Principios y ética para una integración diferente

04/12/2006
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Quito

En su propuesta para la II Cumbre de Jefes de Estado, que se celebrará en Cochabamba (Bolivia) del 6 al 9 de diciembre próximo, el Presidente boliviano Evo Morales (ver página 35), propone a sus colegas: profundizar el proceso de integración regional forjándola desde arriba y desde abajo, sustentándola en los principios y la complementaridad, visualizándola desde una perspectiva participativa, diversa, integral, ecológica, solidaria y orientada al servicio de los pueblos.

Esto marca una sustantiva diferencia con las versiones en boga, que confunden integración con libre comercio, y que pautadas por la globalización y sus exigencias de abrir fronteras para el capital, evaden las consideraciones humanas ineludibles a la hora de apostar por un desarrollo integral y respetuoso de la soberanía.

De hecho, la cuestión de la integración no es un tema nuevo en Latinoamérica, es más bien una aspiración histórica, marcada por tentativas y rompimientos definidos de cerca por las relaciones de dominación, antes circunscritas al control de territorios y recursos, ahora extensibles a la mercantilización de todos los principios de vida.

No obstante, para emprender un nuevo camino en la materia, la región cuenta con un valioso acervo de prácticas de integración, que movilizan millones de recursos materiales y humanos, muchas veces no cuantificados y más bien ubicados en el terreno de la solidaridad.

El ejemplo de Cuba y Venezuela

Cuba está a la cabeza de esas iniciativas, pues hace ya un medio siglo que viene desarrollando programas sostenidos de apoyo gratuito en educación y capacitación; salud; artes; asistencia técnica y asesoría; transferencia de conocimientos y habilidades.  Un ejemplo de ello es la educación universitaria ofrecida cada año a unos dos mil jóvenes de distintos países, que ingresan a los estudios de medicina, bajo la única condición de servir a sus pueblos a su retorno.  De esta ayuda benefician también estudiantes pobres de los Estados Unidos, en cuyo país esa formación está evaluada en unos 300.000 dólares por cada uno.

Gracias a un acuerdo bilateral con Venezuela el analfabetismo está a punto de ser erradicado de ese país, similares iniciativas se realizan en distintos países.  Bolivia, uno de los países con mayores índices de analfabetismo en la región celebró hace poco un convenio con el mismo propósito.

Un millón de personas por año se benefician de las operaciones oculares, que profesionales cubanos administran a quienes carecen de recursos.  En Haití, unos 2.500 médicos atienden las necesidades de la población más empobrecida de la región, toneladas de medicinas son encaminadas cada año a ese país.  Esta solidaridad es igualmente encaminada a otros países del Sur y hasta del Norte, en Pakistán unos 3000 profesionales cubanos se apresuraron a atender a las víctimas del terremoto en Cachemira, y efectuaron cerca de 15.000 intervenciones quirúrgicas en unos 30 hospitales de emergencia que armaron y equiparon.  En Estados Unidos, mientras el gobierno de ese país minimizaba las necesidades de los afectados por el huracán Katerina en el 2005, Cuba envió con premura unas 36 toneladas de medicinas.

Y estos son apenas ejemplos de una larga lista de acciones internacionalistas, que involucran a todas las instituciones gubernamentales y no gubernamentales, emprendidas por el país caribeño.  La cuantía de semejante proeza es inimaginable, en los hechos ningún otro país u organismo internacional ha logrado emprender tales niveles de ayuda.  El éxito radica, sin duda, en los principios no mercantiles y de solidaridad que animan dichas colaboraciones y que sientan un precedente ineludible para sustentar que los problemas humanos pueden resolverse al margen del afán de lucro.

La Venezuela bolivariana también ha incursionado en el terreno del desarrollo de relaciones solidarias “ha prestado ayuda humanitaria solidaria a varios países hermanos del Caribe (Cuba, Granada, Jamaica, Haití) y Centroamérica (El Salvador), afectados por las temporadas de huracanes que azotaron la región tanto en 2004 como en 2005, tanto en su fase de emergencia como la de reconstrucción”[1].  Ha donado combustible para la calefacción en invierno a comunidades pobres, especialmente afrodescendientes, en Estados Unidos.  La Citgo Petroleum, propiedad del gobierno venezolano, ofreció esta ayuda en Nueva York y Boston con un 40% por debajo del precio de mercado, y combustible a bajo precio al sistema de tránsito público en Chicago, para reducir los pasajes de las personas de bajos recursos.  Venezuela encaminó
donaciones para escuelas, hospicios, y otros en Chicago, Houston y Nueva York.

