¿Dónde está Picasso?
Faluya: la Guernica del siglo 21
29/11/2004
- Opinión
El 12 de noviembre, mientras aviones norteamericanos a reacción
bombardeaban Faluya por noveno día consecutivo, un jurado en
Redwood City, California, declaró que Scott Peterson era
culpable de asesinar a su esposa y a su hijo nonato. Ese
macabro tema capturó los titulares o dominó la conversación en
centros de trabajo y hogares. Es más, la "noticia" acerca de
Peterson casi opacó la aseveración de los militares
norteamericanos de que los bombardeos exitosos con aviones y
artillería de una ciudad de 300 000 habitantes habían hecho
blanco sólo en sitios donde se habían refugiado los
"insurgentes". El 15 de noviembre, un periodista de la BBC
insertado en un destacamento de infantes de Marina aseguró que
el estimado no oficial de muertos estaba por encima de los 2
000, muchos de ellos civiles.
Un testigo presencial iraquí dijo a reporteros de BBC que él
había visto cómo las bombas hacían impacto en blancos
residenciales.
Los norteamericanos intercambiaron puntos de vista y bromas
groseras acerca de Peterson. Un fotógrafo capturó la imagen de
un hombre de Faluya que sostenía a su hijo muerto, uno de los
dos que perdió en los bombardeos por EEUU. No pudo obtener
ayuda médica para detener la hemorragia.
Un reportero de Reuters escribió el 14 de noviembre que los
residentes le dijeron que "los bombardeos norteamericanos
hicieron blanco en una clínica en la ciudad musulmana sunní, y
mató a médicos, enfermeras y pacientes". Los militares de EEUU
negaron los reportes. Historias como estas no llegan a los
titulares. Las bajas civiles en guerras agresivas de EEUU no
venden espacio en los medios.
Pero a los editores les encantan las imágenes de soldados
norteamericanos angustiados. El 12 de noviembre el Los Angeles
Times publicó en primera plana una foto de un soldado con la
cara manchada de lodo y un cigarrillo colgando de sus labios.
Esta imagen capturó el "sufrimiento" de Faluya. El soldado se
quejó de que se había quedado sin "fuma".
El joven que cumplía con su "deber para liberar a Faluya"
contrasta duramente con la pesadilla de Faluya. "Hay humo por
todas partes", dijo un iraquí a BBC (11 de noviembre). "La casa
a unas puertas de la mía fue blanco de un bombardeo la noche del
miércoles. Murió un niño de 13 años. Se llamaba Ghazi. A lo
largo de la calle frente a mi casa había una fila de palmeras;
ahora sólo quedan los troncos... Cada vez hay más muertos en
las calles y el hedor es insoportable".
Otro testigo presencial dijo a Reuters (12 de noviembre) que "un
niño de 9 años fue herido en el estómago por una esquirla. Sus
padres dijeron que no pudieron llevarlo al hospital debido a los
combates, así que le vendaron el estómago con sábanas para
tratar de impedir el sangramiento. Murió horas más tarde por la
pérdida de sangre y fue enterrado en el jardín".
Los reporteros norteamericanos insertados -¿prensitutas?-
aceptaron acríticamente la mentira del Pentágono de que muchos
miles de "insurgentes" iraquíes, incluyendo a los demonizados
intrusos dirigidos por Abu Musab al-Zarqawi, que se habían unido
a la jihad anti-EEUU, se habían atrincherado para defender su
vital base. Después de que comenzó el asalto blindado y aéreo y
que avanzaron las tropas de infantería, se filtraron informes de
que la Infantería de Marina y el nuevo ejército iraquí que la
seguía sólo habían encontrado resistencia ligera. En Mosul y
otras ciudades estalló la insurrección. Sin embargo, para los
combatientes Faluya fue un infierno.
¿Infierno para qué? Bernard Trainor, general retirado de la
Infantería de Marina, declaró que militarmente "Faluya no va a
significar una gran ventaja". Admitió que "hemos golpeado
duramente esa ciudad y los únicos insurgentes con que acabamos
fueron los dementes y los fanáticos; los inteligentes
abandonaron a los tipos que realmente quieren morir por Alá".
Mientras que los cuenta cuentos del Pentágono alardeaban de una
victoria norteamericana, Trainor señalaba que los "terroristas
siguen en libertad".
Los medios aceptan como axioma que las tropas de EEUU son "los
buenos" en este conflicto. No se enfrentan a lo evidente.
Washington invadió y ocupó ilegalmente a Irak y "reconquistó"
Faluya -sin ningún propósito militar serio. Con toda lógica,
los medios debieran llamar patriotas a los "militantes" iraquíes
que resisten la ocupación ilegal.
En su lugar, la prensa insinuó que los "insurgentes" lucharon
suciamente usando explosivos improvisados y trampas caza bobos
para matar a nuestros inocentes soldados, los cuales usan armas
limpias como F-16, helicópteros de combate, tanques y
artillería.
Vamos, si Washington incluso prometió reconstruir la ciudad que
sus aviones militares acaban de destruir. Bush comprometió a
los contribuyentes con deudas de cientos de millones de dólares,
que Bechtel, Halliburton y otros beneficiarios corporativos de
la guerra utilizarán para la "reconstrucción".
La banalidad y la corrupción emergen de la épica maldad de esta
guerra, una guerra que ha implicado la muerte masiva de civiles
y la destrucción de antiguas ciudades.
