Palabras de Principio
30/11/2004
- Opinión
Nos han preguntado por qué hablamos de un primer diálogo
nacional, cómo planteamos la intención del diálogo y por qué
proponemos la inclusión de los diversos movimientos Sociales.
Para responder a estas preguntas retomo los acuerdos de varias
reuniones de los convocantes y los términos de la propia
convocatoria. Con bastante claridad se ha propuesto:
- Iniciar un proceso para la elaboración de un Proyecto Nacional
de carácter estratégico e integral, construido a partir de un
diálogo de los diversos sectores que se oponen al neoliberalismo
con el propósito de definir alternativas en torno a los grandes
problemas nacionales con una visión de largo plazo, que no
descuide los pasos inmediatos a seguir.
- El proceso de diálogo debe favorecer, al mismo tiempo, una
articulación muy amplia y plural de fuerzas y un posicionamiento
firme en términos de propuesta y presencia de los movimientos
sociales en la coyuntura.
- Se propuso también definir objetivos por etapas, considerando
desde esta primera fase del proceso los mínimos necesarios para
poder avanzar hacia una mayor profundización y consenso del
proyecto.
Se hizo ver que "...la tarea de todos consiste en rescatar a la
nación y avanzar juntos en la solución de los grandes problemas
nacionales. Este es el propósito más importante de todos los
mexicanos que suscribimos este llamado. Sigo citando: "Las
circunstancias nos obligan a construir una convergencia
histórica lo más amplia, e incluyente posible, entre los
diversos sectores que componen la clase trabajadora del campo y
la ciudad, los movimientos sociales y urbanos, los pueblos
indios, los profesores, intelectuales, artistas y los nuevos
movimientos sociales integrados por altermundistas, ecologistas,
movimientos de defensa de derechos humanos, de género y
diversidad sexual, estudiantes, jóvenes, braceros y migrantes,
pequeños y medianos industriales y comerciantes y por todos
aquellos que estén de acuerdo en luchar por un proyecto de
nación alternativo al modelo neoliberal".
"Es necesario y además urgente —continúa la convocatoria— abrir
un proceso de diálogo nacional. Por todo ello —dice a la letra—
convocamos a todos los sectores sociales, culturales y políticos
para que avancemos juntos en la elaboración de un diagnóstico
sobre los grandes problemas nacionales e internacionales,
trazando los aspectos esenciales de un Proyecto de Nación
Alternativo y uniendo todas las resistencias frente al
capitalismo salvaje y al sistema corporativo para construir una
propuesta capaz de disputar la conducción de la nación a la
barbarie neoliberal". (Convocatoria al Diálogo)
Esta es nuestra palabra y expresa nuestro pensamiento,
compromete nuestra acción.
Las tensiones sociales se incrementan desde hace años y aún más
en los últimos meses. Las dificultades para encontrar empleo
aumentan en todo el país; las empresas medianas y pequeñas
enfrentan serias limitaciones de crédito, abasto y mercado:
muchas "no dan ni para vivir". Gran cantidad de maquiladoras se
desmantelan y se van. La emigración de trabajadores a Estados
Unidos es creciente, y cada vez más riesgosa y hostilizada. La
exportación de manufacturas revela no ser un factor seguro de
crecimiento económico; la infraestructura para el mercado
interno se desarticula y cede ante las cadenas transnacionales,
que por su parte se articulan desde sus bancos de crédito y
centros de aprovisionamiento hasta sus centros comerciales y sus
distribuidores al menudeo.
El gobierno neoliberal de Vicente Fox y de las grandes
organizaciones patronales extranjeras y nativas, con el apoyo
expreso del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional,
insisten en la necesidad de profundizar la estrategia y la
política económica neoliberal que nos han sido impuestas en los
últimos veinte años. Sin la menor evidencia científica y técnica
sostienen que para resolver los problemas del país se necesita
aprobar las llamadas "reformas estructurales", término con el
cual designan la privatización y desnacionalización del
patrimonio nacional en su favor, y por el que proponen que la
carga fiscal pese todavía más sobre los que menos tienen. Al
mismo tiempo que todas estas fuerzas nativas y extranjeras
proponen las reformas legales que legitimarían su política
privatizadora y desnacionalizadora, fuera de toda legalidad
constitucional, ponen en práctica numerosas acciones que avanzan
paso a paso en la privatización y desnacionalización de hecho,
de facto como dicen los abogados. Así, no pasa día en que no
aprovechen la crisis para impulsar y fortalecer las reformas
estructurales expresadas por el programa estratégico conocido
como "El consenso de Washington", renovadas con el "Plan Puebla
Panamá", y con otros planes militares, económicos, culturales,
sociales que buscan hacer de México y toda nuestra América un
territorio funcional a los "intereses y valores" de Estados
Unidos, de sus grandes compañías y de sus "complejos" de poder
militar-político-empresarial. Todos esos planes han sido
publicados por distintas dependencias del Gobierno de Estados
Unidos, o por el Banco Mundial, y el Fondo Monetario
internacional para no citar sino las principales fuentes.
