Cegados por los genes
23/12/2003
- Opinión
La comunidad científica celebró este año el 50º aniversario del
descubrimiento de Watson y Crick de la estructura y función del ADN.
Hubo gran cantidad de reuniones, conferencias y publicaciones
especiales. Cuando fue develado el "secreto de la vida", cincuenta
años atrás, hubo grandes expectativas acerca de que este memorable
descubrimento nos daría la clave para comprender las leyes de la
herencia... y el poder para cambiarlas. Cincuenta años después,
muchos creen que hemos alcanzado ese punto. En la actualidad los
científicos son capaces de trasladar genes -y los rasgos heredados
que ellos codifican- con aparente facilidad entre especies, familias
y reinos.
La interpretación de Watson y Crick sobre cómo la información
genética se traslada y transmite es simple y directa: el ADN es la
molécula maestra que contiene toda la información genética de
cualquier ser viviente –sea una bacteria, un animal o un ser humano-
y regula su expresión en el organismo y su transmisión a la
siguiente generación. La herencia es un proceso simple y
unidireccional, con el ADN como molécula maestra transmitiendo y
dirigiendo las funciones biológicas de todos los seres vivientes.
Los creadores de esta teoría acuñaron el "Dogma Central", y este
Dogma es todavía la columna vertebral de la biología molecular
actual. También es la base sobre la cual se ha construido la
multimillonaria industria de la ingeniería genética. Si los genes
forman el código universal de la vida, ellos pueden seguramente ser
insertados a través de una ranura dentro de plantas, animales y -
sí, ¿por qué no?- humanos, para producir el efecto deseado. Los
científicos comenzaron a trabajar en el desarrollo de técnicas
relativas al traslado de genes. De esta manera, ahora tenemos cerdos
con genes de vacas produciendo hormonas de crecimiento bovino,
plantas con genes de bacteria produciendo pesticidas naturales, y
bacterias con genes humanos para producir insulina. Entonces, si el
truco funciona, ¿cuál es el problema?
El problema es que el truco no funciona. O al menos no lo hace en la
forma en que debería. Como explica Barry Commoner en la página 6 del
número de julio del 2003 de Seedling, lo incompleto del Dogma
Central llegó a ser aterradoramente claro cuando la decodificación
del genoma humano fue finalmente publicada en el 2001. Esta
demuestra que el genoma humano entero consiste en 30.000 genes,
menos de la tercera parte del número originalmente calculado
teniendo en cuenta la cantidad de diferentes proteínas y rasgos
heredados que tenemos los humanos. Por lo tanto, tenemos más
proteínas que genes. Si este es el caso, ¿qué da las instrucciones
para la construcción de proteínas que no se corresponden con un gen?
La única conclusión lógica es que cada gen es responsable de un
rango completo de diferentes proteínas y rasgos y/o que existen
otros mecanismos regulatorios en la producción de proteínas.
La investigación reciente ha demostrado que ambas conclusiones son
verdaderas. Actualmente se sabe que las proteínas mismas ayudan a
definir qué otras proteínas van a fabricar influenciando su
estructura tridimensional. También se ha establecido que hay
variados tipos de interacciones genéticas en la célula, incluyendo
aquellas donde la proteína retroalimenta información al ADN.
Recientemente, también fue establecido que las partes de ADN que
aparentemente no codifican para la producción de ninguna proteína (y
por esto arrogantemente llamadas "ADN basura" por los
decodificadores del genoma humano), producen moléculas que
interfieren en la producción de proteínas y son, en consecuencia,
una parte esencial del sistema de regulación celular.
¿La muerte del Dogma?
El Dogma Central fue usado para explicar el funcionamiento básico
del ADN hace 50 años, pero a la luz de la investigación reciente
está totalmente desactualizado en las áreas de la biología
molecular, fisiología celular y otras disciplinas científicas. Esta
conclusión debería haber asestado un golpe devastador y mortal al
Dogma Central en su 50 aniversario. Deberíamos haber presenciado
una desafiante discusión entre científicos sobre cómo movernos a
partir de aquí –cómo impulsar nuestra comprensión de las
complejidades del funcionamiento de la célula y las leyes de la
herencia. Y deberíamos haber presenciado un funeral definitivo y
colectivo del Dogma Central, que estaba atrasado desde hacía
tiempo. Pero esto no ocurrió ¿Por qué?
