Cooperación y solidaridad, entre Slavoj Zizek y Byung Chul Han

25/03/2020
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Slavoj Zizek
Foto: freeotegi.com
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Las palabras que más se escuchan actualmente en todo el mundo, desde los presidentes, altas autoridades mundiales, millonarios, filósofos, personalidades, hasta el más simple y pobre ser humano es: cooperación, solidaridad, unión, coordinación, apoyo, organización, colaboración, responsabilidad, disciplina, conciencia, comunidad, común.

 

La pregunta que surge es: Después de que se controle el coronavirus o en la marcha del mismo, será posible construir un mundo dentro de estas categorías y principios, anotados anteriormente. Cómo sería ese sistema. Cuál sería el eje motor de este nuevo estilo de vida. Acaso ya ha existido anteriormente y hay que pulirlo. ¿El coronavirus marcará, un antes y un después?

 

António Guterres el máximo de la ONU decía: «Millones de vidas estarán en peligro, si el mundo no es solidario ante el coronavirus».

 

Michelle Bachelet y Filippo Grandi, Altos Comisionados de la ONU para los Derechos Humanos y Refugiados, respectivamente, anotaban. “Si alguna vez necesitábamos recordar que vivimos en un mundo interconectado, el nuevo coronavirus lo ha hecho evidente. Ningún país puede abordar esto solo, y ninguna parte de nuestras sociedades puede ser ignorada si queremos enfrentar efectivamente este desafío global”.

 

En un artículo publicado en The Guardian, líderes de la ONU afirman que el Covid-19 es una prueba no solo de nuestros sistemas y mecanismos de atención de salud para responder a enfermedades infecciosas, sino también de nuestra capacidad de trabajar juntos como una comunidad de naciones ante un desafío común.

 

El FMI también pedía coordinación internacional ante el coronavirus en medio del desplome de mercados. El FMI pidió a los gobiernos del mundo que articulen «una respuesta internacional coordinada» como durante la crisis financiera de 2008 para contrarrestar el impacto económico del nuevo coronavirus, en un momento de desplome de los mercados.

 

El FMI ofreció un crédito de 1 billón de dólares y pidió coordinación internacional para que se haga efectivo. Su directora gerente, Kristalina Georgieva, hizo un llamamiento a los gobiernos y entidades financieras de todo el mundo para que unan esfuerzos y coordinen acciones. «Si bien la cuarentena y el distanciamiento social son la receta correcta para combatir el impacto en la salud pública del Covid-19, para asegura la economía global se necesita exactamente lo contrario», asevera Georgieva, para solicitar el «contacto constante y coordinación estrecha» como «medicina» para que «dolor infligido por el virus sea de corta duración». (..). «Nuestras respuestas a esta crisis no vendrán de un método, una región o un país de forma aislada. Solo a través del intercambio, la coordinación y la cooperación podremos estabilizar la economía mundial y devolverlo a la salud plena».

 

El presidente de la Asamblea Parlamentaria de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), George Tsereteli, pedía coordinación y solidaridad para responder a la crisis derivada de la pandemia de coronavirus, con énfasis en los Derechos Humanos y las medidas económicas.

 

La presidenta de los Socialistas y Demócratas en el Parlamento Europeo Iratxe García Pérez en un artículo en el periódico El País de España anotaba que «Demasiado fijados en el crecimiento macroeconómico hemos dejado que se resintieran políticas públicas que ahora se demuestran fundamentales, como los sistemas de salud. Se ha globalizado el individualismo, el consumismo, y también la soledad, como advierten filósofos y sociólogos como Gilles Lipovetsky o Zygmunt Bauman. Esta crisis tremenda puede y debe ser una oportunidad de volver a lo esencial, de globalizar la solidaridad. Y en el caso de la UE, de volver al sentimiento de “comunidad”. Somos una comunidad, porque dependemos unos de otros, y solo juntos podemos afrontar las crisis. Ese será el motor para responder como espera la ciudadanía. La solidaridad que no hemos sido capaces de traducir en acción para frenar las consecuencias sociales de la austeridad, para afrontar los retos de la inmigración, o para detener el calentamiento climático, tendremos que ejercitarla para frenar el coronavirus. Ojalá sea el comienzo de un nuevo espíritu comunitario y solidario.

