Bicentenario de la Primera visita del Libertador Simón Bolívar a Maracaibo
En este Bicentenario, revivamos el amor de esos días gloriosos hacia nuestro Libertador. Porque es un elixir espiritual que respiramos cuando defendemos la Patria de la agresión extranjera y cuando nos esforzamos por construir la Venezuela independiente, fuerte y justa que soñó.
- Opinión
Sumario
Primera visita para celebrar el aporte de Maracaibo a la victoriosa Campaña de Carabobo. Bolívar se mueve de Trujillo hacia el pequeño puerto de Moporo para venir a Maracaibo. Navegó la Costa Oriental del Lago en la goleta Paquete, acompañado –entre otros- por Pedro Briceño Méndez, ministro de guerra. Fue observando con interés las poblaciones de palafitos, en especial Paraute, la más grande. Llegó a la orilla maracucha a dos meses del triunfo histórico en Carabobo, comenzando la noche del 30 de agosto de 1821, mismo día que el Congreso de Cúcuta terminaba la Constitución de Colombia surgida del Congreso de Angostura de 1819.
El Libertador Simón Bolívar menciona cuatro veces a Maracaibo en su Manifiesto de Cartagena; lo hace para señalar que esta ciudad estaba dominada por los realistas sin poder sumarse al movimiento independentista, razón por la cual debía hacerse una campaña vía Santa Marta para ir a liberarla. En esta época -15 de diciembre de 1812- Bolívar no conoce Maracaibo, ni tiene información directa de ninguna fuente cercana. Comienza a saber más de Maracaibo por las conversaciones que sostuvo durante la Campaña Admirable con su amigo el General Rafael Urdaneta. Cuando escribe en Kingston su famosa Carta de Jamaica, El Libertador piensa en Maracaibo como posible capital de la nueva república que debía nacer de la unión de la Nueva Granada y Venezuela con el nombre de Colombia
Epígrafe
Carta anunciándole al Gobernador su visita a la ciudad:
Desde el Tocuyo, a 16 de agosto de 1821, El Libertador envía una breve nota al Gobernador de Maracaibo: “Al amanecer de mañana partiré de aquí con dirección a Carora de donde regresaré muy pronto, y estaré en Trujillo del 24 al 26 del presente. De allí pasaré inmediatamente a esa capital. Lo aviso a Usted para su inteligencia y para que tenga preparado todo lo necesario.”
I
Tras el contundente triunfo en Carabobo, El Libertador se encontraba en Caracas desde el 29 de junio. Fue una estancia muy marcada por lo administrativo. Había que reorganizar el gobierno. Caracas recobró la capitalidad. El 6 de julio sale hacia Valencia a verificar las acciones del bloqueo sobre Puerto Cabello donde se había atrincherado el enemigo derrotado en la Batalla de Carabobo.
Parece haber un error en la edición consultada del Resumen de Historia de Venezuela de Baralt, según la cual “salió de Caracas el 1° de agosto y se dirigió a la Nueva Granada, visitando al paso la ciudad de Maracaibo”, porque Bolívar regresó a Caracas el 31 de julio, por pocos días, hasta el 5 de agosto que vuelve a las cabalgatas, preocupado sobre todo por la insistencia española en reconquistar Coro, y desde allí lanzarse sobre el occidente de Venezuela. El mismo error en la fecha es repetido por Besson, habiendo sido enmendado palmariamente en los estudios de Romero Luengo, cuya línea discursiva es fuente confiable para este texto.
Esta situación vulnerable en Coro, por la presencia de guerrillas realistas muy activas y el reforzamiento desde Puerto Cabello, actuó como aguafiestas que empañó las celebraciones por la impecable victoria en Carabobo, hecho que malhumoró un tanto al Libertador.
En el “Hombre de las Dificultades”, ya el escenario de la guerra se había expandido. En plena llanura de Carabobo su mente está puesta en el Sur; quiere ir por Maracaibo y Santa Marta aglutinando una gran fuerza, tomar el istmo de Panamá con Urdaneta al frente, y llevar su Ejército Libertador a Quito, Perú y donde quede algún rezago de colonialismo.
