A nuestro querido Francisco, pastor de la Esperanza!
15/12/2013
- Opinión
Le saludo, en nombre de millones de campesinos brasileños que hace más de treinta años que nos organizamos en el MST, como una forma de lucha por la tierra, por la reforma agraria y por la justicia social aquí en Brasil. Durante estos años tuvimos muchas dificultades y problemas.
Pagamos un alto precio a las élites, que nos condenaron a prisiones, torturas y más de mil asesinatos. Entre ellos muchos religiosos que actuaban en nuestro movimiento, como el nostálgico Padre Josimo, y el misionario italiano Padre Ezequiel Ramin. Pero también tuvimos muchas alegrías y conquistas. Más de 800 mil familias conquistaron tierra. Todas estas familias tienen hoy casa digna, trabajo, alimento en la mesa y a sus niños y niñas en la escuela. Además, hemos organizado muchas cooperativas para mejorar la producción y dedicamos nuestras energías al acceso a la educación en todos los niveles.
A nivel internacional, ayudamos a construir la articulación de la Via Campesina, que reúne hoy más de cien organizaciones campesinas de todos los continentes, en la mayoría de los países.
Me gustaría aprovechar esta oportunidad para manifestar nuestras preocupaciones con los rumbos de la agricultura y del mundo rural. En las últimas décadas, después de que el capitalismo llegara a su fase dominada por el capital financiero y por las empresas transnacionales, ¡la vida de las personas en el campo está en riesgo!
Las grandes empresas trasnacionales actúan en todo el mundo y, junto a sus corporaciones y bancos, quieren controlar todas las riquezas naturales. Ya controlan la mayor parte de los alimentos en el comercio mundial, transformados en simples mercancías para dar lucro. Ahora solo puede alimentarse quien tenga dinero. Menos de 50 empresas, como Cargill, Bungue, ADM, Monsanto, Sygentna, Nestle, etc., tienen el control de los alimentos de la humanidad y reorganizaron la producción apenas dirigida para la ganancia de lucro.
Están sometiendo a los gobiernos nacionales a sus intereses. Para esto, financian las campañas de los candidatos y posteriormente manipulan leyes y controlan el estado y la agricultura de nuestros países.
Hoy en día, las grandes empresas además de estar empeñadas en controlar la propiedad privada de inmensas extensiones de tierra, también se empeñan en privatizar la propiedad del agua, del subsuelo, de los vientos para obtener energía eólica, e incluso del oxígeno exhalado por los bosques naturales, para intercambiarlo por títulos de crédito de carbono y venderlos en las bolsas de valores.
Estas mismas empresas también privatizaron las semillas. Por primera vez en la historia de la humanidad impusieron leyes de patentes, que permiten registrar como propiedad privada las semillas y razas de animales con mutaciones genéticas, y lo peor es que los cambios sobre las semillas son apenas para combinarlas con mayor uso de venenos, los cuales son fabricados por las mismas empresas.
Estos venenos son químicos y no se disuelven en la naturaleza, contaminan el suelo, las aguas, las lluvias y el aire. Permanecen en los alimentos y destruyen las células del organismo humano provocando cáncer. Solamente en Brasil tenemos 400 mil nuevos casos de cáncer por año, siendo la mayor parte de ellos causados por uso de agrotóxicos, y de los cuales cerca de un 40% llevarán a la muerte a las personas afectadas. Un verdadero genocidio silencioso y olvidado practicado por algunas grandes empresas agriquimicas como Bayer, Basf, Synbgenta, Shell, Monsanto, etc.
Las grandes empresas también están llegando al campo, con su capital, para apropiarse de los bienes, minerales y el petróleo. Millares de campesinos y pueblos originarios en todo el mundo están sufriendo agresiones en sus territorios, para que desocupen y dejen espacio a la ganancia de estas empresas.
De la misma forma, muchas hidroeléctricas están siendo instaladas en regiones naturales, para obtener lucro fácil con la energía eléctrica, en detrimento de desequilibrios ambientales y desalojoso de millares de personas, la mayoría de las veces sin respectados sus derechos.
Como el petróleo es finito y su precio subió mucho, los capitalistas resolvieron utilizar bienes agrícolas para transformarlos en combustible para los automóviles. Así, inmensas áreas de tierra están siendo destinadas a la producción de etanol de caña, maíz, sorgo, etc. o aceite vegetal para diesel, con la soja, cacahuete, palma africana, etc., perjudicando a la producción de alimentos y elevando el precio de las tierras y de los alimentos. Y consecuentemente transfieren indirectamente el peso para toda la población.
Para viabilizar su modelo insano, fue diseminada por todo el mundo una nueva matriz productiva- el agronegocio- que se caracteriza por grandes haciendas que buscan escala máxima de área, especializándose en un solo monocultivo, con uso intensivo de máquinas y venenos, expulsando a los campesinos y a la mano de obra de la región. En ese modelo no hay espacio para la gente ni para la naturaleza, solo para el capital!