Porque hay una industria multimillonaria estrechamente apegada al
viejo Dogma de 50 años atrás como el principio fundamental sobre el
cual generar sus ingresos. La ingeniería genética –el traslado de
genes de un organismo a otro- sólo tiene sentido si se cree en la
exclusiva supremacía del ADN, en el dominio de los genes. Únicamente
tiene sentido si se consideran todas las otras observaciones
científicas que complican el proceso hereditario como interesantes
pero irrelevantes. Y solo tiene sentido si se está preparado para
considerar las miles de "anormalidades" resultantes de la ingeniería
genética como la consecuencia del margen de error habitual en la
investigación, antes que una indicación de que algo puede estar
fundamentalmente equivocado en la teoría.
Los intereses privados prevalecen
Si el objetivo principal de la investigación no es promover el
conocimiento científico sino hacer dinero, las complejidades en el
funcionamiento de los genes son sólo distracciones inoportunas. Las
compañías involucradas en la ingeniería genética necesitan ser
capaces de asegurar a clientes y autoridades administrativas que los
cultivos y animales transgénicos que venden harán exactamente
aquello para lo cual fueron diseñados: tolerar herbicidas, matar
plagas de insectos o producir moléculas específicas. Necesitan un
fundamento teórico que explique en forma precisa - y previsible –
cómo se comportarán los nuevos genes en el nuevo hospedante.
Necesitan el Dogma Central. Probablemente, esta es la razón
principal por la cual la evidencia creciente que cuestiona la lógica
simplista "un gen, un rasgo" todavía está siendo ignorada por la
mayoría del establishment científico.
En el momento que Watson y Crick publicaron su descubrimiento, la
vasta mayoría de los fitomejoradores estaba trabajando en el sector
público. Esta situación ha cambiado drásticamente en las últimas
décadas. A mediados de los 90 en los Estados Unidos existía el doble
de fitomejoradores activos en el sector comercial que en
universidades y agencias de gobierno combinadas. Este desequilibrio
está cambiando de prisa hacia el sector privado: en el mismo período
que el sector público perdió 2.5 fitomejoradores por año, el sector
privado fue testigo de un crecimiento de 32 científicos por año (1)
– un proceso que desde entonces sólo se ha acelerado. Mientras
tanto, las corporaciones detrás de la ingeniería genética se
movieron a altas revoluciones. Una tremenda ola de concentración
corporativa desde mediados de los 90 dio lugar a que un pequeño
puñado de corporaciones gigantes –Monsanto, Syngenta, Bayer y
Dupont- sea actualmente el que controla el grueso de todas las
investigaciones y el desarrollo de cultivos comerciales. Este cambio
ha tenido un impacto importante en la investigación agrícola en
general, con científicos en la investigación pública y privada
buscando los atractivos atajos ofrecidos por la ingeniería genética,
en detrimento de los fitomejoradores convencionales.
La mayor parte de la gente del sector privado se da prisa en señalar
que la ingeniería genética necesita mejoramiento vegetal para
entregar semillas a los agricultores, y esta es sólo una herramienta
de la caja de herramientas de los fitomejoradores. Pero la brecha
entre el mundo de la ingeniería genética y el del mejoramiento
vegetal se ensancha permanentemente, y los fitomejoradores están
llegando a ser una especie en peligro. Los financiamientos para los
fitomejoradores convencionales están reduciéndose rápidamente,
especialmente en los países industrializados. "EL mejoramiento
vegetal esta logrando quedar al costado del camino por no ser
suficientemente sexy" afirma Greg Traxler, un economista agrícola de
Estados Unidos. (2) Actualmente la combinación de un brutal proceso
de privatización y una imprudente apuesta al desactualizado Dogma
Central es la que desvía el grueso de las inversiones intelectuales
y financieras en mejoramiento de cultivos hacia la ingeniería
genética.
La adopción, en forma creciente, de regímenes estrictos de Derechos
de Propiedad Intelectual (DPI) – especialmente en países
industrializados – ha sido el factor crucial que ha facilitado este
proceso. La introducción de regímenes de protección de variedades de
plantas en los años setenta y la concesión de patentes sobre formas
de vida en los noventa - tanto una causa como una consecuencia del
proceso de privatización – transformaron a los genes en mercancías
al permitir a las compañías poseerlos y monopolizarlos. Aplaudido en
un principio por muchos fitomejoradores como un debido
reconocimiento a su arduo trabajo, su estado de ánimo está cambiando
al verse las consecuencias con claridad: "La protección para la
variedades de plantas fue el toque de difuntos para los programas
públicos de mejoramiento vegetal" admite ahora Michael Gale del John
Innes Centre, del Instituto Público de Investigación en Ciencia
Vegetal de Gran Bretaña.(3)
La situación ha llegado a tal punto que incluso instituciones
conservadoras altamente respetadas como la Royal Society -la
Academia Nacional de Ciencias de Gran Bretaña- están planteando la
alarma. En la presentación de su informe sobre el impacto de los DPI
sobre el desarrollo científico, denuncian la "mentalidad de la
fiebre del oro" que domina actualmente en la investigación genética.
