La desaparición física de lo mejor del pensamiento latinoamericano

Contra el virus del olvido

21/05/2020
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 El 25 de noviembre de 1975,  en Santiago de Chile y a iniciativa de Augusto Pinochet, se produjo un pacto criminal entre los países dictatoriales del Cono Sur de América Latina. El pacto consistía en el intercambio de información de inteligencia y coordinación de acciones represoras. Formaron una asociación militar internacional ilícita para delinquir con el objetivo de aniquilar los elementos y las organizaciones de ideología pretendidamente comunista. El proceso consistía en, una vez que el servicio de inteligencia ubicaba al subversivo, el siguiente paso era su detención y traslado a otro país, lo que implicaba tortura y ejecución. Todo ello supuestamente para salvar la civilización occidental y cristiana de las garras del comunismo.

 

Este operativo, denominado “Operación Cóndor”, planificó y ejecutó la desaparición física de lo mejor del pensamiento de nuestra región, la “flor y nata” de la intelectualidad, lo más preciado humanamente hablando de nuestra población, mayoritariamente jóvenes idealistas. Significó una autentica “bomba atómica” lanzada sobre la población civil de Argentina, Brasil, Bolivia, Chile, Paraguay y Uruguay, con más de 100.000 víctimas inocentes. El cerebro del Plan fue el entonces Secretario de Estado norteamericano, Henry Kissinger, al que por cierto en 1973 le había sido concedido el ¡Premio Nobel de la Paz!

 

A los efectos de cumplir con el objetivo de “disciplinar” a los opositores de las dictaduras, fueron eliminados, con gran crueldad,  los líderes sindicales, dirigentes católicos de la Teología de la liberación, estudiantes, profesores, reporteros que hacían investigación periodística, artistas, escritores, médicos, abogados, sacerdotes y obispos defensores de los derechos humanos, intelectuales, militares constitucionalistas, es decir,  lo mejor de la clase pensante de cada país. Se amputó Latinoamérica en un genocidio histórico del cual aún hoy se padecen las consecuencias. El coste en Derechos Humanos fue inmenso y aun hoy la herida sigue abierta y sangrando.

 

El CÓNDOR, con sus torturas y sus crímenes, allanó el camino hacia unas democracias dominadas por las corporaciones nacionales e internacionales que hacen retrotraer las repúblicas latinoamericanas a su modelo de 100 años atrás, a unos sistemas políticos de inspiración colonial en los que, de una u otra manera, se privatiza la naturaleza y se socializa la pobreza.

 

El CÓNDOR nunca ha dejado de volar y aún hoy contemplamos su trágico aleteo asediando y subvirtiendo, bajo la dirección del Imperio, como ayer, a países que en los últimos años habían avanzado en su independencia, dignidad y acceso al pleno dominio de sus recursos. Venezuela, Brasil, Ecuador, Bolivia, etc. se enfrentan a una auténtica ofensiva encabezada por los EEUU para volver a situar a todos ellos dentro del “Consenso de Washington”.

 

Pero hace 28 años, un 22 de diciembre de 1992, se produjo un giro muy importante en la historia del CÓNDOR al descubrirse, en Asunción, los archivos secretos del operativo, con la relación de las víctimas de Stroessner incluida. El descubrimiento del NIDO DEL CÓNDOR supuso un acontecimiento histórico que puso al descubierto el volumen y la intensidad del mismo. El 22 de diciembre de 1992, a las 11.oo am, se descubrían, con la intervención del Juez Penal José Agustín Fernández, los archivos secretos, llamados los Archivos del Terror. Con este descubrimiento se derribó en Asunción el Muro del Silencio dando paso a una viva explosión de la memoria. También cabe destacar que el gobierno paraguayo aprobó y ratificó la Convención Americana o Pacto de San José de Costa Rica. Así las victimas tuvieron acceso a la Corte Interamericana de DD. HH. que produjo la primera sentencia sobre la desaparición del líder del Movimiento Popular Colorado (MOPOCO), el médico Agustín Goiburu, secuestrado en Argentina y ejecutado brutalmente en Asunción.

 

El descubrimiento del “Nido del Cóndor” (los archivos secretos) en Paraguay fue fruto de más de 15 años de investigaciones en Panamá y París, luego de haber sufrido detención, tortura, la muerte por tormento de mi esposa, la educadora Celestina Pérez, la confiscación de nuestros bienes y un largo exilio. Tengo la plena convicción que los responsables del criminal PLAN CÓNDOR de los otros países del Cono Sur nunca destruyeron sus archivos secretos por considerarlos el símbolo del triunfo de una guerra ganada al comunismo apátrida. Una guerra ganada con “abnegación y valor” y de la cual los archivos son un trofeo significativo de la victoria. Queda pues mucha tarea que realizar.

 

Finalmente quisiera destacar que el “Archivo del Terror” de Paraguay fue declarado por la UNESCO, en el 2009, Memoria del Mundo y que, en Buenos Aires, el 16 de agosto de 2018,  la Justicia Argentina condenó el Plan Cóndor como  “Asociación criminal para delinquir”, con los aportes documentales, entre otros, de nuestro Archivo del Terror descubierto hace exactamente 27 años.

 

Este aniversario actual lo ofrecemos a la memoria de todos los que sufrieron y murieron por el CONDOR, y también por los que cada día siguen llevando sobre sus espaldas el peso de tanta injusticia. Y, especialmente, para evitar la pandemia de Alzheimer colectivo, el virus del OLVIDO, que parece haberse extendido hasta el extremo de no recordar lo que en aquellos años sembró de crímenes el cono sur de nuestro continente.

 

Martín Almada

Víctima del PLAN CÓNDOR y descubridor de sus archivos secretos el 22/12/92

 

https://www.alainet.org/es/articulo/206721?language=en
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