 

Será que el mundo lo ha comprendido y es posible construir un otro mundo. Acaso Occidente reaccionará, o será solamente la solidaridad de estos días hasta que se logre controlar este virus y luego se volverá al individualismo, al aislamiento, a la insolidaridad, a la descoordinación, a la in-cooperación del capitalismo global. Por el momento, solo parecen entender una solidaridad eventual y únicamente a nivel sanitario, y no la idea de superar el capitalismo por un otro sistema de vida integral, que sea: solidario, recíproco, complementario.

 

En todo caso, este virus le ha dicho al ser humano arrogante y prepotente, de como un ser minúsculo le puede aniquilar. Ha demostrado que su libertad, su ensimismamiento, su superficialidad, su vanidad, no son nada ante un virus mortal. Pero no solo ha demostrado la fragilidad del ser humano como tal, sino el de su sociedad separatista, consumista y materialista. Este virus, asimismo, ha develado que un sistema que no tiene la asistencia y la participación coordinada y consciente de toda la sociedad, simplemente haría que sucumban todos. Parece que el coronavirus le está invitando al ser humano civilizado a redescubrir la humildad reaprendiendo de la naturaleza, viviendo cómo funcionan los ecosistemas, emulando a las sociedades de las hormigas o de las abejas.

 

No es casual que este virus se haya expandido más rápidamente en los países que funcionan en el particularismo, en las sociedades de libre mercado, en los pueblos que han endiosado la propiedad privada sobre lo colectivo y lo comunitario. En Europa no ha servido de mucho el cierre de fronteras, en cambio en el Asia oriental la mayoría de los países no han tenido necesidad de cerrar sus fronteras pues son pueblos que tienen un mejor sentido de lo que es la unión, la cooperación, la disciplina, la coordinación, la responsabilidad colectiva.

 

A pesar de la presencia del libre mercado y de la ley de la competencia las sociedades asiáticas son colectivistas de larga tradición o de siempre, aunque de un «colectivismo autoritario» como dice el filósofo coreano radicado en Alemania Byung Chul Han. Europa también fue comunal, pero con el capitalismo perdió ese sentido de lo cooperativo para dar prioridad a lo individual y personal. Y ahora viven en la soledad, el aislamiento, la separación, y con altos índices de depresión, ansiedad, miedo. Los que ocasionan enfermedades cardíacas, que son la primera causa de muerte en el mundo. Y Asia, desde que entró en la senda del mercado y del crecimiento desenfrenado, también va por ese camino.

 

Esto no quiere decir que el colectivismo sea perfecto o totalmente emulable, pues hay muchas cosas que fallan. Lo que pretendemos decir, es que es necesario un equilibrio entre lo colectivo y lo individual, y el de no despreciar tan simplonamente lo comunitario y apologizar lo individual, como lo ha hecho Occidente y que hoy sufre tanto por falta de solidaridad y cooperatividad.

 

Esto tampoco significa avalar al fracasado colectivismo de los comunistas, pues hicieron lo contrario de lo que manda el comunitarismo. Pensaron que el colectivismo estaba en el estado centralizado y no en pueblos empoderados y organizados en redes como una gran telaraña. En China ha funcionado de alguna manera el estatismo que han creado y están saliendo de esta pandemia, pero al costo de que han perdido su individualidad pues el «gran hermano» del partido comunista sabe hasta en cuantas pulsaciones late el corazón de cada chino. Aprovecharon del colectivismo milenario chino y lo han transformado en un estado-centrismo. Con lo cual le han dado otro golpe al comunitarismo, tal como también le dio el capitalismo. El capitalismo liberal y el capitalismo de estado, son los dos lados de la misma moneda.

 

Antes todos querían ir a Europa, ahora los extranjeros que están ahí quieren repatriarse. A los africanos, que ciertos europeos les decían: negro quédate en tu mugroso país, ahora no quieren ir al «mugroso» continente europeo. Por qué el África tampoco ha llegado a los niveles de Europa, siendo tan pobres. ¿Tendrá que ver con el cooperativismo y la solidaridad?

 

Este virus a los únicos pueblos que no llegaría, es a los denominados «pueblos en aislamiento voluntario», los cuales en su mayoría se encuentran en la Amazonía y que no tienen ningún contacto con la civilización. Las que son también sociedades colectivas, única posibilidad para su sobrevivencia pues si fueran como las sociedades individualistas ya hubieran desaparecido hace mucho. Como lo fueron todas las sociedades de Amerindia y de lo cual queda ya muy poco.

