El cambio de época y los desafíos de la educación superior en Ecuador
- Análisis
“El objetivo principal de la educación (…)
debe ser la creación de hombres y mujeres
capaces de hacer cosas nuevas, no simplemente
repetir lo que otras generaciones han hecho,
hombres y mujeres creativos, inventivos y
descubridores, que pueden ser críticos
y verificar y no aceptar todo lo que se ofrece”.
Jean Piaget
- INTRODUCCIÓN
Para los profesores de educación superior el debate sobre la Universidad en América Latina y Ecuador sigue siendo una tarea pendiente y necesaria. Hay que reconocer que la iniciativa de las Conferencias Regionales de Educación Superior (CRES)[1] auspiciado por la UNESCO entre 1996 y 2018 ha permitido descubrir y pensar las fallas estructurales y coyunturales de las universidades en la región.
En el siglo XX las universidades de América Latina tuvieron una fuerte influencia e impulso cuando los alumnos de la Universidad de Córdoba, Argentina en 1918 difundieron un Manifiesto para la primera Reforma Universitaria. El Dr. Marco Antonio Rodríguez en su artículo “CRES 2018: ¿una nueva reforma de Córdoba? Prioridad a la esperanza y a la utopía contra la opresión y el oscurantismo”[2], resume 100 años después los principales elementos reivindicatorios de Córdoba, junio 1918:
- Consolidación de la idea de autonomía.
- Formación integral del ser humano y defensa del cogobierno.
- Mantener la universidad y sus vínculos con la sociedad y tratar sus problemas.
- Extensión Universitaria.
- Modernización científica con cambios en los programas y currículos.
- Gratuidad y democratización de la Universidad.
- Promover movimientos de integración en la región.
En este centenario se generaron rupturas que superaron el legado Reformista de 1918. Las realizaciones periódicas y el nivel de las reflexiones y debates de las CRES han permitido visibilizar los esfuerzos por diseñar planes estratégicos y metas de logros que han ido orientando los procesos de educación en las últimas décadas.
La Conferencia del 2008 en Cartagena, Colombia, declaró a la educación superior como un “bien público social”, un derecho humano universal y un deber del Estado, considerando el papel estratégico que las universidades tienen con los “procesos de desarrollo sustentable” de los países de la región. Diez años después en la CRES del 2018 realizada en Córdoba, Argentina, surgió la alerta de una crisis geopolítica global cargada de incertidumbres que podría poner en riesgos estos procesos.[3] Para los delegados de la conferencia, este escenario en el que las universidades públicas de la región deberían atender las crecientes demandas de las sociedades en un contexto de debilitamiento y crisis de los Estados nacionales de América Latina, entre el 2019 y 2030 era incierto y complejo.
- DEBATE DIAGNÓSIS PRÓGNOSIS
La CRES 2008 concluyó que las universidades no pueden abstraerse de sus realidades y en el escenario en que se inserta, estas deben dar una rendición de cuentas sobre la producción de conocimientos que están generando, las innovaciones que están transfiriendo a través de plataformas de aprendizaje en redes, asociaciones y múltiples extensiones comunitarias. Se recomendó extender los “productos universitarios” en el número de patentes que han sido alcanzados y su impacto socio-económico y político en el corto y largo plazo.
La CRES 2018 dejó como “tarea” la necesidad de empezar a construir una “Universidad Integral”[4] para el siglo XXI, que conecte el conjunto de funciones universitarias más relevantes:
- Producción de conocimiento científico;
- Transferencia y vinculación de estos conocimientos; y,
- Formación y educación académica de calidad de profesionales y científicos comprometidos con su contexto.
¿Cuál es la importancia de este siglo? ¿Qué lo diferencia del siglo XX? ¿Por qué se debe acelerar estos cambios? Es el siglo de la inteligencia artificial y la robótica, de la mejora de las telecomunicaciones, la conectividad, el internet y otros. ¿Qué tiene que ver las universidades con el desarrollo de las tecnologías? Ser espacios-eco de las tecnologías de los países seminales / sociedades desarrolladas o ser socias en mesas de trabajo científicas y técnicas nacionales e internacionales.
Las universidades públicas como la Universidad Central del Ecuador, Universidad Estatal de Guayaquil, y otras, deben cambiar radical e irreversiblemente para adaptarse a las nuevas realidades y desafíos. Los cambios que se vienen serán significativos y profundos. Se acelera los efectos de la globalización y no se visibiliza aún el papel de América Latina y el Caribe en el ámbito global.
