Francisco seguirá siendo Bergoglio o en Roma será diferente?

15/03/2013
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El Vaticano eligió a Jorge Bergoglio como nuevo Papa y hace propaganda mundial de que éste guiará una nueva etapa de la Iglesia. ¿Será así? ¿Será el Papa Francisco tan diferente al Bergoglio que fue y sigue siendo?
 
El 13 no fue yeta para el cardenal Jorge Bergoglio pues en votación secreta entre 115 obispos -secreta incluso para el resto de los integrantes de la Iglesia- ese día resultó elegido como sucesor de Benedicto XVI. Era la quinta compulsa entre los candidatos y salió humo blanco en señal de que "habemus papam", así en latín, como corresponde a una institución tan quedada en el tiempo.
 
Cuando se supo que el elegido era un latinoamericano, argentino y jesuita, quedó claro que era una decisión inédita. Nunca antes se había sentado en el trono de Pedro alguien de ese pedigrí. Ese dato es auspicioso, como lo fue que en noviembre de 2008 los norteamericanos eligieran por primera vez un presidente de fenotipo afroamericano. A cuatro años de estar la Casa Blanca, lo suyo fue decepcionante. Habrá que ver qué hace Bergoglio, alias Francisco, como Papa.
 
Que el cónclave de obispos haya nominado a alguien procedente del traste del mundo, como él dijo, más educadamente, es novedoso. Ahora hay que verlo caminar el Vaticano, para emitir una opinión más fundada. Sus antecedentes políticos y religiosos no lo favorecen, por su actuación como provincial de los jesuitas durante la dictadura.
 
A su responsabilidad general -como el resto de la cúpula eclesiástica- se suma la suya propia e intransferible en varios casos. Entre éstos, su conocimiento de la situación de madres secuestradas embarazadas y que habían dado a luz, con sus criaturas robadas por las Fuerzas Armadas (caso Elena de la Cuadra). También, y el más sonado, su complicidad en el secuestro de dos jesuitas que trabajaban en Flores, Orlando Yorio y Francisco Jalics, torturados en la ESMA durante cinco meses. Como remate de esta historia-prontuario que tan bien reconstruyó Horacio Verbitsky en Página/12 y en dos de sus libros ("El Silencio" y "Doble Juego"), la relación del provincial de los jesuitas con el almirante Emilio E. Massera, distinguido por la Universidad del Salvador bajo su responsabilidad.
 
Beneficio de la duda.
 
Se podrá conceder a Bergoglio el beneficio de la duda, no en el sentido de que no sea responsables de esas gravísimas inconductas, pues entre su versión absolutoria de "El Jesuita", de Sergio Rubin, y las condenatorias, el cronista está convencido de la investigación de Verbitsky. Beneficio de la duda en el sentido que toda historia debe ser tenida muy en cuenta, sobre todo cuando se trata de cuestiones tan importantes y trágicas, pero así y todo la persona en cuestión, 35 años después, podría iniciar otro camino, en otras condiciones políticas e históricas, y en otro lugar, como jefe de la Iglesia en Roma. Es dudoso pero teóricamente posible, sobre todo tratándose de un jesuita, retorcido, intelectual, de origen peronista de derecha, demagógico, papable desde hace mucho tiempo, sobre todo desde 2005 cuando estuvo entre los votados para reemplazar al fallecido Juan Pablo II.
 
Lo primero, entonces, es tratar de precisar quién es el personaje. Con una poderosa maquinaria de propaganda mundial, el Vaticano ha logrado en parte instalar una beatífica visión: Francisco es sinónimo de Latinoamérica y Argentina, tiene una vida sencilla y va al encuentro de los pobres. Muchos europeos y norteamericanos pueden comprar la mercadería fallada de que el ungido es tercermundista.
 
Si lo han presentado así, incluso como "Papa peronista", dirigentes del kirchnerismo como el vicegobernador Gabriel Mariotto -casi un admirador de Bergoglio de la primera hora, anteanoche en 678-, y los responsables del Movimiento Evita (Emilio Pérsico y "Chino" Navarro), ¿por qué no lo van a creer los desinformados europeos? En todo caso omitieron decir, peronista de "Guardia de Hierro", la oxidada rama derechosa de ese movimiento.
 
Cambios, no gestos.
 
Desde la elección, el jesuita vocero de prensa del Vaticano, Federico Lombardi, ha mentido y dicho la verdad en partes parejas. Mintió al asegurar que las denuncias contra Bergoglio eran "una campaña difamatoria" de un diario izquierdista. No son mentiras de Página/12, hay abundante prueba.
 
En cambio, ese vocero dijo cosas ciertas cuando propagandizó que el susodicho había recibido de pie a los obispos y no en el trono, se había asomado a la plaza de San Pedro vestido sin la parafernalia papal, había ido en colectivo con sus pares hasta donde pernoctaban y había pagado la cuenta en otro hotel.
 
