Divide et impera

29/09/2020
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Roma aprovechaba las discordias internas para dominar y poner orden en su entorno. Dividir para dominar es el principio estratégico básico de la política imperial Anglosajona.

 

La propaganda es un arma fundamental para dividir.

 

En la propaganda se basan las Revoluciones de Color para cambiar a gobiernos inconvenientes, recién elegidos.

 

La calumnia y la exageración son dos instrumentos fundamentales en la propaganda. Los principios de la propaganda de guerra para dividir al adversario no son nuevos.

 

Se usa un crítico interno y se exageran y publican sus críticas para dividir a la población del país adversario al que se quiere dominar. Cuando no hay hechos que criticar, se inventan. La técnica de difundir mentiras para dividir se aplicó con éxito en el pasado y sigue vigente como fake news

 

El uso de propagandar a los críticos métodos en la propaganda mentirosa para dividir al adversario no es un invento de la política norteamericana.

 

La política de dividir con mentiras la población adversaria es una especialidad inglesa que se usa desde la remota época de su rivalidad con España.

 

Eran agentes ingleses vestidos como árabes los terroristas capturados por la policía iraquí a bordo de un Toyota cargado de explosivos. Esos terroristas ingleses fueron luego liberados por el ejército regular británico con un asalto contra la comisaria donde estaban detenidos los agentes y las pruebas. Se ejecutaron durante esa operación a los policías iraquíes que encontraron allí. Esto sucedió en Irak, cerca de Basra, hace unos años. Cuando estaban en auge unos atentados que afectaban alternativamente a las comunidades chiitas y comunidades sunni, que durante siglos habían convivido en paz, para dividir al pueblo iraquí y destruirlo. De esa lucha fabricada con falsos atentados surgió el Califato Islámico cuyas fuerzas eran dirigidas por oficiales sunitas del ejército iraquí y cuyo objetivo era derribar al gobierno de Assad en Siria.

 

Algo parecido hicieron en la India los británicos antes de abandonar la India; un lugar donde musulmanes e hindúes habían vivido en armonía durante diez siglos. Cuando comenzaron conversaciones para independizar a la India del Imperio Británico, también comenzaron monstruosos atentados sangrientos que la prensa británica atribuía a una lucha entre musulmanes e hindúes.

 

Esto sirvió de pretexto para dividir a la antigua India británica en dos estados separados: un país hindú y otro musulmán que llamaron Pakistán. Para dejarlos en pugna permanente, al hacer la partición los ingleses entregaron la Cachemira musulmana a la administración del gobierno hindú de Nueva Delhi. Esa discordia entre Pakistán y la India, impide la reunificación de esos dos países ligados por la historia común y las costumbres comunes.

 

Esto es historia reciente, pero hay un antecedente anterior en esa política de dividir para dominar.

 

La política colonial española era la de propiciar una fecunda convivencia entre españoles y nativos, después de controlado el territorio. Esa convivencia generó una fusión cultural y una nueva raza mestiza de ciudadanía española que ocupó aquel inmenso territorio. Un procedimiento que la diferencia, en América, del proceder colonial inglés y francés que transplantó familias de la metrópoli que entraron en competencia genocida por los recursos locales con la población nativa.

 

La política de fecunda convivencia entre españoles y nativos fue una convivencia jerarquizada o de explotación hay que admitirlo.

 

El hecho trascendente es que esa convivencia, como toda convivencia, dio lugar a un mestizaje del que salió una nueva raza mestiza cuya cultura y, costumbres son una fusión entre lo español y lo nativa. Ese hecho demográfico identitario, que abarcó toda la América española, tiene una densa homogeneidad cultural racial y religiosa (católica) que es un obstáculo formidable a la expansión del imperialismo racista Anglosajón.

 

En el siglo XVI, cuando Enrique VIII de Inglaterra rompió con la Iglesia Católica para divorciarse de Catalina de Aragón, su esposa española, comenzó el antagonismo entre España e Inglaterra. Por esa época, apareció (1552) publicado un bien intencionado opúsculo de Fray Bartolomé de las Casas donde criticaba la conducta de los encomenderos españoles con los nativos.

 

Desde entonces los ingleses usaron ese breve libro para edificar una campaña de propaganda anti española que conocemos como la Leyenda Negra.

 

El objetivo evidente de la campaña, que se renueva esporádicamente, es dividir en sus mitades el ánimo de ese pueblo de esa raza mestiza que ocupaba el enorme espacio que iba desde el Canadá hasta la Antártida. Una raza que los estadounidenses apodan acertadamente como Hispánicos

 

La solidez de la fusión étnico cultural de Hispanoamérica es tan evidente y distintiva que para dividirla buscan algo así como enfrentar internamente a los genes nativos con los genes hispanos.

 

Es una campaña para desmembrar la identidad hispanoamericana al que se han sumado nuevos agentes (religiones made in USA) que quieren hacer renegar sus raíces a la raza hispanoamericana que tiene una identidad propia cuyo brillo distintivo ha dado aportes notables a la Cultura Universal.

 

A la formación de esa fusión étnica y cultural se refiere un libro mío titulado La Conquista Erótica de la América Española; que acaba de publicar la Editorial Punto Rojo en Sevilla.

 

Debo recordar a quienes derriban estatuas conmemorativas de nuestra historia común, que Bolívar y otros próceres de la Independencia admiraban tanto el legado colombino en América, que en homenaje a Colón, bautizaron con el nombre de Colombia la Gran República que fundaron.

 

Almeria 26/09/2020

 

 

https://www.alainet.org/es/articulo/209097
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