(4) El nuevo lema publicitario de los genetistas moleculares parece
ser "Quien llega primero, consigue el gen". En este clima de
privatización rampante, control monopólico y apuesta a los derechos
de propiedad sobre el genoma, los científicos parecen haber perdido
el interés o la capacidad para incorporar los desarrollos
científicos más recientes en su pensamiento. Ninguno de ellos parece
reconocer que el impulso hacia la agricultura transgénica está
basado en una teoría obsoleta de las leyes de la herencia.
Resolviendo el problema del hambre
Con defectuosos fundamentos científicos de su tarea y apenas algún
resultado práctico para mostrar, los gigantes de los genes
necesitaban urgentemente una base ideológica para defender sus
inversiones en ingeniería genética. La encontraron en los
aproximadamente 800 millones de hambrientos cotidianos. Como salidos
de la nada –el rol del sector privado en la investigación agrícola
en los países en desarrollo ha sido tradicionalmente cercana a cero
(5) - están ahora luchando empeñados en conquistar los mercados y
los campos agrícolas en el Tercer Mundo para la agricultura
transgénica. El argumento empleado es que hoy en día finalmente
tenemos una gran nueva herramienta -la ingeniería genética- para
ayudar a combatir el hambre.
No pasa una semana sin que alguna conferencia deslumbrante en alguna
ciudad capital del sur reúna a diseñadores de políticas y
científicos nacionales para discutir cómo obtener beneficios de esta
nueva revolución para los pobres. Invariablemente, un pequeño
ejército de científicos de Monsanto, Syngenta o algún centro de
investigación de Estados Unidos o Europa pinta un cuadro
internacional color de rosas. Los científicos nacionales cuentan el
cuento de cómo la ingeniería genética debe ser aplicada a nivel
nacional. Como complemento de esto, una aturdidora miríada de nuevos
acrónimos, (ABSP, ABSF, BIO, ISAAA....la lista sigue) que
representan instituciones fundadas por los intereses industriales
creadas específicamente para imponer la ingeniería genética en el
Sur.
Resolver el problema del hambre nunca ha sido el negocio de las
corporaciones transnacionales que están hoy en día detrás de la
ingeniería genética, y nunca lo será. Basta simplemente recordar
dónde y cómo se están usando los cultivos transgénicos–y quiénes
están detrás de ellos- para ver cuál es la apuesta (ver cuadro). El
escenario que emerge es el de un puñado de corporaciones
extremadamente poderosas desarrollando menos que un puñado de
cultivos en unos pocos países, en su mayor parte para alimentación
animal y mercados de exportación. Difícilmente sea éste el escenario
que enfoque la complejidad del problema alimentario mundial.
Las instituciones públicas de investigación agrícola de todo el
mundo están siendo atraídas en forma creciente hacia estos
desarrollos, lo cual se presenta como una preocupante tendencia.
Oprimidos por programas de recorte de presupuesto y ajuste
estructural, están convergiendo cada vez más hacia la ingeniería
genética. El Centro Internacional de Investigación Agrícola – los
hombres de acción y agitadores detrás de la Revolución Verde -
ahora están buscando un lugar para camuflarse en la turbulencia
genética. Su mandato enunciado es encargarse del hambre alrededor
del mundo. Pero después de décadas de fracasos para vincularse con
las preocupaciones y necesidades de los agricultores y campesinos
que producen la mayoría de la comida en el sur, y después de muchos
años de recortes de presupuesto por parte de sus donantes, la única
posibilidad que les queda es hacer tratos con las corporaciones para
obtener una porción de la torta biotecnológica. Haciendo esto, se
arriesgan no sólo a responder incluso en forma cada vez menos
pertinente a las necesidades de los agricultores del sur, sino
también a llegar a ser parte del problema antes que de la solución.
*****
La situación de los cultivos MG en 2002:
– Más del 90% de los cultivos MG comercializados está
representado solo por 4 cultivos: canola, poroto de soja,
algodón y maíz - la mayor parte de los cuales se cultiva
para la exportación, no para comida.