El 24 de agosto de 1821 le escribe a Urdaneta: “Me han asegurado que se haya Usted mucho mejor; lo celebra infinito por Usted, por la Patria y por mí. Si esta buena nueva no es falsa, lo convido a Usted para que venga a Maracaibo a ayudarme eficazmente y a ganar nueva gloria, si su fortuna es tal que no se lo impida su salud”.
Como se sabe, la salud de Urdaneta no había mejorado todo lo deseado por Bolívar, y el Brillante General maracaibero, contra su apasionado deseo de seguir al lado de su amado líder, hubo de cumplir otras misiones, no menos importantes, riesgosas y gloriosas, tal cual ha quedado eternizado en la verdadera historia de nuestra emancipación.
En Valencia, el 11 de julio de 1821, Bolívar instruyó al Coronel Juan de Escalona, que Urdaneta había dejado al frente de la Provincia de Coro y la estaba defendiendo al parecer con buen tino a pesar de las desventajas político-militares: “Ya ha marchado el Señor Coronel Justo Briceño por Siquisique, a tomar el mando de la Provincia de Coro, y en consecuencia Usted está ya relevado, y puede entregar el mando de la Columna que está a sus órdenes al Señor Coronel Juan Gómez, a quien dará la orden de marchar inmediatamente a la ciudad de Coro y tomarla a todo trance: en la inteligencia que el armisticio no se ha concluido esperando sólo que esa ciudad esté en nuestro poder y cuya evacuación ha sido de mi mayor desagrado. Usted, pues, vendrá a mi Cuartel General a dar cuenta de su conducta militar.”
Antes, el día 14 de agosto, desde su Cuartel General de Barquisimeto, fue remitido por Briceño Méndez: “Al Excelentísimo Señor General en Jefe, Comandante General de La Guardia, Rafael Urdaneta…el Despacho de General en Jefe de los Ejércitos de la República, con que Su Excelencia el Libertador Presidente ha recompensado los gloriosos esfuerzos de Vuestra Excelencia en esta última campaña.”
Pero la situación coriana se tornaba cada minuto en una verdadera mortificación para Bolívar. En Carora, el 21 de agosto de 1821, cuando ya había anunciado su viaje a Maracaibo, instruye al Coronel Manuel Manrique: “En este momento acabo de saber que el Coronel Tello ha evacuado a Coro, dirigiéndose por el camino de la costa hacia Puerto Cabello. El Coronel Inchauspe ha mandado a su hermano político a dar este aviso y a ofrecer sus servicios a la República. Yo he tomado las medidas convenientes para el caso, siempre desconfiando de la verdad de estos hechos, aunque con toda probabilidad deben ser ciertos. Tengo además un documento de Tello que comprueba la relación de Inchauspe; más como este documento puede ser fingido, de todo se debe dudar. El Coronel Tello puede entrar a Puerto Cabello con 600 hombres, que a los mil que hay en dicha plaza, puede reunir una fuerza respetable. Por lo mismo enviará Usted una copia de este oficio al General Páez, para que envíe o traiga él mismo el Batallón de Apure que se mandó ir a los Llanos, siempre que allí no haga falta. Usted tomará todas las medidas de precaución necesarias para impedir que el enemigo no haga una salida con suceso, y adoptará una conducta muy prudente para que ni remotamente se pueda sufrir un revés.
Las tropas que se habían dirigido contra Coro marchan siempre allí, a las órdenes del Señor Coronel Briceño. Aquella ciudad había sido ya ocupada por el Señor Coronel Escalona, según dice el cuñado de Inchauspe, de resultas de la evacuación del Coronel Tello. Yo continúo mi marcha a Maracaibo para obrar por la costa si fuere necesario, y allí espero el resultado de la negociación que he mandado establecer con Inchauspe, para su incorporación a la República.”
Nótese en el subrayado, que de tal mortificación era el asunto de controlar Coro, que el propio Libertador estaba decidido a acudir personalmente con una fuerza suficiente para acabar de una vez con ese foco de perturbación para la República. Es que permitir el control realista de ese corredor Coro-Puerto Cabello era algo realmente riesgoso, como en efecto quedó demostrado un par de años después.
