Hugo Chávez y las dimensiones de la grandeza humana
29/07/2014
- Opinión
La medida de la grandeza humana está dada por la manera en que hombres y mujeres enfrentan y dan respuesta a los desafíos de su tiempo histórico. No siempre sus contemporáneos logran calibrar esa medida, pues tendrían ellos mismos que ser capaces de trascender sus propios límites y, sobre todo, ser generosos de espíritu. Las posiciones ideológicas, la cortedad de visión y las propias mezquindades han trabajado desde siempre contra esa comprensión. Y en este difícil tiempo que nos ha tocado vivir, la comprensión de lo humano resulta además limitada, distorsionada y finalmente sustituida por un constructo ideológico puesto siempre al servicio de los más oscuros intereses de poder. Esto es así, particularmente, cuando se vislumbra que en algún lugar del mundo, esa grandeza humana, con todo lo que ella implica de paradigma emancipador, está siendo encarnada por alguna figura que con la fuerza que le da su pueblo y su historia, ha comenzado a soñar con mundos nuevos.
Nuestra América y más propiamente Venezuela han sido cantera de esa grandeza humana hecha individuo y, por ello mismo, han sido también escenario de permanentes agresiones militares y de guerras ideológicas sin cuartel, mediante las cuales los imperios de turno y sus lacayos internos han pretendido impedir el avance de los procesos de liberación de los pueblos y destruir a sus líderes fundamentales. Francisco de Miranda y Simón Bolívar son los más claros ejemplos de los siglos XVIII y XIX; en tanto que Fidel Castro encarna de manera señera la grandeza de lo latinoamericano durante el siglo XX. Todos ellos han encarnado, cada uno a su manera, las urgencias que el tiempo histórico le planteaba a sus pueblos en términos de desafío vital: reafirmarse en la propia dignidad hasta vencer o perecer física y espiritualmente en su razón esencial como pueblo.
El advenimiento del Siglo XXI encuentra de nuevo al pueblo venezolano enfrentando un desafío tanto o más apremiante que el de hace 200 años: un imperio que se ha hecho planetario y que en absoluto desprecio de pueblos y culturas, ha venido imponiendo sus intereses hegemónicos a través de su supremacía militar y del control de los medios de conformación de la opinión pública.
Este estado de cosas, que se mostraba como destino ineluctable para el resto de los pueblos del mundo y en particular para América Latina, fue radicalmente contestado por el pueblo venezolano el 27 y 28 de febrero de 1989; abriendo con ello las compuertas de la resistencia y de la consecuente necesidad de construir una alternativa que asegurara un destino mejor para la humanidad.
Casi tres años después, el 4 de Febrero de 1992, una rebelión de jóvenes militares reafirmó ante el mundo esa decisión del pueblo venezolano. Derrotada en sus objetivos inmediatos, la rebelión no sólo sacudió las conciencias y los cimientos del cuerpo social, sino que parió a quien muy pronto se haría la encarnadura y líder del más hermoso proyecto de emancipación de la Venezuela republicana. Desde entonces, no es posible hablar de libertad, de justicia social, de rescate de la dignidad, de igualdad, de paz, de inclusión, de unidad y de solidaridad de los pueblos sin hablar de Hugo Chávez Frías.
Enfrentando los desafíos de su tiempo histórico, Hugo Chávez supo interpretar y darle cauce constructor a esa fuerza telúrica de los pueblos que se pone en movimiento cuando la violencia de los poderosos lo empuja hacia la nada. Con Bolívar como maestro y compañero de ruta, inspiró y modeló en gran parte no sólo la Venezuela-patria, soberana y libre que Bolívar no pudo ver realizada, sino que motivando, impulsando y trabajando junto a otros líderes de Nuestra América, diseñó la arquitectura y puesta en práctica del más grande ensayo de unidad de los pueblos que se ha dado en este continente. Y más importante que todo esto, supo devolverle al pueblo su dignidad secularmente negada y abrirle el espacio necesario para que con su propia voz, con sus propias manos y con todos sus poderes creadores en acción protagónica se apropie, transforme y haga irreversible la sociedad de derecho y de justicia que siempre debió pertenecerle.
Renunciando a su propia vida personal, Chávez se hizo pueblo y el pueblo se hizo Chávez. Una sola alma, un solo corazón, un solo proyecto histórico de realización humana, en paz y en libertad. Juntos conquistan día a día mayores espacios para la felicidad colectiva. Juntos sueñan y construyen ese otro mundo posible. Juntos están logrando vencer los desafíos de su tiempo histórico. Sin duda, Hugo Chávez es con creces la medida de la grandeza humana de que es capaz el pueblo venezolano y nuestroamericano. En términos de esa grandeza, Chávez se ha hecho además luz para todos los pueblos del mundo.
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