* Más del 90% de los cultivos MG comerciales en el mundo
se está cultivando en sólo 4 países: Estados Unidos,
Canadá, China y Argentina – utilizados en su mayor parte
(con la posible excepción de China) para la exportación
y el mercado de alimentación de ganado.
* Prácticamente todos los cultivos MG comerciales vienen
de una corporación Monsanto –que, junto con otros pocos
gigantes de los genes (Dupont, Syngenta, Bayer y Dow)
domina la mayor parte de las investigaciones de cultivos
transgénicos en el mundo.
* Prácticamente todos estos cultivos están diseñados
únicamente para dos características: resistencia a
herbicidas e incorporación del gen tóxico Bt –
supuestamente, para apartar a los insectos.
********
Lo mismo está ocurriendo con la agencia de las Naciones Unidas
responsable de la alimentación y la agricultura en el mundo: la FAO.
Tradicionalmente un lugar donde los gobiernos de los países en
desarrollo contaban con una plataforma política para debatir asuntos
de su incumbencia, esta agencia está sucumbiendo rápidamente a la
presión de los gobiernos industrializados y, de igual manera, a las
corporaciones (ver cuadro arriba de esta página). La FAO parece más
concentrada en organizar conferencias deslumbrantes sobre
biotecnología, coorganizadas con las principales compañías químicas,
antes que en investigar alternativas sustentables. La FAO se está
transformando cada vez más en un intermediario central para la
entrada en los países en vías de desarrollo de la ingeniería
genética y las corporaciones que la impulsan. Una tendencia similar
puede observarse a nivel nacional en muchos países del Sur, donde
las instituciones de investigación agrícola -despojadas de efectivo
y de reconocimiento- están ingresando en forma acelerada en acuerdos
de asociación con corporaciones y socios de investigación
extranjeros. ¿Quién puede culparlos por quedar atrapados en el
glamoroso mundo de la ingeniería genética donde el financiamiento es
abundante y el reconocimiento internacional está asegurado?
Aparte de soslayar las causas reales del hambre en el mundo –y
desviando la atención política y los fondos de ellos- estas
iniciativas que dan empuje a la ingeniería genética están haciendo
algo incluso más alarmante: ellas introducen en el corazón de los
centros mundiales de diversidad de cultivos una tecnología
potencialmente peligrosa basada en una teoría genética obsoleta.
*******
"Ninguna organización en particular es capaz de responsabilizarse
por el desafío de alimentar a un planeta de 840 millones de
hambrientos. Los sectores públicos y privados deben unir fuerzas con
las organizaciones nacionales e internacionales. Nosotros debemos
estar dispuestos a compartir responsabilidades, riesgos y recursos
para lograr los objetivos compartidos. Existe ahora tanto un
imperativo moral como una obligación económica para construir una
coalición colectiva, donde las organizaciones internacionales, los
gobiernos y el sector privado trabajen codo a codo para superar
/cruzar la brecha entre ricos y pobres"
Jacques Diouf, Director General de FAO. Prensa de FAO publicado en
junio 2003.
*******
Ampliando el foco
No podemos evitar la conclusión de que el matrimonio entre un
concepto simplista y obsoleto de la genética y un poderoso capital
conducido por un conglomerado de intereses industriales está
alejándonos rápidamente de los esfuerzos necesarios para desarrollar
soluciones con comunidades agrícolas y diseñadores de políticas
para tratar el problema alimentario.
Necesitamos reenfocar. Necesitamos ir más allá de nuestra obsesión
con los genes. Un número creciente de científicos están argumentando
que es el momento de salirnos del enfoque de mejoramiento y pedigrí
mendeliano, el cual se enfoca en variedades uniformes transmitiendo
genes específicos a la generación siguiente y eliminando otros. En
lugar de eso, el punto inicial debe ser el campo agrícola, donde
los rasgos deseados están incorporados dentro de todas las plantas
de un cultivo, en toda su diversidad genética. La población completa
es examinada para elegir una pequeña cantidad de plantas con los
mejores rasgos para ser usadas en el ciclo de mejoramiento
siguiente. Este enfoque de "mejoramiento de población" -que es
realmente algo que los agricultores han estado haciendo por
milenios- es considerado frecuentemente una pesadilla por los
fitomejoradores industriales quienes están usando para trabajar
líneas puras uniformes. Pero este es un enfoque que aporta
mejoramiento genético durable –más durable que los enfoques
centrados únicamente en los genes, sean ellos modificados
genéticamente o no. Y es un enfoque sin costos. Los agricultores no
necesitan una compañía para hacer el mejoramiento por ellos, ellos
pueden hacerlo en sus propios campos.
