La derrota de la izquierda: previsible y paradojal

16/03/2014
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Parodiando a Álvaro Gómez Hurtado, las elecciones parlamentarias del 9 de marzo confirmaron que Colombia es un país a derechas, que a veces tiene la inusual costumbre de votar por la izquierda. Esta vez el espacio electoral fue copado ampliamente por las fuerzas y los partidos de la derecha y del centro derecha. La izquierda fue duramente castigada. La gran mayoría de los colombianos que votaron, apenas un 43%, respaldaron las opciones de centro derecha y de extrema derecha y dirimieron la disputa entre Santos y Uribe. La izquierda, sus programas y sus disputas resultaron marginales frente a la polarización. El cacareado voto en blanco, como era previsible, en las urnas se desinfló.
 
En términos puramente numéricos, la izquierda sufrió una dura derrota y un gran revés político como quiera que su papel como abanderada de la paz y su respaldo al proceso de La Habana no se reflejó en los resultados electorales. El Polo cayó de 824.948 votos obtenidos en el 2010 para el Senado, a 541.145, en el 2014. De ocho senadores que obtuvo en el 2010 quedo reducido a cinco. El Partido Verde que alcanzó en el 2010, un total de 521.503 sufragios pasó a 564.663 y su representación en el Senado se mantuvo en los cinco senadores que haba obtenido. La alianza con los progresistas no representó un crecimiento electoral de importancia y los dos senadores que provenían del Polo, Luis Carlos Avellaneda y Jorge Guevara, naufragaron en su empeño y obtuvieron una muy baja votación, comparada con la que alcanzaron en el 2010 entre el magisterio.
 
El mensaje electoral de la izquierda fue tradicional y monotemático por parte del Polo y confuso y desorientador por parte de la Alianza Verde.
 
Para el Polo se trataba de palear la crisis que de tiempo atrás arrastra tras los escándalos del carrusel de corrupción de los Moreno en la Alcaldía, un verdadero tsunami que ha salpicado a todos los gobiernos de izquierda y a sus ejecutorias, llevándose de calle las cosas buenas que realizó. Obtuvo mucho menos de lo que esperaba. Le hubiera podido ir peor.
 
La Alianza Verde fue un mar de mensajes contradictorios, demasiadas pugnas internas, poco clara su apuesta política como partido. Nunca logró la cohesión y unidad de voluntades políticas entre Verdes y Progresistas necesarias para ser creíble ante el electorado. El tema Petro mantuvo al partido en una permanente y penosa querella. Con la honrosa excepción de Claudia López, amplia ganadora dentro de la Alianza Verde con más de 80.000 votos y el fenómeno político que representa la tan abultada como inesperada votación por Peñalosa, cercana a los  2 millones, el saldo electoral  para la Alianza es pobre.
 
El balance más negativo dentro de la Alianza Verde es para los progresistas. Su gran esperanza electoral, Antonio Navarro Wolff, sólo obtuvo 23.536 votos de respaldo en Bogotá, los senadores Jorge Guevara y Luis Carlos Avellaneda, muy cercanos al petrismo, fracasaron en su intento de reelegirse. Un resultado que pone en cuestión el verdadero respaldo político y popular de Petro frente a las elecciones de revocatoria de su mandato. La papeleta la salva en parte la elección de Inti Asprilla con 16.000 votos, un resultado muy por debajo de lo esperado tras las movilizaciones de la Plaza de Bolívar y la exposición mediática que ha significado el intrincado proceso jurídico y político del Alcalde.
 
La situación se ve agravada no solo por el pobre resultado electoral el Progresismo en Bogotá, sino especialmente por la decisión de las fuerzas de Unidad Nacional de terciar en la disputa por la Alcaldía. El Pacto por Bogotá, firmado en un acto popular en el barrio Kennedy, por todos los partidos de la coalición de gobierno, con la presencia del presidente Santos y Vargas Lleras, es un ejercicio de pragmatismo político del santismo, que busca cerrar la posibilidad de que Uribe, gran ganador de las elecciones en Bogotá, se alce con el santo y la limosna. El pacto por Bogotá marca un distanciamiento sin retorno de Santos frente a Petro. Las ilusiones que el petrismo sembró sobre un eventual acuerdo con el presidente Santos, alrededor paz y las negociaciones de La Habana que incluyera el respaldo a su permanencia en la Alcaldía, han quedado al desnudo con el pacto que en rigor debería llamarse Vamos por Bogotá.
 