Así, con la mirada puesta en el Sur, la propuesta del ALBA, en palabras de la economista Judith Valencia, se sustenta en principios de solidaridad y complementariedad.  Atenta a las disparidades entre los países, prevé intercambios no siempre monetarios, que permitan potenciar la diversidad y las reciprocidades.  Un ejemplo de esa propuesta es el intercambio de múltiple índole que realiza con
Cuba:  80 000 barriles de petróleo a bajo costo fueron encaminados en el 2005, con el fin de reforzar la industria cubana, mientras que Cuba en reciprocidad envió 20.000 médicos a Venezuela y contribuyó a levantar unos 3000 centros de salud.  Otros miles de profesionales contribuyen con el fortalecimiento de la educación, la salubridad, y otros.

“El ALBA no se realizará sobre la base de criterios mercantiles, ni en función de los intereses egoístas de las empresas, tampoco de un beneficio nacional que perjudique a otros pueblos”, señala el documento emitido con ocasión de su lanzamiento oficial en abril del 2005, por los gobiernos de Cuba y Venezuela.  Ocasión en la que los dos gobiernos firmaron a la vez cuarenta y nueve acuerdos de cooperación bilateral.

Unos 30 acuerdos de cooperación en distintas áreas han sido signados por Venezuela con Brasil y tantos otros con Argentina y Uruguay, países que tienen aspiraciones de relanzar la integración regional.  Ha impulsado igualmente propuestas mayores, como la de la integración energética y petrolera Petrosur, orientada a subsanar los problemas energéticos de los países de la región, que contempla la interacción entre empresas públicas de Argentina, Bolivia, Ecuador y Venezuela.  Iniciativas innovadoras como aquella de la red comunicacional TELESUR, en la cual intervienen capitales y experticias de diversos países, contribuyen a poner en práctica las mencionadas ideas de integración.

Iniciativas ciudadanas

Pero, si las voluntades estatales en materia de integración solidaria arrojan ya tan importantes resultados, también intervienen en esto múltiples iniciativas ciudadanas que actúan en redes y articulaciones desde hace algunos decenios, las iniciativas de comercio solidario y con justicia, ilustran de manera tangible la existencia de cientos de intercambios de formato alternativo, que se despliegan a diario en distintos tópicos.  La Minga Informativa de los Movimientos Sociales, en la que intervienen importantes organizaciones regionales, es un ejemplo de una propuesta de integración comunicacional fundada bajo principios de ciudadanía, participativos y no lucrativos.

A todo esto se suman las contribuciones históricas de pueblos enteros, como los indígenas y afrodescendientes, que han desarrollado conocimientos universales (ahora amenazados de expropiación por las prescripciones sobre patentes de la OMC), y sustentan además visiones y cosmovisiones de absoluta actualidad para pensar no solo la integración regional, sino también la supervivencia planetaria.

Grupos sociales importantes han generado prácticas creativas de solidaridad, que han permitido a los pueblos salir adelante, aún en medio de las crisis subsecuentes que genera la vigencia del capitalismo.  Las mujeres, por ejemplo, producen no sólo los más importantes conocimientos asociados a la soberanía alimentaria, sino que aportan en concreto con entre el 60 y el 80% de la alimentación de los países más pobres.

Las organizaciones sociales de Cochabamba, en su convocatoria a la Cumbre Social por la Integración de los Pueblos, que se realizará a la par de la de Presidentes, llaman también a “Profundizar el proceso de construcción de propuestas alternativas para una integración solidaria, equitativa y complementaria entre las naciones en función de las necesidades e intereses de los pueblos”, desde una visión crítica de los procesos de integración centrados en lo comercial. Para hacerlo, las experiencias concretas, como las citadas aquí en ejemplo, dan cuenta del largo camino recorrido por Latinoamérica en materia de integración alternativa, desde una perspectiva que coloca la ética y los principios al centro de sus proyectos.

Irene León, socióloga ecuatoriana,
miembro de la directiva de ALAI.




[1] Intervención del Embajador Francisco Javier Arias Cárdenas, Representante Permanente de la Misión de la República Bolivariana de Venezuela ante las Naciones Unidas, bajo el tema: Nueva Alianza para el desarrollo en África: Progresos en su aplicación y apoyo internacional, Nueva York, 13 de octubre del 2006.

https://www.alainet.org/fr/node/121250
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