Lácteos con ética

08/05/2013
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La codicia, la corrupción y la contaminación (las tres C) han penetrado tanto en el interior de nuestra sociedad capitalista (con C) que iniciar cualquier actividad empresarial  o ser una persona empresaria está generando aversión. Si hasta hace no muchos años los empresarios que en menos tiempo ganaban más dinero eran portada de todas las revistas e iconos frente a los que arrodillarse, la crisis provocada por dichos valores, ha resituado –como merecían- a tantos ganadineros en su lugar apropiado: el pozo de la mezquindad.
 
Pero, ¿toda actividad empresarial es negativa en si misma? Evidentemente que no, aunque escuchando las noticias últimamente nos cueste creerlo. De hecho sin personas  que emprenden viajes o aventuras -en este caso económicas- pocas costas alcanzaríamos. La diferencia, como decía, se encuentra en los valores que envuelven un proyecto u otro, y si pensamos en claves sociales, solidarias y sostenibles (las tres S) observaremos cómo empresas nacidas en ese ecosistema son mucho más que simples medios para recoger beneficios, son actividades económicas, gentes y agentes, que convierten su trabajo en beneficios para la sociedad. Incluso van más lejos, se implican descaradamente en transformar, para mejorar, el mundo actual.
 
En Bizkaia tenemos el buen ejemplo de la Cooperativa Esnetik (lácteos con ética), una jovencísima iniciativa para evitar la continua desaparición de caseríos a causa de malvender (porque les malpagan) su leche a la industria. Ocho caseríos se han asociado con un grupo de personas consumidoras para responsabilizarse conjuntamente de la elaboración de quesos y mantequilla; para construir entre todos y de forma transparente el precio de estos productos;  y para la comercialización de los excedentes que no se consumen entre las familias de la cooperativa.
 
Uno de los resultados más sorprendentes y que pone en evidencia el juego sucio de la industria se visibiliza en los precios de los alimentos de Esnetik. Sabemos que cuando la industria pone un precio a un producto para nada calcula sus costes, sino que empieza pensando a cuánto conseguirá venderlo castigando los bolsillos de la ciudadanía, y de ahí empieza un descenso en picado hasta llegar al mínimo posible por el que podrá comprar el producto en la finca proveedora. En Esnetik, por el contrario, la construcción del precio parte de la lógica de asegurar a las y los pastores un precio justo y digno por su trabajo. Hoy por hoy, con esa visión Social, Solidaria y Sostenible de cada litro de leche, las y los pastores reciben un 50% más de lo que le pagaría la industria y, sorpresa, el socio o socia de la cooperativa lo paga un 20% más barato que en cualquier supermercado.
 
Es decir, finalmente tenemos una actividad empresarial que construyendo su espacio propio no se ve afectada por la especulación globalizada, se salta la trampa de los precios artificiales, genera alimentos sanos, asequibles y de calidad para la población, y garantiza la continuidad de la auténtica y necesaria vida rural.
 
Mucho más que la simpleza de ganar dinero.
 
- Gustavo Duch Guillot es  autor de Alimentos bajo sospecha y coordinador de la revista Soberanía Alimentaria, Biodiversidad y Culturas. http://gustavoduch.wordpress.com/
https://www.alainet.org/es/articulo/75911

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