Narraturas de la historia
29/06/2008
- Opinión
El respeto por una cultura milenaria
25 de junio de 2008. USA Today. Según una nota en la página 5A, el Scotland Yard se encontraba por entonces ocupado con un nuevo misterio, el caso del alcalde de Londres y una cajita de cigarros.
La policía británica había informado que estaban examinando detalladamente una cajita de cigarros en propiedad del alcalde de Londres, Boris Johnson, para determinar si dicho artefacto había sido producto de un saqueo o no. Según mister Johnson, la cajita pertenecía a un delegado del depuesto dictador, Saddam Hussein.
Johnson, un político conservador —aclara el redactor de la nota—, periodista y ex conductor de un programa de televisión que fuera elegido como alcalde de la ciudad el mes anterior, había tomado la cajita en el año 2003 de la casa bombardeada de Tariq Aziz. El mismo Johnson, en una columna para el Tuesday's Daily Telegraph, reconoció que había tomado la cajita pocos días después de que Bagdad cayera bajo las fuerzas militares norteamericanas. La nota, con un estilo periodístico propio de las agencias noticiosas que por las dudas de paso explican que la Tierra es redonda como una naranja y lo hacen al menos al iniciar, al medio y al final, menciona otras tantas veces que Johnson, que por entonces trabajaba como periodista, se tropezó con la cajita polvorienta y la tomó, aunque al ser cuestionado reconoció: "las circunstancias en las cuales obtuve ese objeto eran moralmente tan ambiguas [so morally ambiguous] que no pude pensar que eso podía ser considerado un robo".
Tiempo después Johnson recibió una carta de los abogados del procesado Aziz, quien le rogaba a Johnson que considere el encuentro de la cajita como un regalo. Lo que recuerda la costumbre egipcia de regalar obeliscos, esculturas y otras artesanías a los imperios amigos, costumbre que fuera copiada más tarde por hindúes, aztecas, incas y diversos pueblos de la periferia.
Por supuesto, el alcalde declaró que esta investigación sobre el valor cultural y la legalidad del proceso de apropiación del pequeño objeto era una pérdida de tiempo. Pero la Policía Metropolitana confirmó que iba a seguir investigando el caso de la cajita de cigarros porque "se cree que puede ser considerada como una pieza del patrimonio cultural iraquí [is believed to be a piece of Iraqi cultural property]", razón por la cual podría retenerla durante el proceso de investigación.
Los gobiernos de Estados Unidos y Gran Bretaña han sido acusados de destruir piezas y sitios arqueológicos que habían sobrevivido miles de años a las invasiones bárbaras de turno. Aparte de los arqueólogos, también algunos juristas han acusado a estos mismos gobiernos de no respetar las leyes internacionales y, otros más radicales, han ido más lejos asegurando que dicha ocupación violenta había sido orquestada en base a propaganda y mentiras, según reconoció un mes antes el ex portavoz de la Casa Blanca, Scott McClellan. Sin embargo, la nota antes referida sobre la investigación de la cajita demuestra con hechos y no meramente con palabras el compromiso de un país civilizado por la defensa de la ley, la moral y el patrimonio cultural de la humanidad, aún cuando para ello deba juzgar a una alta autoridad, como es el caso de un alcalde.
¿Por quién marcan los relojes?
26 de junio de 2008. The New York Times. Jack Dreschner, un lector neoyorquino del New York Times, en la página A22 se refiere al declarado éxito del presidente Bush en su estrategia militar de reducir la violencia de la insurgencia iraquí, a pesar de todas las opiniones discrepantes, incluida la de muchos de sus generales. Por alguna razón el lector Jack Dreschner razona sobre una curiosa metáfora: "también un reloj descompuesto da la hora correcta dos veces al día".
Más adelante, en la página C4, una nota discute las ventajas y desventajas de perforar en las plataformas costeras de Estados Unidos para la explotación de nuevas reservas de petróleo. Perforar esas áreas está prohibido por ley desde los años '80, aunque se asume que allí hay tantas reservas de petróleo como en codiciadas regiones de Medio Oriente. La razón radica no sólo en la conciencia ecológica de los consumidores norteamericanos sino en la posibilidad de que los horizontes perfectos de playas como las de Florida o California pudieran verse afeadas con torres metálicas y alguna que otra pérdida oleaginosa.
Días atrás el presidente G. W. Bush hizo público su pedido para levantar las prohibiciones perforacionistas, en vista de que el precio del petróleo había traspasado la marca de 140 dólares el barril. Los conservadores en el gobierno, frecuentemente acusados de vínculos generacionales con las grandes compañías petroleras, son acérrimos defensores de la derogación de las leyes que prohíben una mayor explotación petrolera y culpan a la izquierda del Congreso por ser —ecológicamente hablando— demasiado conservadora.
Según el artículo titulado "Expansion of Offshore Drilling", para saber qué naturaleza hay debajo de las costas del Este de Estados Unidos, el gobierno está inspeccionando mapas geológicos de Marruecos, ya que, como se cree —según el artículo—, África del norte y Norteamérica estuvieron unidos hace más de 100 millones de años. Esta lógica forma parte del milagro teológico de los mismos conservadores que niegan cualquier posible evolución de las especies o de los continentes y atribuyen al Universo la edad de algo así como cinco mil años. O al menos era así cuando un barril de petróleo costaba 20 dólares.
Tal vez la metáfora del reloj descompuesto, sugerida por el neoyorquino Jack Dreschner, no sea del todo justa. Hay otra más probable referida por Cabrera Infante en 1974, otra verdad que no necesita ser históricamente cierta: El general preguntó la hora y un adecán se acercó rápido a musitar: "la que usted quiera, señor presidente".
