Escuchando a los sabios
24/06/2007
- Opinión
Las grandes verdades de nuestra civilización se ahogan en mares de noticias amarillas o de asuntos domésticos. Nuestros corazones, dice Frei Betto, son corazones de piedra. Con corazones de carne, y los ojos abiertos oteando a nuestro alrededor, entonces, susurra encabritado José Saramago , AULLARÍAMOS de rabia y dolor.
Lo cierto –vuelvo a Frei Betto- es que ha triunfado el capitalismo en sus versiones neoliberal y, ahora, neofascista donde el fundamentalismo económico ha colocado al capital como valor supremo. O, como explica Vandana Shiva, la economía globalizada de libre mercado destruye a la economía de la naturaleza (el medio ambiente) y a la economía del sustento (la posibilidad de las personas de proporcionase a sí mismas las condiciones necesarias para mantener sus vidas). Es la confrontación entre una economía global de muerte y destrucción y unas economías favorables a la vida y a la creación.
Y las cifras [crueles] que ratifican los pensamientos de tan fascinantes personajes, las aporta el Relator de las Naciones Unidas Jean Ziegler. 18.000 niñas y niños mueren de hambre y malnutrición cada día. Repito, 18.000 niños y niñas mueren de hambre y malnutrición cada día. Insisto, más de 6’5 millones de niños y niñas mueren cada año en nuestro planeta. De las niñas y niños que sobreviven, alrededor de uno de cada cuatro, sufre desnutrición, lo cual significa que su crecimiento está comprometido física e intelectualmente para toda su vida.
Con esos datos, entenderemos perfectamente que, en el mundo de los países empobrecidos morir o sufrir por la falta de alimentos es una realidad trágicamente muy presente. Tanto es así, que en busca de escapatorias a estas situaciones se toman caminos muy tortuosos: el trabajo infantil, la prostitución infantil o el reclutamiento para ejércitos o grupos armados.
Se calcula que unos 200 millones de niñas y niños son explotados en diferentes “puestos” de trabajo. La mayoría actividades ligadas a la agricultura lo que se traduce en trabajos duros y repetitivos, en jornadas muy largas (que no les permiten cumplir con la jornada escolar), expuestos a pesticidas y en ocasiones utilizando maquinaria peligrosa. Otras y otros son conducidos a la prostitución infantil. Al preguntarles a ellos dicen, preferir morir de SIDA porque es más lento que morir de hambre. Y por último tenemos a muchachas y muchachos, unos 250.000, participando activamente en conflictos armados, porque necesitan desesperadamente mantenerse y ayudar a la familia aunque ciertamente tampoco así lo consiguen.
Tanta hambre infantil y todas sus consecuencias en un mundo con posibilidades sobradas para alimentar al doble de la población actual, pero sin capacidad de indignación ni de reacción. Lo recitaba la poetisa Gloria Fuerte : “le dije al niño Somalí: -Te traigo unos cuentos. Y el niño me dijo con la mirada:- Yo no estoy para cuentos, ni para nada.”
Gustavo Duch Guillot es director de Veterinarios sin Fronteras (España)
http://www.veterinariossinfronteras.org
https://www.alainet.org/fr/node/121855
Del mismo autor
- Renovables, ¿no, gracias? 04/03/2021
- ¿Otra revolución verde? (1/2) 26/01/2021
- Los holobiontes 16/12/2020
- Panfleto para la DesCivilización 01/12/2020
- Compra pública para ayudar, para transformar 23/10/2020
- El colapso de la soja (3/3) 07/10/2020
- Las fábricas de la soja (2/3) 29/09/2020
- Los trenes de la soja 23/09/2020
- España: Soberanía rural 30/07/2020
- La huertocracia 01/07/2020