En qué van los diálogos de paz con la insurgencia?
21/08/2014
- Opinión
Con la presencia de los delegados diplomáticos de Estados Unidos, Venezuela, Brasil, Argentina, Cuba, Canadá, con la compañía de profesores de la Universidad Javeriana, Nacional, Andes, representantes estudiantiles y otros participantes de la sociedad civil, se realizó en el Centro Cultural Gabriel Betancourt Mejía, de la Universidad Pedagógica, en el marco del Programa de Paz, un importante Foro titulado ¿En que van los diálogos de Paz con la insurgencia? Con el fin de ilustrar a la comunidad en general del avance y dificultades en las conversaciones entre las FARC y el Gobierno Nacional, que se vienen desarrollando en la Habana, Cuba.
Para tal fin la Universidad invitó a expertos, conocedores de estas complejas realidades, para que disertaran y polemizaran con la comunidad universitaria. Fueron invitados en calidad de expositores Carlos Lozano Guillen, Director del Semanario VOZ, una de las personas más autorizadas para tratar este tema; Carlos Velandia Jagua, reflexivo dirigente social y especialista en temas de Paz y el profesor Carlos Medina Gallego de la Universidad Nacional de Colombia, quien ha estudiado el largo camino insurreccional de las FARC y del ELN.
Carlos Lozano comenzó su disertación reconociendo los significativos avances que han tenido y manifestó su esperanza que pronto en la discusión haga parte el ELN. Fue claro al advertir que “nada está acordado hasta que todo esté acordado” y que por esta razón es importante proteger y defender los acuerdos a los que se ha llegado y mantener los desacuerdos, en un ambiente de sana armonía, que permita avanzar hacia el objetivo central, la construcción de una Paz estable y duradera.
Entre los temas del desacuerdo expresó el tema agrario. La exagerada concentración de la tierra sigue sin ser acordada, poniendo en riesgo el concepto de soberanía alimentaria. Manifestó que hay un constante llamado para realizar una reforma agraria que permita justicia social, inclusión y por lo tanto reconciliación en amplias regiones campesinas.
Del mismo modo, pidió poner en marcha el tema de las zonas de rehabilitación campesina establecidas por la ley desde los tiempos del Presidente Samper. No se logra entender por qué no se pone en práctica. Los miembros observadores de gobiernos internacionales, se sorprendieron cuando escucharon a las FARC pidiéndole al Gobierno Nacional que cumpla la ley de creación de zonas de rehabilitación campesina. Manifestó que en relación a los puntos de Participación política no hay acuerdo aún en la elaboración y aprobación del Estatuto de la Oposición que tanto requiere la democracia colombiana. No entiende por qué hay tanta dificultad en el establecimiento de este estatuto que es la tabla de salvación para que la oposición en general tenga las garantías amplias y suficientes que les permitan participar, desde el Congreso de la República, sin poner en riesgo su vida ni la de sus familiares.
En el tema del narcotráfico y los cultivos ilícitos, el Estado debe reconocer que estos aparecieron en el campo colombiano cuando negaron la reforma agraria a los campesinos y estos tuvieron que irse a la selva a colonizar nuevas tierras, aumentando la frontera agrícola para encontrar remedio a su grave condición socio-económica. Con relación a las víctimas, éstas tienen que ver con la verdad, la justicia y la reparación no solo de las FARC sino con las del Estado, incluyendo las que se han generado en el gobierno del Presidente Santos, donde también se están violando Derechos Humanos. Dijo que el Presidente excluye el sexto punto que se refiere a la refrendación de los acuerdos, punto en el que hay aún desacuerdos. Las FARC están planteando una Asamblea Nacional Constituyente para resolver acuerdos y desacuerdos.
Criticó el hecho que el Presidente haya amenazado con romper los diálogos y dijo -Lo más importante es ponerle fin a la guerra y a la violencia- y en este camino es necesario cesar los bombardeos que se ordenan sobre Sumapaz e implementar el cese del fuego bilateral, la tregua debe ser bilateral- Por último, insistió en la construcción de un Frente Amplio y robusto por la Paz que permita una salida política a la crisis, con democracia y más justicia social.
Carlos Velandia, manifestó que es urgente dejar atrás la violencia y remarcó en la importancia del momento de transición que vivimos. Lo definió como un momento epocal, el fin de una época y comienzo de otra. Nunca antes la discusión política se había profundizado tanto con una organización insurgente como la que se está dando en las discusiones de La Habana, Cuba. El Estado debe muchas explicaciones a la sociedad colombiana porque asumió como razón política la exclusión.
El debate ahora está centrado en la problemática de víctimas y esperamos que surja una verdadera política pública de Estado que repare el inmenso daño que se les ha hecho. Es necesario continuar con un análisis sereno y profundo de las causas del conflicto. Los conflictos adquieren más relevancia cuando se dejan lar armas y se exigen garantías para los insurgentes. El problema de la dejación de armas plantea transformaciones sociales en zonas guerrilleras. Son interesantes los procesos que se anuncian porque para dirimir los conflictos hay que mantener y generar altos niveles de participación ciudadana. La Asamblea Nacional Constituyente, que se está planteando, es un paso necesario en la construcción de un nuevo contrato social renovado e incluyente.
Carlos Medina resaltó el papel jugado por la Universidad Nacional de Colombia. Manifestó, que el tiempo de la guerra pasó y es el momento de los hechos políticos. Lo más importante en la mesa es asegurar un futuro digno para los campesinos logrando una transformación política, económica, social y democrática del campo que logre la sustitución de ingresos para los amplios sectores agrarios.
Después de oírlos cuidadosamente me atrevo a pensar que cuando se está muy dentro de los procesos, se puede tender a ver el punto negro en la pared blanca, lo que significa, no es que se desconozcan las dificultades, sino recordar que las negociaciones avanzan en forma lenta. Las partes tienen que hacer concesiones en función del logro del objetivo previsto y esperado por la sociedad colombiana.
En este sentido, es importante que los negociadores del Estado recojan las inquietudes de las FARC y estos a su vez, miren el alcance de algunas peticiones, como la de la constitución de una Asamblea Nacional Constituyente, midiendo los peligros que la misma encierra, en el caso de una conformación de mayoría de ultra derecha, y se pierdan los logros alcanzados por la Constitución Política actual en materia de participación, de responsabilidad y equidad social. Corresponde más bien, en este momento histórico, consolidar acuerdos sobre lo fundamental y unificar esfuerzos para desarrollar e implementar todo el potencial que la Constitución del 91 posee. Sin embargo, si la convocatoria a una nueva constituyente se impone, es necesario que se haga con características restringidas, de tal manera que se garantice que no sean tocados los artículos que hacen progresista a la carta magna vigente.
- Alonso Ojeda Awad es Director Programa Paz U.P.N. y Ex Embajador de Colombia
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