Revelan que la política económica neoliberal ni es exclusiva de
los gobernantes de tal o cual país o partido, ni tiene como
objetivo principal el desarrollo de nuestros países.
Los datos están a la vista en México: crisis (con artilugios
contables) de PEMEX, que tantas divisas da al Gobierno Mexicano
mientras éste las carga a la empresa estatal haciéndola aparecer
como ineficiente al mismo tiempo que la sigue privatizando y
desnacionalizando mediante contratos de servicios múltiples con
las megaempresas petroleras y gaseras de Estados Unidos.
En la misma política de entrega de los energéticos de la nación
y de destrucción de los derechos nacionales y sociales, se dan
el mantenimiento y ampliación de las inversiones de capitales
privados en la generación de electricidad, y la privatización
progresiva de la seguridad social y del sistema de pensiones.
Combinada con la pérdida de fuentes de trabajo social y público,
el gobierno impone la reducción de recursos a la educación en
todos sus niveles, y asfixia a la investigación científica y
tecnológica, en una política deliberada de importación de
saberes y conocimientos que coincide con los proyectos en marcha
para la comercialización de la cultura, y para la
trasnacionalización dependiente de los servicios médicos y de
muchos otros profesionales.
El proyecto conjunto afecta a la inmensa mayoría de los
mexicanos desde los pobres entre los pobres, hasta las clases
medias altas y las pequeñas y medianas empresas, e incluso
amenaza a muchas de las grandes, cuyos propietarios son
empujados a convertirse en meros rentistas o a someterse como
unidades subalternas de las megaempresas trasnacionales, todo lo
cual refuerza al tristemente famoso Tratado de Libre Comercio de
Norte América y anuncia las nuevas embestidas del Plan Puebla-
Panamá y del ALCA o Área de Libre Comercio de las Américas, todo
a sabiendas de que las principales víctimas serán los pobres y
los empobrecidos, a los que el Estado asedia y acosa incluso en
sus recios intentos de construir una sociedad y una economía de
la sobrevivencia en que son ejemplo especial a apoyar por todos
los mexicanos las autonomías de los pueblos indios.
Desde diversos grupos de ciudadanos, campesinos, trabajadores,
pueblos indígenas; desde sindicatos, organizaciones sociales,
uniones, frentes, partidos políticos, movimientos sociales han
surgido iniciativas, acciones, propuestas, luchas para enfrentar
el proyecto neoliberal y el empeño gubernamental de continuarlo
y profundizarlo dentro o fuera de la Constitución. A pesar de la
fragmentación de las organizaciones, de la variedad de sus
ideologías y sus estrategias, la necesidad de precisar un
proyecto mínimo de defensa social y nacional nos convoca como
ciudadanos, pueblos y trabajadores a construir un amplio,
heterogéneo y solidario movimiento contra el neoliberalismo, que
luche lo más eficientemente posible por alcanzar los objetivos
centrales de la sociedad y de la nación. Para ese propósito se
necesita con urgencia discutir, conversar, consensar un proyecto
nacional —con contenidos mínimos— que sea por sí mismo una
fuerza o un instrumento de organización: que permita articular
las luchas políticas y electorales con los movimientos sociales,
y hacer de éstos el punto principal de referencia de aquéllos.
La reflexión sobre el programa mínimo se debe realizar, con un
gran respeto, en todas las organizaciones y movimientos. El
pensar y hacer de la solidaridad irá mucho más allá de un mero
pronunciamiento verbal hacia la organización de redes y redes de
redes para la comunicación y para el diálogo informado que
facilite los más distintos tipos de acciones en defensa de la
soberanía nacional, de la democracia plural con poder del pueblo
y con formas efectivas de representación y participación en la
toma de decisiones de interés nacional y social, y a favor de
una justicia social que entrañe el respeto a la dignidad y la
autonomía de los ciudadanos, los pueblos y los trabajadores. Si
esa es una utopía, es nuestra utopía. Y tiene bases históricas y
sociales muy fuertes y que cada vez serán más fuertes en México
y el mundo.
En cualquier caso, para consensar el programa y compromiso
mínimo de defensa de la nación parece indispensable aclarar y
precisar problemas y políticas como:
1. La defensa de los derechos a la soberanía del pueblo
mexicano, y a la propiedad y usufructo pleno sobre sus recursos
naturales y energéticos, incluidos el petróleo, la electricidad,
el agua, los bosques, las tierras.
