Pronósticos cada vez más sombríos
- Opinión
Dos semanas de saturación con un relato que busca desdibujar al presidente electo Alberto Fernández y dar toda la centralidad política a Cristina Kirchner alcanzaron los columnistas de Clarín y La Nación. Se repiten las descripciones, los nombres en juego, los adjetivos, sin el menor rubor. Subyace el pronóstico del Frente de Todos como una fuerza que ganó las elecciones pero va hacia el caos.
Unos pocos matices quedan abiertos en esta descripción. La afirmación de una conducción partida en dos, entre el presidente y la vicepresidenta, tantas veces tipeada, ya abre paso a una todavía más dramática: “Ella” toma todas las decisiones y, claro, esto preanuncia mil tormentas.
“Enorme ostentación de poder” de Cristina Kirchner, escribe el domingo 1 de diciembre Morales Solá en La Nación, quien asegura no solo que tomó todas las decisiones, sino que además lo hizo sin siquiera preguntarle al presidente electo. Se abre, y aquí viene el anhelo íntimo del poder para el que Morales Solá escribe, un “proceso imposible de predecir”.
Sobran escoltas para empujar la estrategia: Serra, que habla de Massa “indignado” por la situación, si bien al final concede que el dirigente de Tigre mantuvo diálogos con Alberto Fernández que “aquietaron las aguas”. Y Rodríguez Yebra, quien lo ve al presidente electo ya desgastado en la tarea de “mantener unido” al Frente de Todos. Casi copia las palabras de Morales Solá: “impresionante sobreactuación de poder” de “Ella”.
Clarín reproduce la estrategia. “Todos hablan de Cristina”, tecleó Fioriti, porque “su poder se agiganta”. Pero es él quien habla de su “voracidad” y, poco feliz a la búsqueda de metáforas, la llama “locomotora insaciable”.
¿De qué escribe Van der Kooy en Clarín el mismo día? De Cristina. ¿De qué escribe Kirschbaum en Clarín el mismo día? De Cristina. De la “concentración de poder”, de gobernadores enojados y sorprendidos. ¿Cómo se explica que ninguno de estos gobernadores haya dicho una sola palabra al respecto? Es que “se cuidan”, nos enseña Kirchsbaum. “Nadie lo quiere decir directamente”.
Sepa el lector valorar la invención de una nueva fórmula de este “periodismo”: a) hay que imponer que un hecho político está en transcurso; b) no hay fuentes que lo hagan, ni una pera mencionar; c) esta falta de fuentes “confirma” el hecho político que se resolvió imponer.
El dispositivo, como siempre, muchas piezas. Borensztein en La Nación destacó el viernes 29 la “temprana erosión” del poder de Alberto Fernández. Ese mismo día Bonelli en Clarín se encolumnó en la fila de quienes escriben sobre los “vetos” de Cristina Kirchner: todo argentino o argentina que no ingrese al gabinete o a un cargo importante de cualquier área estatal es porque “ella veta”
En la búsqueda de elementos para sostener el relato, no faltaron “analistas” que apelan a la ficción: Gambini en Clarín se ampara en la “intriga del juego de tronos”, usando una de las series más promocionadas y publicitadas.
Tal vez el único toque editorial atendible en dos semanas lo haya intentado Carlos Pagni en La Nación: al hablar de Máximo Kirchner como probable presidente del bloque de diputados, el columnista se sale del discurso que sus colegas copian y pegan y exhorta a tomar a este dirigente con más seriedad: dice que en estos años dialogó con múltiples sectores, que mostró capacidad de negociación y construcción política.
Pagni se puso así casi al borde del infierno: ¿cómo se atreve a no insultar a Máximo Kirchner, a no burlarse de él? Le respondió en el mismo diario su compañero de redacción, Suppo, exhibiendo una insólita disconformidad, en torno pretendidamente irónico: “Conmueve hondamente descubrir en declaraciones y también textos periodísticos que Máximo Kirchner era un estadista, un pacificador, un hombre abierto al diálogo y al compromiso plural”.
Como se sabe, una estrategia editorial se expresa también por lo que no se publica, lo que se esconde, lo que se censura. La muy demorada comparecencia del denunciado fiscal Stornelli ante el juez que lo viene citando desde hace meses no es tema que los columnistas comenten y no solo eso: la noticia fue apenas incluida, al paso, en espacios casi invisibles. Como es obvio, Clarín es más duro en esta línea de censura que La Nación, ya que una de sus estrellas, Santoro, está acusado de los delitos que motivan la indagatoria a Stornelli.
Pero el fiscal de la causa de los “cuadernos” que primero estaban pero después fueron quemados pero después se rehicieron de las cenizas, no es el único protegido por el encubrimiento informativo: Laura Alonso recibió también un ocultamiento bondadoso en su comparecencia por los estropicios de los que se la acusa como jefa de la Oficina Anticorrupción del macrismo.
1 de diciembre de 2019
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