Rumbo al bicentenario: Independientes o recolonizados

21/11/2007
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  • Opinión
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Lo sucedido al finalizar la Cumbre Iberoamericana realizada en Chile ha puesto de relieve la verdad del llamado iberoamericanismo. Esta instancia se creó con posterioridad a la toma de posesión, en 1988, del presidente ecuatoriano Rodrigo Borja, ocasión en que el mandatario invitó a todos los gobiernos latinoamericanos no regidos por dictaduras militares. Estuvieron, entre otros, el presidente Fidel Castro, Carlos Andrés Pérez de Venezuela, Virgilio Barco de Colombia, por México estuvieron el canciller y el presidente del PRI, mientras el nicaragüense Daniel Ortega tuvo que esperar el cambio de gobierno para ingresar a territorio ecuatoriano porque las relaciones estaban rotas. Los países con regímenes dictatoriales estuvieron representados por un amplio espectro de fuerzas políticas.

La convivencia y diálogo sin protocolo alguno de todos estos políticos que una noche se reunieron en la suite de uno de ellos en el hotel Colón de Quito, puede considerarse el primer paso de lo que después sería la Cumbre Iberoamericana. Pero de entonces hasta ahora ha pasado mucha agua bajo los puentes. En las dieciséis cumbres anteriores se seguía el mismo ritual: las cancillerías concertaban una declaración, los presidentes se reunían, firmaban  el texto acordado y hasta la próxima.

Esta vez fue distinto porque muchas cosas han cambiado en América Latina, el neoliberalismo y la globalización ya fracasaron y por primera vez hay un presidente indígena, que simboliza la descolonización, en un subcontinente recolonizado mediante el control extranjero de su economía, con el consiguiente crecimiento de la pobreza y la desigualdad.

Confrontación desde el inicio

La discrepancia entre los mandatarios surgió desde el primer día. El programa oficial señalaba que en la tarde del viernes 9 de noviembre había una reunión privada que duraría dos horas, para el intercambio de opiniones. Duró cuatro horas y media y se debatió desde el problema uruguayo-argentino por la fronteriza planta de celulosa a la conducta de las empresas españolas instaladas en América Latina, que intervienen en la política interna de los países y, además, resisten las medidas gubernamentales destinadas a recuperar las riquezas naturales. La prensa vio a través de pantallas de televisión sin sonido que la discusión era agitada.

Los presidentes Kirchner y Chávez criticaron la conducta de las empresas españolas, el argentino se refirió a la petrolera Repsol y Aerolíneas Argentinas, en la que el Estado quiere tener mayor participación. Chávez señaló, entre otras, la actitud de Gerardo Díaz Ferrán, presidente de la organización patronal hispana, quien formuló declaraciones, en esos mismos días, sobre la supuesta “inseguridad jurídica” existente en Venezuela, Bolivia y Ecuador. Los tres países han aprobado leyes mediante las cuales recuperan el control sobre su petróleo, por lo tanto no hay inseguridad jurídica, hay leyes que no se quieren acatar.

Fue entonces cuando el presidente Chávez apuntó que esos empresarios son los que en su país apoyaron el golpe de estado en su contra en 2002 y tachó de fascista al ex presidente José María Aznar, que también apoyó el golpe, y al que señaló como el encargado de vender “el discurso de Washington”. Dicen que el rey le hizo un regaño suave para bajar la tensión, pero el canciller le expresó después a su par venezolano la molestia de su país por esas declaraciones. En la reunión del día siguiente el presidente del gobierno español José Luis Rodríguez Zapatero criticó las nacionalizaciones diciendo que la propiedad de los recursos no garantizaba nada, que el mercado aporta cosas positivas a la economía y que se puede erradicar el analfabetismo en América Latina y darle agua potable a todos. Una especie de respuesta a lo dicho el día anterior.

Entonces el presidente Chávez recordó cómo lo cortejaban en 1999 en la Casa Blanca, en Wall Street y el Fondo Monetario. También se refirió a la propuesta que le hizo Aznar para que se sumara al club del primer mundo aprovechando la riqueza petrolera venezolana y a la respuesta que le dio Aznar cuando él le preguntó qué opinaba de Haití y otros países y el español le respondió ”Y Haití, y Centroamérica, y Africa, Chávez, esos se jodieron”.Ahí reiteró que Aznar era un facista, pero también habló de privatizaciones, señalando “Los sectores privados que conocemos en Venezuela no tienen nada que ver con las necesidades sociales, lo de ellos tiene que ver con el enriquecimiento fácil y rápido. Luego está el libre comercio ¿Cuál? Que alguien me dé un ejemplo de libre comercio. Es una verdadera falacia, no existe el libre comercio. Comercio justo quisiéramos. Lo que hay es una competencia feroz donde los más débiles siempre salen perdiendo”.

Volvió a intervenir Rodríguez Zapatero, pidiendo respeto para Aznar, argumentando que había sido elegido por los españoles, a lo que Chávez replicó diciéndole que le pidiera lo mismo a Aznar “que respete a Venezuela”. Ahí se produjo la interrupción del rey, quien no se fue de inmediato de la reunión, sino que lo hizo cuando el presidente Daniel Ortega sostuvo que España y Estados Unidos tenían una alianza política, económica y también militar, recordando que España prestó su territorio a Estados Unidos para que bombardeara la residencia del presidente libio. Se refirió luego a las actividades de la empresa Unión Fenosa, que adquirió la industria eléctrica de su país y a la  que calificó de mafia. Cuando Ortega dijo que España también les hizo la guerra cuando antes de las últimas elecciones reunió en su embajada en Managua a la derecha nicaragüense para unificarla y tratar de evitar el triunfo sandinista, en ese momento se fue el rey, lo demás es parte de la campaña mediática contra el presidente Chávez.

¿Fue planeado?

Esta reconstrucción de hechos se basa en lo publicado por dos diarios derechistas, El País de España y El Mercurio de Chile. El País, en una nota fechada en Montevideo, Uruguay, firmada por uno de sus periodistas, dijo el lunes 12 que la delegación española “ya tenía planteado” pedir la palabra si el presidente Chávez se volvía a referir a Aznar o al dirigente empresarial y que así lo hicieron y se llegó a la insólita interrupción del rey. Cuando inició su intervención el mandatario nicaragüense, la información de El País dice que el comentario en la delegación española fue “Esto hay que pararlo”.El rey y Zapatero conversaron, consideraron que no podían irse los dos, porque alguien tenía que contestar y “El presidente del Gobierno y el Monarca acordaron entonces que Don Juan Carlos abandonaría la sala y no volvería mientras prosiguieran las intervenciones”.

Esto y la enorme campaña mediática desatada contra el presidente Chávez tiene un motivo, el referéndum sobre la reforma a la constitución venezolana del próximo 2 de diciembre. Los cambios propuestos reafirman la recuperación de las riquezas del país y abren la participación popular en términos inexistentes en nuestras naciones y, por supuesto, en España. Eso no le conviene a los empresarios hispanos y tampoco a Estados Unidos, que ha mentido sobre el contenido de las reformas, en tanto los empresarios españoles siguen en su afán de desestabilizar a Venezuela, Nicaragua, Argentina, Bolivia y Ecuador por sus medidas en defensa del patrimonio nacional. Las encuestas en Venezuela señalaban, antes de la cumbre, que las reformas serían  aprobadas por el 63 por ciento de los votantes, de ahí todo lo que se ha desatado.
https://www.alainet.org/fr/node/124362
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