Todas las sociedades ya demandan a sus universidades una mejor formación profesional donde se aprenda y emprenda, continua y permanente, desde lo niveles de licenciaturas, maestrías, doctorados y posdoctorados, en una relación académica biunívoca profesores<->estudiantes. Se requieren de universidades que produzcan nuevos conocimientos y alternativas, que propongan, que aprendan y emprendan nuevas vías de desarrollo sostenible y de organización humana.
La educación de ahora tendrá que adaptarse a las nuevas realidades que se están diseñando para el 2050. El flujo exponencial de información y la celeridad de su diseminación, procesamiento y asimilación, serán vitales para la operación de las pequeñas, medianas y grandes organizaciones educativas, científicas y económicas.
Desde la primera década del siglo XX dos paradigmas circulan en la agenda de las instituciones de educación superior de América Latina: el cambio de época (la cuarta revolución industrial) y la universidad como un bien público. Para Manuel Castells,[5] un “nuevo mundo” se está formando ahora a través de tres procesos transformadores interdependientes: la revolución de la tecnología de la información, la crisis económica del capitalismo en el año 2008 y el aparecimiento de nuevos movimientos sociales y culturales que han ido creando estructuras sociales dominantes como el de la sociedad y la economía informacional y/o global basada en una economía social del conocimiento, y de una nueva cultura, el de la “virtualidad real” en un contexto interdependiente.
El profesor Boaventura de Sousa Santos, plantea la tesis de que :[6] “… las reformas nacionales de la universidad pública deben reflejar un proyecto de nación centrado en las preferencias políticas que califiquen la inserción del país en contextos de producción y de distribución de conocimientos cada vez más transnacionalizados y cada vez más polarizados entre procesos contradictorios de transnacionalización, globalización neoliberal y globalización contra hegemónica”. El Profesor de Sousa Santos y otros analistas[7] de la educación superior visibiliza a la Universidad como parte de un proyecto nacional donde confluya la interpretación de los hechos con la transformación de la realidad, esto significa pasar del conocimiento teórico a una acción transformadora.
En la perspectiva del año 2019 en adelante y con el fin de mantener la Educación Superior como un bien público, la Conferencia Mundial de Educación Superior convocada por la UNESCO en 1998, la Conferencia Regional de Educación Superior de América Latina y el Caribe del 2008 y la segunda conferencia mundial de 2009, se afianzaron tres puntos esenciales que han sido socializados en los Institutos de Educación Superior de la región:
- Pertinencia.
- Mejora de la calidad del contenido y de la gestión.
- Internacionalización enfocada a reducir las diferencias entre los países.
Que se articulan o deben articularse a cuatro objetivos principales:
- Función de Investigación: Desarrollo de nuevos conocimientos vía investigación disciplinar, interdisciplinar y transdisciplinar.
- Función de Enseñanza y Formación: educación y formación de personal altamente cualificados.
- Función de Extensión: prestación de servicios a la sociedad, contribuyendo al desarrollo sostenible y a la mejora de la sociedad.
- Función Ética: promover espacios de crítica social orientada a la formación integral y preparar ciudadanos responsables capaces de tomar iniciativas y trabajar junto con fines sociales.
Hacia el 2050 es probable que este nuevo tipo de sociedad reordene la configuración de todas las relaciones estatales, socioeconómicas y educativas en un “sistema mundo”. La conciencia del momento en que vivimos, nos impone la necesidad de repensar y reevaluar las formas y los contenidos de los paradigmas epistemológicos y las teorías educativas, los modelos pedagógicos de enseñanza, ante el cuadro situacional de mallas curriculares desarticuladas, disciplinares y modelos de gestión desfasados de las realidades. Es como de pronto pensar que la educación superior en Ecuador es todavía en general, salvo excepciones, de “baja calidad”. No tendría sentido, hay excelentes y hay malas universidades.
La crisis del modelo convencional en el caso ecuatoriano mantiene todavía rezagos de la vieja época frente a las nuevas realidades que cuentan con varios pilares fundamentales: la inteligencia artificial, la robótica, la ingeniería genética[8] y el campo epistémico de la complejidad, del pensamiento complejo de Edgar Morin, la teoría de los sistemas complejos de Rolando García y el enfoque de las “ciencias de la complejidad” en permanente construcción. Es tiempo de repensar más allá del escritorio de que “nunca es demasiado tarde” para empezar a mover los cambios que se necesitan e iniciar la revolución de la enseñanza y el aprendizaje dos corrientes cognoscitivas que no pueden ser separadas como objetos o procesos diferentes.
