La "corrupción K", ese otro fetiche
- Opinión
No viene al caso efectuar mayores precisiones acerca de los oficios terrestres que cultivan los diversos y abigarrados inquisidores de la "corrupción K" (aclaro que "abigarrado" no significa apretado sino polícromo, RAE dixit). Militan en esa colusión de virtuosos de ocasión histórica, gentes de toda laya moral, esto es, mal y bien intencionados. Esta breve epístola ocupase de los primeros pues de los otros nada hay que decir, como no sea celebrar que todavía se pueda, mal o bien, en la Argentina de hoy, decir lo que se piensa, tal como ocurría, mal o bien, en el período 2003-2015.
Para esos "malos" -sean éstos empresarios, políticos, periodistas o lo que fuere- el kirchnerismo tiene que ser el epítome de la corrupción porque si no es así queda a la intemperie su "programa": ganar dinero y "calidad de vida” a como dé lugar y aunque la mayoría sufra y la Argentina se fragmente en grietas y la devoren los de afuera.
En ellos, el libreto de la "corrupción K" es hermético y saludable, lo primero porque no admiten someterlo a discusión, lo segundo porque les permite depositar la patología en el afuera: ellos son los delincuentes, nosotros, los honestos, y logramos, de ese modo, mirar a nuestros hijos a los ojos y seguir haciendo negocios o viviendo nuestra módica epopeya con la conciencia tranquila.
Sólo así se entiende que personas extremadamente racionales a la hora de, por caso, pensar una inversión o diseñar un emprendimiento, sean tan emocionales y rudimentarias cuando son invitadas a exponer su mirada sobre la corrupción en el país.
La tentativa de robo al Estado por parte del propio presidente de la Nación (Correo Central) no existió (en contra de lo que dictaminó la fiscal Gabriela Boquín); pero sí existieron las valijas con dinero llevadas a Juncal y Uruguay por orden de CFK en horas de la noche o de la siesta, eso todavía no lo sabe ni Stornelli.
El fiscal Carlos Stornelli, en el marco de la causa Nº 9608/2018 "Fernández de Kirchner, Cristina Elisabet y Otros s/ Asoc. ilícita", ha negado la presunción de inocencia y desnaturalizado el instituto de la prisión preventiva, y aun así ha tenido dificultades para incorporar al expediente prueba incriminatoria contra la exPresidenta.
Pero esto no existe en la penosa vulgaridad con que individuos que se autoperciben como impolutos padres de familia explican hechos de cuya verdad no podrían obtener las ventajas que sí les sonríen cuando esa verdad permanece en la sombra: los delitos con que amasaron sus módicas fortunas o los mezquinos quebrantos morales que, alguna vez, les requirió su actividad cotidiana, no les remuerden, porque delincuentes, lo que se dice delincuentes, son los otros, no nosotros.
Los que adhieren a la calumnia contra todo lo que el kirchnerismo representa en sus mentes (cerradas, esas mentes, a toda opción para el laburante o el villero que no sea su sempiterna pudrición en el andurrial anegado de barro y excremento) no denuncian ni se molestan en probar nada de lo que vomitan, como sí hacemos los que sí denunciamos (el 12/10/2018, Juzgado María Servini, Fiscalía Paloma Ochoa) al juez Claudio Bonadío, a cargo del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal Nº 11, y al doctor Carlos Stornelli, titular de la Fiscalía Federal Nº 4 de la Capital Federal, por violación de la Convención contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes.
Y una vez más, debo aclarar para gobierno y conocimiento de las venerables mediocridades que destilan su veneno por la espalda pero que de frente nunca dicen nada: no soy peronista, no soy kirchnerista ni seré funcionario en el próximo gobierno de Alberto Fernández. Soy apenas, un argentino con su sentido del deber bien aprendido y que siempre ha creído que, cuando no hay esperanza, debemos inventarla, Camus dixit.
Lo relevante, al fin y al cabo, es que no olvide, ni se distraiga, ni pierda la memoria el pueblo argentino. Juega, en estos días de desesperanza intensa, una baza importante, este pueblo. Es cierto lo que dijo el Presidente: se juega lo que será la Argentina en el próximo siglo.
Si ganan estos odiadores eternos de todo lo proletario y popular; si ganan estos que dicen que les preocupa la pobreza y que el mercado y la "libertad" terminarán con el "flagelo"; si ganan estos que dicen ahora que hay que imitar a Chile como ayer decían que había que copiar a Estados Unidos; si ganan éstos, habrán ganado los que celebran en privado lo que en público condenan: la sangre derramada si esa sangre era la nuestra. Si ganan éstos, habrán ganado los que quisieron (todavía quieren) decir que no hubo 30.000 desaparecidos.
El discurso de Macri, el discurso de Juntos por el Cambio, es el lugar donde muere, de manera definitiva, la posibilidad de un mundo moral.
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