2. La defensa del sector público y social de la economía y los
servicios gratuitos o subsidiados de educación, salud,
suficiencia alimentaria, agua, etc.
3. La defensa de los derechos de los trabajadores, consagrados
en la Constitución, incluido el Seguro Social, y la seguridad
social.
4. La defensa de las garantías individuales y sociales, y de la
libertad de expresión.
5. La defensa de los derechos de los pueblos indios plasmados en
los Acuerdos de San Andrés, así como de las autonomías de facto
que viniendo de la Colonia se renuevan y reformulan en nuestros
días...
6. La renegociación de la deuda externa y la cancelación de la
enorme carga impositiva que significa.
7. La renegociación y en su caso la cancelación de la deuda del
gobierno con la banca por los créditos que ésta le ha hecho para
el pago de las quiebras bancarias y empresariales...
8. El alto a los actos violatorios de la Constitución que están
desestructurando a la Nación y al Estado con privatizaciones y
desnacionalizaciones basadas en una lógica patrimonialista de
gobierno.
9. La defensa del derecho a reformar la Constitución sólo con la
Constitución, y la de enfrentar la fuerza del pueblo a cualquier
acto de fuerza golpista que intenten las oligarquías al ver cómo
no funciona su democracia de pocos para pocos y con pocos, y
quienes ya crean el clima necesario de rumores, escándalos y
miedo para imponer un régimen aun más autoritario y represivo,
"a solicitud del pueblo y dada la ineficiencia y corrupción de
los políticos gobernantes" que ya no les sirven (muchos de los
cuales, por cierto, en una actitud autodestructiva acumulan
pruebas y hechos que confirman la bondad de su propia
destitución) .
El anterior es un programa mínimo de un gobierno alternativo. Si
se considera que no es posible aplicarlo, se estará considerando
–me parece--que es necesario sacrificar el desarrollo nacional.
Cualquier concesión que se haga en relación a los requerimientos
mínimos para el desarrollo nacional alternativo tenderá a
disminuir y hasta a anular las posibilidades de ofertas
democráticas y sociales con las que se pueda en verdad cumplir.
El programa mínimo de las estructuras alternativas de los
movimientos, las organizaciones y los partidos políticos
requerirá, en todo caso, construir consensos sobre estructuras
alternativas para una transición efectiva a la democracia, la
liberación y la justicia social. Entre esas estructuras
alternativas destacan:
1. El formar un bloque histórico, que se articule en todo lo
posible en redes presenciales y a distancia que dialoguen entre
sí y coordinen acciones conjuntas de pueblos y trabajadores.
Cualquier acción de unos "pocos" que pretendan imponer a fuerza
sus ideas será el principio de un fracaso indudable. Las ideas
sobre "el interés general" y "el bien común" sólo son viables
con apoyos generalizados que hagan de la moral colectiva una
fuerza de masas. Pues, ¿cómo se puede luchar por "el bien común"
o "el interés general" sin una moral colectiva, y, también
personal? Nomás no se puede.
2. El conversar, consensar y construir una política de alianzas
sobre la base del programa mínimo no negociable. EL DIÁLOGO SERÁ
NECESARIO PARA PRECISAR Y COMPROMETERSE CON LO NO NEGOCIABLE. En
general no se puede ni se debe negociar cuando las ventajas que
se logran a corto plazo implican grandes pérdidas a largo plazo
como ocurre con la lógica que impone el neoliberalismo a sus
políticos subordinados.
3. Establecer una red de redes, con grupos responsabilizados de
facilitar el intercambio de información y análisis, así como los
diálogos y acciones consensadas de las organizaciones y sus
miembros... La práctica del diálogo con respeto a los demás y el
logro libre de consensos en proyectos particulares que incluyan
una o varias luchas, es indispensable en movimientos históricos
como los actuales en que no hay una clase con un partido con una
ideología (si acaso los hubo en el pasado), y en que, respetando
las diferencias, se buscan y pro-mueven las coincidencias y las
acciones concertadas. Sólo así se creará un proyecto histórico
común de corto y largo plazo.
4. Es necesario vincular las redes o complejos de organizaciones
y movimientos con programas de pedagogía de la liberación, con
espacios de diálogo-enseñanza-aprendizaje, de toma de decisiones
colectivas, de monitoreo permanente de los objetivos que se
buscan; con retroalimentación de las experiencias que en la
práctica se tienen, todo a fin de hacer más efectivos los
programas de acción colectiva y de integrar a ellos números
crecientes de participantes.
5. De los espacios de diálogo-acción surgirán promotores en
busca de bases que se organicen y que se integren por la
persuasión intelectual y moral y por el propio aprendizaje. Si
los promotores llegan a ocupar un lugar en la coordinación del
movimiento impulsarán con su propia conducta como mensaje, el
aprender a mandar obedeciendo y el aprender a obedecer mandando.
