¡Paños de agua tibia, no!, soluciones de fondo, por favor
15/04/2013
- Opinión
“Se redujeron los homicidios en un tanto por ciento, hemos creado un nuevo batallón en la comuna X, 100 nuevos policías para el oriente de la ciudad” y eso qué, ¿en qué se mejoran las personas con estas decisiones?
Lo que quisiéramos escuchar es: “Desde hace tiempos no se registra un homicidio, el batallón tal lo hemos convertido en una Universidad, en una granja, en un Instituto; los atracos, las riñas callejeras, los apartamenteros, los violadores de niños, los maltratos familiares,… son cosas del pasado, ya no necesitamos policías, éstos se han dedicado a estudiar, a producir”
La inseguridad es producto de las necesidades insatisfechas, de la carencia de una adecuada educación, de la imperante ética utilitarista e individualista, de los ejemplos ofrecidos por los corruptos instalados en todos los niveles del Estado y de las empresas privadas, de la desigualdad social, de la exclusión, del desempleo, etc. Necesitamos mucha inversión social a cambio de esa enorme cantidad de soldados y policías.
“Tan pendejo! Eso nunca podrá suceder, la sociedad seguirá siendo como ha sido hasta hoy. ¿O será que lo que éste quiere es una dictadura o un sistema donde perdamos las libertades individuales? Ese iluso debe ser un terrorista”.
Pues, digan lo que quieran, pero estoy seguro que con igualdad social, con pleno empleo, con auténtica democracia, se puede revertir la situación actual. Y no sólo en Colombia sino en cualquier lugar del planeta. Obvio que necesitamos adoptar parámetros filosóficos muy diferentes, contrarios, a los actuales, de modo que nuestros comportamientos estén inspirados en el reconocimiento y respeto de la dignidad de todos los seres humanos, la empatía con la naturaleza, la abolición de la competitividad individual como mecanismo de acaparamiento de las riquezas pertenecientes a la humanidad entera, la adopción de un Manual de convivencia universal que garantice el disfrute de todos los derechos humanos a la totalidad de los seres humanos.
Observando los recientes hechos históricos, se ve que un cambio tan gigantesco no puede producirse en un abrir y cerrar de ojos ni en todo el planeta al mismo tiempo, por lo tanto los sectores humanistas, solidarios, en cada jurisdicción política tendrán que crear y desarrollar las condiciones para el mismo. Si mediante la guerra insurgente no ha sido posible derribar aquellos estados donde imperan la desigualdad y la antidemocracia, habrá que apostarle a la fuerza de las ideas, al pensamiento, al conocimiento, al predominio de la racionalidad humana. Quizás las nuevas revoluciones sean menos costosas y más rápidas dentro de democracias avanzadas, con individuos más conscientes de la necesidad de generalizar la garantía del bienestar a toda la población.
Todo esto condicionado a la imprescindible sustitución de los valores utilitaristas e individualistas por los solidarios y colectivos, lo cual implica desarrollar una descomunal guerra ideológica, pues las burguesías disponen cada día de nuevos y sofisticados aparatos ideológicos para controlar la población, lo cual realizan exitosamente a través de la desinformación, la mentira, los halagos, el entretenimiento, la religión, la educación, la institucionalidad tradicional, las modas, la “realidad” virtual, etc.
Limitándonos a nuestra Colombia, somos optimistas en cuanto al desarrollo inteligente del diálogo que viene dándose en Cuba entre los representantes de los dueños de las riquezas y del poder y los voceros voluntarios del pueblo excluido. Si las propuestas de la insurgencia para terminar el conflicto armado son atendidas y resueltas por la contraparte, habrá valido la pena el sacrificio de este sector de la población que tuvo la osadía y compromiso social para enfrentarse a unas castas excluyentes, acaparadoras, autoritarias, antidemocráticas y enemigas de la igualdad social.
Sin embargo, terminar el conflicto armado es sólo el primero de los objetivos del pueblo colombiano. Luego tendremos que convencer a la inmensa mayoría de ingenuos, de incautos e ignorantes, de la necesidad de aislar ese sector de la clase dirigente del país, integrado por los enemigos del resto de sus compatriotas, la inmensa mayoría, por opositores a la igualdad y a la justicia social, por terratenientes acaparadores de las mejores tierras, por banqueros y financistas esquilmadores de los sectores medios, por amigos y copartícipes de las multinacionales de todo tipo, pero en especial de las explotadoras de recursos minerales que aspiran a convertirnos en un erial improductivo y desértico, por manipuladores de una degenerada pseudo democracia de la cual se atreven a ufanarse.
Con ellos será imposible construir el país incluyente, igualitario y democrático con el que hemos soñado toda la vida. Otro país sí es posible, así como el que nos anunció y describió nuestro gran escritor William Ospina el pasado 9 de Abril, el Día Nacional de las Víctimas y de la Multitudinaria Marcha por la Paz, en el aniversario 65 del asesinato del gran líder Jorge Eliécer Gaitán.
Armenia, 15 de Abril de 2013
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