El imperio y Nicaragua: El principio del placer, el principio de la realidad y el principio del amor
- Opinión
Hace un año los golpistas decían que el único sentido de sentarse en torno a una mesa era definir cuándo y cómo el Gobierno sandinista, y en especial el comandante Daniel Ortega y la compañera Rosario Murillo, abordarían un avión con rumbo al exilio. Hoy la mayoría de ellos están sentados, en un avanzado proceso, negociando con ese mismo Gobierno y con ese mismo Estado cuya legitimidad negaron y que quisieron destruir por las armas. No están negociando la salida del Gobierno sino la liberación de sus presos, el retorno de sus exiliados y, a futuro, su participación en un proceso de elecciones según lo establecido en la Constitución de la República, ni antes ni después del 2021.
Poco a poco se van dispersando las nubes de humo y polvo levantadas por la retórica golpista del odio, que sembraron en ciertos sectores del pueblo de Nicaragua y en amplios sectores de la opinión pública mundial, la noción de que lo que estaba teniendo lugar entre abril y julio de 2018 era una verdadera insurrección popular contra un Gobierno espurio.
A pesar de casi 253 muertos, 2,018 heridos, y de haber sufrido una caída del PIB interanual del orden del 3.8% con la pérdida de unos 130 mil puestos de trabajo y el cierre de uno de cada cuatro negocios, la imagen que emerge tras el fracaso del “golpe suave” no es una de ruinas, sino la de un amplísimo consenso social en torno a la idea de que lo importante es sacar adelante el país, salir de la pobreza y buscar formas de convivencia social en la práctica, en la vida cotidiana.
Hace un año los obispos mediaron, pero muchos de ellos estaban jugando un papel dirigente entre las fuerzas que por las armas querían destruir las instituciones. Nunca actuaron como mediador sino como juez y parte. Hoy en día esos prelados han desaparecido de la escena. El principal de ellos, el obispo de Managua, Silvio Báez, está siendo trasladado a Roma por el propio sumo pontífice y el que efectivamente está jugando un papel de mediador es el embajador del papa Francisco en el país, el nuncio Waldemar Sommertag.
Poco a poco, primero dentro y luego fuera de Nicaragua, el principio de la realidad se está haciendo valer por encima del principio del placer golpista que exigía a toda costa derrocar al sandinismo y destruir el país por medio de la guerra civil. Dentro de Nicaragua, sin embargo, el principio que se está imponiendo desde hace meses, más allá de la dialéctica de los otros dos, es el del amor. Vale la pena que expliquemos e ilustremos estos conceptos en mayor detalle.
Placer imperial vs realidad
Según el padre del sicoanálisis, Sigmund Freud, el funcionamiento de la psiquis humana se rige por dos principios que forman un par indisoluble: el principio del placer y el principio de la realidad. El primero busca su satisfacción, ya sea aumentando o disminuyendo la excitación, mientras que el segundo regula la búsqueda de esa satisfacción canalizándola, no por el empleo de los medios más cortos y directos, sino mediante rodeos y aplazamientos en función de las condiciones dictadas por el mundo exterior, independiente de la voluntad del sujeto. Presos de la contradicción entre el deseo y la realidad, los sectores que impulsaron la salida golpista en Nicaragua están cada vez más orientados a buscar una manera política de derrocar al Gobierno sandinista, no porque se cuestionen la legitimidad de tal ambición destituyente y visceralmente antisandinista, sino sencillamente porque no pueden materializarla de otra manera:
La “urgencia”, la “necesidad imperiosa” de derrocar al Gobierno legítimamente electo por las urnas, es un común denominador a la política de la derecha sumisa al imperialismo en Nuestra América, con casos emblemáticos como el de Venezuela, donde no menos de 8 veces en lo que va de este siglo —es decir, cada dos o tres años— esa derecha golpista ha venido propiciando coyunturas de gran agresividad y peligro que lo han puesto al borde de la guerra, al punto de ser válida la pregunta de si, desde abril del año 2002, el pueblo bolivariano, en vez de haber sido sujeto de una serie de golpes de Estado, en realidad no ha vivido bajo un solo estado de Golpe permanente.