En 1935 el general nazi Erich Luderndorff argumentó en su libro
La guerra total, que la guerra moderna engloba a toda la
sociedad; por lo tanto, los militares no deben perdonar a nadie.
El general fascista italiano Giulio Douhet se hizo eco de este
tema. Al tomar a civiles como blancos, dijo, un ejército puede
avanzar más rápidamente. "El terror aéreo" elimina con eficacia
a los obstáculos civiles.
La doctrina se convirtió en práctica a fines de abril de 1937.
Pilotos nazis arrojaron sus bombas sobre Guernica, la antigua
capital vasca -al igual que los pilotos norteamericanos hicieron
recientemente en Faluya. Un año antes, en 1936, había estallado
la Guerra Civil española. El General Francisco Franco, apoyado
por los gobiernos fascistas de Italia y Alemania, lideró un
alzamiento armado contra la república. Los residentes de
Guernica resistieron. Franco pidió a sus socios alemanes que
castigaran a ese pueblo testarudo que había resistido el asalto
de su ejército.
El pueblo de Guernica no tenía cañones antiaéreos, mucho menos
aviones de caza, para defender la ciudad. Los pilotos sabían
que a las 4:30 de la tarde de un día de mercado, el centro de la
ciudad estaría repleto de compradores provenientes de todas las
áreas.
Antes de volar en su "heroica misión", los pilotos alemanes
habían hecho un brindis con sus homólogos españoles en un
lenguaje que ambos podían entender: "¡Viva la muerte!", gritaron
mientras alzaban sus copas de vino. El bombardeo de Guernica
introdujo un concepto por el que los militares no hacían
distinción entre civiles y combatientes. ¡Muerte a todos!
Casi 1 700 personas murieron ese día y unos 900 quedaron
heridas. Franco negó que el ataque hubiera tenido lugar y culpó
de su destrucción a los que defendían a Guernica, de la misma
manera que los militares de EEUU dicen que los "insurgentes"
forzaron el salvaje ataque por atreverse a defender su ciudad y
luego ocultarse en las mezquitas. ¿Se enfrentó el público en
1937 al equivalente del caso Peterson que capturó su atención?
¿Dónde está el Picasso actual que pinte un cuadro dramático para
ayudar al público del siglo 21 a comprender que lo que la Fuerza
Aérea de EEUU acaba de hacer al pueblo de Faluya se parece a lo
que los nazis hicieron a Guernica?
En Alemania y en Italia de 1937, los medios subrayaron las
vicisitudes sufridas por aquellos pilotos que se estaban
sacrificando por los ideales de su país al combatir a una
"amenaza". Los medios norteamericanos parlotean acerca de las
dificultades a que se enfrentan los infantes de Marina. Nunca
los llaman abusadores que ocupan otro país, subyugando a
patriotas con tecnología superior para matar civiles y destruir
sus hogares y mezquitas.
El 15 de noviembre, un camarógrafo de NBC insertado filmó a un
soldado norteamericano cuando asesinaba a sangre fría a un
prisionero iraquí herido. Como mostró CNN en la cinta, su
reportero ofreció "circunstancias atenuantes" para el asesinato
que habíamos presenciado. El herido podía haberse colocado él
mismo un explosivo, como otros "insurgentes" habían hecho.
Después de todo, estos infantes de Marina las habían pasado
negras la semana anterior.
Ese tipo de periodismo recuerda las viejas guerras imperiales,
nos recordó Andrew Greely en la edición del 12 de noviembre de
The Chicago Sun Times. "Estados Unidos ha realizado
anteriormente otras guerras injustas -contra México, las guerras
indias, la Hispano-Americana, la insurrección filipina, Viet
Nam. Nuestras manos no están limpias. Están cubiertas de
sangre, y en esta oportunidad habrá más sangre".
Faluya debiera servir como símbolo de esta guerra de atrocidad
contra el pueblo iraquí, nuestro Guernica. Pero, como señala
acertadamente el comediante Chris Rock, George W. Bush nos ha
distraído. Por eso él mató a Laci Peterson, por eso escondió a
ese muchacho en el dormitorio de Michael Jackson y a la joven en
la habitación de hotel de Kobe Bryant. No quiere que pensemos
en la guerra de Irak. Necesitamos un nuevo mural de Picasso,
"Faluya", para ayudar a que los ciudadanos atiendan a los temas
de nuestro tiempo, no los pormenores del caso Peterson.
La Administración Bush comprendió el peligro de un cuadro tal.
Poco antes de la fraudulenta presentación de Colin Powell en la
ONU, el 5 de febrero de 2003, donde defendió la invasión a Irak,
funcionarios de la ONU, a solicitud de EEUU, colocaron una
cortina sobre un tapiz que reproducía el Guernica de Picasso,
situado a la entrada de la sala del Consejo de Seguridad. Como
telón de fondo para la TV, el mural antiguerrerista hubiera
parecido contradecir la presentación del Secretario de Estado a
favor de la guerra en Irak. ¿Habrá sabido de alguna manera el
difunto pintor que su mural predeciría otra Guernica, llamada
Faluya?
Miami (EEUU) - 29 de noviembre de 2004
* Saul Landau, dirige los medios digitales en el Colegio de
Letras, Artes y Ciencias Sociales de la Universidad Cal Poly
Pomona, EEUU. Su libro más reciente es "El negocio de Estados
Unidos: cómo los consumidores reemplazaron a los ciudadanos y de
qué manera se puede invertir la tendencia".
https://www.alainet.org/fr/node/110972
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