Crece la ola de cambios!
29/11/2006
- Opinión
Si la victoria de Rafael Correa y la Alianza País parecía difícil en primera instancia fue porque en primera vuelta el voto anti-derecha, anti-oligarquía, anti-Bush…estaba parcialmente dividido.
En segunda vuelta primó el sano temor a la conversión del Ecuador en una hacienda o empresa bajo control privado y bajo tutela absoluta de los halcones de Washington. La hacienda de mister Noboa y mister Bush o la maquila de ellos y sus asociados en esa perversa sociedad.
Primó del interés del cambio al margen de quien lo encabezara. Y ciertamente Rafael Correa había formulado compromisos muy serios frente a transformaciones muy serias: justa distribución de la renta petrolera, cero neoliberalismos, no TLC, no base militar estadounidense en Manta, no FMI, no Banco Mundial, programa de desarrollo agropecuario e industrial, distancia frente al Plan Colombia, defensa de los emigrantes, rescate de la soberanía, amistad con Chávez y Cuba, discurso anticapitalista y defensa del proyecto socialita del Siglo XXI.
Podría decirse que éstas son solo palabras y ciertamente nadie debería alarmarse porque surja la duda y la desconfianza en un país donde Lucio Gutiérrez hizo lo que hizo, retrasando las posibilidades de un proyecto alternativo, evidentemente anhelado por una gran parte de la sociedad.
De todas maneras fueron palabras mucho mejor articuladas y mucho más comprometedoras, generadoras de una conciencia transformadora más extensa y más profunda que las creadas en campañas anteriores.
Palabras que de no cumplirse pulverizan en poco tiempo cualquier liderazgo, sobre todo en las actuales condiciones del Ecuador.
Por eso no tengo duda de que esa victoria ha sido tremendamente positiva, evidenciando, nueva vez, la potencia de la ola transformadora continental.
Una ola en ascenso y expansión, cuyos ritmos y obstáculos varían. También sus profundidades. Pero ya sea en “rodillos” a veces, ya sea en tractores en otras, ya en autobuses, o en automóviles de alta velocidad, no se detiene. Avanza, crece, se multiplica.
Un gran aliento para la Venezuela bolivariana.
Un estímulo para las fuerzas del cambio en Colombia, reforzado por el compromiso expreso del presidente electo Rafael Correa de no aceptar el calificativo de “terroristas” contra las FARC y no favorecer el Plan Colombia de Bush y Uribe, a todas luces dirigido contra toda la soberanía de la región amazónica.
En el Ecuador existe un gran sentimiento de amistad hacia el pueblo colombiano, y un gran respeto y admiración hacia su insurgencia armada y hacia todas las fuerzas políticas y sociales del cambio.
Esa realidad –y convicciones bien firmes- explican ese paso audaz de diferenciación respecto a los promotores del estigma y el descrédito contra la heroica FARC.
Un aporte de inconmensurable valor. Un gesto de vanguardia que debe expandirse en toda América, fortalecerse en Venezuela, en Brasil, en Uruguay, en Cuba…; asumirse desde todas las fuerzas progresistas y revolucionarias del continente y el mundo.
El persistente movimiento revolucionario colombiano, acosado tenazmente y agresivamente por el nuevo imperialismo, necesita más oxígeno, mayores espacios, mayor solidaridad. Y la actitud de Rafael Correa y la Alianza País, apunta en esa buena dirección. Imitarla es cuestión de honor y justicia.
Si antes no había dudas sobre la inminente reelección de Chávez, después de lo acaecido en el Ecuador, se fortalece la tendencia no solo a ganar sino arrollar.
Nuestra América, en fin de cuenta es una y el destino de uno influye sobre los demás, más cuando la cercanía es tal.
El proceso hacia la revolución en Venezuela fortaleció las corrientes por el cambio en el Ecuador y el cambio en el Ecuador impacta positivamente la campaña electoral bolivariana y todos los procesos de acumulación de fuerzas transformadoras en nuestra América.
A Cuba nadie podía pedirle más que el inmenso aporte de su resistencia digna y heroica. Y ciertamente ha dado mucho más que eso como parte de este maravilloso “eje del mal”.
Ecuador tiene todas las condiciones para entrar en un proceso de acompañamiento de Venezuela, Cuba y Bolivia, como parte de la parte más avanzada de los gobiernos montados sobre esta nueva ola transformadora regional.
El ALBA tiende a crecer y el Bloque Regional del Poder Popular por igual.
La Coordinadora Continental Bolivariana (CCB), que con tanta persistencia ha defendido la necesidad de expandir la oleada y articular sus fuerzas de vanguardia, tiene ahora más razones y posibilidades para avanzar en esa dirección.
La victoria del pasado domingo en Ecuador habrá de ser reforzada por la de este domingo 3 de diciembre en Venezuela, llamada a desbrozar el camino del tránsito a la sociedad pos-neoliberal, de profunda esencia antiimperialista y anticapitalista; el transito pos-neoliberal hacia el socialismo del siglo XXI, hacia el nuevo socialismo que estamos en el deber de recrear con pensamiento y con acciones.