Paradójicamente el mayor logro electoral y político de la Alianza Verde vino de la mano de la consulta interna y de Enrique Peñaloza. La consulta logró: 2. 983.757 votos válidos y de estos Peñaloza alcanzó la sorprendente, y aún no explicable, cifra de 1. 956.035 votos, que lo catapultan como un candidato con un respaldo que va más allá de las propias fuerzas de la Alianza Verde que toda junta obtuvo 564.000 votos. Una candidatura que con el voluminoso respaldo recibido tendrá inocultable incidencia en los alinderamientos electorales de cara a las presidenciales. Como lo señala Juan Manuel Ospina, “El gran ganador puede ser Enrique Peñalosa si se mueve con diligencia y realismo político y es capaz de interpretar a sus electores que parecen ser la voz de una creciente clase media urbana inconforme con gobiernos de discursos sin ejecuciones (tanto Petro como Santos), de la mala administración y de la rampante corrupción. Este domingo puede haber nacido el rival de Santos”.
 
Dos fenómenos políticos ampliamente favorables a las fuerzas de izquierda, las movilizaciones campesinas del año pasado que tiraron al piso la imagen del presidente Santos y solidaridad ciudadana que despertó la arbitraria y desmedida destitución del alcalde, y la perdida de sus derechos políticos por quince años no se tradujeron en respaldo político electoral. La izquierda dilapidó el capital que había acumulado en estas dos jornadas políticas.
 
Aún derrotada por las fuerzas de centro derecha y del uribismo, la izquierda seguirá dividida frente a las presidenciales. Con la unificación de las candidaturas de Aída Abella y Clara López, el Polo confirma su vocación de ser la oposición per se y tradicional del régimen político colombiano. Ratificará su conservadurismo, su lento proceso de acumulación de fuerzas. Su campaña quiere ser testimonial de la existencia de una izquierda pura y dura. Están preparados para la marginalidad. La bandera de la paz que levantarán  no suscitará mayores entusiasmos ni respaldos a su causa.
 
En el campo de la Alianza Verde, existe el riesgo de una división en torno al apoyo a Peñaloza. De nuevo la polarización Santos-Uribe gravita e incide en sus decisiones. El petrismo puede optar por el respaldo directo a Santos, buscando con ello un aire político frente al proceso de destitución y de revocatoria. También puede optar por el voto en blanco, que volverá a la arena política, si el acuerdo con Santos se torna esquivo e irrealizable.
 
La dirigencia histórica del Verde, junto con Claudia López y Jorge Iván Ospina, han expresado su decisión de respaldar la candidatura de Peñaloza. Una tarea nada fácil, pero es el principal capital político heredado, luego de los resultados parlamentarios. El éxito de esta candidatura depende de la capacidad de Peñaloza y la Alianza Verde para diseñar un programa social y económico para toda Colombia, no sólo para las grandes ciudades; realizar una propuesta de paz creíble y competitiva frente a la que ofrece Santos y mantener su candidatura alejada de cualquier pacto o compromiso con el expresidente Uribe y el Puro Centro Democrático. Jugársela por una opción ciudadana, hastiada de los pactos politiqueros, de la corrupción, de la parapolítica recién electa y de la mermelada como forma de gobernar.
 
P.D. Uno no alcanza la iluminación fantaseando sobre la luz, sino haciendo consciente la oscuridad. Carl G. Jung
 
 
Hernán Suárez
Asesor editorial hsuarez2007@yahoo.es
 
Fuente: Semanario Virtual Caja de Herramientas Nº 391
Semana del 14 al 20 de marzo de 2014
Corporación Viva la Ciudadanía
 
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