Recrudecimiento de la guerra en Venezuela
Los medios para terminar con la Revolución van desde la guerra, los bloqueos, hasta el magnicidio, golpe de Estado y conflictos de mayor envergadura.
- Análisis
Artículo publicado en la Revista América Latina en Movimiento No. 549: Las tramas que esconde la pandemia 14/07/2020 |
"El velo se ha rasgado, ya hemos visto la luz y se nos quiere volver a las tinieblas, se han roto las cadenas; ya hemos sido libres y nuestros enemigos pretenden de nuevo esclavizarnos."
Simón Bolívar, 6 de septiembre de 1815.
Este año 2020 se ha convertido en tiempo de confinamiento para quienes han podido sostener la cuarentena. Época de gestión para los gobiernos y Estados que han debido lidiar con el inesperado fenómeno sanitario, económico, político y social. Para algunos países, que en principio relativizaron la alarma emitida por la Organización Mundial de la Salud (OMS), el resultado en poco menos de tres meses reflejó la tragedia del modelo politico-economico. No solo en la cifra de letalidad que conlleva la pandemia, sino en la gestión social. Se han disparado los números en la pérdida de empleos y por ende se hace cada día más difícil el acceso a productos de primera necesidad.
Todo en el mundo parecía haberse paralizado. Sin embargo, el ensañamiento contra Venezuela prosiguió con toda “normalidad” por parte de Estados Unidos, a pesar de los llamados de la Organización de Naciones Unidas (ONU) a parar, o al menos, poner una pausa a los conflictos armados. Por el contrario, las agresiones y medidas coercitivas unilaterales contra Irán, Cuba, Nicaragua, Venezuela, e incluso China, se incrementaron.
Mientras el gobierno bolivariano trataba de salvar vidas humanas, el país más poderoso del mundo lanzaba por enésima vez amenazas de invasión. Comportamiento antiético e inmoral que, en la delicada coyuntura sanitaria, sólo devela el monstruo imperialista, su discurso impostor detrás de la consigna de “ayuda humanitaria y libertad”, para rescatar a Venezuela del comunismo. De este actuar perverso da cuenta la última confesión pública de Donald Trump de que Irak no tenía armas de destrucción masiva: “¿No dijo [Colin] Powell que Irak tenía ‘armas de destrucción masiva’? No las tenía, ¡pero fuimos a la guerra!”. Medio planeta lo sabía o sospechaba, mientras que la otra mitad fue indiferente tanto a la amenaza como a los resultados una vez iniciada la invasión a la nación árabe.
La crueldad de los ataques norteamericanos es comparable a la aplicación de un “garrote vil” sobre la humanidad, una máquina de tortura utilizada en España hasta 1974, cuyo objetivo era matar con dolor y lentamente al adversario a través de un collar metálico que provocaba asfixia, luego la fractura y la muerte. Este tipo de atrocidades pareciera inspirar a Washington en sus muchas veces repetida y aplicada política de asfixiar la economía hasta provocar los aullidos del pueblo.
En la madrugada del tercer día de mayo, Venezuela se despertó sobresaltada al enterarse de la incursión y pronta captura de un grupo de mercenarios en sus costas, miembros de la llamada Operación Gedeón.
Pero, ¿a qué se debe el ensañamiento estadounidense contra la Revolución bolivariana?
El factor geográfico: La condición geopolítica de Venezuela es clave para el asedio norteamericano, primero, por su proximidad geoestratégica con Estados Unidos, y segundo, porque es el país suramericano con la mayor extensión del Caribe. En esta llamada Cuenca Caribe históricamente confluyeron todos los países colonialistas para la conquista, invasión y saqueo de los territorios originarios latinoamericanos y caribeños, y a su vez ha sido el ámbito geográfico predilecto y de control absoluto norteamericano, tal como quedó establecido en 1823 por la Doctrina Monroe: “América para los americanos”; entiéndase aquí que ellos serían los únicos “americanos” y por tanto legítimos ocupantes de la totalidad del continente, donde no se contemplaría la existencia de latinoamericanos y caribeños.
