Venezuela después de Chávez
06/03/2013
- Opinión
¡Pobre Venezuela! ¡Tan lejos de Dios y tan cerca de… la esquizofrenia política! Cierto es que la última vez que el país sudamericano y caribeño tuvo un golpe de Estado –claro, a posteriori se produjeron intentonas- fue en 1958, de la mano de Wolfgang Larrazábal, quien derrocó al gobierno de Marcos Pérez Jiménez. También es verdad que Venezuela ha tenido políticos destacados tanto de izquierda como de derecha, como el llamado padre de la democracia venezolana, Rómulo Betancourt, o bien, en el extremo contrario, Rafael Caldera. Pero cuando se piensa, por ejemplo, en Carlos Andrés Pérez, el único mandatario en la historia del país en ser destituido por una acción judicial en razón de las corruptelas y fraudes en torno a los que se demostró su participación –lo que, por cierto, lo llevó a la cárcel-, no se puede sino lamentar que una nación llamada a ser próspera y líder regional, esté tan polarizada y, sobre todo, que sea tan mal administrada. En este sentido, la Venezuela que heredó Chávez en 1999 enfrentaba serios desafíos. A 14 años de distancia, muchos de esos desafíos se mantienen, en tanto que otros fueron enfrentados, en ocasiones, con buenos resultados. Siempre será difícil hacer una evaluación objetiva de la gestión de Hugo Chávez, pero quizá un punto de partida debería ser aquella frase de “por sus obras lo conoceréis”.
Cuando Hugo Chávez llegó a la presidencia por la vía de las urnas en 1999 -por cierto, tras los desatinos de Carlos Andrés Pérez, quien, al salir de la cárcel se autoexilió primero en la República Dominicana y luego en Estados Unidos, donde falleció-, Venezuela se encontraba en una terrible crisis económica. En el transcurso de la primera década del siglo XXI, la situación económica tuvo altibajos, porque si bien le benefició al país el incremento en los precios internacionales de los hidrocarburos, a nivel interno la inestabilidad política y la parálisis de actividades económicas clave –por ejemplo, de la paraestatal Petróleos de Venezuela (PDVSA), llevaron a que cayera el producto interno bruto (PIB) de manera dramática en 2003. En años subsecuentes, el desempeño del PIB mejoró, llegando a producirse tasas de crecimiento de hasta dos dígitos en 2004 y 2005. Empero, hacia 2007, la inflación llegó a ser la más alta de América Latina (22. 5 por ciento) y no sido posible revertirla -en 2008 fue del 30. 9 por ciento y en 2012 rondaba el 20 por ciento-, lo que, sin embargo, no ha tenido el efecto catastrófico que se esperaría en la calidad de vida de la población. ¿Por qué?
Según el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), Venezuela se ubica en la 73ª posición (desarrollo humano alto), respecto a 187 países evaluados en 2011 en términos de desarrollo humano y a nivel latinoamericano, supera a Jamaica (80ª posición); Perú (81ª); Dominica (82ª); Santa Lucía (83ª); Ecuador (84ª); Brasil (85ª); San Vicente y las Granadinas (86ª) y a su vecina Colombia (87ª).
Algo que hasta los detractores de Hugo Chávez reconocen es que él hizo de la lucha contra la pobreza una prioridad a lo largo de sus 14 años al frente del ejecutivo. Por supuesto que hay quienes cuestionan la veracidad de esta afirmación. Sin embargo, los indicadores del PNUD, más las valoraciones de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), proveen elementos que sugieren que al menos en términos del aumento en la esperanza de vida y la escolaridad, Venezuela mejoró considerablemente en los pasados 14 años. Así, mientras que en 1980 la esperanza de vida en el país sudamericano y caribeño era de 68. 2 años, en el 2011 había aumentado a 74. 4 años. En términos de escolaridad, en 1980, los venezolanos iban a las aulas, en promedio, por 10 años, mientras que en 2011 el incremento fue sustancial al pasar a 14. 2 años.