No obstante, las contradicciones de este modelo del capital son cada vez más evidentes, pues buscan apenas el lucro máximo y fácil. Es visible, en todos los países que adoptaron el modelo, el aumento de la concentración de la propiedad de la tierra y de las aguas, la concentración de la producción en pocas commodities, las agresiones al medio ambiente y la destrucción de la biodiversidad, trayendo efectos perversos en las alteraciones del clima y del medio ambiente en general, y el despoblamiento del medio rural. Por primera vez en la historia de la humanidad, y gracias a este modelo, la población urbana, concentrada cada vez más en mega urbes, ha superado a la población del medio rural. Y, en diversas partes del mundo, incluso Estados Unidos la población carcerária ya es mayor do que la población que vive en el campo.
Las empresas transnacionales se enriquecen mientras los trabajadores se empobrecen. El resultado general es que ahora tenemos más de mil millones de seres humanos que pasan hambre todos los días, cuando en la década de los 60 no eran más de 70 millones. Millones de niños y niñas mueren todos los días, como consecuencia de este modelo perverso y excluyente.
Los capitalistas ya no tienen ninguna responsabilidad con el pueblo. En Brasil por ejemplo, tuvimos la mayor sequía de la historia durante los últimos dos años, que llevó a la mortalidad a más de diez millones de cabezas de ganado pertenecientes a las familias campesinas, por falta de comida y agua. Sin embargo, en el mismo periodo tres empresas americanas exportaron 18 millones de toneladas de maíz de Brasil para ser transformados en etanol para los automóviles de Estados Unidos.
Los capitalistas quieren practicar una agricultura sin agricultores, apenas con operadores de máquinas, cada vez más modernas y automatizadas, mientras el pueblo se amontona en las villas rurales y en las periferias de las grandes ciudades.
Los alimentos están siendo estandarizados en todo el mundo. Se puede entrar en cualquier supermercado de Pequín, París, Buenos Aires, Ciudad de México o São Paulo y encontrar los mismos alimentos, con las mismas marcas y elaborados a partir de la soja, maíz, trigo, sorgo, arroz y frijol, los cuales representan hoy el 80% de la cesta básica de alimentos de toda la humanidad, cuando en el siglo pasado teníamos más de 60 variedades de vegetales, y antes del siglo XX más de 300 variedades de vegetales que alimentaban el mundo. Nos advierten los científicos que esto traerá graves consecuencias para la salud de todos los seres humanos.
Nosotros creemos que hay alternativas.
Defendemos otro modelo de agricultura, basada en la valorización del trabajo de las personas y en la mejora de las condiciones de vida de los campesinos. Defendemos una matriz productiva basada en la agroecología, que consiga aumentar la productividad del trabajo y de las áreas, en equilibrio con la naturaleza. Defendemos una agricultura que tenga como paradigma principal la producción de alimentos saludables, para toda la población.
Defendemos el uso social de los bienes de la naturaleza en beneficio de toda la humanidad y la distribución de la renta del trabajo producido en la agricultura, para los que trabajan en ella. Defendemos la soberanía alimentaria, en que la humanidad puede producir sus propios alimentos en cada región del mundo, en cada país, como ocurrió a lo largo de la historia. Con el modelo actual, hoy según la FAO, ya son más de 60 países los que no consiguen producir alimentos suficientes para su población y están a merced de la importación de las empresas transnacionales.
Creemos en la necesidad del acceso a la educación en todas las comunidades rurales, y en garantizar tierra, trabajo y conocimiento a toda familia campesina.
Sin embargo, enfrentamos poderosos enemigos, a veces dentro de la propia iglesia, que se engañan con el lucro de las empresas y el "modernismo" de las iniciativas económicas.
Ante todo esto, creemos que sería muy importante poder organizar una conferencia mundial para reflexionar sobre los rumbos de la producción de alimentos, y juntar a las pastorales de las iglesias, la comunidad científica, la FAO y los movimientos campesinos. Un llamamiento suyo sería condición para el suceso y amplitud de la conferencia.
Como la mayoría de los católicos de todo el mundo, los cristianos de las demás iglesias y todo el pueblo que se dedica a otras tradiciones religiosas y creencias, tenemos mucha esperanza en el Papa Francisco. El señor es nuestra esperanza de cambios y de un compromiso cada vez mayor de toda iglesia de Cristo, con los trabajadores y los más pobres de todo el mundo. Ayúdenos a salvar a los campesinos de la ganancia del capital. Ayúdenos a liberar a los pobres y trabajadores de las situaciones de opresión, exploración y humillación a las que están sometidos en la mayoría de los países.
Ayúdenos a salvar el planeta de la ira insana del capital, que expolia los recursos naturales apenas para acumular fortunas privadas. Ayúdenos a reconstruir los valores de la solidaridad, la igualdad y la indignación delante de cualquier injusticia.
San Francisco de Asís está orgulloso de su elección y opción. ¡Y nosotros también!
Desde Brasil y de las inmensas regiones rurales habitadas por los campesinos, soy portavoz, de un fuerte abrazo, en nombre de todos los campesinos que quieren cambios y luchan todos cada día por su supervivencia y por un mundo más justo e igualitario.
¡Rece por nosotros! Con su bendición,
São Paulo/Roma, 5 de deciembre de 2013
Joao Pedro Stedile
MST
https://www.alainet.org/es/articulo/81745?language=en
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