Para qué sirve la Navidad

23/12/2013
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Las religiones afrobrasileñas, de las cuales soy una exponente, saludamos en este final de ciclo anual por las fiestas tradicionales, y deseamos felicidad indiscriminadamente a quienes la necesiten y se la merezcan. Como ciudadanos de un país y habitantes de un planeta, tenemos la obligación de generar concordia y convivencia y aunque parezca redundante, es necesario decirlo y dejarlo escrito, a fin de que logremos la paz necesaria para vivir, sobrevivir, perpetuarnos y crecer como comunidades que somos, sociedades en constante evolución.
 
Sólo avanzaremos en paz y desarrollo si aceptamos la diversidad como riqueza humana no como enfermedad a “curar”.  De lo contrario estaremos sembrando el germen de la destrucción.
 
Si aún no hemos aprendido que los fanatismos no nos conducen a ningún lado positivo, creo que tantas y tantos que se llenan lo boca con el cristianismo deberían pensarlo dos veces antes de nombrar a Jesús para arengar con discursos autoritarios y oscurantistas.
 
En la tapa del libro está que considerar “menos” y menospreciar o incluso atacar, así sea verbalmente, a quienes no piensan como yo, vendría a ser un “pecado” en la concepción cristiana.
 
De soberbia en primer lugar, vanidad, y por allí vendrían otros que se emparentarían con figuras actualmente delictivas como discriminación en razón de la fe o el racismo. Juzgar al prójimo es absurdo si como simples personas estamos sujetos a iguales vicisitudes. Por algo dicen los evangelios “con la vara que midas serás medido” Si olvidan eso olvidaron la letra A del abecedario. ¿Y la solidaridad? ¿Y el respeto? ¡Y el amor!
 
Cuidado entonces. Puedo contar mi verdad y alegrarme con ella, pero no imponérsela a nadie. Eso es fundamentalismo.
 
Menos que menos menoscabar o insultar a algún colectivo o persona individual por no tener mi misma ideología o convicción religiosa, política o lo que sea.
 
Demonizar o satanizar, como hacen siempre (¡ya basta!) con los cultos afro, es ofender.
 
No tiene la culpa el pobre diablo, dicho con respeto, que es una figura mundialmente conocida como mala y sin embargo no es ni más ni menos que una construcción cultural cristiana, aceptada como axioma internacional.
 
Y si con esa modalidad de endemoniar las religiones afro o decirles “macumba” término peyorativo y por lo mismo agresivo, ultrajante, encima se persigue fama, enriquecimiento o lucro, se parecerá mucho a intolerancia reñida con actitudes pasibles de ser tildadas de delitos de odio.
 
¿Estamos en un mundo donde no se puede hablar?
 
Lo que no se puede es ejercer violencia verbal y ninguna otra.
 
Transitamos un camino hacia sociedades modernas donde es mal visto y también penalizado, desdeñar al otro o a la otra por ser de diferente religión, por su color de piel, por su opción o condición sexual, por su edad, etcétera. Un mundo que revisa su accionar para hacerlo más socialmente justo, y no toma la costumbre como legitimación del derecho en estos casos.
 
Era costumbre, por poner ejemplos, que las mujeres fueran relegadas y tratadas como objetos del hombre, era costumbre vender y comprar africanos como esclavos y llamarles negros de esto y de lo otro o simplemente “negra” o “negro” a manera de insulto.
 
Si estas festividades navideñas o días de las familias no nos ponen a reflexionar de una buena vez sobre el papel de los humanos en la humanidad y sólo sirven para andar de shopin en shopin, no nos servirán para nada.
 
Bendiciones.
https://www.alainet.org/es/articulo/81909?language=es
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