Entre lo viejo que no termina de morir y lo nuevo que no termina de nacer

Más allá de los monstruos

20/06/2019
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La transnacionalización del capital y la ruptura de la noción centro-periferia han puesto, en este siglo XXI, el mundo al revés. Esto nos obliga a enfrentamos a profundos escenarios de violencia en la medida en que Estados Unidos va perdiendo su hegemonía económica y política, y otros proyectos, como el de Rusia o el de China, van surgiendo y conformando un nuevo escenario internacional.

 

Entre las dos grandes crisis del capitalismo medió casi un siglo de batallas por la liberación de los Pueblos. Algunas fueron triunfantes, como la revolución cubana de 1959, pero otras quedaron en el fracaso. La constante, en este sistema de explotación, miseria y hambre, es que los Pueblos jamás se rindieron a sus pies.

 

Es así como otro momento histórico regional emergió a partir de 1998 cuando el Comandante Chávez, en un momento muy complicado para la izquierda mundial tras la caída del muro de Berlín y el derrumbe de la Unión Soviética, nos demostró que otro mundo sí era posible, y que, en medio del despliegue de la fase global-neoliberal del capitalismo, era posible tomar el poder y gobernar para los de abajo.

 

El llamado ciclo progresista, puesto en marcha en 1998, fue incorporando nuevos gobiernos y líderes como Néstor Kirchner, Lula da Silva, Evo Morales, Rafael Correa o Cristina Fernández, para después sumarse las antiguas guerrillas del FSLN y FMLN ya como partidos de gobierno. Por si fuera poco, las fuerzas populares del continente lograron derrotar al ALCA y crear instrumentos para la liberación de los pueblos, como el ALBA, o incluso una CELAC que se contrapone a la OEA, el Ministerio de las Colonias estadounidense.

 

Sin embargo, los últimos años de este ciclo han sido de reflujo y crisis producto de múltiples factores. Por un lado, el imperialismo nunca dejó de intentar golpes de Estado en Venezuela, Bolivia o Ecuador; mientras que otros fueron consumados en Honduras, mediante la vía tradicional, o bajo la modalidad de golpes parlamentarios, como en Paraguay o Brasil —países que, tanto en 2012 como 2016 compartieron la misma Embajadora Estadounidense, Lilian Ayalde, ex USAID, y actualmente asesora del jefe del Comando Sur—. Al mismo tiempo se produce la muerte de algunos de los grandes líderes que sostenían estos procesos, como Hugo Chávez o Fidel Castro, y comienza una persecución judicial, bajo la forma del lawfare, contra Lula Da Silva, Cristina Fernández o Rafael Correa.

 

https://www.alainet.org/es/articulo/200549?language=es

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