La retórica del golpismo imperial siempre promete el derrocamiento “inmediato” del Gobierno a derribar (por ejemplo, el chavismo), aunque éste una y otra vez dé sobradas pruebas de ser una fuerza sociopolíticamente sólida, imposible de borrar del mapa de cualquier modelo de construcción nacional en el futuro previsible. Tanta urgencia en esa retórica “hidráulica” de las derechas golpistas latinoamericanas, tanta insistencia en la “presión”, en “calentar la calle”, en forzar “la salida”, se explica, primero, por lo elitista, delictivo, antipopular e inconfesable de los intereses y proyectos que la animan, y segundo, por la estrategia de guerra sicológica implementada, que busca primero debilitar para luego desmontar las defensas espirituales, morales, racionales y luego jurídicas, políticas, militares y económicas de la población-blanco de la desestabilización.
En el caso de Nicaragua, más allá de su retórica agresiva, y del hecho de que a los Estados Unidos no les guste un Gobierno sandinista enarbolando un programa de nacionalismo con justicia social en el corazón de América Central, los estrategas de imperio deberían darse cuenta de que desestabilizar la región con una guerra civil sería dispararse en el pie, ya que los sandinistas convencidos de todas las generaciones en Nicaragua (padres, hijos, nietos, abuelos, y hasta tatarabuelos) son una fuerza que ronda los 3 millones, cerca de la mitad de la población. De imponerse la lógica del golpe en Nicaragua, nadie quedaría conforme a no ser por algunos barones de la droga, financieros y operadores golpistas.
Por ejemplo, la globalización impulsada por los propios Estados Unidos en Centro América ha interconectado de tal manera la región que un simple apagón en cualquiera de sus países deja a oscuras a todo el istmo (sucedió hace poco). Durante los meses del golpe fallido, el comercio regional de mercancías fue interrumpido por los tranques implementados por los propios golpistas, lo que les ganó la repulsa generalizada de los afectados en toda el área.
Como esos se pueden mencionar decenas de ejemplos semejantes en todos los ámbitos: seguridad ciudadana, migración, medio ambiente, seguridad alimentaria, etcétera, etcétera. Es imposible no advertir que tal desestabilización pondría en peligro a todos los ya de por sí frágiles gobiernos de la región, incluso a los más leales a Washington, causando pérdidas en todos los sectores. No olvidemos que durante la coyuntura golpista en Nicaragua, Costa Rica estuvo paralizada por varias semanas en la huelga más grande de los últimos 20 años, y que el norte de Centroamérica fue sacudido por caravanas de miles de migrantes que barrían con las fronteras a su paso rumbo a los Estados Unidos. Más al sur, tampoco Panamá, con todo y sus apabullantes cifras de crecimiento, se libró de violentos disturbios tras un anuncio del presidente Juan Carlos Varela de que subiría la tarifa eléctrica. Ninguna de esas olas de protesta popular se debió directamente a lo que estaba pasando en Nicaragua, fueron productos exclusivos de la fragilidad del modelo neoliberal impuesto a la región. Pero bastaría un sacudón de mediana intensidad como el descalabro del Estado Nacional en Nicaragua para generar un sismo sociopolítico regional de graves proporciones e impredecible desenlace.