El factor económico: Venezuela posee las mayores reservas comprobadas de petróleo del mundo. En octubre de 2018, el exembajador de Estados Unidos en Venezuela, William Brownfield, en una entrevista afirmó: “Si vamos a sancionar a PDVSA, tendrá un impacto al pueblo entero, al ciudadano común y corriente (…) en este momento la mejor solución sería acelerar el colapso, aunque produzca un periodo de sufrimiento mayor por un periodo de meses o quizás años”. Sus palabras reflejan claramente la inmoralidad imperialista.
Asimismo, la nación caribeña posee importantes concentraciones de minerales estratégicos, agua dulce y biodiversidad, junto a grandes extensiones de terrenos cultivables.
En 2019 Estados Unidos contaba con una producción petrolera en torno a los 12.5 millones de barriles diarios (mbd), provenientes de algunos taladros y un creciente número de pozos perforados pero no completados, cifras insuficientes para abastecer los requerimientos de su mercado interno, cuyo consumo tan solo para en 2018 alcanzó los 22.4 mbd. Esto evidencia que Estados Unidos es incapaz de sostener un crecimiento en producción de petróleo que le permita acceder a la autosuficiencia, razón para que Venezuela se convierta en un objetivo de guerra.
La industria petrolera venezolana entre los años 1999-2019 produjo en dividendos para la nación 1.5 trillones de dólares. En la actualidad, Petróleos de Venezuela (Pdvsa) atraviesa por graves problemas, aunque continúa siendo una empresa importante y apetecible para los intereses imperialistas. Venezuela posee reservas probadas de más de 300 mil mdb y más de 200 millones de pies cúbicos de gas en subsuelo. Cuenta además con una infraestructura de producción, refinación y comercio que es referencia internacional. Por otra parte, posee yacimientos vírgenes de oro, cobre, coltán, torio, bauxita, mineral de hierro, diamantes, cobre, níquel, caolín, sílice, rocas fosfóricas, basalto, feldespato, granito y mármol. Sin mencionar las reservas de agua y energías limpias.
En efecto, ¿por qué el interés norteamericano por los recursos estratégicos es mayor en Venezuela que en otros países? Una explicación podría hallarse en que tradicionalmente era el Estado venezolano el que proporcionaba pleitesías a empresas extranjeras para que explotaran el mineral y obtuvieran ganancias a su antojo. Política que generó un capitalismo rentista que se ha intentado cambiar con la Revolución bolivariana, centrada en la superación de este modelo para la autogestión del recurso energético. Sin mencionar el empeño de la Revolución de salir de la dependencia del dólar a partir de la edificacion de una nueva arquitectura financiera que ofreciera soberanía a una potencialmente poderosa región mancomunada.
El factor ideológico: tiene su antecedente en el Libertador Simón Bolívar, a la cabeza de una doctrina liberadora y anticolonialista, que chocó de frente contra la política norteamericana (bolivarianismo versus monroísmo), que vio en el proceso de independencia una amenaza para sus proyectos expansionistas. La determinación bolivariana a ser libres e independientes es un principio ideológico que da sentido a la propuesta planteada por Hugo Chávez del “Socialismo del siglo XXI”. Se trata de la misma amenaza seria, para el imperio, que significaron las ideas anticoloniales bolivarianas y, peor aún, el freno a la posibilidad de su expansión neocolonial en el subcontinente, como sucedió hace 200 años.
A lo anterior podríamos apuntar la existencia de razones morales y sicológicas para que Estados Unidos se ensañe contra Venezuela, ya que, como dice Ana Esther Ceceña, se trata de aplastar “la indisciplina mostrada por Venezuela al levantarse contra el neoliberalismo. Que empezó a ser propositiva, construyendo alternativas e integrando a otros países en su propuesta”.
Neocolonización mediante una Guerra de Quinta Generación
La agresión contra Venezuela liderada por las administraciones Bush-Obama-Trump se traducen en guerra económica, financiera, política y social, con el agravante de un total dominio sobre el poder comunicacional. La llamada ciberguerra, con todo tipo de ataques en la arena virtual, incluyendo los electro ciber ataques, como el que vivió Venezuela a mediados de 2019 –cuando destruyeron el sistema eléctrico central–, lo que en operación en cadena devino en crisis de los servicios básicos. La Casa Blanca, en su “Marco para la transición”, presentado a finales de marzo, plantea sin ningún escrúpulo la recolonización del país. Derogar sus leyes y decidir quiénes gobiernan, quiénes deben liderar el poder legislativo, e incluso, quienes ocuparían cargos en la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB).