Los indicadores económicos también son importantes para entender ese antes y después que le ha significado a Venezuela la administración de Hugo Chávez. En sus primeros 10 años de gobierno, la economía de Venezuela creció a razón de una tasa de 4. 3 por ciento. Es cierto que estas cifras revelan una mejora en la salud económica de la nación, pero que son datos por debajo de la media imperante en la región. Claro que como bien explican Mark Weisbrot, Rebecca Lay y Luis Sandoval en un estudio publicado en febrero de 2009 por el Center for Economic and Policy Research con sede en Washington, es injusto analizar el desempeño de Chávez en su primera década como gobernante, dado que no logró el control de Petróleos de Venezuela (PDVSA) sino hasta 2003. Este es un dato importante, porque previamente la empresa era administrada por adversarios políticos de Chávez, quienes empleaban una parte considerable de la riqueza que ese consorcio les generaba, para debilitar al controvertido mandatario. Para ese momento, PDVSA generaba la mitad de los ingresos del país, y representaba el 80 por ciento del total de sus exportaciones. Los autores del estudio referido señalan, por tanto, que es más correcto analizar el desempeño económico de la economía del país a partir de 2003, lo que revela que entre ese año y 2008, la tasa de crecimiento anual fue del 13. 5 por ciento. Este es un hallazgo controvertido porque sugiere que cuando el gobierno tomó el control de PDVSA, fue que se produjo la expansión de la economía –esta afirmación disgusta a diversos economistas que apoyan la doctrina del Estado mínimo.
Sin embargo, lo más interesante es que fue el sector no petrolero el principal responsable del crecimiento económico del país, dado que tuvo un desempeño más dinámico que el de los hidrocarburos.
Algo que han denunciado los opositores a Chávez es que bajo su mandato el sector público creció de manera desmedida. Esto es cierto, pero lo que no se menciona es que el sector privado creció aun más. Así, los ramos de la economía más dinámicos han sido el financiero y de los seguros, el de la construcción, el de servicios, transporte y almacenamiento, el de las comunicaciones y el manufacturero.
Tomando en cuenta lo expuesto, el que Chávez haya tenido éxito en el combate de la pobreza y en el aumento de la calidad de vida de la población se explica, sí, por el crecimiento y la expansión de la economía, pero también por las medidas distributivas puestas en marcha a lo largo de su gobierno. De hecho, entre 1998 y 2006 se observa un incremento en un 300 por ciento del gasto social por persona. Asimismo, el número de médicos y profesionales de la salud en el sector público creció 12 veces entre 1999 y 2007, lo que posibilitó que muchos venezolanos pudieran contar con servicios de salud de los que carecían previamente. El acceso a la educación superior, también mejoró y la tasa de inscritos se duplicó entre 1999-2000 y 2007-2008. Incluso los mercados laborales presenciaron el declive del desempleo en el mismo decenio analizado.
Ahora bien: los índices de pauperización, como se sugería anteriormente, bajaron, de manera que de 2003 a 2008, la pobreza que aquejaba al 54 por ciento de los hogares se redujo a 26 por ciento. La pobreza extrema disminuyó en un 72 por ciento. Es verdad que estas cifras sólo miden ingresos y no consideran aspectos educativos o sanitarios, aunque, como se expresaba líneas arriba, hay indicadores que revelan progresos importantes en aquellas áreas. La desigualdad, medida a través del índice de Gini se redujo, dado que en 1999 era de 47 y en 2008 había bajado a 41. Por supuesto que la crisis económica de 2009-2010 fue un gran desafío para Chávez, pero aun así muchos de los indicadores alcanzados no empeoraron.
Pasando a la política internacional, Hugo Chávez tuvo una diplomacia sumamente activa. A menudo despotricó públicamente contra Estados Unidos, pero se condujo con un notable pragmatismo en sus relaciones con Washington, toda vez que pese a los famosos dimes y diretes entre el mandatario venezolano y sobre todo George W. Bush, Caracas nunca dejó de venderle un millón de barriles diarios a la Unión Americana.
A nivel regional, Chávez impulsó la Alternativa Bolivariana para los Pueblos de Nuestras América (ALBA), una iniciativa de cooperación que se origina en la respuesta que dio el polémico líder venezolana a la propuesta estadunidense de crear un Área de Libre Comercio de las Américas. Al ALBA pertenecen, además de Venezuela, Ecuador, Bolivia, Nicaragua y Cuba, los principales aliados políticos de Chávez en América Latina y el Caribe.
A través de la llamada “diplomacia de los energéticos”, Venezuela forjó importantes alianzas en Centroamérica y el Caribe, ocupando espacios que por ejemplo México estaba llamado a encabezar, pero al no hacerlo, propició el liderazgo de Caracas en esa parte del mundo.