Ese tal Inshauspe es un personaje problemático de origen francés, que, de realista furibundo, causante de grandes daños a la población patriota en la Provincia de Coro, vaciló ofreciendo en dos ocasiones pasarse al bando republicano, hasta que por fin lo hizo en las condiciones más oportunistas favorables a su ambición. Para la República aquella negociación era una forma de neutralizar a las guerrillas que le seguían en Pedregal y otras locaciones de la Sierra Coriana.
Bolívar insiste en atender el reducto realista de Coro, a pesar de estar tratando desde Carora con el General de Brigada Mariano Montilla, Comandante en Jefe del Ejército de Operaciones sobre Cartagena, la toma de aquella ciudad-puerto tan estratégica y el plan que está orquestando de una acción contundente sobre el istmo de Panamá.
Le dice a Montilla: “El estado miserable en que he encontrado este ejército de Occidente por la escasez de víveres, vestuario y dinero, y aún más por la imposibilidad de atravesar un desierto perfectamente desierto, me ha hecho tomar la resolución de dirigir mis marchas hacia Maracaibo con los mejores cuerpos de la Guardia, para organizar allí una expedición respetable para libertar a Coro y después continuar sus operaciones sobre las costas aún ocupadas por los enemigos. Esta expedición podrá hacer más todavía, si la fortuna nos es propicia. Sobre este particular, creo que no debo encarecer la necesidad que tenemos de acelerar la ocupación del más importante punto militar y comercial del Nuevo Mundo, antes de que la paz venga a desarmarnos.
El señor coronel Briceño ha marchado de aquí para Cumarebo con fuerzas suficientes para pacificar la provincia de Coro. Si él no lo logra, emplearé yo las fuerzas que están a mis órdenes inmediatas. Ya el coronel Escalona ha triunfado dos veces en Cumarebo de aquellos enemigos.” (Cuartel General de Carora, a 19 de agosto de 1821.)
Al Vicepresidente del Departamento de Cundinamarca Francisco de Paula Santander, le reitera sus preocupaciones y acciones tomadas sobre Coro: “El señor coronel Justo Briceño ha marchado de aquí a reforzar el pueblo de Cumarebo con el batallón de Maracaibo y Cazadores montados. Toda nuestra fuerza reunida en Coro puede subir a mil quinientos hombres, poco más o menos igual a la del enemigo, pero superior en moral y en recursos, porque yo le he enviado diez mil duros para que compre víveres en Curazao y vestuarios para toda aquella división, además de haberle remitido ganado y lo más que ha estado a mi alcance. He preferido dar todo lo que tenía a aquellas tropas porque eran las más empeñadas con los enemigos y las que ocupaban un país más desolado. Venezuela entera es la imagen de una vasta desolación, más Coro es la Libia donde no hay ni aun agua que alimente los seres vivientes. Un verano de dos años ha hecho más inhabitable aquel desierto.”
La lucha contra los obstáculos de la naturaleza fue una constante en la gesta bolivariana, no sólo una exclamación en medio de la tragedia de 1812 en Caracas.
En la misma fecha ordena al Teniente Coronel José María Delgado: “Debiendo marchar para Maracaibo una columna de 1.500 hombres, para formar una expedición marítima que ataque a Coro por La Vela, es absolutamente indispensable que Usted haga venir a los Puertos de Altagracia cuatrocientas o quinientas reses del enemigo para dicha expedición. Comisión que encargo de preferencia a toda otra; y está autorizado para emplear toda la fuerza necesaria para el caso. Nada es tan importante como este objeto. Las fuerzas de Cumarebo han rechazado a Tello, que ha tenido gran pérdida, y el coronel Briceño ha marchado con 1.000 hombres a reforzar a Cumarebo; y yo, con varios cuerpos de la Guardia, marcho mañana a obrar por mar, no pudiendo atravesar el desierto que cada día se hace más intransitable. Usted se ocupará exclusivamente en recoger ganado para el ejército. Igualmente enviará cuantas cabras se puedan conseguir, a los Puertos de Altagracia. El hato de Oberto debe ser el primero de que debemos sacar el ganado y después lo más que se pueda de los otros.”
