La acumulación capitalista y el carácter continuo del Despojo
27/05/2013
- Opinión
“Nos hermana un orden mundial que destruye naciones y culturas. El gran criminal internacional, el dinero, hoy tiene un nombre que refleja la incapacidad del poder para crear cosas nuevas. Una nueva guerra mundial se sufre hoy. Es una guerra en contra de todos los pueblos, del ser humano, de la cultura, de la historia. Es una guerra encabezada por un puñado de centros financieros sin patria y sin vergüenza, una guerra internacional: el dinero versus la humanidad. "neoliberalismo" llaman ahora a esta internacional del terror. (EZLN, 1995).
El despojo es una expresión de esa guerra contra los pueblos antes, ahora y hasta que las resistencias y las luchas contra hegemónicas que libran los pueblos puedan detener esta guerra a la que se refiere el comunicado de los Zapatistas. Lucha difícil, no solo por los grandes intereses que promueven este despojo sino además porque a este mismo proceso en el lenguaje dominante se le llama desarrollo y se impone como la única alternativa de las sociedades modernas para resolver sus necesidades. A juzgar por la evidencia abrumadora estamos más bien ante la continuidad de la separación del individuo de los medios de subsistencia, que según Marx es la esencia de la llamada acumulación originaria del capital. (Marx; 2005), que no se detiene porque es inherente al capitalismo.
La agresión contra la vida que se ha expresado en diferentes tipos de violencia y sometimiento hacia quienes prefieren otras formas de ser y estar en el mundo, ha plagado de violencia y dolor la historia del desarrollo del capitalismo, basta un breve recorrido por las formas originarias, primarias o primitivas de acumulación, como por la dinámica de la llamada acumulación ampliada del capital. Si bien ambas formas de acumulación se dan en momentos históricos distintos. Marx resalta por un lado esta dimensión histórica pero también continua y conflictiva de este proceso de acumulación, que en cualquiera de sus dinámicas, ya sea si es violenta como el desalojo de comunidades enteras porque los bienes que para ellos son comunes y los necesitan para vivir, para los capitalistas, en cambio, es mercancía necesaria para incrementar sus ganancias, o, si se trata de la legislación del trabajo por hora, porque mientras los asalariados necesitamos vender la fuerza de trabajo en la forma y cantidad suficiente para sobrevivir, el capitalista, el capitalista, en cambio, solo está interesado en bajar los costos de la contratación y de despido para abaratar costos y ganar más. Para ser “competitivos” argumentan, se debe flexibilizar las condiciones del mercado del trabajo, lo mismo que para los trabajadores constituye precarización laboral.
Posteriormente Rosa Luxemburgo profundiza en el sentido que esta separación (que bien podemos llamar “crónicas del despojo” y de la destrucción) es inherente al capitalismo y por tanto no lo podemos ver como algo casual o aislado sino como algo sistemático e integral. Si nos detenemos a analizar cómo se manifiesta este despojo en nuestro país y nos enfocamos en las últimas tres o cuatro décadas vamos a encontrar una continuidad en las lógicas y la finalidad del llamado “Consenso de Washington” y su receta de medidas que podemos resumir en políticas de privatización, liberalización y desregulación y las actuales concesiones mineras y de ríos, así como en las mal llamadas ciudades modelo, igual en políticas como el trabajo por hora o la creación de la más reciente ley de inversión publico/privada, por diversas que nos parezcan todas estas situaciones están vinculadas y son la expresión visible de la profundización de este despojo y de esta guerra contra la humanidad que pareciera no tener limite.
El único límite interno es la propia ganancia que en la línea de lo que Marx denomino el Fetichismo de la mercancía se concibe como si tuviera vida propia en un proceso en el que se otorga derecho y vida a las cosas y a la vez se cosifica la vida y todo lo necesario para reproducirla, porque una vez que los bienes de subsistencia de los que hemos sido despojados se convierten en capital y a su vez en ganancia, el sistema no se detiene, invisibiliza el valor y lo subsume en el precio, todo lo que tiene valor de cambio y se puede traducir en dinero es objeto de compra y venta, en una historia sin fin que comenzó con bienes tangibles como la tierra hasta llegar a bienes tan abstractos que hasta hace un tiempo creíamos imposible de apropiar y mercantilizar como el oxigeno, pasando por los bosques, el agua y todos los considerados por las culturas ancestrales bienes comunes para la reproducción de la vida, una vez que el sistema lo convierte en mercancía, desde la ideología de la reificación y el fetichismo del capital, autentica religión del capitalismo que promueve el dinero como el máximo fetiche (Margulis, ), este se erige por encima de la vida de los despojados, por eso no es casual que una sociedad que se declara “Cristiana”, permanezca indiferente y llegue incluso a justificar el asesinato de campesinos porque atentan contra la propiedad privada y ponen en riesgo la ganancia de sus propietarios. En el discurso público se argumente que la autoridad debe aplicar la ley para que el país resulte atractivo a la inversión privada porque en el marco de este fetichismo se hace creer que solo el capital genera la riqueza que supuestamente beneficia a toda la sociedad, mientras se banaliza y se promueve la irrelevancia del trabajo y de las y los trabajadores.
