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El efecto mariposa: de la Corona y el coronavirus a la mercadotecnia, los recortes y la pobreza

16/03/2020
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Sin casa, sin dinero, sin trabajo, en soledad: cerca de 10 millones de residentes en España malviven en la calle o no cuentan con ningún tipo de ingresos o están sin empleo o viven solos. O todo a la vez o en parte. Y en mitad de este drama solapado que no merece portadas en los medios de comunicación, una familia real e irreal al mismo tiempo, Felipe VI y sus paniaguados más íntimos, renuncian a la herencia (desiste a título personal el representante en jefe de la Corona) de papá Juan Carlos, otrora reyezuelo campechano de la democracia posdictatorial gracias al dedo del asesino Franco.

 

Metáforas, eufemismos, mercadotecnia, fake news: nos envuelve lo virtual, el efecto emocional, el oropel brillante del relato estético.

 

El coronavirus nos trae imágenes de épocas pretéritas: calles vacías, el Ejército patrullando, estado de alarma. Desde la intentona golpista del 23 de febrero de 1981, cuando tanques militares salieron amenazantes de sus cuarteles en las proximidades de Madrid y la ciudad de Valencia, los uniformes de charreteras, los fusiles y la quincallería de guerra solo frecuentaba las calles en tono festivo el día de la Fiesta Nacional, antes de la Raza y la Hispanidad, el 12 de octubre. Sobre el estado de alarma había un único precedente durante la huelga de controladores aéreos de 2010: Rodríguez Zapatero lo decretó para abortar las reivindicaciones profesionales de cuajo.

 

Cosas veredes Sancho, le decía el ingenioso hidalgo manchego Alonso Quijano a su escudero de sueños vanos y tripas ruidosas que seguía fielmente sus locuras de caballero andante enamorado de los vientos y de las quimeras románticas.

 

Y a fe, cosas estamos viendo y padeciendo en carne propia. Una sanidad pública tambaleante merced a los salvajes recortes neoliberales; la sanidad privada intervenida por el Estado (frótense los ojos, ya veremos si es una medida de aliño o una intención política auténtica); una monarquía que se va a pique; suspensión de cultos católicos y los pasos de Semana Santa.

 

COVID-19 está dejando imágenes para la Historia. Parecen caer mitos. La vida es más importante que el más allá cristiano y las devociones irracionales. En el fondo, España no es tan religiosa ni tan fan de la monarquía. A base de repetición machacona de las elites, el discurso oficial, que viene desde los Reyes Católicos así lo ha transmitido como verdad irrefutable en la versión extendida de impronta popular.

 

Como bien señalaba un sacerdote anónimo del siglo XV en contacto cotidiano con la plebe, “No ay otra cosa syno naser e morir”, rematando, “y tener una bonita mujer como amiga y comer bien.”

 

Y la monarquía actual no es más que el consenso impuesto por las elites de siempre (franquistas o de vena aperturista con moderación) a las izquierdas nominales representadas por el PSOE y otros adláteres de personalidad menguada que transformaron de consuno en coreografía espectacular la imagen de Juan Carlos I como as y héroe de la democracia parlamentaria.

 

Hoy sabemos que el Borbón emérito, según fuentes fidelignas suizas e inglesas, pudo recibir una comisión de los sátrapas petrolíferos de Arabia Saudí de 100 millones de euros por intermediaciones con grandes empresas españolas. Esa ingente cantidad la movía a discreción por Suiza y Panamá (paraíso fiscal por excelencia de la jet set y defraudadores de segunda fila venidos a más). Parte de esa pasta gansa se la regaló a amantes de postín.

 

Pero Juan Carlos ama igualmente a su vástago Felipe VI y le nombró segundo beneficiario de esa Fundación Lucum misteriosa, de la cual hacía transferencias el rey abdicador para sus gastos corrientes, vulgo agenda de la gente con posibles y pedigrí.

 

Felipe VI en un golpe de mercadotecnia audaz y en medio de la crisis pandémica se lanza a la palestra con un comunicado osado en apariencia para salvar su culo real y quedar como dios exento de culpa alguna: renuncia a la herencia paterna y le quita a papuchi la asignación anual extraída de los Presupuestos Generales del Estado de cerca de 200.000 euros. Por una parte, defenestra a su progenitor aceptando de facto las irregularidades (¿penales?) en las que podría haber incurrido Juan Carlos de Borbón y, por otra, se desmarca de los presuntos dineros ilícitos de la Fundación Lucum mediante un gesto torero de enorme calado artísitico.