Entre la multitud de oficios que se expidieron en Carora ese 19 de agosto de 1821, aún hubo tiempo de declararle el rango de Teniente Coronel efectivo al patriota cubano-venezolano José Rafael de las Heras, Comandante del Batallón de Tiradores de la Guardia, con antigüedad en dicho empleo del 13 de agosto de 1819. Este héroe de la Patria fue quien trajo su batallón desde Gibraltar la noche del 26 de enero de 1821 para resguardar la Maracaibo que el 28 se liberó del yugo español y se sumó a la República, y que, luchando siempre al lado de nuestro pueblo lacustre, muriera en la Batalla de Juana de Ávila en abril de 1822.
En la misma fecha que Bolívar informa al Gobernador de Maracaibo sobre su cercana visita (Tocuyo, 16 de agosto de 1821), escribió a Santander una carta algo extensa, pero donde destaca la visión internacionalista que había madurado en El Libertador desde sus primeros días de revolucionario, tanto como su visión política sobre el sostenimiento de la paz y -con cierta dosis de acritud- su repudio a las tramas del poder legislativo reunido en Cúcuta: “Antes de ir al congreso pienso pasar por Maracaibo a arreglar aquello, que no está muy arreglado, según se dice. Luego sigo a Cúcuta, y a mediados de setiembre estaré en Bogotá de paso para Quito. Pero cuidado, amigo, que me tenga Usted adelante 4.000 o 5.000 hombres, para que el Perú me dé dos hermanas de Boyacá y Carabobo (siempre prediciendo). No iré, si la gloria no me ha de seguir, porque ya estoy en el caso de perder el camino de la vida, o de seguir siempre el de la gloria. El fruto de once años no lo quiero perder con una afrenta, ni quiero que San Martín me vea, sino es como corresponde al hijo predilecto.
A propósito de guerra: se está esperando la paz por momentos, y la independencia de Méjico y del Perú, porque todo se ha acumulado a favor de la libertad de América. Creo que, antes de verme Usted, ya habrá noticias de paz; más como todo se puede hacer, es preciso prepararse para la guerra, a fin de darle una buena base a la paz.
Yo no hablaré a Usted nada, porque no tengo tiempo para nada, quiero decir de congreso, constitución, vicepresidentes y todas las demás sacaliñas de Cúcuta y sus cercanías. Estas bagatelas me harían escrito una resma si yo supiera escribir y tuviera tiempo. Digo más, ni aun de palabra, podré decir la mitad de las cosas que me ocurren sobre estas miserias. Miserias de las cuales dependen nuestra vida y alma, sin contar el honor y la gloria.”
II
La visita
Como he sostenido en otros artículos, Bolívar no fue hombre de perder tiempo. Su viaje por Maracaibo no obedece a los romanticismos historiográficos que a veces se han argüido. Es cierto que desea hacer esa visita para celebrar –en el sentido político- la adhesión de la Provincia a la República. Al inicio del texto lo expusimos.
Pero no todo se trataba de festejos. En agosto de 1821 el imán de la guerra contra el imperialismo europeo atrae a Simón Bolívar a eso que los geopolíticos suelen llamar “heartland”, que en la dimensión del escenario subcontinental y en la coyuntura bélica, es la franja que va de Maracaibo (navegabilidad interna y salida al mar) a Cartagena (principal puerto fortificado), desde la cual dominar las costas de aquella Colombia original, el istmo panameño, el acceso al Pacífico, poder reunir un ejército que provoque desenlaces definitivos en el Sur, recaudar por las buenas -y por las otras- los recursos que exige la guerra, incluidas las naves (así sean corsarias o mercantes) para transportar tropas y pertrechos, para ir a plantar la bandera la libertad en el alma de los pueblos suramericanos que continuaban subyugados por la Corona Española.
Sin embargo, como también hemos afirmado en trabajos anteriores, Bolívar tuvo una mirada telescópica para lo general, y otra microscópica para los detalles. Ni por un segundo se distrajo de los asuntos “de la casa”. El 3 de septiembre trasmite al Teniente Coronel Francisco María Farías su satisfacción por haberse incorporado a las fuerzas independentistas según los términos pactados con el Comandante Francisco Delgado, otorgándole el rango militar alcanzado en su carrera previa y la comandancia del territorio del Casicure. Le encomienda controlar la zona con su liderazgo, para evitar el uso de las armas. El 8 de septiembre escribe al Teniente Coronel León Ferrer requiriendo con énfasis las 500 reses solicitadas de Carora para manutención de la tropa, y pasa a informar que ha encomendado al Teniente Coronel Francisco María Farías la pacificación del Casicure, bien por la vía del diálogo -por la influencia de este oficial en la zona-, o actuando con una fuerza contundente de manera de aquietar los reductos realistas locales.