Así, la separación que se inicia en la etapa originaria posteriormente se amplía para hacer posible la acumulación en forma general y como el capital adquiere vida propia se tiende a naturalizar todo lo que tiene que ver con su expansión, de tal forma que se instala la idea que no hay alternativa posible, eso explica en parte la aceptación de las dimensiones y formas que adquiera esta expansión y reproducción por destructivas y dramáticas que estas sean. Efectivamente, el capitalismo en sus diferentes etapas de acumulación siempre ha estado en contraposición a la vida y a toda expresión de libertad humana, aun cuando la economía liberal en la que se sustenta apela a la libre elección pero ignorando que elegir es un privilegio de unos pocos que acumulan el despojo de los demás, en cambio, quien experimenta el despojo al ser separado de sus medios de subsistencia también se le sustrae la libertad de elección, por un lado, y por otro tampoco es cierto que el sistema le ofrezca opciones. Los millones de desempleados/as, el incremento de los flujos migratorios arriesgando la propia vida son solo algunas de las manifestaciones más visibles de la incapacidad del modelo para crear opciones para elegir, excepto para los capitalistas.
La lógica y dinámica de la acumulación se fundamenta en la separación del ser humano de sus medios materiales de subsistencia pero también se basa en la negación y el exterminio de las otras formas de pensar, de ser y de estar que no respondan a sus lógicas de ganancia, acumulación y reproducción del capital, de allí su carácter colonial. Como bien explica Eduardo Galeano en el libro de los abrazos: “El colonialismo visible te mutila sin disimulo: te prohíbe decir, te prohíbe hacer, te prohíbe ser. El colonialismo invisible, en cambio te convence de que la servidumbre es tu destino y la impotencia tu naturaleza: te convence de que no se puede decir, no se puede hacer, no se puede ser” (Galeano; 2003:127). Es decir, que sea por la vía de la imposición o del convencimiento que se basa en la domesticación y alienación, el sistema es esencialmente mutilador.
El “sacralizado” afán de lucro, convertido en ganancia, según los apologistas del liberalismo económico viene a ser para la humanidad lo que el punto de apoyo para Arquímedes, es decir, lo que mueve al mundo. Este reduccionismo perverso está en el origen de la destrucción de culturas, saberes y de la propia vida en el planeta. El fetichismo de la mercancía más que una categoría de análisis marxista es una ideología curiosamente impulsada por la civilización occidental que en el proceso de conquista y saqueo aniquiló otros saberes y cosmovisiones por considerarlos atrasados y mágico religiosos. Sin embrago, el culto a la ganancia, al dinero y al consumo tiene precisamente ese carácter mágico y misterioso que según Marx estriba en que la mercancía adquiere vida propia independientemente de quien la produce:
“Proyecta ante los hombres el carácter social del trabajo de estos como si fuese un carácter material de los propios productos de su trabajo, un don natural social de estos objetos y como sí, por tanto, la relación social que media entre los productores y el trabajo colectivo de la sociedad fuese una relación social establecida entre los mismos objetos, al margen de sus productores” (...) “Por eso, si queremos encontrar una analogía a este fenómeno, tenemos que remontarnos a las regiones nebulosas del mundo de la religión, donde los productos de la mente humana semejan seres dotados de vida propia, de existencia independiente, y relacionados entre sí y con los hombres. Así acontece en el mundo de las mercancías con los productos de la mano del hombre”. (Marx, 2005: 38).