 

Dos observaciones importantes que elude el escrito de la Casa Real. Primera, reconoce que Felipe VI había recibido un soplo hace ya más de un año acerca de esta millonada sospechosa y de que él era beneficiario a la muerte de su padre. Pregunta doble inocente: ¿por qué no actuó en ese momento? ¿Había negociaciones con las fuentes que podían revelar el secreto, incluidas amantes despechadas bajo presiones de los servicios de espionaje españoles? Segunda, a las herencias solo puede renunciarse, según expertos jurídicos, una vez que se produzca el óbito de la persona de la que se hereda, esto es, la renuncia ante mortem de los bienes heredables de Juan Carlos I es puro fuego de artificio, fanfarria de excusa moral.

 

Más temprano que tarde, España volverá a ser republicana a pesar de los acólitos mediáticos y meapilas-súbditos que hacen de palmeros interesados de los Borbones de conductas reprobables elevados a la quintaesencia de iconos cuasi míticos y venerables para el pueblo llano. Si en el siglo XV ya había sacerdotes avezados que renegaban por lo bajini de los dogmas católicos cuando la veda de la transparencia se abra sobre la monarquía actual, quizá el desahucio de Felipe VI del palacio de la Zarzuela sea un futurible a medio plazo. Cosas veremos. O quizá.

 

Del rey al común de los mortales

 

El capitalismo original, incluida su advocación neoliberal contemporánea, ha divido a sus gentes en clase alta (porque tengo talento), clase media (por mi esfuerzo) y clase baja (porque soy un fracasado). En esos estratos psicológicos nos encontramos con privilegiados naturales, advenedizos de estatus y asalariados precarios, e indigentes, descastados, desclasados y mujeres, hombres y población infantil atrapados en las redes del desecho provocado por la explotación y las reglas inflexibles del mercado, una mezcla variopinta de lumpen y personas al albur del existencialismo abrumador de rebuscar algo entre los despojos de la riqueza o la nada absoluta.

 

Ese conglomerado informe de las afueras capitalistas lo componen 40.000 personas que sobreviven al raso y 500.000 hogares sin ingresos monetarios o en especie de los cuales 140.000 familias tienen menores a cargo, en total una sociedad alternativa de millón y medio de habitantes. Agreguemos que en torno a 5 millones de personas viven solas, de ellas dos millones mayores de 65 años de edad. Otrosí: el registro oficial contabiliza 3,3 millones de desempleados.

 

No cabe poner en duda que esta legión sensiblemente vulnerable de residentes en España viven con mayor angustia y gravedad el estado de alarma decretado a causa del coronavirus. Muchísimos sin acceso a medidas de protección sanitarias; muchos otros sin poder avituallarse de alimentos básicos; bastantes teniendo que bajar a la calle en condiciones difíciles para comprar lo imprescindible; un número considerable sin nadie con quien hablar para pasar el aislamiento de manera aceptable en términos materiales y psicológicos.

 

Se dice pronto: grosso modo, una de cada cinco personas presenta rasgos muy vulnerables o precarios para hacer frente la situación extraordinaria que estamos padeciendo ahora mismo.

 

Llama la atención que algunas cadenas hoteleras de Madrid, a propuesta del gobierno neoliberal de su comunidad autónoma, hayan respondido positivamente para ceder camas y habitaciones previa medicalización de ellas si el sistema sanitario colapsara. Hipocresía de mercadotecnia, fachada de amparo coyuntural. ¿Por qué no se habilitan esas habitaciones para erradicar de inmediato la problemática social del sinhogarismo, terrible neologismo para tapar la cruenta realidad social? Eso sin contar que algunas estimaciones elevan a 3,5 millones las casas o pisos vacíos, nuevos o no, en España. Un despilfarro colosal.

 

Sanidad pública en pañales

 

La realidad es poliédrica: todo está trabado, enamorado, como dejara dicho Nietzsche, esto es, el efecto mariposa en palabras coloquiales.

 

Reyes multimillonarios, adalides del mercado salvaje y de la guerra que huyen del coronavirus a la periferia de su chalet en Marbella (el ínclito y singular matrimonio Aznar-Botella), millones de personas altamente vulnerables al estado de alarma, recortes irresponsables en sanidad pública favoreciendo el negocio de hospitales privados...