En estos días El Libertador crea un Departamento Militar con las Provincias de Coro, Maracaibo, Trujillo y Mérida, con Maracaibo como cabecera, para mayor resguardo de la paz recién alcanzada, defensa del territorio y mejor coordinación en el uso de los elementos militares; con fecha 16 de septiembre, casi finalizando su visita a la ciudad portuaria, expide instrucciones nombrando Jefe del Departamento a Urdaneta.
Al General Rafael Urdaneta, le participa una nueva estrategia territorial para optimizar los esfuerzos: “El Libertador Presidente ha tenido a bien crear un Departamento militar compuesto de las provincias de Coro, Maracaibo, Trujillo y Mérida; y se ha servido conferir a Vuestra Excelencia el mando en Jefe de él. Como esta ciudad es el centro del Departamento, fijará en ella su residencia sin perjuicio de que ocurra a cualquiera otra parte a donde sea necesario. Al conferir a Usted este destino, ha tenido Su Excelencia presente el estado de su salud que le impide seguir por ahora a la cabeza de La Guardia; pero Usted conserva el mando general de ella, y recibirá órdenes para que vaya a reunírsele, cuando me avise haber conseguido ya su perfecto restablecimiento y que pueda marchar sin peligro de recaer. Aunque las provincias, que forman el Departamento militar que se le encarga, pertenecen a Venezuela, dispone Su Excelencia que se entienda Usted con este Ministerio y con el Estado Mayor General directamente sin dependencia del Vicepresidente Departamental hasta que se prevenga otra cosa.” (Maracaibo, setiembre 16 de 1821. Pedro Briceño Méndez)
No descuidó mantenerse en vilo por la liberación definitiva de la Provincia de Coro: “El señor coronel Justo Briceño ha marchado de aquí a reforzar el pueblo de Cumarebo con el batallón de Maracaibo y Cazadores montados. Toda nuestra fuerza reunida en Coro puede subir a mil quinientos hombres, poco más o menos igual a la del enemigo, pero superior en moral y en recursos, porque yo le he enviado diez mil duros para que compre víveres en Curazao y vestuarios para toda aquella división, además de haberle remitido ganado y lo más que ha estado a mi alcance. He preferido dar todo lo que tenía a aquellas tropas porque eran las más empeñadas con los enemigos y las que ocupaban un país más desolado. Venezuela entera es la imagen de una vasta desolación, más Coro es la Libia donde no hay ni aun agua que alimente los seres vivientes. Un verano de dos años ha hecho más inhabitable aquel desierto.” (Carora, 16 de agosto de 1821. Al vicepresidente de Colombia y al de Cundinamarca)
La relación legada por Adolfo Romero Luengo en su antológica obra “Bolívar en el Zulia: Enfoque de una Época”, nos permite comentar, añadiendo nuestra lectura particular, que:
- Al llegar a Maracaibo El Libertador ya está informado de la recuperación de Coro por los patriotas, aunque no dejaba de advertir los riesgos que representaban las fuerzas replegadas en Puerto Cabello y las guerrillas pro monárquicas que continuaban operando en ese territorio coriano. Las alianzas con algunos oficiales realistas pasados al bando republicano, no eran garantía completa de la aspiración bolivariana.
- En Maracaibo Bolívar está diseñando la Campaña del Sur. Nada es tan importante como mantener en secreto su plan. Su edecán, el entonces Coronel Diego Ibarra, es el celoso portador de informes confidenciales y comunicaciones dirigidas a las autoridades en Bogotá, pero también –y sobre todo- al General José de San Martín en Perú, al General Bernardo O’Higgins y al Almirante Cochrane en Chile. Podemos afirmar que, en la primera quincena de septiembre de 1821, en Maracaibo, El Libertador termina de redondear en su mente de estratega mundial, la visión prospectiva que lo llevó a destruir al Imperio Español en sus colonias más ricas y apertrechadas.