En ningún caso el respeto a las bases entorpecerá el liderazgo
democrático de líderes que enseñan a aprender conocimientos, y
que aprenden a oír y hablar, a aguzar la inteligencia colectiva
sobre problemas a enfrentar y acciones a seguir. Más bien, en
todos los casos, se recordará que las fuerzas dominantes, en
México y el Mundo, han pasado de un neoliberalismo supuestamente
democrático y en realidad elitista, a un neoliberalismo de
guerra y a una "guerra preventiva" de conquista y apropiación de
territorios y riquezas así como de mano de obra super-barata. Y
si en esta guerra usan las más variadas combinaciones de medios
pacíficos y violentos que tienden a endurecer a las
organizaciones democráticas del pueblo tachadas por ellos de
populistas, es decir de no ser elitistas, ni la democratización
desactivará o desarmará a las organizaciones populares, ni la
disciplina consentida y acordada por las bases, olvidará su
carácter de disciplina democrática de mujeres y hombres
realmente libres.
6. Será siempre necesario reparar en los detalles que se viven,
reflexionar y profundizar en la práctica de las ideas entre los
propios integrantes de los movimientos y entre los variados
grupos y organizaciones que los integran. En cualquier caso se
dará tanta importancia a la creación de un México realmente
posible como al seguimiento de las estructuraciones
alternativas, emergentes, aquéllas que ya se advierten en los
distintos espacios nacionales, latinoamericanos, e incluso
mundiales: como Los Caracoles en Chiapas y las autonomías de
facto de los pueblos indios, o los renovados intentos de
construir un frente democrático nacional que no sea destruido
por la cooptación, la corrupción y la mediatización que tanto
han debilitado a los partidos políticos y a muchas
organizaciones de la sociedad civil y que van a amenazar
constantemente a las organizaciones de las bases.
7. Precisar la normatividad interna de grupos y movimientos para
que todos sus integrantes se atengan a las mismas reglas.
Rechazar la lógica de que "las reglas se aplican a todos menos a
mí y mis cuates", y de que "quiero la democracia en el país pero
no en mi organización". Esta es la lógica que crea nuevas
desigualdades y debilidades en las propias alternativas. Luchar,
así, contra las diversas formas de clientelismo o de populismo,
de escepticismo, cinismo o conformismo, y por la aplicación
universal de las reglas a los compañeros de la base o la
coordinación, sin excepción de parientes, amigos o coterráneos.
Estar conscientes de que la violación de la moral colectiva
debilita toda acción colectiva.
El punto de partida
En las condiciones iniciales del cambio estructural, los actores
de la alternativa habrán de articular a los movimientos y
organizaciones sociales que en las más distintas formas luchan
contra el neoliberalismo. Necesariamente se enfrentarán a
quienes intenten detener la construcción de un bloque histórico
o pretendan reducirlo a una maniobra electoral. El diálogo se
propondrá responder a algunas preguntas que todo el mundo se
hace: ¿Qué país queremos? y ¿Cómo nos organizamos? La respuesta
no puede convertirse en un posicionamiento de personas con miras
a las elecciones presidenciales del 2006. Las organizaciones y
las redes de los pueblos, de los ciudadanos y de los
trabajadores tienen en todo caso que señalar los compromisos
mínimos e irrenunciables que cualquier aspirante a un gobierno
municipal, estatal o nacional se compromete a realizar. Deben
luchar contra todo intento de "membretismo" de organizaciones y
de "suplantación" de bases para posicionamientos políticos.
El Diálogo Nacional se propone reforzar las resistencias
patrióticas y sociales realmente existentes e iniciar un diálogo
mayor e articulación de fuerzas y compromisos morales y
políticos. Nadie podrá detenerlo. Si nosotros sólo lo iniciamos,
los pueblos de México forjarán en cualquier circunstancia su
voluntad, sus organizaciones, y su moral de victoria,
intentando, en todo lo que puedan, caminos pacíficos y legales
y, si no los dejan, otros que impulsarán, tarde o temprano, la
liberación nacional, la democracia y la justicia social, para el
socialismo y la sobrevivencia de la humanidad en un mundo mejor
y posible.
El pueblo mexicano será capaz de resolver los problemas que se
proponga resolver.
Convenceremos y venceremos.
México, 27 de noviembre de 2004
* Intervención en el Primer Diálogo Nacional hacia la construcción
de un Proyecto de Nación alternativo al neoliberalismo llevado a
cabo el 27 y 28 de noviembre en México D.F. con la asistencia
de 1700 participantes de 164 organizaciones sociales.
https://www.alainet.org/fr/node/110969
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