Abstrayendo esta reflexión descriptiva acerca de los pilares positivos de los esfuerzos que se realizan en América Latina y en Ecuador, el profesor universitario Patricio Rivas Herrera[9], desde una perspectiva edupesimista consideró con radicalidad que la “universita” gira todavía entre el “espíritu del capitalismo liberal y financiero” y los “modelos de gestión” que aspiran a modernizar y readecuar las estructuras universitarias a las nuevas realidades y a una nueva dependencia que René Ramírez denomina “tecnocognitiva”.[10] Para Rivas este cambio de época está “degenerando a las universidades” y advierte que la crisis de las viejas sociedades determinará para las próxima décadas el fortalecimiento de una modernidad compleja y dependiente.
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Sea lo que sea en el ámbito de las probabilidades, las universidades públicas no pueden abstraerse de sus contextos. Hay que profundizar la socialización de los procesos de rendición de cuentas sobre la producción de conocimientos que están generando y sobre las innovaciones que se transfieren a través de plataformas de aprendizaje en redes, asociaciones y extensiones.
La CRES 2018 recomienda extender los “productos universitarios” logrados en el número de patentes que han sido alcanzados y su impacto en el contexto donde lo interioriza. Sin embargo, en las conclusiones de la CRES 1916-2018 hay un vacío. Es la relativa no presencia de los conceptos de plurinacionalidad e interculturalidad de los países de la región, que significa un mosaico extraordinario de cosmovisiones y saberes de convivencia de la especie humana con la biodiversidad y naturaleza cíclica como el continente mayor de estas sabidurías. La academia no puede dejar de participar en este campo y empezar a construir desde sus ámbitos interculturales una barrera a la biopiratería y otros delitos contra las comunidades locales y sus países. Se debe reconocer en estos últimos 10 años la puesta en valor de las culturas y cosmovisiones originarias.
José Carlos Mariátegui,[11]desde que publicó su “Siete Ensayos de Interpretación de la Realidad” en 1928 planteó la tesis de que el problema de la educación depende de los factores de la realidad y de la historia y que es “imposible resolverlo” sin conocer la magnitud de estos factores, y criticó en su tiempo la indiferencia de los educadores“…a las relaciones de la enseñanza y la economía”: “El problema de la enseñanza no puede ser bien comprendido en nuestro tiempo, si no es considerado como un problema económico y como un problema social. El error de muchos reformadores ha estado en su método abstractamente idealista, en su doctrina exclusivamente pedagógica. Sus proyectos han ignorado el íntimo engranaje que hay entre la economía y la enseñanza y han pretendido modificar ésta, sin conocer las leyes de aquella”.
Mariátegui dejó una premisa imperecedera para las primeras décadas del siglo XX y XXI: “La orientación realista o moderna ha sido impuesta, ante todo, por las necesidades del industrialismo. No en balde el industrialismo es el fenómeno peculiar y sustantivo de esta civilización que, dominada por sus consecuencias, reclama de la escuela más técnicos que ideólogos y más ingenieros que rectores”. Mariátegui tuvo la virtud de no excluir los aspectos esenciales de la realidad educativa de su tiempo. Hoy en la “era de la perplejidad”, el de la construcción de una nueva y más profunda revolución tecnológica de transformación digital. La tarea entonces era y es transformar los cimientos de la educación universitaria.
Desde Brasil, José de Souza Silva y Juan Cheaz (2001 y 2015),[12] describen y definen los alcances de este cambio de época en los siguientes términos:
- Una época histórica cambia cuando se transforman cualitativa y simultáneamente las relaciones dominantes de producción, de poder, de cultura y las formas de vivir la experiencia humana.
- El cambio de época actual tiene tres epicentros, el tecnológico con las nuevas tecnologías emergentes: biotecnología, nanotecnología y las nuevas tecnologías de información y comunicación.[13]
Este cambio de época demanda un nuevo papel histórico de los sistemas de educación en su conjunto y de los Institutos de Educación Superior (IES), en particular. La condición especial de las universidades públicas como entidades articuladas a la creación y recreación de productos cognitivos y materiales, la sitúa en un punto muy importante de poder ser, si hay la voluntad política académica de hacerlo: promotoras, impulsadoras y emprendedoras de cambios y transformaciones sociopolíticas profundas en sus contextos.
