El equilibrio es la muerte (I)

08/11/2019
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Hace unos años, Philip Morris, gran empresa tabaquera estadounidense, le sugirió al gobierno de la República Checa que estimulase el consumo de tabaco. De ese modo, decía Philip Morris, es más fácil equilibrar las cuentas públicas. El diario parisino Le Monde daba cuenta del maravilloso método preconizado por la tabacalera:

 

“Al abrir el diario, el jueves 26 de julio (de 2001), millones de estadounidenses cayeron en una plena página de publicidad más bien mórbida, una etiqueta colgando del pie de un cadáver, en una morgue, en la cual se podía leer: ‘US$ 1.227 es la suma que, según un estudio realizado a la demanda de Philip Morris, la República Checa economiza en gastos de salud, de pensiones y de vivienda, cada vez que muere un fumador’. El gigante mundial del cigarrillo –que controla un 80% del mercado checo– acaba de ser denunciado por encargarle al Consultor Arthur D. Little este documento que cuantifica los ‘efectos positivos indirectos’ de las economías realizadas por el gobierno de Praga gracias a la muerte prematura de sus fumadores: 5 mil 800 millones de coronas checas (unos 17,4 millones de euros) en 1998. El objetivo era mostrarle a los checos, que consideraban endurecer su legislación anti-tabaco para acercarla a la de la Unión Europea a la que aspiran entrar, que no era deseable aumentar los impuestos al tabaco porque este le aporta al Estado más de lo que le cuesta”.

 

Gracias a Philip Morris y, seamos justos, a Arthur D. Little, los gobiernos saben ahora que se puede reducir el gasto público matando a los ciudadanos. Como se verá, el método no fue completamente olvidado: hay gobiernos, como el chileno, que ensayan diversas variantes con resultados al parecer extremadamente positivos.

 

Le Monde, citando el estudio publicado por Philip Morris, explicaba:

 

"’Entre los efectos positivos del tabaco se cuentan los impuestos (2), el IVA, y las economías de gastos de salud generadas por una mortalidad precoz’: 28 millones de coronas ‘de economías sobre los gastos de vivienda de los adultos mayores’, 196 millones ‘sobre el costo de las pensiones y otros gastos sociales’ y 968 millones ‘sobre los costos de la salud pública’”.

 

El escándalo ocasionado por tanta candidez llevó a Philip Morris a anular el pedido de otros estudios para los países del Este. Pero, como se dijo, el método no desapareció del todo.

 

Hace unos días, mi asesor financiero preferido, John Mauldin, me envió su publicación mensual cuyo título lo dice todo: “La Seguridad Social se está muriendo porque la generación del baby boom no se muere”.

 

El mensaje es de una claridad que encandila: si queremos mantener las prestaciones sociales, no nos queda más que irnos al valle de las pirinolas.

 

Lo curioso es que las prestaciones de la Seguridad Social tienen por objeto evitar que te mueras de hambre, o por falta de cuidados médicos. Si para evitar la desaparición de la Seguridad Social tienes que palmarla, me temo que hay como una pequeña contradicción.

 

El tema no es nuevo. Desde hace casi 50 años, con la llegada de la forma más brutal y salvaje del capitalismo, el neoliberalismo, los gobiernos y la ‘comunidad financiera’ se han empeñado en liquidar el Estado del Bienestar –las prestaciones sociales y los servicios públicos– con el propósito de sostener la tasa de lucro que obtiene el capital. Todas las economías que logran los recortes presupuestarios en la Educación, en la Salud, en la Previsión y otros servicios públicos, van directamente a engrosar los beneficios de las grandes multinacionales.

 

De paso, faltos de cuidados médicos, los adultos mayores mueren antes de tiempo. La mortalidad precoz, como demostró Philip Morris, reduce el monto global de las pensiones que sirven los diferentes sistemas, facilitando así el retorno a su equilibrio financiero.

 

No creas que la cuestión del llamado ‘gasto social’ es nueva. El mismo John Mauldin lo cuenta, sin ocultar una amplia sonrisa:

 

“En el año 2006, Alan Greenspan (3) dijo que un grupo de expertos podía equilibrar fácilmente la Seguridad Social en unos 15 minutos, ‘solo porque durante 10 minutos se dedicaban a contar chistes’. Efectivamente Greenspan había dirigido un grupo de ese tipo décadas antes: la Comisión de 1981 que creó Ronald Reagan para recomendar soluciones para un sistema que flaqueaba ya en ese entonces”.

 

Tal parece que los 5 minutos de trabajo de los expertos, más los 10 minutos de cachondeo, no fueron suficientes visto que el problema se arrastra hasta ahora. No quiero pensar que la cuestión de la distribución de la riqueza creada con el esfuerzo de todos pudiese ser algo difícil, habida cuenta de lo que decía Alan Greenspan y sobre todo de lo que ahora dice John Mauldin:

 

“Las soluciones para los problemas de hoy son escurridizas porque el cambio es políticamente complicado, especialmente cuando requiere sacrificios”.

 

De lo que uno infiere que antes las soluciones eran fáciles. Ahora no tanto porque contrariamente a la bella época, en la que el cambio político era algo sencillo, las reformas son complicadas. Sobre todo cuando un cambio político exige sacrificios. Lo que Mauldin no dice es quien soporta el sacrificio. Desde luego son los pringaos de siempre, cuya única arma es el voto, y de ahí nace la complicación. ¿Cómo hacerles soportar más y más sacrificios sin que dejen de votar por quienes tienen el poder? Y sin que se subleven, como está ocurriendo ahora en Chile y en diferentes sitios del mundo.

 

Por las razones expuestas vuelve a surgir el recurso del método: si le quitas dinero a la Salud, si las listas de espera se alargan hasta el infinito, si faltan los medicamentos o cuestan muy caro… aumenta la tasa de mortalidad y así matas (sin juego de palabras) dos pájaros de un tiro. Reduces los gastos en la Salud pública, y al mismo tiempo el monto necesario para pagar las pensiones. ¡Grande Philip Morris! Uno se pregunta cómo no les dieron el premio Nobel de economía.

 

Si al mismo tiempo mantienes los montos de las pensiones bajitos, bajitos… la tasa de mortalidad vuelve a aumentar. Solo te queda regalarle a los viejitos un paquete de Philip Morris para que la solución sea completa.

 

El problema, literalmente, se hace humo.

 

Notas

 

(1) El 2º Principio de la Termodinámica determina que todo sistema que llega al equilibrio… muere.

(2) Hace años, nuestro amigo Armen Kouyoumdjian descubrió que los impuestos sobre el tabaco y el alcohol le entregan al Estado de Chile más dinero que los impuestos (casi nulos) del cobre.

(3) Alan Greenspan: fue presidente del banco central de los EEUU –la Federal Reserve– durante 18 años. Su responsabilidad en la crisis de los subprimes (la Gran Recesión) fue enorme.

 

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https://www.alainet.org/es/articulo/203144?language=es

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