Programas sociales clientelares
13/11/2013
- Opinión
Los programas sociales que hoy se conocen en distintos países de Latinoamérica fueron promovidos inicialmente por el ex presidente brasileño Lula Da Silva, y tenían como propósito superar la hambruna y la pobreza. La Bolsa Familia se denominó el programa social estrella de Lula, que posteriormente se convirtió en el programa Hambre Cero. Este programa consistió en entregar una tarjeta electrónica a las madres de familia para que compraran los alimentos básicos en los lugares que ellas eligieran y así se evitó el clientelismo político. Los resultados de estos programas son sorprendentes.
En los ocho años del gobierno de Lula, 31 millones de brasileños ingresaron en la clase media y 24 millones salieron de la pobreza extrema, gracias a la creación de empleo y a la Bolsa Familia, que llegó a 12 millones de hogares, casi un tercio de la población. En muchos barrios, Bolsa Familia erradicó la mendicidad y la prostitución. Por estos resultados, la ONU reconoció a Brasil ser el primer país en la lucha contra el hambre, ya que logró en menos de 10 años reducir a la mitad el porcentaje de niños con peso por debajo de lo normal y en las zonas de mayor desnutrición la niñez tuvo mejora en la estatura por la alimentación que recibía.
Fue así como otros países latinoamericanos, entre ellos Guatemala, copió el modelo solo que con un enfoque desafortunado, en virtud de que de fondo toma el clientelismo político como su principal objetivo. El actual gobierno hace lo mismo que el anterior y hasta más perverso, como el caso de Nebaj. En abril del presente año, cuando se juzgaba a uno de los más altos jerarcas del Ejército por genocidio y delitos de deberes contra la humanidad, el Presidente Pérez Molina llegó a entregar las Bolsas Seguras. La gente que sufrió en carne propia las masacres y el genocidio en esta zona, rechazó la ayuda y le dejaron claro que no se vendían por ninguna bolsa a cambio del juzgamiento de Ríos Montt.
La semana pasada, el Presidente volvió a Nebaj; esta vez, con la intención de apoyar al candidato de su partido porque las elecciones municipales se repetirán el 15 de diciembre y la campaña ya empezó. Esto se llama clientelismo político. El caso concreto de Nebaj, donde cada vez la conflictividad es mayor, el gobierno actual sigue echando más leña al fuego. Ojalá las elecciones no se conviertan en baños de sangre, porque sería lamentable y muy vergonzoso para nuestro país. Se está a tiempo de prevenir situaciones lamentables y es urgente que el actual gobierno juegue limpiamente porque allí la gobernabilidad pende de un hilo.
No es casual que el gobierno actual este entregando bolsas y bonos a la población de Nebaj, incluso ha ofrecido hacer una carretera para la comunidad de Salquil. ¿Es esto una acción desesperada para salvar del juicio al máximo jerarca del Ejército? o ¿para manifestar su total respaldo a su candidato municipal? Lo cierto es que el partido oficial ha perdido el rumbo y no ha cumplido con sus promesas de campaña.
Rigoberta Menchú Tum
Premio Nobel de la Paz
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