Las universidades públicas no pueden ni deben convertirse en “torres de marfil”, sino al contrario, convertirse en promotoras de ejes temáticos como la necesidad de desarrollar una gestión académica, investigativa y de vinculación con la sociedad innovadoras, producir formulaciones programáticas y propuestas de políticas creativas para el cambio.
En el caso de Ecuador, la Escuela Politécnica del Litoral (ESPOL), la Escuela Politécnica Nacional (EPN) y la Escuela Politécnica del Ejército (ESPE), tres de sus mejores universidades, desde los años 70-80 desarrollaron iniciativas de vinculación con la sociedad como el de la ESPOL en su esfuerzo por desarrollar la actividad camaronera, la creación de laboratorios y larvas y otros, y el de la ESPE con el desarrollo de proyectos comunitarios y de extensión.
El Profesor FranK H. T. Rhodes, Presidente de la prestigiosa Universidad de Cornell en los EEUU,[14] afirmó que su universidad dejó de ser una “torre de marfil” como en el pasado, hoy lleva adelante proyectos de agricultura, colabora en la solución de problemas sociales, desarrolla fuentes alternativas de energía, brinda un servicio de salud, supervisa los riesgos naturales, trabaja en investigaciones científicas y biomédicas básicas.
El Profesor Rhodes con la finalidad de esclarecer la necesidad de los cambios de nuestras universidades exhortó a la conciencia de sus principales protagonistas de que el conocimiento es una fuerza económica dominante y que su “superviviencia” demanda de una “adaptación creativa”, afirmando con claridad que: “… solos los que se adaptan al entorno dejan descendencia. El inadaptado perece”.
Como bien lo describe el profesor Yochai Benkler[15] de la Facultad de Derecho de la Universidad de Harvard: “A medida que aumentan la complejidad y la tasa de cambio, los modelos organizativos del siglo XX resultan demasiado lentos y rígidos para responder a su entorno, comprender sus limitaciones, experimentar con el cambio, adaptarse al mismo y adoptar las innovaciones que requiere”, sugiere tomar conciencia sobre el elevado índice de cambio que se da en la actualidad y su correlación con la creciente complejidad de la innovación global y de los sistemas de producción.
Hacia el 2050 las sociedades altamente desarrolladas, las que están en vías de desarrollo y las sociedades con economía emergentes se irán internalizando en la “marea” de las nuevas y revolucionarias tecnologías digitales que superan los límites físicos de la especie humana.[16] La computación, las redes cada vez más densas e interconectadas, la inteligencia artificial, la cibernética, la robótica, las biotecnologías y las biociencias ponen en límite máximo la capacidad de transformación de las diversas sociedades y universidades.
El profesor investigador francés Thomas Piketty[17] considera que la principal fuerza motriz impulsadora de un cambio en las sociedades es la dinamización de la difusión de los conocimientos y de las competencias para crear un aumento de la productividad y la reducción de las desigualdades sociales en un país y entre países. Se trata de análisis de un autor que ha inspirado los cambios en las políticas públicas de “redistribución de la riqueza” altamente concentrada en América Latina y en el mundo y donde las universidades tienen una responsabilidad histórica con su comunidad académica y sus sociedades.
Ecuador como Perú, forman parte marginal de este cambio de época, de reconstrucción, innovación y recreación de sus economías / modernización de sus matrices socio-culturales, productivas y energéticas a través de la creación aún incipientes de condiciones para una economía social del conocimiento[18] y de la ecología de saberes.
El desarrollo de una educación de calidad, entendido como un bien público, es una tarea local y global. Tres misiones deben visibilizarse y concretizarse en la universidad pública ecuatoriana: (1) la producción de conocimientos en contextos interculturales y plurinacionales, (2) la formación del talento humano en calidad y excelencia a nivel de pregrado, y (3) ser un factor socioeconómico multiplicador en el ámbito de la implementación de las políticas públicas.
¿Está preparada América Latina para enfrentar esta tarea? ¿Está preparado el Ecuador? El poeta y escritor mexicano don Octavio Paz alguna vez pensó que para construir el futuro es necesario recuperar el pasado. Si se asume la tarea de resumir el contexto de las universidades en el siglo XX, tres hitos resumen los impactos del Manifiesto de Córdoba de 1918 a 2018:
- La reforma universitaria de la Universidad de Córdoba (1918).
- Manifestaciones estudiantiles promovidas en Paris y luego a lo largo del planeta demandando una universidad más vinculada a la sociedad y comprometida (1968).