Uno de los pioneros en este campo fue Melaku Worede, quien en los
años ochenta guió al Centro Nacional de Recursos Genéticos de
Etiopía hacia un enfoque innovador que consistió en dar de nuevo a
los agricultores los materiales de su banco de genes para que
experimentaran con ellos. Esto tuvo resultados espectaculares. (6)
Recientemente, los científicos han desarrollado mucho más sus
argumentos contra los enfoques de mejoramiento centrados únicamente
en los genes, a causa del rol que estos juegan en el drástico
incremento del uso de pesticidas alrededor del mundo. Los
agricultores en México lograron triplicar los rendimientos del
frijol usando metodologías de mejoramiernto de población básica en
solo dos ciclos de crianza, y lograron eliminar en el proceso el
uso de pesticidas. (7). El elemento clave en esta estrategia fue
proteger la diversidad en el campo de los agricultores y trabajar
allí con ella.
Pero la cuestión que nosotros necesitamos plantearnos realmente va
más allá de qué tipo de mejoramiento vegetal aplicar. Se trata de la
dirección de la gama completa de los temas que enfrentan los
campesinos -con toda su complejidad- en sus sistemas de producción
alimentaria. En la mayoría de los casos, los desafíos que enfrentan
no tienen nada que ver con la agronomía, sino con el acceso a la
tierra, al mercado y al crédito, o se enmarcan en cuestiones de
trabajo o aspectos de género. Pero cuando las cuestiones
agronómicas entran en juego, generalmente no es el potencial
genético de los cultivos y animales el mayor factor limitante. En
lugar de ello, los agricultores hablan acerca de fertilidad del
suelo, agroecología, manejo integrado de cultivos, o retención y
suministros de agua.
Miopía genética
El fijar su atención en la genética ha impedido a muchos científicos
y diseñadores de políticas ver otros enfoques y tecnologías para
trabajar en los problemas de productividad en el campo. Esta
"fijación genética" ha dominado el modo de ver el desarrollo
agrícola desde la Revolución Verde - y ahora está siendo
fortalecida por la promoción exagerada alrededor de la ingeniería
genética. Estamos cegados por los genes.
Probablemente una mejor descripción de esta manera de pensar sea la
expresión "trampa genética". Nos ha conducido a una situación donde
la genética molecular se ha transformado en el Rey de la Ciencia -
y la biotecnología la Madre de todas las Tecnologías- en detrimento
de muchas otras disciplinas científicas y enfoques tecnológicos
necesarios. Vaya y visite alguno de los institutos de investigación
agrícola del mundo en Kampala, Los Baños, Lima o Wageningen. Hable
con la gente que trabaja en fertilidad del suelo, técnicas de
rotación, ecología de cultivos, multicultivos, manejo integrado de
plagas, o sistemas agrícolas. Lo más probable es que usted los
escuche lamentarse amargamente acerca de no ser capaces de seguir
adelante, no tener plantel de personal ni presupuesto para el
trabajo de campo, y ningún equipamiento para la investigación. Si
usted los presiona un poquito, oirá también que ellos sienten que no
tienen status, que su trabajo es poco valorado.
Entonces cruce el campo y visite el departamento de biología
molecular o la división de biotecnología recientemente abierta. Será
bienrecibido por personal de laboratorio completamente abastecido,
investigadores ocupados escribiendo para prestigiosas publicaciones
científicas o corriendo alrededor de conferencias internacionales.
Verá probablemente grandes logos y anuncios de alguna de las grandes
compañías biotecnológicas en reconocimiento de un proyecto de
unión o acuerdo de financiamiento. La atmósfera bullirá de energía y
nadará en apoyo. Excepto donde están los agroecologistas, los
científicos de la fertilidad del suelo y los investigadores en el
manejo integrado de plagas quienes probablemente están generando una
contribución más relevante para hacer a los agricultores de su país.
Especialmente si ellos trabajan con agricultores que usan
metodologías participativas (ver p.3). Oculto del glamour de los
genes, este es el lugar en que alguno de los más espectaculares
resultados se están logrando (ver cuadro). Y es aquí donde,
intelectual y científicamente, se están haciendo los
descubrimientos más excitantes.