La escisión del ser humano de sus medios de subsistencia, es decir, la alineación primero de medios de subsistencia materiales y después de su propia fuerza de trabajo, misma que posterior al despojo material es con lo único que cuenta para sobrevivir, hace del capitalismo a lo largo de todas sus etapas un sistema violento y atentatorio contra la vida. Marx lo resume: “El proceso que crea a la relación del capital, pues, no puede ser otro que el proceso de escisión entre el obrero y la propiedad de sus condiciones de trabajo, proceso que, por una parte, transforma en capital los medios de producción y de subsistencia sociales, y por otra convierte a los productores directos en asalariados (Marx, 2005: 893)[1]
Independientemente del momento histórico la acumulación se da por la vía del despojo, la explotación y el sometimiento de allí su carácter de guerra global permanente, aun cuando adquiera diversas formas dependiendo del contexto, desde el saqueo y la explotación en los nuevos territorios incorporados al sistema capitalista mundial, el comercio de esclavos entre estos nuevos territorios. En los países imperialistas, también se dan las formas de acumulación primitiva, el despojo se expresa en otras formas, como el cercamiento de tierras comunales en Inglaterra y otras formas menos conocidas o más bien tergiversadas por la historia oficial e ignoradas por la teoría económica ortodoxa hasta que la economía feminista las visibilizó, tal es el caso de la casería de brujas que en la historia patriarcal dominante se recoge como un tema de interés antropológico y de triunfo de la modernidad sobre visiones de mundo mágico-atrasadas, cuando en realidad es una forma más de acumulación capitalista relacionada con la división sexual del trabajo, el cercamiento de tierras y el aniquilamiento de prácticas de vida de algunas mujeres que confrontaban los intereses y las lógicas capitalistas de la época (Federici; 2012), hasta las actuales normativas internacionales lideradas por el sistema de naciones unidas, en un mundo construido sobre paradojas, una de las más extendidas es el discurso democrático en medio de la hegemonía capitalista.
La forma como este orden económico global resuelve las contradicciones y conflictos que genera esta guerra permanente es una especie de esquizofrenia global un orden esencialmente paradójico: construye y destruye, enriquece y empobrece, promueve derechos humanos y los violenta a la vez. En este contexto surge la inquietud de cómo es que este orden global se presenta y se expresa de manera tan ambigua pero tan contundente a la vez, dada su relevancia para el tema que nos ocupa me detengo en este punto, por ejemplo: El mismo sistema de naciones unidad que por un lado promueve convenios y tratados orientados a promover derechos de los pueblos originarios como el convenio 169 de la OIT, o la declaración sobre los derechos de los pueblos indígenas que los Estados suscriben pero a la vez violentan sin que haya una penalización o una fuerza coercitiva que les obligue a cumplir lo que firman, podríamos decir que la normativa internacional de esta índole no tiene efecto vinculante puesto que queda a discreción de los gobiernos cumplirla o no.
Paralelamente se genera y se aplica otra normativa orientada a viabilizar la profundización del sistema económico hegemónico, el mismo que ya hemos visto que es mutilador y violento y que por tanto niega lo que en el ámbito de los derechos se promulga, que si tiene efecto vinculante desde el momento que se aplica sanciones a los países que no la cumplen, tal es el caso de el “Convenio internacional para la represión de la financiación del terrorismo”. Promulgado en 1999 por las naciones unidas, bajo la influencia del grupo de acción financiera internacional. (GAFI), organismo supranacional creado en 1989 en parís, en la reunión cumbre del grupo de los 7. Este convenio se retoma y radicaliza después de los atentados de septiembre del 2000 en Estados Unidos, se convierte en un imperativo para todos los países. El espíritu de esta normativa internacional que se impulsa como lucha contra el terrorismo, en la práctica se orienta a construir un muro global de contención de las luchas sociales de resistencia contra la continuidad de este despojo, es decir, de la profundización del sistema económico, que como ya hemos visto atenta contra la vida, en ese sentido, afirma De Sousa Santos (2004) que la defensa de la vida en el marco del capitalismo se torna ilegal.
La definición de terrorismo que en la mayoría de otros instrumentos de las mismas naciones unidas y en la llamada acta patriótica de Estados Unidos, que también impulsa esta normativa, es ambiguo. En este convenio, en cambio, claramente se penaliza los repertorios de lucha popular y el propósito final de estas luchas, define el terrorismo como: “acto destinado a causar la muerte o lesiones corporales graves a un civil o a cualquier otra persona que no participe directamente en las hostilidades en una situación de conflicto armado, cuando, el propósito de dicho acto, por su naturaleza o contexto, sea intimidar a una población u obligar a un gobierno o a una organización internacional a realizar un acto o a abstenerse de hacerlo”. Como si esta definición no fuera suficiente o dejara algún cabo suelto, en una resolución del 2001, subraya el potencial disruptivo de estos actos con respecto al “desarrollo”:“los actos de terrorismo ponen en peligro vidas inocentes y la dignidad y seguridad de los seres humanos en todas partes, amenazan el desarrollo social y económico de todos los estados y menoscaban la estabilidad y la prosperidad mundiales”;Por supuesto, la declaración no dice de quien es la prosperidad y a que costo se genera. El monitoreo de su aplicación- vaya casualidad- ha sido encomendada al Fondo Monetario Internacional que inclusive estableció los plazos y las sanciones para los países que no apliquen la normativa.
