Las casandras

21/04/2008
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A raíz del empantanamiento de la ratificación del TLC suscrito entre Colombia y los Estados Unidos en el Congreso de este último, abundan los agoreros del desastre, para quienes su no aprobación le acarrearía al país inenarrables desgracias. Empezando porque, según sus presagios, las exportaciones colombianas se vendrían al traste, dado que los EEUU es hoy por hoy nuestro principal mercado externo (30%, al cierre de 2007) y, por esta vía, los auspiciosos índices de crecimiento que ha acusado el PIB en los últimos años se verían seriamente afectados y de contera se revertiría la tendencia a la baja del desempleo. Mejor dicho, ello sería el desastre. Se parte de una premisa falsa, asumen que el TLC con sus entuertos y enmiendas inconsultas, tal y como fue presentado por el Presidente Bush al Congreso de los EEUU y ratificado en volandas por el envilecido y vapuleado Congreso de Colombia, es la panacea. Cuando apenas se negociaba su texto, en el filo de la discusión y en el paroxismo de su defensa a ultranza se llegó a afirmar que el TLC “será un plan de desarrollo para los próximos 50 años”[1].

En medio de la euforia que despertó el cierre de las negociaciones en la madrugada del 27 de febrero de 2006, el gobierno a través de un Comunicado oficial declaró que “una vez entrado en vigencia este Tratado, se estima que el nivel de las exportaciones hacia Estados Unidos crecerá en el 14.4% en los primeros tres años de implementación del Acuerdo”. Sin embargo, estamos en las que estamos, han trascurrido desde entonces dos años sin TLC y resulta que las exportaciones colombianas a los EEUU no han sufrido mengua alguna, por el contrario el año anterior se incrementaron en el 7.5% y ello a pesar de la revaluación del peso que superó el 11% (¡!). En enero de este año, a propósito, se dispararon las exportaciones con destino al mercado de los EEUU en un 46% con respecto al mismo mes del año pasado. Sin necesidad de TLC con los Estados Unidos, las exportaciones totales de Colombia registraron un incremento del 23% en 2007, con un record histórico de US $29.991 millones, ocupando el quinto lugar entre lss seis mayores economías de los países que integran la ALADI. La verdad sea dicha, hoy “a los exportadores colombianos les preocupa mucho más la continua revaluación del peso, que tener preferencias arancelarias permanentes”[2].

Lo propio podemos decir respecto a los vaticinios propagandísticos del TLC, que le auguraban a Colombia un mayor crecimiento por cuenta del mismo. Varios analistas de la economía coincidieron en advertir recientemente que si llegara a fracasar la ratificación del TLC por parte del Congreso de los EEUU habrá un menor crecimiento económico en Colombia. Incluso, se llegó a hacer estimativos sobre el impacto que representaría el insuceso en cuestión. Para el Ministro de Hacienda, Oscar Iván Zuluaga, si se llegara a ratificar el TLC “el potencial de crecimiento económico del país aumentaría hasta en 1.5 puntos porcentuales por año”[3]. Este estimativo, lógicamente sale de su magín pero no tiene asidero en la realidad; basta con mostrar cómo la economía ha crecido en estos dos últimos años 6.84% en 2006 y 7.52% en 2007,
por encima del promedio Latinoamericano
que se situó en 5.5% y 5.6% para los mismos años, sin que hubiera hecho falta el tal TLC para alcanzar este logro del que tanto se ufana el Ministro. Entre tanto, la economía de un país paradigmático para los apologistas de los TLC como lo es México, creció un modesto 4.8% en 2006 y 3.3% para 2007, similar al ritmo de crecimiento de Haití (¡!). Y si hablamos de Chile, que tiene su TLC vigente con los EEUU desde el 1º enero de 2004 y que ha servido de arquetipo en el mostrario para exhibir las bondades de los TLC,  ha crecido en los dos últimos años 4.4% y 5.1%, por debajo no sólo de sus expectativas al momento de firmarlo, sino por debajo de la región y particularmente de Colombia.  Y ello ocurre, después de haber crecido en promedio 6.8% entre 1985 y 1997, cuando todavía no se habían metido en esta vacaloca.

En cuanto a la inversión extranjera directa (IED) se refiere, en Colombia registró el año anterior una cifra record de más de US $9.000 millones, sin esperar la ratificación del mentado TLC con los EEUU. Hasta donde sabemos, la noticia del percance del TLC en los Estados Unidos no ha producido ninguna estampida entre los inversionistas, ni la cotización del dólar que es tan volátil se inmutó. Las cifras no mienten y muestran claramente que se ha tratado de magnificar el impacto que puede llegar a tener el traspié que ha tenido el TLC en su trámite de ratificación en los EEUU. Todo se reduce a especulaciones interesadas y a elucubraciones sin sustento en la realidad. Claro que Colombia debe avanzar en la negociación de los TLC con los EEUU, con la UE, con los países asiáticos, siempre en los mejores términos para Colombia. Pero, pari pasu con tales procesos, lo que debe hacer Colombia ahora es concentrarse en la tarea de sacar avante su Agenda Interna (AI) para la Productividad y la Competitividad, sin quitarle el pié al acelerador, para que más pronto que tarde estemos en capacidad de diversificar y potenciar nuestra oferta exportadora, además de ampliar y diversificar también nuestros mercados externos y de este modo lograr la inserción exitosa de Colombia en la economía global. Ello es tanto más necesario, habida cuenta de que acuerdos y tratados comerciales sólo abren oportunidades, pero no las garantiza. Preparar mejor al país, entonces, es un compromiso insoslayable de tod@s y a ello debemos enfocar todas las energías de tod@s sin prisa pero sin pausa.

Bogotá, abril 20 de 2008

www.amylkaracosta.net



[1] El Tiempo. Marzo, 11 de 2004

[2] Portafolio. Abril, 14 de 2008

[3] Caracol Radio. Abril, 7 de 2008

https://www.alainet.org/fr/node/127113?language=en

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