Traducido del marciano al quechua

Muchos sostienen que los apus, los nevados andinos, emanan una poderosa energía ctónica, que afecta positivamente a los humanos.

23/02/2021
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Valle Sagrado de los Incas
Foto: ETG/ALAI
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Homenaje cariñoso a Jaime Avilés

 

En el Valle Sagrado de los Incas, en el Perú, abundan los hanpiq (curanderos), shamanes, adivinos con las hojas de coca, guías en viajes de wachuma (San Pedro) y hasta merolicos y santurrones de los tres sexos.

 

Muchos sostienen que los apus, los nevados andinos, emanan una poderosa energía ctónica, que afecta positivamente a los humanos. Hay también quien afirma que los que escogen vivir aquí son gente selecta, en algún sentido, que acaba siendo protegida. No sé cuánto creer en todo esto, pero de que haya eventos mágicos e inexplicables en el valle –como las sombras del nevado Pitusiray que una vez al año configuran la silueta del Inca y un jaguar- los hay.

 

Uno de los vidente que ha tenido en el pasado cierta fama –aunque ahora es tan pasado de moda que lo apellidan opa mayor, el equivalente a “tonto del pueblo”- es don Manuel Cusi, un quechua-hablante que encarna el perfecto fenotipo andino, chaparrito, robusto y de tórax ancho. Locuaz como él solo, me ha tomado simpatía y me invita a compartir con él, cada vez que nos encontramos, unos enormes vasos de chicha –la bebida andina de maíz fermentado, ligeramente alcohólica, a veces saborizada con frutilla. Es su ocasión periódica –medianamente bisemanal- de explayar conmigo, en una remolinante narración, lo que llama su “gacetín maniqueo”, y constituye un modelo precioso de periodismo oral, joya antropológica y verdad paralela.

 

El último gacetín de don Manuel ha sido tan sorprendente que, aun sin apostar sobre su veracidad, vale la pena relatarlo. Obvia y cobardemente no me asumo responsabilidad alguna, ni civil ni menos penal, por el contenido de su narración.

 

Sostiene don Manuel haber encontrado en la falda del Sawasiray-y fraternizado con- un marciano llamado Ashem, diminuto, sin cabellos y con una piel algo luminiscente. Refreno mi incredulidad y me limito a cuestionar: ”¿Ah sí, y cómo comunicaban?”.”Telepáticamente, obvio,” contesta don Manuel sin arrugarse. “Sus discursos llegaban a mí en perfecto quechua”, añade. Y empieza un relato increíble y verosímil al mismo tiempo.

 

Ashem acepta autodefinirse marciano pero especifica que en Marte sólo tienen unas bases subterráneas desde algunos siglos y un observatorio en la Luna pero su gente en realidad viene (o mejor, va y viene) de tres planetas de la constelación de las Pléyades, cuyos sistemas solares nunca nombra. Tienen ya un tiempazo observándonos y su estudio de nuestro planeta, capítulo microscópico en su archivo cósmico de datos, documenta cuidadosamente la evolución del geosistema y las variaciones de los fenómenos naturales. Los comportamientos, creencias y actividades humanas son objeto de una verdadera ciencia, comparable a la etología o a la paleoetnología, uno de cuyo postulatos es el de no intervenir ni interferir con el objeto de estudio. Las veces que los pleiadianos han sido vistos por nosotros, ha sido por descuido, desinterés o hasta provocación de sus pilotos de Ufo, ya que no hay ninguna prohibición de establecer contacto visual. Al contrario, aunque no interviniendo abiertamente, ellos quieren que sepamos de su existencia.

 

Para responder a las preguntas de don Manuel, que se ha preocupado comprensiblemente para saber qué piensan de nosotros después de su cuidadosa observación, y qué cuentan de hacer con la humanidad, Ashem es de lo más tranquilizante: don Manuel asegura que, para referirse a los humanos, utiliza seguido la palabra “alausitos”, que en buen quechua significa pobrecitos.