La imagen que emerge es uno de los dos modos totalmente diferentes
de hacer agricultura, de producir los alimentos que comemos -uno
guiado por las corporaciones y otro guiado por los agricultores.
Existen también dos formas totalmente opuestas de apoyar esta
agricultura con investigación. La brecha entre ellas está
creciendo, al punto que difícilmente existan ya puntos de contacto.
Tenemos algunas opciones importantes para hacer antes que los
cimientos de la agricultura se desmoronen más allá de toda
reparación.
*************
Productividad creciente….sustentabilidad
Hace unos años, Jules Pretty y sus colegas de la Universidad de
Essex del Reino Unido iniciaron un proyecto ambicioso para
auditorear el progreso hacia la agricultura sustentable en el mundo.
Compilaron en una Base de Datos 208 casos de 52 países,
involucrando a 9 millones de agricultores y 29 millones de
hectáreas -todos implicados en proyectos y experimentos de
agricultura sustentable. La documentación mostró que, sin ingeniería
genética o instituciones de mejoramiento vegetal, pueden alcanzarse
notables éxitos en productividad y sustentabilidad. Los ejemplos
incluyen:
Unos 223000 agricultores en el sur de Brasil que utilizan
abonos verdes y cubierta de cultivos de legumbres e
integración de ganado han duplicado los rendimientos de maíz
y trigo hasta 4-5 toneladas por hectárea.
Unos 45000 agricultores en Guatemala y Honduras han usado
tecnologías regenerativas para triplicar el rendimiento del
maíz hasta 2-2.5 toneladas por hectárea y diversificar sus
fincas de altiplanicie, lo que ha inducido a un crecimiento
económico local y ha estimulado la migración desde las
ciudades;
Más de 300000 agricultores en el sur y oeste de India
cultivando en tierras secas están ahora usando una variedad
de tecnologías de manejo de suelo y agua, y han triplicado el
rendimiento de sorgo y mijo a 2-2.5 toneladas por hectárea.
Unos 200000 agricultores a lo largo de Kenya, como parte de
varios programas gubernamentales y no gubernamentales de
conservación de suelo y agua y agricultura sustentable,
tienen el doble de rendimiento de su maíz para alrededor de
2.5-3.3 toneladas por hectárea y un sustancial mejoramiento
de producción vegetal en las estaciones secas.
100000 pequeños productores de café en México quienes han
adoptado métodos completamente orgánicos de producción e
incrementado su rendimiento en gran parte.
Un millón de agricultores de arroz de tierras húmedas en
Bangladesh, China; India, Indonesia, Malasia, Filipinas, Sri
Lanka, Tailandia y Vietnam han comenzado a practicar la
agricultura sustentable, los agricultores han aprendido en
escuelas de campo agrícolas sobre las alternativas a los
pesticidas mientras aumentan sus rendimientos cerca del 10%.
Fuente: Jules Pretty, "Alimentando el mundo" - En:
"SPLICE", Agosto/Septiembre 1998, Volumen 4, Ejemplar
6. Para el estudio completo ver: :
www2.essex.ac.uk/ces/ResearchProgrammes/
CESOccasionalPapers/SAFErepSUBHEADS.htm
Notas:
[1] Steven Price, Nature Biotechnology, No. 10, p 938, Octubre 1999.
[2] Jonathan Knight, "Crop improvement: a dying breed," Nature 412,
pp 568-570, 6 Febrero, 2003.
[3] ibid.
[4] The Royal Society, Keeping Science Open: the effects of
intellectual property policy on the conduct of science. London,
Abril 2003. www.royalsoc.ac.uk/
[5] De acuerdo a un estudio de IFPRI, en promedio la I&D agrícola
privada equivale a menos del 6% del total de la I&D en
agricultura. Ver: PG Pardey y NM Beintema, Slow Magic –
Agricultural R&D a Century After Mendel? IFPRI, Washington 2001.
[6] Melaku Worede, "Ethiopia: a genebank working with farmers." En:
David Cooper et al Growing Diversity, IT publications, Londres,
1992
[7] Raoul Robinson, Return to Resistance: Breeding Crops to Reduce
Pesticide Dependence, IDRC, Canada, 1995. Para el caso de
México, ver: www.idrc.ca/books/reports/1996/18-01e.html
Referencia para este artículo: GRAIN, 2003, Blinded by the gene,
Seedling, Julio 2003, GRAIN
http://www.grain.org/seedling/seed-03-07-1-en.cfm
https://www.alainet.org/fr/node/109015
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