Asimismo, Chávez buscó acercamientos políticos con naciones del mundo árabe y musulmán, empatía basada, en buena medida, en la condición de todos ellos como países petroleros. Pero sus vínculos fueron más allá e incluyeron visitas a naciones consideradas como “parias” por Estados Unidos, como Irak –cuando aun la gobernaba Saddam Hussein-, Irán y Libia.
Otros países considerados como rivales de Washington, la República Popular China y Rusia, fueron privilegiados por Chávez en su política internacional. Con Beijing concretó una treintena de acuerdos que hicieron de Caracas uno de los principales destinatarios de inversión china en América Latina y que involucran rubros tan diversos como agricultura, salud, energía, vivienda y satélites. Con Rusia se han signado acuerdos en ramos como el industrial, financiero, agrícola, energético y militar. A propósito de este último, se recuerda la invitación que Chávez cursara a las autoridades rusas para que a finales de 2008 el acorazado nuclear “Pedro el Grande” y el buque antisubmarino “Almirante Chabanenko” efectuaran maniobras militares conjuntas con las fuerzas armadas venezolanas en las costas del Caribe.
A propósito de México coincidió mayormente la gestión de Chávez con los gobiernos de Vicente Fox y Felipe Calderón, con quienes prevalecieron los desencuentros. Así, se recuerda como al primero lo llamó “cachorro del imperio” en 2005, en el marco de la IV Cumbre de las Américas, foro impulsado por Estados Unidos y con el que Chávez tenía diferencias respecto a las iniciativas económicas a desarrollar en la región. Con Calderón las tensiones no fueron menores. Según cables de Wikileaks, Calderón habría pedido al entonces mandatario brasileño Lula Da Silva que frenara el “expansionismo” de Venezuela en la región, amén de que, en otro orden de ideas, el mismo Calderón habría expresado su preocupación por el presunto flujo de recursos financieros que Chávez dio a la campaña de Andrés Manuel López Obrador para los comicios presidenciales de 2006.
Es razonable suponer que con el arribo de Enrique Peña Nieto a la presidencia, las relaciones con la Venezuela de Chávez habrían mejorado sensiblemente, sin embargo ese es un tema rebasado por los acontecimientos por todos conocidos. En cualquier caso, Peña Nieto fue de los primeros mandatarios en expresar sus condolencias por el deceso de Chávez y será interesante observar qué funcionarios mexicanos viajarán a las exequias del hoy occiso a celebrarse en unos días más en Caracas. A manera de ejemplo, Cristina Fernández, Presidente de Argentina, partió de inmediato rumbo a Venezuela tras conocer la noticia del deceso de Chávez.
¿Qué le depara el futuro a Venezuela sin Chávez? De entrada la ley señala que habrá que convocar a comicios en los siguientes 30 días, contienda electoral en donde el hasta hoy Vicepresidente Nicolás Maduro y el líder del Congreso, Diosdado Cabello serán figuras clave del lado de los “chavistas” frente al abogado Henrique Capriles, quien en las elecciones del pasado mes de octubre de 2012, obtuvo poco más del 44 por ciento de los votos, frente al 55 por ciento de Chávez. Capriles ha actuado con bastante cautela tras conocer el deceso de su antagonista político, pero se perfila como un jugador clave en el proceso sucesorio.
Lo que está en juego es reconciliar la democracia con los programas sociales que han contribuido a mejorar la calidad de vida de los venezolanos. Asimismo, Venezuela querrá mejorar las relaciones con los países de la región, aunque aun no es claro si habrá continuidad con iniciativas como el ALBA. Colombia es un país fundamental con el que han prevalecido los desencuentros, en gran medida por la alianza estratégica entre Bogotá y Washington, sin embargo la lógica marca que es necesario sentarse a negociar con los colombianos a pesar de las diferencias que puedan existir. Respecto a otras regiones, los acercamientos logrados con Beijing, Moscú y diversos países árabes están en el aire, si bien la situación geopolítica de Venezuela podría llevar a que cualquier gobierno subsecuente aproveche esta diversificación emprendida por Chávez para negociar mejores términos con otras naciones como Estados Unidos, España y otras más que son importantes para Caracas y con las que prevalecieron los desencuentros a lo largo del chavismo.
Con todo, Chávez marcó un antes y un después para Venezuela y nadie puede mantenerse al margen de una personalidad tan controvertida y fascinante como la del comandante. Descanse en paz Hugo Chávez Frías.
María Cristina Rosas es profesora e investigadora en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México
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