 

El conflicto entre nacionalistas españoles y catalanes copa la imagen internacional y doméstica de España. Parece una disputa entre rivales diferentes... que han empleado con idéntico énfasis brutal las tijeras contra el gasto social y la sanidad más en concreto. Mariano Rajoy, expresidente del Gobierno, y Artur Mas, expresidente de la Generalitat, han encabezado recortes salvajes: son conmilitones de la misma derecha elitista sin alma solidaria.

 

Desde 2009 España en su conjunto ha sufrido recortes en sanidad valorados en hasta 21.000 millones de euros.

 

Durante el periodo comprendido entre 2010 y 2014 se han perdido inversiones de 1.500 millones de euros en atención primaria, aminorándose el personal en más de 9.000 trabajadores y las camas por encima de las 5.000 unidades. En ese lapso temporal, los hospitales privados facturaban un 8 por ciento más y aumentaban sus plantillas por encima de los 6.000 efectivos.

 

Ese período fatídico registra unos presupuestos públicos a la baja, 8.000 millones de euros menos, y una subida de ingresos del 16 por ciento en la sanidad privada, 4.000 millones de facturación procedentes de los hogares. Las cifras cantan y hacen llorar lágrimas de estupor y rabia.

 

Catalunya y Madrid: los peores recortes

 

Estudios independientes señalan que unos 41 millones de residentes en España cuentan a día de hoy con servicios sanitarios muy deficientes o deficientes, manifiestamente mejorables en cualquier caso. El peor sistema, Catalunya, y Madrid, en el furgón de cola.

 

La crisis iniciada en 2008 ha dejado la región madrileña con 2.000 camas menos y ha evaporado 5.000 puestos de trabajo en el sector sanitario, mientras cuatro de cada 10 habitantes de la comunidad autónoma han sido obligados por la propaganda oficial y la mala prensa hacia la sanidad pública a contratar un seguro privado de salud. Las reducciones reseñadas contrastan con el dato de que en ese periodo el territorio aumentó en medio millón de personas censadas. Ahora funcionan 33 hospitales privados, cinco de los cuales son gestionados por empresas, y 50 privados. En Madrid, el PP lleva en el gobierno autonómico 25 años de forma ininterrumpida. Su legado resulta devastador.

 

Convertida en feudo de la corrupción vinculada al PP, sus dirigentes, con Esperanza Aguirre como exponente máximo de este paradigma ultraliberal de corte populista a lo Trump o Berlusconi, han hecho y deshecho a su completo antojo. De 2014 a 2017 se han externalizado servicios sanitarios sin concurso público, es decir a dedo, por cuantía de 2.400 millones de euros, siendo sus principales benefactores Clece, empresa de Florentino Pérez dedicada a la limpieza y mantenimiento de instalaciones, presidente de la multinacional de la construcción ACS y del Real Madrid, Indra, y las farmacéuticas Roche y Novartis.

 

A Clece se le han adjudicado concesiones por decenas de millones de euros (en torno a 60 millones en 2017), el 99 por ciento sin concurrir competencia de otras firmas privadas. La empresa de Florentino Pérez opera en España, Reino Unido y Portugal y presenta un dato extremadamente curioso en sus balances mercantiles: entre 2016 y 2018 su plantilla se incrementó en 3.319 trabajadores, bajando a la vez el gasto en nóminas en 75,8 millones de euros, un milagro financiero que solo puede explicarse por una precariedad laboral al alza. Clece factura al año 1.500 millones y su beneficio alcanza los 37 millones.

 

Indra, por su parte, es otro caso significativo de las concesiones privatizadoras del PP. Se trata de una empresa española puntera, que lleva facturados 41 millones de euros hasta 2016 a la Comunidad de Madrid por prestar el servicio telefónico de citas médicas. Sobre Indra hay sospechas de presuntos delitos relacionados con la famosa trama Gürtel ligada al PP. Su expresidente Javier Monzón ha tenido que declarar en sede judicial por abonar la empresa citada facturas por trabajos inexistentes a proveedores del PP de Esperanza Aguirre, cuyo importe asciende a 3,3 millones. Las investigaciones apuntan a que a las campañas electorales de Aguirre se desviaron 600.000 euros del montante de tal facturación ficticia. Actualmente, Monzón es presidente del Consejo de Administración del emporo mediático PRISA, editorial del rotativo El País, es decir, un miembro de la casta de los casi intocables. Los números anuales de Indra son: alrededor de 3.500 millones facturados y un beneficio que ronda los 120 millones.