- Jorge Majfud, Lincoln University
25 de junio de 2008. USA Today. Según una nota en la página 5A, el Scotland Yard se encontraba por entonces ocupado con un nuevo misterio, el caso del alcalde de Londres y una cajita de cigarros.
La policía británica había informado que estaban examinando detalladamente una cajita de cigarros en propiedad del alcalde de Londres, Boris Johnson, para determinar si dicho artefacto había sido producto de un saqueo o no. Según mister Johnson, la cajita pertenecía a un delegado del depuesto dictador, Saddam Hussein.
Johnson, un político conservador —aclara el redactor de la nota—, periodista y ex conductor de un programa de televisión que fuera elegido como alcalde de la ciudad el mes anterior, había tomado la cajita en el año 2003 de la casa bombardeada de Tariq Aziz. El mismo Johnson, en una columna para el Tuesday's Daily Telegraph, reconoció que había tomado la cajita pocos días después de que Bagdad cayera bajo las fuerzas militares norteamericanas. La nota, con un estilo periodístico propio de las agencias noticiosas que por las dudas de paso explican que la Tierra es redonda como una naranja y lo hacen al menos al iniciar, al medio y al final, menciona otras tantas veces que Johnson, que por entonces trabajaba como periodista, se tropezó con la cajita polvorienta y la tomó, aunque al ser cuestionado reconoció: "las circunstancias en las cuales obtuve ese objeto eran moralmente tan ambiguas [so morally ambiguous] que no pude pensar que eso podía ser considerado un robo".
Tiempo después Johnson recibió una carta de los abogados del procesado Aziz, quien le rogaba a Johnson que considere el encuentro de la cajita como un regalo. Lo que recuerda la costumbre egipcia de regalar obeliscos, esculturas y otras artesanías a los imperios amigos, costumbre que fuera copiada más tarde por hindúes, aztecas, incas y diversos pueblos de la periferia.
Por supuesto, el alcalde declaró que esta investigación sobre el valor cultural y la legalidad del proceso de apropiación del pequeño objeto era una pérdida de tiempo. Pero la Policía Metropolitana confirmó que iba a seguir investigando el caso de la cajita de cigarros porque "se cree que puede ser considerada como una pieza del patrimonio cultural iraquí [is believed to be a piece of Iraqi cultural property]", razón por la cual podría retenerla durante el proceso de investigación.
Los gobiernos de Estados Unidos y Gran Bretaña han sido acusados de destruir piezas y sitios arqueológicos que habían sobrevivido miles de años a las invasiones bárbaras de turno. Aparte de los arqueólogos, también algunos juristas han acusado a estos mismos gobiernos de no respetar las leyes internacionales y, otros más radicales, han ido más lejos asegurando que dicha ocupación violenta había sido orquestada en base a propaganda y mentiras, según reconoció un mes antes el ex portavoz de la Casa Blanca, Scott McClellan. Sin embargo, la nota antes referida sobre la investigación de la cajita demuestra con hechos y no meramente con palabras el compromiso de un país civilizado por la defensa de la ley, la moral y el patrimonio cultural de la humanidad, aún cuando para ello deba juzgar a una alta autoridad, como es el caso de un alcalde.
¿Por quién marcan los relojes?
26 de junio de 2008. The New York Times. Jack Dreschner, un lector neoyorquino del New York Times, en la página A22 se refiere al declarado éxito del presidente Bush en su estrategia militar de reducir la violencia de la insurgencia iraquí, a pesar de todas las opiniones discrepantes, incluida la de muchos de sus generales. Por alguna razón el lector Jack Dreschner razona sobre una curiosa metáfora: "también un reloj descompuesto da la hora correcta dos veces al día".
Más adelante, en la página C4, una nota discute las ventajas y desventajas de perforar en las plataformas costeras de Estados Unidos para la explotación de nuevas reservas de petróleo. Perforar esas áreas está prohibido por ley desde los años '80, aunque se asume que allí hay tantas reservas de petróleo como en codiciadas regiones de Medio Oriente. La razón radica no sólo en la conciencia ecológica de los consumidores norteamericanos sino en la posibilidad de que los horizontes perfectos de playas como las de Florida o California pudieran verse afeadas con torres metálicas y alguna que otra pérdida oleaginosa.
Días atrás el presidente G. W. Bush hizo público su pedido para levantar las prohibiciones perforacionistas, en vista de que el precio del petróleo había traspasado la marca de 140 dólares el barril. Los conservadores en el gobierno, frecuentemente acusados de vínculos generacionales con las grandes compañías petroleras, son acérrimos defensores de la derogación de las leyes que prohíben una mayor explotación petrolera y culpan a la izquierda del Congreso por ser —ecológicamente hablando— demasiado conservadora.
Según el artículo titulado "Expansion of Offshore Drilling", para saber qué naturaleza hay debajo de las costas del Este de Estados Unidos, el gobierno está inspeccionando mapas geológicos de Marruecos, ya que, como se cree —según el artículo—, África del norte y Norteamérica estuvieron unidos hace más de 100 millones de años. Esta lógica forma parte del milagro teológico de los mismos conservadores que niegan cualquier posible evolución de las especies o de los continentes y atribuyen al Universo la edad de algo así como cinco mil años. O al menos era así cuando un barril de petróleo costaba 20 dólares.
Tal vez la metáfora del reloj descompuesto, sugerida por el neoyorquino Jack Dreschner, no sea del todo justa. Hay otra más probable referida por Cabrera Infante en 1974, otra verdad que no necesita ser históricamente cierta: El general preguntó la hora y un adecán se acercó rápido a musitar: "la que usted quiera, señor presidente".
- Jorge Majfud, Lincoln University
https://www.alainet.org/fr/node/128405
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