 

Quizás esto también explica los pocos infectados que hay en América Latina, la mayoría de los casos son en las grandes ciudades donde funciona el individualismo y la desorganización a ultranza. La gente que vive en el campo tiene menos posibilidades de contagio. Las grandes ciudades que ha creado la civilización y el capitalismo deberían desaparecer pues son los sistemas más frágiles que hay.

 

Acaso el mundo seguirá pretendiendo parecerse más a EEUU, el país símbolo del apologismo individualista, que no tiene seguridad sanitaria universal y en donde el coronavirus se está expandiendo fácilmente con más de 40.000 casos confirmados y más de 500 muertos (21-03-2020). Cifras que van aumentando día a día, y que le convierten en el tercer país en el mundo con más contagiados. «Además del evidente impacto de la crisis de salud pública, tal vez dos millones o más de ciudadanos estadounidenses han sido despedidos del trabajo ya que miles de escuelas, empresas nacionales y empresas comunitarias como gimnasios, restaurantes, bares y tiendas han cerrado sus puertas, ya sea voluntariamente o bajo órdenes del gobierno estatal y local.»

 

Los nacionalismos y los populismos, otras expresiones del individualismo, también han sido derrotados por el coronavirus. Incluso, simbólicamente, Bolsonaro el extremista del individualismo y del negacionismo terminó infectado. Y así otras personajes que se burlaban del cambio climático y del colectivismo, confundiéndolo con comunismo.

 

La mayoría de los filósofos también están de acuerdo en la necesidad de cooperatividad y solidaridad. El eslavo Slavoj Zizek y el coreano Byung Chul Han creen que hay que sobrepasar el capitalismo. Žižek cree que la humanidad no puede vivir más como de costumbre y «es necesario un cambio radical«. Dice que es tiempo «de pensar en una sociedad alternativa, una sociedad más allá del estado-nación, una sociedad que se actualiza a sí misma en las formas de solidaridad y cooperación global«. Y Chul Han habla de «una solidaridad que permita soñar con una sociedad distinta, más pacífica, más justa».

 

En lo que no están de acuerdo es si el coronavirus es el golpe mortal o no al capitalismo. Zizek cree que «El coronavirus es un golpe al capitalismo a lo ‘Kill Bill’. Y el filósofo coreano Chul Han cree que Žižek se equivoca: «tras la pandemia, el capitalismo continuará aún con más pujanza. (…) El virus no vencerá al capitalismo. La revolución viral no llegará a producirse. Ningún virus es capaz de hacer la revolución». En cambio, nosotros, creemos que el coronavirus no le ha dado un golpe mortal al capitalismo sino un golpe leve, pero que ese chichón con el tiempo se transformará en un tumor y finalmente en un cáncer.

 

Tampoco están de acuerdo en cuál deberá ser el nuevo sistema postcapitalista. Žižek afirma que «el coronavirus también nos obligará a reinventar el comunismo basado en la confianza en las personas y en la ciencia». Y Chul Han cree que Žižek «evoca un oscuro comunismo», y dice que «Confiemos en que tras el virus venga una revolución humana. Somos NOSOTROS, PERSONAS dotadas de RAZÓN, quienes tenemos que repensar y restringir radicalmente el capitalismo destructivo, y también nuestra ilimitada y destructiva movilidad, para salvarnos a nosotros, para salvar el clima y nuestro bello planeta.»

 

Estamos de acuerdo en que no puede ser ningún comunismo o un estadocentrismo, pero tampoco la idea de ese nuevo sistema puede dejarse solo a la «razón» como dice Chul Han, pues fue la razón pura la que configuró el capitalismo y la Ilustración le dio la corona plena; sino, que tenemos que aprovechar la experiencia acumulada de la humanidad. Lo que necesitamos, es un sistema de cooperación y solidaridad, que ambos y todos lo enuncian. Es decir, ni un «comunismo oscuro» ni un «colectivismo autoritario», sino un cooperatavismo solidario que no sea autoritario ni estatista, pero no solo entre los seres humanos sino entre todos los seres que hacen la vida.

 

Atawallpa Oviedo Freire
Escritor, periodista, filósofo nacido en Ecuador

 

 

 

 

 

https://www.alainet.org/es/articulo/205480?language=es
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