 

En plena vorágine del coronavirus, la Comunidad de Madrid nombraba como general externo contra la crisis sanitaria al médico Antonio Burgueño, un personaje que fue dirigente de hospitales en la administración regional hace años, con currículo laboral que presenta 11 años de ejecutivo en Adeslas y otras vinculaciones de igual naturaleza con el Grupo Capio. Burgueño ha sido el genio privatizador en sanidad del PP de Madrid en sus años de mayor virulencia ideológica.

 

Adeslas-La Caixa-Mutua Madrileña Automovilística, grupo líder en seguros privados y servicios sanitarios, dentales y otras especialidades, copa el 30 por ciento de la cuota de mercado de su segmento de actividad, ingresando por primas 3.700 millones de euros anuales y declarando unos beneficios de 350 millones. Su plantilla laboral es de 43.000 trabajadores.

 

Capio, antes IDC Salud, ahora Grupo Quirón es el primer complejo empresarial privado de sanidad de España y el tercero de la Unión Europea. Regenta 47 hospitales, factura más de 800 millones de euros al año, sus beneficios llegan a casi 120 millones y atiende a una clientela de 13 millones de pacientes. Su capital es alemán, Fresenius Helios, transnacional que factura 8.500 millones de euros y registra un beneficio de 450 millones.

 

Burgueño es un lobo privado entra las ovejas públicas: un diseñador de mercadotecnia ad hoc para que la sanidad privada no pierda posiciones de privilegio en la Comunidad de Madrid.

 

Por lo que se refiere a Catalunya, el mandato del nacionalista Artur Mas, delfín político del mítico Jordi Pujol, al que las investigaciones policiales atribuyen junto a su trama familiar ingresos ilegales de 290 millones de euros, amigo de conveniencia tanto de Felipe González como de José María Aznar, decretó y llevó a cabo el desmantelamiento de 1.100 camas públicas y el despido de 2.400 profesionales sanitarios, con un recorte global de 1.500 millones entre 2010 y 2016. De 2009 a 2015 Catalunya es la campeona indiscutible en toda España en recortes sociales (sanidad, educación, dependencia, etc.) con una bajada presupuestaria del 26 por ciento, valorada en 5.500 millones de euros.

 

Como hemos visto en este repaso sucinto de la complejidad creada en los aledaños ambientales de COVID-19, la actualidad tiene antecedentes políticos, intereses ocultos y consecuentes sociales. Y todo es uno.

 

Varias cuestiones como broche para la reflexión pausada y crítica. Una: no somos iguales ante la ley, ni con pandemia ni sin ella. Dos: ¿están manipulando nuestra precariedad vital a base de miedos inflados en demasía? Tres: ¿se suspenderá sine die el pago de hipotecas y alquileres por el estado de alarma, la merma de ingresos y los despidos fulminantes que ya se vienen produciendo a diario a expensas del coronavirus? Cuatro: España deja de ingresar por una presión impositiva inadecuada con respecto a la media europea entre 60.000 y 75.000 millones de euros menos al año y cuenta con más de 100.000 millones parasitando en edenes fiscales. Cinco: ¿es mejor aceptar y depender de donaciones a la sanidad de multimillonarios como Amancio Ortega o tener un sistema público de salud con recursos y medios suficientes provenientes de un la lucha inteligente contra la evasión fiscal y de un dispositivo fiscal progresivo y justo? Seis: ¿jaque al rey? Además de la Fundación Lucum, al parecer Felipe VI también es beneficiario de la Fundación Zagatka, radicada en Liechtenstein. ¿Estaba en la inopia su majestad sobre los quehaceres o tejemanejes de su augusto padre?

 

Manipulaciones y efecto mariposa: todo está relacionado, el miedo, las metáforas, los eufemismos, las fake news, también el coronavirus y la monarquía. Tiremos del hilo...

 

Principales fuentes consultadas

 

Cumbre Social contra los Recortes

FADSP – Federación de Asociaciones en Defensa de la Sanidad Pública

GESTHA – Sindicato de Técnicos del Ministerio de Hacienda

Ministerio de Sanidad

Medios de comunicación: eldiario.es, El País, Público, Info Libre, 20 minutos, La Vanguardia, Crónica Global, El Confidencial...

Del mito a la decadencia: los mitos que forjaron la España moderna, Henry Kamen.

https://www.alainet.org/es/articulo/205278
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