Estos elogios dan cuenta de una personalidad nada rebuscada sino mundana y sencilla. Este cronista da fe que lo vio a Bergoglio años atrás sentado en el subte de la línea que va a Catedral, vestido de negro, sencillito, y con un portafolios de cuero que tenía sus años.
 
En relación al boato de otros papas, Francisco saldrá bastante más barato. Y eso, más allá de la utilización demagógico que pueda hacerse, es un dato favorable en una institución que ingresa y gasta miles de millones de dólares al año, con cuentas tan opacas como las de su banco, el IOR, que no cumple con las reglas de la banca internacional relativas al control de los lavados y otras irregularidades financieras.
 
No todo es maquillaje en el personaje. El año pasado, cuando se cumplieron 30 años de la guerra de Malvinas, habló de ese territorio "usurpado por el Reino Unido", por lo que ahora el premier David Cameron dijo: "con todo respeto, estoy en desacuerdo con él".
 
Claro que eso lo dijo Bergoglio en 2012 cuando no era Francisco. ¿Dirá algo así ahora, cuando es Papa?. Juan Pablo II tuvo una postura contraria a la recuperación de las islas en 1982 y llegó a Buenos Aires el 11 de junio de ese año, ablandando a los jerarcas militares para la rendición, producida sólo tres días después.
 
Almodóvar y algo más.
 
No se pone en tela de juicio si Francisco tendrá o no un estilo más sencillo que sus antecesores. Eso parece real. La duda es si querrá y podrá cambiar cosas fundamentales de la Iglesia que vienen alejando a tantos fieles de la institución.
 
En algunos tópicos puede ser, caso de imponer más castigos a los curas y hasta obispos pedófilos, un asunto donde el propio Ratzinger había comenzado a cambiar, luego de años de tolerancia indigna con los pedófilos de sotana.
 
De todos modos también en este punto sus antecedentes le juegan en contra. En Argentina hubo y hay muchos hombres de la Iglesia pedófilos, incluso uno condenado por la justicia a 15 años de prisión, como el cura Julio Grassi, en 2009. Y no se conoce que el ex cardenal haya tenido una postura condenatoria ni urgido a la justicia para que aquél cumpla su pena en la cárcel.
 
Alguien, con buena onda, puede suponer que Bergoglio, devenido en Francisco, va a emprender campañas contra la pedofilia.
 
En ese orden de cosas, el director español Pedro Almodóvar le pidió tres cosas al flamante Pontífice, que reflejan el deseo de muchísima gente, creyente o no. Le solicitó que cambie una institución machista dándole el mismo lugar a la mujer, que haya sacerdotes y sacerdotisas; que se termine el celibato, con lo que se atacaría en su base parte del fenómeno de la pedofilia; y que al conocer el sexo libre y el matrimonio, el Papa y curas y monjas se abran a la idea del matrimonio igualitario y a la comprensión de los gays, lesbianas y otras opciones de la sexualidad.
 
Seguro que Almodóvar formuló esa exhortación con el mejor de sus ánimos, pero puso a Francisco contra la pared de la Capilla Sixtina. Es que esos dogmas son carne de su carne y sangre de su sangre, para el jesuita y la mayor parte, por no decir todo, el obispado.
 
Tapa de la olla.
 
Los comunistas chinos y cubanos pueden proponer de golpe formas de mercado dentro de su modelo socialista, sin perder el rumbo ni la confianza en sus ideologías. La Iglesia no. No ha cambiado y muy difícilmente cambie en aquellas demandas. Ha modificado la misa en latín y de espalda a los fieles, pero abandonar "su línea ideológica" no está en su agenda; sí tiene cabida en la masa de creyentes. Esa es la base de la contradicción que Francisco no podrá ni querrá resolver pese a sus modales populares y austeros.
 
Ni hablar de las grandes contradicciones del mundo en que está inmerso el Vaticano. La presidenta argentina le pidió que "lleve el mensaje a las grandes potencias del mundo para que dialoguen y puedan convencer a los poderosos de que dirijan la mirada a sus ciudadanos y a los pueblos emergentes".
 
El Vaticano en sí es una potencia, bien que decadente por su poca credibilidad y muchos escándalos. Lo es aunque no tenga muchas divisiones de Ejércitos, como se atribuye a Stalin haber ironizado, pero las suple con su influencia cultural, su aparato mundial y financiero, y el peso de tradiciones milenarias (para los marxistas, "el opio de los pueblos").
 
Si quiere empezar otra etapa podría publicar el informe que su antecesor compiló sobre la corrupción, escándalos sexuales y chantajes en el Vaticano, conocidos como VatiLeaks. Difícilmente destape esa olla.
 
¿Francisco con una Iglesia progresista y moderna, luchando contra el injusto orden de EE UU y las potencias? Suena a película que nadie va a ver, porque ni Almodóvar la va a poder filmar.
 
https://www.alainet.org/es/articulo/74605
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