A partir del año 2000 encontramos en todos los países de la región una ardua actividad legislativa encaminada a incorporar esta normativa en sus legislaciones nacionales. En el caso de Honduras, el ex ministro de seguridad Oscar Alvares que fue quien presentó el proyecto en noviembre del 2010, argumentó la urgencia de hacerlo para evitar sanciones internacionales, en una clara alusión a las organizaciones sociales que promueven la vigencia de los derechos humanos a quienes culpó de desprestigiar el país a nivel internacional, agregó la necesidad de controlar: “fondos para grupos subversivos que entran como remesas o a través de ONGs”. Posteriormente los diputados que impulsaron la iniciativa argumentaron el incremento del narcotráfico y el ingreso al país de lanchas y aviones cargados de cocaína, por eso el Estado, debe controlar y vigilar el ingreso de cooperación desde $2,000.00, mientras las avionetas desaparecen de los hangares de la fuerza aérea hondureña. Que absurdo!
Ahora que ya está el marco legal, los países avanzan en la institucionalidad que la aplicará, se produce entonces esta fusión entre actividades de defensa y de seguridad, se les delega a los militares competencias y tareas policiales, en una escalada de militarización de la sociedad, porque a la par de la militarización de la policía se extiende un discurso que instrumentalizando el temor que produce la inseguridad pretende fomentar el autoritarismo que destaca las virtudes de la represión para combatir la inseguridad, en un claro retroceso hacia la concepción militar de la seguridad, tirando por la borda los incipientes esfuerzos que como sociedad habíamos logrado en la tarea de desmilitarización de la policía. La escalada de represión y muerte que enfrenta los luchadores sociales se expresa en más de cien asesinatos de campesinos y campesinas de la zona del Aguan en estos últimos años, (todos en la impunidad) y la militarización de zonas donde el despojo genera conflicto.
Podríamos extendernos en el análisis de este escenario, pero por razones de tiempo y para no quedarnos con un panorama tan sombrío quiero concluir con una imagen de esperanza que me ocasionó escuchar a uno de los hermanos lencas que ya llevan más de 50 días en lucha por la recuperación del rio Gualcarque en la comunidad de Rio Blanco de los tentáculos del capital transnacional con la complicidad del gobierno, que en nombre del desarrollo, promueven e implementan esta política del despojo. Teniendo de fondo el sonido del rio, el compañero se refirió a las distintas comunidades por donde a su paso dijo , el rio: “alivia las plantas, nutre los peces y nos alimenta”, esta es la más nítida imagen de resistencia y lucha por la vida que ayer como hoy se opone al avance de la destrucción capitalista.
- Ana Ortega es profesora del post grado latinoamericano de trabajo social (PLATS/UNAH) e investigadora, estudió economía en la UNAH, Máster en Estudios Sociales y políticos latinoamericanos en la Universidad Jesuita de Chile y egresada del doctorado en Estudios internacionales e interculturales de la Universidad Jesuita de Deusto, Bilbao.
Este texto fue presentado como ponencia en el marco de la inauguración de la Casa de los Pueblos, de Honduras, un espacio para la cultura y la solidaridad.
Bibliografía
De Sousa Santos Boaventura. Reinventar la emancipación, CLACSO 2004
Federici, Silvia. La caza de brujas revela aspectos constantes de las relaciones capitalistas, nodo50, 2012, disponible en: http://info.nodo50.org/IMG/article_PDF/La-caza-de-brujas-revela-aspectos...
Galeano, Eduardo. El libro de los abrazos, versión digital disponible en: http://www.cronicon.net/paginas/Documentos/paq2/No.9.pdf
Margulis, Mario. Ideología, fetichismo de la mercancía y reificación, revista Theomai 26, Segundo semestre 2012
Marx, Carlos. El Capital. Tomo I. Editorial Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2005
[1]A partir del análisis de este proceso histórico de escisión entre productor y medios de producción Marx también analiza a profundidad la conformación y las relaciones de clase, (entre la clase trabajadora y la burguesía). A lo largo del capítulo XXIV de El Capital, dedica dos acápites de este capítulo a la conformación de la clase trabajadora (2 y 3) y tres (4,5 y6) a la conformación de la burguesía.
https://www.alainet.org/es/articulo/76319
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