- La Conferencia Mundial sobre Enseñanza Superior de la UNESCO (1998).
En la perspectiva del año 2020 en adelante y con el fin de mantener la educación superior como un bien público, tanto la Conferencia Mundial de Educación Superior convocada por la UNESCO en 1998, la Conferencia Regional de Educación Superior de América Latina y el Caribe realizada en el 2008 y la Segunda Conferencia Mundial de 2009, se consolidaron tres aspectos esenciales: pertinencia, mejora de la calidad del contenido y de la gestión, y, por último, la internacionalización enfocada a reducir las diferencias entre los países. Estas reuniones importantes dejaron establecidos cuatro objetivos principales:
- Función de Investigación: desarrollo de nuevos conocimientos a través de investigaciones disciplinares, interdisciplinares y transdisciplinares.
- Función de Enseñanza y Formación: formando un personal académico altamente calificado a través de procesos de perfeccionamiento y actualización vía maestrías, doctorados y posdoctorados.
- Función de Gestión: prestación de servicios a la sociedad, contribuyendo al desarrollo sostenible y humano de la sociedad.
- Función Ética: promover espacios de crítica social orientada a la formación integral y preparar ciudadanos responsables capaces de tomar iniciativas y trabajar en equipo con fines sociales.
- CONCLUSIONES
Más allá de estos ejes políticos clave a construirse, América Latina y el Ecuador continúa manteniendo, salvo excepciones, universidades tradicionales con las mismas carreras del siglo pasado, con los mismos currículos y con docentes a la antigua, repetitivos de conocimientos ya superados y procesos de investigación científica y tecnológicas mediocres.
El Profesor Axel Didriksson,[19] observaba que la “… brecha en la geopolítica del conocimiento es increíblemente enorme para nuestros países. Las cadenas de interacción entre la investigación fundamental, el desarrollo local, nacional o regional y la innovación con responsabilidad social son verdaderamente escasa”. Se vive un proceso creciente de países y regiones con un crecimiento económico, tecnológico y científico alto como la India o Vietnam. Se habla hoy de “modelos de reconversión” de las universidades públicas a “Universidades de Clase Mundial”. China, a manera de ejemplo, proyecta crear 100 de estas universidades élites.
Japón, paradójicamente, está con la política de disminuir sensiblemente los presupuestos públicos de las universidades para que ellas consigan por sí misma autofinanciamiento. Esta es una tendencia que comenzó en EEUU y en particular en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), y en otras universidades del mundo.
¿Qué valores entran en juego? Muchas universidades intentan obtener recursos para investigación vía red de patentes. Hubo un caso en la Universidad Central del Ecuador, en el que una persona autorizada solicitaba el dato de que cuántas patentes había registrado la UCE en un año determinado. La meta es generar valores agregados, cambiar los modelos de gestión hacia una mayor competitividad y productividad.
Se cuenta con un repertorio de oportunidades como lo hace China a través del objetivo de agregación de valores en patentes, innovación tecnológica o en imitación e innovación tecnológica de otros. Miles de ejemplos hay en el mundo sobre los encuentros multiculturales de alumnos universitarios de distintos rincones del planeta. Es importante resaltar la importancia de la cultura en los orígenes de los alumnos posgraduados que llegan de diversos lugares de orígenes.
Una delegación china de alumnos de postgrado en Italia, así como hindúes, tailandeses y latinoamericanos entre otros, sus culturas se identificaban por el grado de interés de las necesidades nacionales de sus países que tenían que ser solucionadas. Muchos latinoamericanos (con excepciones) pasaron por aulas de posgrados europeos y estadounidenses, intentando observar los tipos de crecimiento y desarrollo económico, y la posibilidad de mejorar las herramientas de trabajo tanto teóricas como metodológicas y técnicas de sus países. Pero muchos no dejaron sus afectos y desafectos y casi siempre aprovecharon más en divertirse y conocer los viejos y bellos paisajes de los países del Norte.
Al contrario, en la segunda mitad del siglo XX, la responsabilidad de profesionales coreanos, hindúes, chinos, vietnamitas, de maximizar el tiempo observando y analizando los procesos tecnológicos y económicos de modernización de los aparatos productivos y los factores multiplicadores de la organización de cadenas de valores de los circuitos industriales y de movilidad de los productos, dieron su fruto. China, India, Singapur, Vietnam, Japón y otros países, emprendieron una transformación profunda de sus universidades, institutos técnicos superiores y sus sociedades.