 

Antes que todo, no entienden la facilidad con que nos dejamos engañar por unos gobernantes que nosotros mismos elegimos y para dejarnos someter a los intereses de unas reducidas clases dominantes. En sus planetas, estas prácticas de trucar las elecciones (fingiendo además que es un ejercicio democrático), reprimir con violencia las justas protestas y reivindicaciones del pueblo, instaurar gobiernos que se dedican especialmente a despojar los bienes comunes, permitir y hasta fomentar la devastación de la naturaleza, ocultar realidades innegables –como en el caso de la existencia de extraterrestres- son vicios erradicados hace milenios y que la inteligencia humana debería haber debelado hace rato. Les sorprende que la Tierra, teniendo todas las cartas en reglas para ser un verdadero Edén donde predomine la felicidad y el bienestar de todos, sea un lugar de guerras, hambre, pobreza, desastres naturales provocados por el mismo hombre y enfermedades. Y que las voces que se levantan contra este estado de cosas sean silenciadas, perseguidas y hasta acusadas de paranoicas, “conspiranoicas” o terroristas por quienes detentan el poder y el dinero. Todo para dejar vía libre a una insaciable minoría obsesionada por la acumulación innecesaria e incesante de riquezas. En pocas palabras, que estamos destruyendo un planeta tan bello y rico como el nuestro, envenenándonos la vida unos a otros.

 

Contestando a la segunda pregunta de don Manuel –la de qué quieren hacer con nosotros- Ashem afirma que los “marcianos”están rediscutiendo en estos tiempos el principio de no intervención, que nunca fue absoluto, tanto que, en época reciente, dice que por dos veces nos han evitado la conflagración de una guerra nuclear. A pregunta pujante de qué piensa de la actual pandemia que infesta el planeta, Ashem ha contestado que el cuento que nos hemos tragado del “virus chino” demuestra nuestra increíble ingenuidad (y mala fe correlata). El sistema informativo terrestre lo ha considerado qanra, pérfido. Según las observaciones de ellos –y dice que ni se ha necesitado de una gran capacidad investigativa- el Covid-19 es un producto humano elaborado en el laboratorio de armas biológicas de Fort Detrick en la ciudad de Fredrick, Maryland, a 50 millas de Washington. De ahí, habría viajado a la ciudad de Wuhan en ocasión de los Juegos Militares (una especie de Olimpiadas de todos los ejércitos) con uno –o varios- de los 172 atletas estadounidenses (En el evento, que estaba en su séptima edición y se llevó a cabo en Wuhan del 18 al 27 de octubre 2019, informa Wikipedia, participaron 9308 atletas de 109 países en 27 deportes, NdR)

 

Según Ashem, en el verano de 2019, el gran número de muertes en los EEUU atribuidas a influenza o neumonía atípica estaba en realidad relacionado a una “fuga” del Covid-19 de Fort Detrick, cuartel general del Army Biological Warfare Laboratories de la CIA desde 1943. No es casual que después de esto “incidente” el propio Fort Detrick, una vez fortaleza secreta de los experimentos más crueles sobre humanos, haya sido cerrado –declaradamente- por falta de seguridad de sus instalaciones. Una cosa che Ashem considera inexplicable es el hecho de que aún sigan abiertos 400 laboratorios de investigación dedicados a la producción de armas bio-químicas operantes en 50 países.

 

En Wuhan, la cercanía de las áreas deportivas al mercado de mariscos, la multitud de visitantes del mercado y la presencia de atletas de todo el mundo se han vuelto un vehículo inmejorable de propagación de la pandemia. Lo que ha resultado muy evidente a Ashem y a su gente es la instrumentalización geopolítica, los intereses económicos y el intento de introducir un nuevo orden mundial fundado en la dominación de las masas, impuesto por la crisis sanitaria, que se suma a la económica (un sistema ya fallido) y a la ecológica (un extractivismo suicida y una contaminación continua) y representa el último reducto de los que llamamos “el 1 por ciento” y que tendremos de ser capaces de parar muy pronto, con o sin su ayuda.

 

Los encuentros entre pleiadianos y terrícolas, según Ashem, que afirma viajar a través de los famosos “agujeros de gusano”, van a ocurrir más y más seguido en el próximo futuro. Por último, afirma que no sienten ninguna hostilidad hacia nosotros –si jamás, pena- pero consideran que compartir en la fase actual todas sus tecnologías con nosotros “seria, sin ofensa, como dar unas metralletas a unos monos”.

 

 

https://www.alainet.org/es/articulo/211087
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