¿Es ladino el Estado guatemalteco? (1)

Es esa clase dominante, en especial su núcleo principal, la que ha instaurado un régimen de explotación y de dominación que mantiene en la miseria, en la exclusión y en la marginación a las mayorías sociales

02/06/2021
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El Estado guatemalteco, sin duda, es uno de los principales dispositivos que contribuyen a reproducir el racismo y la opresión contra los pueblos indígenas.

 

Quienes analizan dicho Estado desde el exclusivo lente del racismo suelen interpretar este fundamentalmente como un Estado ladino y en buena medida le atribuyen un carácter que homogeniza al sujeto social y político que lo ha configurado como racista. Se incurre así en un doble error interpretativo, ya que dicho sujeto es heterogéneo en lo social, cultural e identitario, por un lado, y porque se obvia el carácter de clase que lo define en su extracción social y económica y en el proyecto que implementa desde la principal forma de organización del poder. Esto es lo que trataré de forma breve y seguramente incompleta en este y en uno o más artículos sucesivos.

 

El Estado, como relación y construcción social, se explica, en parte, en el hecho de que ha sido y es la síntesis de quienes han ejercido poder en el ámbito de la economía, la sociedad y la cultura, lo cual extienden a esta forma de organización política principal, que, como sabemos, se configura a partir de un ordenamiento jurídico y un aparato institucional construidos para la defensa de sus intereses.

 

Lo anterior lleva a preguntarnos quiénes han sido los principales configuradores del Estado guatemalteco, cuáles son sus intereses y cuál es el proyecto que se expresa en su ordenamiento jurídico, en el despliegue de su institucionalidad y en el ejercicio de poder que expresa. En este sentido, quienes han tenido tal capacidad constituyen un grupo social cuyos distintivos principales son su carácter de clase social dominante y su interés en mantener el control de los recursos estratégicos y de los medios de producción fundamentales. Por consiguiente, persiguen la reproducción de un modelo de acumulación de capital del cual se benefician a través de la extracción de plusvalía por la vía de la explotación de la fuerza de trabajo y de la apropiación de los bienes comunes y públicos: los territorios ricos en metales e hidrocarburos, tierras y agua, y el control rentista de las instituciones, políticas y presupuestos, por mencionar solo algunos que ilustran lo dicho.

 

Pero ese grupo social no es homogéneo. Al respecto, algunos de sus distintivos son la dimensión de su capital y su capacidad para dirigir la cosa pública, es decir, la institucionalidad y la política en materia económica, por ejemplo. No todos los integrantes de la clase dominante forman parte del núcleo con mayor capital y con tal capacidad estratégica. El capital y la capacidad política de quienes integran dicha fracción de clase son el resultado de su constitución histórica, en buena medida procedente del despojo y de la explotación originaria (en especial desde la Colonia, instituida a partir de la invasión española, y posteriormente con la instauración y el desarrollo de la llamada república), así como de sus avances en términos del control oligopólico de la economía, que hoy se explica en la conformación de grupos corporativos y en el control que logran del aparato estatal y que se concreta en la gestación de leyes y políticas (económica, crediticia, cambiaria, energética, minera, etcétera) para su exclusivo beneficio. Estos son precisamente aquellos a quienes usualmente se denomina oligarquía, es decir, el núcleo con mayores recursos y capacidades de poder en el seno de la clase dominante, aquellos que planificaron y ejecutaron la llamada independencia de España y que, a partir de ahí, han tenido la capacidad de dar curso y carácter histórico al Estado guatemalteco.

 

Es esa clase dominante, en especial su núcleo principal, la que ha instaurado un régimen de explotación y de dominación que mantiene en la miseria, en la exclusión y en la marginación a las mayorías sociales, entre las cuales se encuentran los grandes conglomerados de trabajadores y trabajadoras de los pueblos que, desde la perspectiva cultural, se autoidentifican como indígenas (mayas, xincas, garífunas) y ladinos o mestizos. Exclusión y marginación que también se expresan en el ámbito de los centros de decisión política en el Estado y, por consiguiente, en los destinatarios de los beneficios de las políticas públicas.

 

https://www.alainet.org/es/articulo/212493?language=es
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