En esta etapa, Estados Unidos ha contado con la venia de países europeos y latinoamericanos que han dictado leyes arbitrarias, que aprovechan la situación para saquear los recursos económicos de la nación venezolana. Tal es el caso del robo del oro en Inglaterra, así como de la descarada apropiación de Cirtgo en Estados Unidos y Monómeros en Colombia, ambas empresas filiales de PDVSA, parte de su capacidad instalada y en perfecto estado de funcionamiento y con comprobada producción de riqueza. Un abierto asalto al país más golpeado y la democracia más amenazada de todo el sur global.
Ante los reiterados fracasos para derrocar a la Revolución, Trump se juega las cartas:
1) La del Fiscal General de Estados Unidos, William Barr, quien presentó cargos criminales por narcotráfico contra el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro; el presidente de la Asamblea Nacional Constituyente (ANC), Diosdado Cabello; y el ministro de Defensa, Vladimir Padrino López, entre otros.
2) Con este decreto, el llamado “Cartel de la DEA” ofrece 15 millones de dólares de recompensa por la captura de Maduro, acusándolo de narcoterrorista y pone precio sobre parte del equipo de Gobierno.
3) La ejecución de la Operación Gedeón, cuyo plan contemplaba el magnicidio, que llevaría a cabo un grupo de terroristas contratado por el autoproclamado Juan Guaidó y el mercenario Jordan Goudreau, de la empresa estadounidense Silvercorp. En el contrato entre las partes quedó establecida la venta del Estado por más de 200 millones de dólares y plenas garantías para delinquir en el país por casi dos años, prorrogable. Asumirían el rol de “Ejército sustituto” de las FANB, hasta lograr la “estabilidad”. Disolución de Estado-nación e instalación de un sistema neocolonial que controlaría todos los poderes y derechos del pueblo. Se cumpliría con la sentencia de la derecha norteamericana de exterminio fisico y moral del chavismo. Las FANB, la Milicia Bolivariana, y la organización popular comunal, frustraron la estratagema.
Las evidencias presentadas en las declaraciones de los detenidos en la fallida incursión y la información de la inteligencia venezolana dejaron clara la participación de Colombia y Estados Unidos en la agresiva arremetida contra Venezuela. Colombia como cabeza de playa, la mano que ayuda a apretar el garrote vil.
Los medios empleados para terminar con la Revolución van desde la guerra, pasando por los bloqueos hasta el magnicidio, golpe de Estado y conflictos de mayor envergadura, como la invasión e instalación de grupos terroristas en el territorio colombiano y venezolano con la intención de derrocar al gobierno bolivariano y mantener a raya el caos que se generaría en toda la región.
Ante el recrudecimiento de los ataques contra Venezuela, sometido a un bloqueo casi absoluto, la lógica indica que Estados Unidos derrocaría al Gobierno, pero la estrategia de Maduro ha sido más eficaz: las relaciones internacionales construidas bajo la premisa de un mundo multipolar permitieron abirle un boquete al criminal bloqueo con la llegada de vuelos y barcos con ayuda humanitaria y comercio provenientes de Rusia, Irán, Turquía, China.
El forcejeo entre Rusia, China y Estados Unidos se viene dando desde el año anterior, con más intensidad en el ámbito del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Asimismo, Irán envió recientemente cinco barcos con gasolina y aditivos para reactivar la industria petrolera venezolana; entonces para el imperio es este mundo multipolar una gran piedra en el zapato.
No se sabe cuánto durará la pandemia, pero estamos conscientes que, por muy inconcebible que parezca, Estados Unidos no desmontará el horroroso aparato del garrote vil sobre la Venezuela libre. Por estos días, persiste la convicción de que solidaridad, dignidad y sentido colectivo, es la moral que aflora en el pueblo bolivariano, en momentos límites, bases éticas con las cuales se sigue adelante con la certeza de una nueva victoria popular.
Cris González es directora de la Revista Correo del Alba. Ex Embajadora de Venezuela en Bolivia.
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