Pero no hay que dormirse en los laureles. El imperio decadente, pentagonizado y herido habrá de desplegar sucesivas contraofensivas que habrá que derrotar. Una por una ¡TODAS!
En segunda vuelta primó el sano temor a la conversión del Ecuador en una hacienda o empresa bajo control privado y bajo tutela absoluta de los halcones de Washington. La hacienda de mister Noboa y mister Bush o la maquila de ellos y sus asociados en esa perversa sociedad.
Primó del interés del cambio al margen de quien lo encabezara. Y ciertamente Rafael Correa había formulado compromisos muy serios frente a transformaciones muy serias: justa distribución de la renta petrolera, cero neoliberalismos, no TLC, no base militar estadounidense en Manta, no FMI, no Banco Mundial, programa de desarrollo agropecuario e industrial, distancia frente al Plan Colombia, defensa de los emigrantes, rescate de la soberanía, amistad con Chávez y Cuba, discurso anticapitalista y defensa del proyecto socialita del Siglo XXI.
Podría decirse que éstas son solo palabras y ciertamente nadie debería alarmarse porque surja la duda y la desconfianza en un país donde Lucio Gutiérrez hizo lo que hizo, retrasando las posibilidades de un proyecto alternativo, evidentemente anhelado por una gran parte de la sociedad.
De todas maneras fueron palabras mucho mejor articuladas y mucho más comprometedoras, generadoras de una conciencia transformadora más extensa y más profunda que las creadas en campañas anteriores.
Palabras que de no cumplirse pulverizan en poco tiempo cualquier liderazgo, sobre todo en las actuales condiciones del Ecuador.
Por eso no tengo duda de que esa victoria ha sido tremendamente positiva, evidenciando, nueva vez, la potencia de la ola transformadora continental.
Una ola en ascenso y expansión, cuyos ritmos y obstáculos varían. También sus profundidades. Pero ya sea en “rodillos” a veces, ya sea en tractores en otras, ya en autobuses, o en automóviles de alta velocidad, no se detiene. Avanza, crece, se multiplica.
Un gran aliento para la Venezuela bolivariana.
Un estímulo para las fuerzas del cambio en Colombia, reforzado por el compromiso expreso del presidente electo Rafael Correa de no aceptar el calificativo de “terroristas” contra las FARC y no favorecer el Plan Colombia de Bush y Uribe, a todas luces dirigido contra toda la soberanía de la región amazónica.
En el Ecuador existe un gran sentimiento de amistad hacia el pueblo colombiano, y un gran respeto y admiración hacia su insurgencia armada y hacia todas las fuerzas políticas y sociales del cambio.
Esa realidad –y convicciones bien firmes- explican ese paso audaz de diferenciación respecto a los promotores del estigma y el descrédito contra la heroica FARC.
Un aporte de inconmensurable valor. Un gesto de vanguardia que debe expandirse en toda América, fortalecerse en Venezuela, en Brasil, en Uruguay, en Cuba…; asumirse desde todas las fuerzas progresistas y revolucionarias del continente y el mundo.
El persistente movimiento revolucionario colombiano, acosado tenazmente y agresivamente por el nuevo imperialismo, necesita más oxígeno, mayores espacios, mayor solidaridad. Y la actitud de Rafael Correa y la Alianza País, apunta en esa buena dirección. Imitarla es cuestión de honor y justicia.
Si antes no había dudas sobre la inminente reelección de Chávez, después de lo acaecido en el Ecuador, se fortalece la tendencia no solo a ganar sino arrollar.
Nuestra América, en fin de cuenta es una y el destino de uno influye sobre los demás, más cuando la cercanía es tal.
El proceso hacia la revolución en Venezuela fortaleció las corrientes por el cambio en el Ecuador y el cambio en el Ecuador impacta positivamente la campaña electoral bolivariana y todos los procesos de acumulación de fuerzas transformadoras en nuestra América.
A Cuba nadie podía pedirle más que el inmenso aporte de su resistencia digna y heroica. Y ciertamente ha dado mucho más que eso como parte de este maravilloso “eje del mal”.
Ecuador tiene todas las condiciones para entrar en un proceso de acompañamiento de Venezuela, Cuba y Bolivia, como parte de la parte más avanzada de los gobiernos montados sobre esta nueva ola transformadora regional.
El ALBA tiende a crecer y el Bloque Regional del Poder Popular por igual.
La Coordinadora Continental Bolivariana (CCB), que con tanta persistencia ha defendido la necesidad de expandir la oleada y articular sus fuerzas de vanguardia, tiene ahora más razones y posibilidades para avanzar en esa dirección.
La victoria del pasado domingo en Ecuador habrá de ser reforzada por la de este domingo 3 de diciembre en Venezuela, llamada a desbrozar el camino del tránsito a la sociedad pos-neoliberal, de profunda esencia antiimperialista y anticapitalista; el transito pos-neoliberal hacia el socialismo del siglo XXI, hacia el nuevo socialismo que estamos en el deber de recrear con pensamiento y con acciones.
Pero no hay que dormirse en los laureles. El imperio decadente, pentagonizado y herido habrá de desplegar sucesivas contraofensivas que habrá que derrotar. Una por una ¡TODAS!
https://www.alainet.org/fr/node/118431
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