Una preocupación de Chomsky de la máxima atención

27/05/2020
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Noam Chomsky
Foto: Mila Frati
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México.-  El sabio Noam Chomsky, filósofo y fundador de la lingüística moderna, describió en una reciente entrevista de prensa a Donald Trump como un sociópata megalómano que sólo está interesado en su propio poder.

 

Pero eso no es tan malo. Cualquiera puede sufrir esa enfermedad. El problema está en que esa persona es el presidente de Estados Unidos y tiene en sus manos la Casa Blanca, el núcleo militar y financiero desde el que se irradia el control de una parte importante del mundo.

 

La manifestación expresa de esa desgracia que le ha tocado vivir al ciudadano estadounidense es inequívoca para Chomsky: “No hay un liderazgo coherente. Es caótico. La Casa Blanca está en manos de un sociópata megalómano que solo está interesado en su propio poder, en sus perspectivas electorales, y al cual no le importa lo que pasa en el país, ni en el mundo”.

 

  “Debe mantener el apoyo de su base electoral, que es la gran riqueza y el poder corporativo.  Hay 90 mil muertes y habrá más, porque no hay un plan coordinado y Estados Unidos va al abismo”.

 

 Hay otro problema, mucho más agudo, relacionado con la innegable incidencia de Estados Unidos en el planeta: si finalmente Trump lleva a su país al abismo como presagia Chomsky, arrastrará en su caída a una importante parte del mundo. Difícilmente Europa Occidental, grandes segmentos de América y del Pacífico, puedan resistir.

 

 Lo peor es que si los estadounidenses se han dado cuenta de lo que advierte Chomsky, no lo demuestran mucho por ahora.

 

Trump irrumpió en la vida doméstica estadounidense como un elefante en una cristalería, derribó estantes y llenó de cortantes vidrios el país. Dejó a los infelices sin respaldo médico y se mofó de las evidencias científicas del calentamiento climático y otras expresiones apocalípticas del daño del hombre a la naturaleza.

 

Sobre los cadáveres de 100 mil víctimas del coronavirus de cuya letalidad se burló de forma chabacana, sigue haciendo campaña reeleccionista sin que aparentemente le amedrente una votación en contra.

 

 Tal es la confianza que le concede al apoyo de la cúpula que lo sostiene y aplaude su vacío moral y ético, que Trump no se siente aludido ni responsable, y ni siquiera obligado a una actitud misericordiosa con los compatriotas muertos cuando cientos o miles pudieran estar vivos si no se hubiera mofado de la pandemia y hubiese tomado a tiempo las medidas pertinentes. 

 

Por el contrario, como denuncia Chomsky, “lo primero que hizo cuando llegó al gobierno fue desmantelar toda la maquinaria de prevención de pandemias, desfinanciar los Centros para el Control de Enfermedades (CDC, la mayor institución gubernamental de salud pública del país) y cancelar programas que trabajaban con científicos chinos para identificar potenciales virus”.

 

  “El coronavirus reveló que Estados Unidos estaba particularmente mal preparado en los servicios de salud pública y lo sigue estando”, dice Chomsky, y ese execrable crimen de lesa humanidad ni le quita el sueño ni los deseos de jugar golf en medio de la pandemia.

 

 Como advierte Chomsky, pueden sobrevenir cosas peores que la Covid-19 como el derretimiento de los casquetes polares y el alza del nivel del mar entre otros efectos letales del calentamiento climático, pero con tipos como Trump la humanidad se va al abismo porque está haciendo todo para que así sea y ni siquiera lo detiene “una bomba atómica de amor” como la sugerida por Albert Einstein.

 

Para este científico, como dijo en una de sus cartas a su hija Lieserl, hay una fuerza extremadamente poderosa que incluye y gobierna a todas las otras, el amor.

 

El Amor es Luz, dado que ilumina a quien lo da y lo recibe, es gravedad, porque hace que unas personas se sientan atraídas por otras, es potencia, porque multiplica lo mejor que tenemos y permite que la humanidad no se extinga en su ciego egoísmo.

 

   “El amor revela y desvela. Por amor se vive y se muere. El Amor es Dios, y Dios es Amor. Esta fuerza lo explica todo y da sentido en mayúsculas a la vida”, enfatiza Einstein.

 

Por el contrario, a Cremes, el personaje de la comedia de Publio Terencio Africano, quien proclamó: “Soy un hombre, nada humano me es ajeno", para Trump todo lo humano poco incumbe. En él lo que prevalece es el odio racista, antípoda del amor de Einstein y del Dios de Spinoza.

 

 

 

https://www.alainet.org/es/articulo/206823?language=es
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