución de todos.

Lo peor sería seguir haciendo lo que parece ser hoy la constante: esconder, como el avestruz, la cabeza en un pozo, para evitar conocer lo que está ocurriendo alrededor. Los que saben de la realidad tienen que sincerarla ante la población.

¡Es la manera de ganar legitimidad!

- Carlos Santiago es periodista.

https://www.alainet.org/fr/node/129409
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