La inflación condiciona la política económica
05/05/2014
- Opinión
La AFIP difundió un crecimiento de la recaudación del 37,1% para abril del 2014 respecto de hace un año, y del 34,8% relativo al primer cuatrimestre contra el mismo periodo del pasado año.
Más que explicarse en el crecimiento de la economía, la mejora en la recaudación tributaria remite al aumento de precios gestados en torno a la devaluación de enero. El ascenso de los precios sobre fines del 2013 se consolidó y expandió con la devaluación de enero, consolidando un 10% de crecimiento de precios para el primer trimestre y proyectando un índice de inflación alarmante para el conjunto del 2014.
En efecto, confirmando lo comentado, el IVA, principal fuente de recaudación, batió el record y creció un 51,9% sobre la colecta tributaria de hace un año. Por su parte, las retenciones al comercio exterior, por importaciones y exportaciones, con el precio de las divisas luego de la devaluación, crecieron 64,8% sobre abril del 2013.
La suba de la recaudación se asienta en suba de precios locales e internacionales. Con estos datos, desde la política económica, se piensa que puede sostenerse una tendencia de gasto público que intente contrarrestar la desaceleración de la economía para este año.
Desaceleración de la economía
Esa desaceleración responde a causas estructurales del funcionamiento de la economía local y mundial.
En el plano local preocupa el costo del crédito en el sector productivo, ya que la política monetaria restrictiva del BCRA luego de la devaluación favoreció el incremento de los plazos fijos vía aumento de las tasas de interés que ofrecen los bancos al público y que el BCRA ofrece a las propias entidades financieras. El resultado es un importante crecimiento del costo del dinero, incluso “usurario” según palabras del Jefe de Gabinete, ya que entre tasas de interés y comisiones y gastos que cobran los bancos, el costo de los préstamos puede alcanzar el 100% y no existe rentabilidad que cubra ese costo financiero.
En el plano mundial la desaceleración de China y Brasil, principales compradores de la Argentina hace mella en las cuentas externas y exacerba el problema de las divisas ante el déficit por importaciones industriales, déficit energético y vencimientos de deuda pública con el exterior. Son elementos de crisis del capitalismo mundial que repercuten sobre las especificidades nacionales de política económica.
El salario es la variable de ajuste
Vale mencionar que la combinación de tasas y precios elevados no solo afecta la rentabilidad de las empresas, sino que amenaza seriamente la dinámica del empleo y los ingresos de la mayoría de la población.
Las autoridades señalan que el efecto de la desaceleración de la economía sobre el empleo aún no se siente en materia de suspensiones o despidos, pero la contención inducida en las negociaciones colectivas para la recuperación salarial da cuenta que la variable de ajuste en la coyuntura es el salario y con ello se afecta en forma directa la expansión del consumo.
Insistamos en que la recaudación del IVA crece, más por inflación de precios que por volumen de ventas. De hecho existen variados rubros donde la disminución del consumo es un dato de la realidad.
El problema es que el crecimiento del producto ocurre por expansión del consumo, de la inversión o del saldo del comercio exterior, y ninguna de las tres fuentes del crecimiento aparece estimulada.
Una, el consumo, especialmente el popular, aparece restringido por menor capacidad de gasto de los trabajadores y sus familias. Otra, la inversión está contenida, sea por expectativas desfavorables como por el costo abusivo del crédito. Finalmente y por diversas causas se achica el saldo comercial favorable con el exterior.
En definitiva, se reitera un ciclo de achicamiento de la economía local con impacto diferenciado sobre las clases sociales y su capacidad de gasto para satisfacer necesidades.
Llamamos la atención sobre el tema ante el agravamiento de las perspectivas de continuidad de la crisis mundial del capitalismo y las modificaciones en las tendencias globales, que dan cuenta del fin de las ventajas relativas que habría tenido la región latinoamericana en los últimos años. Informes diversos sobre el futuro cercano auguran el retorno de problemas estructurales, especialmente la desigualdad social y de ingresos, que identifica en las antípodas la concentración y la pobreza, dos caras de una misma moneda. Son cuestiones para pensar la coyuntura y más allá, para discutir sobre el orden social y económico en su conjunto en una nueva ecuación de perjudicados y beneficiarios del modelo productivo y de desarrollo en el país, la región y el mundo.
Buenos Aires, 6 de mayo de 2014
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Julio C. Gambina
Presidente de la Fundación de Investigaciones Sociales y Políticas, FISYP
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