El campo de acción de la presente investigación doctoral es el de saber el por qué el liderazgo internacional de la investigación científica e innovación tecnológica no está en nuestra región sino en el Norte y en el Asia Pacífico. El eje central de esta indagación es el de poder visibilizar la relación docencia<>nvestigación<>enseñanza que promueva en el corto plazo la interdisciplinaridad. En Ecuador como en Perú nuestros modelos de universidad deben estar enfocados a los objetivos del desarrollo sostenible y a la modernización de los sistemas productivos.
La UNESCO considera que las metas propuestas para el período 2014-2030 son posibles alcanzarlos si los procesos de cambio se gestan y desarrollan en lo interior de cada universidad pública: una interconexión de profesores, alumnos y administradores en conexión a su área de influencia socio-espacial y económica. El nuevo modelo debe fortalecer la relación docencia-investigación que promueva la discusión sobre la construcción de procesos cognitivos que ayuden a los alumnos a desarrollar un pensamiento crítico independiente, una educación nueva e inclusiva, intercultural, plurinacional, un currículum interdisciplinar que sustente la complejidad y genere un nuevo conocimiento socialmente responsable y sustentable.
Marzo-mayo 2020
José Domingo Paredes Castillo
Profesor universitario ecuatoriano doctorado en Perú
[1] Rodríguez Dias (et.al). 2018. Balance y Desafíos hacia el CRES 2018. Buenos Aires: CLACSO.
[2] CRES 2018, pp. 32-33,
[3] Ob. Cit., pag. 18.
[4] Idem., pp. 20-22,
[5] Castells, Manuel. (2004). La Era de la Información: Economía, Sociedad y Cultura. Volumen III: Fin del Milenio, pp. 405-430. México: Siglo XXI, Editores.
[6] (2007).La Universidad en el Siglo XXI. Para una Reforma Democrática y Emancipatoria de la Universidad, p. 52. La Paz: CIDES-UMSA, ASDI y Plural Editores.
[7] Streck, Danilo, pp. 131-135; y Natividad Nass, pp.139-|50. Balance y Desafíos hacia el CRES 2018. Buenos Aires: CLACSO.
[8] Cf. Castells, Manuel. (2009) pp. 34-39.
[9] (2014). La Ética Disidente de la Universidad en Crisis, pp.9 y ss. Quito: Editorial Instituto de Altos Estudios Nacionales.
[10] Ramírez, René. “Nuevos conocimientos para una nueva sociedad”, pp. 109-115. Cf. Rodríguez Díaz (et.al.). (2018) Balance y Desafíos hacia el CRES 2018. Buenos Aires: CLACSO.
[11] Mariátegui, José Carlos. (2010), 7 Ensayos de Interpretación de la Realidad Peruana, p. 120. Lima: Impacto Cultural Editores.
[12] De Souza Silva y Juan Cheaz. 2001. La Dimensión Institucional del Desarrollo Sostenible. Proyecto Nuevo Paradigma. Servicio Internacional para la Investigación Agrícola Nacional (ISNAR). San José de Costa Rica, junio de 2001.
[13] De Souza Silva, José. 2012. La Innovación de la Innovación en la Política. Memorias del Taller realizado en el Distrito Metropolitano de Quito, 24 a 28 de septiembre de 2012. Consejo Nacional Electoral.
[14](2009). La Creación del Futuro: La Función de la Universidad Norteamericana, pp. 17-20. Buenos Aires: Universidad de Palermo – UP.
[15] Léase su artículo “Innovación distributiva y creatividad, trabajo colaborativo y el procomún en una economía en red”, pp. 288-306. En: Cambios, nota supra 9.
[16] González, Francisco, et.al. (2017). La Era de la Perplejidad, pp.21-23. España: BBVA Open Mind. TAURUS.
[17] Piketty, Thomas. (2015). El Capital en el Siglo XXI, pp.36-37. Colombia: Fondo de Cultura Económica.
[18] Martínez Fernández, Manuel, Rosa María Seco y Karin Wriedt. (1996). Futuros de la Universidad: UNAM 2025. México DF.: Universidad Autónoma de México.
[19] Cf. CRES 2018: “De la conciencia crítica a la producción de un conocimiento sustentable y de bien social: entre la Habana (1996) y Cartagena (2008) a Córdoba (2018), el Debate sobre la Universidad en América Latina y el Caribe”, pp. 49-60.