- El 7 de septiembre el Congreso en primeros escrutinios nombra a Bolívar Presidente de Colombia, lo que hace variar su ruta costeña a Santa Marta por la lacustre-andina hacia Cúcuta a juramentarse en el cargo. En esos días se ocupa de misceláneas gubernativas, ratificando algunas decisiones previas tomadas por Urdaneta, como la que unificaba el mando administrativo, político y militar en una sola persona, dada la presencia de enemigos en áreas fronterizas a la región. Igualmente hace seguimiento minucioso de la situación internacional, en especial la española, donde ha destacado fogueados negociadores. Sabe que la Metrópoli ya no cuenta con los recursos que tuvo cuando envió la poderosa flota de Pablo Morillo. Mientras, otras naciones de peso, comienzan a considerar inevitable el reconocimiento de la República creada por Bolívar.
- El Libertador no quiere ser Presidente porque necesariamente debe continuar siendo el jefe de las armas. Su alma de guerrero de la justicia y la independencia le posee todas las energías. Acepta por disciplina republicana ir a asumir formalmente la Presidencia, pero a condición que se le faculte para continuar en campaña contra los únicos enemigos que desea derrotar y expulsar: los godos. Encomienda al Coronel Salom la marcha a Santa Marta y le requiere a Montilla (afectado de salud por esos días) la toma de Cartagena. Él irá al Sur a escalar la Gloria inédita que sólo su Genio fue capaz de inventar.
El 18 de septiembre a las 4 de la tarde sale Bolívar del puerto maracaibero rumbo a San Carlos del Zulia. No pudo Urdaneta llegar a tiempo para abrazarse con su hermano de lucha en su ciudad natal. Un par de días de diferencia impidieron ese feliz encuentro. El Prócer zuliano se volvió raudo a Cúcuta a alcanzar a Bolívar y juntos tomaron nuevas decisiones que convirtieron al General en Jefe Rafael Urdaneta en “eje de las operaciones militares” del Libertador en la Campaña del Sur. Reiteremos con Jesús Enrique Lossada nuestros sentimientos por Urdaneta: “Después de Bolívar está él. Con Bolívar, él irá por todos los caminos, consumará todos los sacrificios, arrostrará todos los riesgos”.
III
Nota final
La crónica periodística de aquella primera visita quedó recogida para la posteridad en El Correo Nacional, novedad editorial que trajo la emancipación de Maracaibo del 28 de enero, de la mano del Capitán de origen francés Andrés Roderick: “No pueden exactamente delinearse todas las circunstancias que concurrieron juntas en un recibimiento tan solemne y majestuoso. El pueblo de Maracaibo ha dado la prueba más inequívoca de su amor y gratitud hacia el gran Padre de la Patria, el Libertador de Colombia, y este gran Héroe le ha correspondido con las demostraciones más patéticas de satisfacción, agrado y aprecio; dirigiéndole, al llegar a las puertas del Palacio en regreso, un razonamiento breve, pero lleno del fuego de elocuencia que distingue y marca todos sus discursos. Por la noche, después de una espléndida mesa, hubo un Concierto a que siguieron varias canciones patrióticas, propias de las circunstancias, terminándose la diversión con bailes, fuegos artificiales e iluminación general.
En pocos minutos se divulga la noticia. A medida que va extendiéndose, va creciendo el entusiasmo cual gigantesca ola que envuelve al pueblo. Con la alegría de saber que ha llegado el Libertador, se cruza por toda la comunidad un deseo ardiente de conocerle, un interés por escuchar a viva voz la elocuencia de su palabra, y por sentir de cerca que tanto se ha oído ponderar de su genio, de su obra, ya gloriosa.
Bolívar fue alojado en la Casa de Gobierno. La ciudad fue iluminada en forma extraordinaria. Representantes del Gobierno, de las Corporaciones y personas distinguidas, acudieron a presentarle su saludo. Entre tanto, la plaza y las calles las ha colmado el pueblo. Vivas y aclamaciones se repetían con alborozo tanto más, cuando el Libertador salió al balcón y les dirigió la palabra.”
En este Bicentenario, revivamos el amor de aquellos días gloriosos hacia nuestro Libertador. Porque Bolívar es un elixir espiritual que respiramos cada vez que defendemos la Patria de la agresión extranjera, y cada instante que nos esforzamos por construir la Venezuela independiente, fuerte, justa y próspera que él soñó.
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