La voluntad ciudadana
- Opinión
En Londres, la reina Isabel, asumiendo una actitud que la prensa peruana consideraría “chavista”, resolvió suspender las tareas del Congreso británico. Pero aquí. Martin Vizcarra afronta similares problemas. Veamos
Sin duda, el desafile celebrado el 28 de agosto pasado en Tacna como homenaje a su reincorporación a la patria, tuvo dos signos distintivos: la multitudinaria presencia popular que superó incluso largamente a la registrada en años anteriores; y la demanda total de “cierre del Congreso” coreada a una sola voz por toda la concurrencia.
Cuando la gigantesca bandera llevada por las manos de las mujeres tacneñas se desplazaba por las calles de la ciudad, al grito multitudinario se sumaban las exigencias ciudadanas que veían como “salida a la crisis” un adelanto inmediato de las elecciones nacionales para renovar ya los “cuadros” del Estado.
Esto confirma que, más allá de los cálculos de los mediocres “opinólogos” que hoy pululan en los “medios” escritos, radiales y televisivos, crece un sentimiento que brota a la luz de la realidad: la gente no es tonta y se da cuenta, hasta instintivamente, de cuál es el principal peligro que se cierne hoy sobre la sociedad peruana.
Nadie necesita ya que le contemos lo que es capaz de hacer el fujimorismo si logra recuperar las riendas del Poder. Independientemente de las interpretaciones de la teoría, es la vida misma la que confirma las cosas. Si Keiko fuera hoy Presidenta de la República, Tamar Arimborgo sería titular del portafolio de Educación; Héctor Becerrill o Lourdes Alcorta, titulares del Interior; Carlos Tubino, de Defensa; Rosa Bartra, de Justicia; Milagros Salazar, de Salud y Martha Chávez de la Mujer y Poblaciones Vulnerables
Los demás, serían tan mediocres como lo son hoy los 73 “congresistas” del Keikismo enquistados en el Palacio Legislativo. Ministros y Congreso estarían bañados en la misma agua, santificada por Juan Luis Cipriani. Y claro, tales “poderes”, Yanacocha explotaría Conga, la Southern Tía María y los yacimientos de Litio de Puno, serían pasto para Consorcios del mismo signo.
Preparando ese camino, el poder Judicial puso tras las rejas a Vladimir Cerrón por acusaciones que hay que ventilar; Y a Walter Aduviri, como sanción punitiva por las luchas de su pueblo- Hoy quieren ampliar las penas considerando a José Luis Chapa y Jorge del Carpio, de Arequipa.
La crisis de hoy tiene una particularidad: se mueve más que por la voluntad de las personas, por el peso de las circunstancias que generan los cambios. Una mirada dialéctica al escenario, nos obligaría a referirnos a la dinámica de la confrontación de clases en una etapa convulsa, como la que atraviesa el país. Hoy, los acontecimientos avanzan, e incluso hay quienes cambian al calor de las circunstancias. Ahora es posible que millones de peruanos demanden algo que hace un año no se “sentía” como una exigencia nacional. Y que hasta los individuos, hoy no sean los mismos que ayer: piensen de otro modo.
En otras palabras, el proceso mismo está colocando a cada quién en su lugar. Mercedes Araoz ha encontrado “su sitio”, como Bruce; y la bancada aprista se ha situado como el “cerebro” de la CONFIEP.
Todo esto, coloca a la izquierda como un elemento clave. No solo porque está en condiciones de polarizar el escenario, sino también porque adquiere la posibilidad de aglutinar a sectores muy amplios de la vida peruana; y entender, con ellos, que arribar a un gobierno decente sería el primer paso para la transformación revolucionaria de la sociedad.
Las tareas que se imponen son simples: hay que unir y organizar a la población, elevar la conciencia política de la ciudadanía y promover y alentar las luchas sociales. El esfuerzo por emprender eso, genera variantes de hondo contenido. En ese marco, los trabajadores tienen el deber de hacer política, pero política de clase. Ella debe llevarlos a preservar su propia independencia sin mezclarse en manejos electorales contrarios a su carácter de Frente Único, como lo concibió Mariátegui.
Dejemos a los otros con sus especulaciones ridículas. “Caretas” podrá ponerle polo rojo a Isabel de Inglaterra y hasta asegurar que siguió los consejos de John Gollan, el histórico líder de los comunistas británicos. Pero ya nadie se chupa el dedo en este país de ricas experiencias. La voluntad ciudadana se afirma.
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