Esas realidades las entiende la burocracia de la Comisión Europea —verdadero poder tras el trono en la UE— que fue rápida en dar la bienvenida al anuncio del inicio de las negociaciones entre el Gobierno y los golpistas a mediados de febrero. No ha sido tan así con el Parlamento Europeo, dominado por políticos derechistas empeñados en conservar a toda costa sus curules tras las elecciones del 26 de mayo. Sin embargo, al margen de la retórica electoral, los propios parlamentarios europeos en la práctica se ven obligados a reconocer que la salida solo puede ser política, tal y como lo expresaron el 1° de abril en la conferencia sobre el tema realizada en la sede del Parlamento Europeo. En lo que respecta a la OEA, y a pesar de los exabruptos, por ejemplo, de la CIDH, que ha llegado a reclamar como presos políticos a violadores y asesinos juzgados y condenados antes de abril de 2018, lo cierto es que los EEUU y su Alianza del Pacífico no cuentan con los votos necesarios para impulsar una política antinicaragüense en ese foro que más bien se ha tenido que plegar a un acompañamiento a las negociaciones en curso a lo largo de las mismas líneas que se habían consensuado con el Gobierno al inicio de la crisis en 2018: apoyar una reforma del sistema electoral.
No es un hecho menor que el Vaticano, en la persona del representante directo del papa Francisco en el país, haya desplazado a los obispos locales en las negociaciones de paz estableciéndose como un verdadero mediador. Tampoco lo es el que la Cruz Roja Internacional haya asumido el papel de garante en el proceso de entrega de presos que pasarían al régimen de convivencia.
Dentro del país, unos cuantos de los actores que promovieron la más desaforada retórica golpista, los que decían que lo único que había que negociar era a qué hora el comandante Daniel Ortega y la compañera Rosario Murillo debían subirse en un avión con rumbo al extranjero, los que decían que había que “limpiar” el país de “sapos”, se han dado cuenta de que un derrocamiento violento del gobierno sandinista es una quimera.
Desde el anuncio de la apertura de las negociaciones con la oposición golpista a mediados de febrero, los sectores más recalcitrantes han tratado de realizar acciones violentas, pero no han pasado de montar piquetes en uno de los centros comerciales de Managua, agrediendo al público. Esos piquetes no han prosperado, no solo por la rápida respuesta de la Policía, sino sobre todo por el amplio rechazo que generan en la población. Sus ademanes retóricos de convocar a manifestaciones masivas a sabiendas de que la Policía les denegará el permiso (por ejemplo, convocadas por grupos que no tienen personería jurídica), no son más que gestos vacíos para uso de los medios transnacionales occidentales. Lo cierto es que esos grupos han perdido toda capacidad de convocatoria a lo interno del país y viven una realidad virtual construida por medios golpistas de la derecha entre los que se encuentran el diario La Prensa y la radio Corporación.
Mientras los sectores más recalcitrantes de la oposición golpista se aferran al principio de un placer destructivo alimentado por la guerra sicológica y niegan la realidad imperante en la sociedad tratando de regresarla a las semanas de abril y mayo del año pasado, cuando lograron sumir a buena parte de los nicaragüenses en la zozobra y el miedo, también los propios agentes negociadores del golpismo caen presas de sus ambiciones personales y cubren sus peleas por puestos reales o imaginarios de los argumentos de quienes quieren boicotear las negociaciones. Pero las negociaciones avanzan.
No es cierto que las negociaciones se hayan suspendido. Aunque los medios de comunicación controlados por el golpismo y sectores fundamentalistas como el microscópico partido MRS se esfuerzan por descarrilar las conversaciones, éstas continúan –ahí están como testigos de ello el nuncio Sommertag y del señor Luis Ángel Rosadilla, representante de la Secretaría General de la OEA. Siguen constantemente los contactos entre las partes y el enviado papal para afinar la agenda y lograr preacuerdos. Por ejemplo, el jueves 11 se informó de una reunión el día anterior en la que el Gobierno presentó una propuesta de acuerdo sobre el regreso de los golpistas exiliados a discutirse los días siguientes.
Asimismo, continúan las negociaciones de la comisión interinstitucional nombrada por el Gobierno, junto con representantes de la alianza opositora y el Comité Internacional de la Cruz Roja para depurar las listas de personas privadas de libertad para lograr la ejecución de un calendario de liberación de presos. La Alianza reclama por 40 personas más que aparecen como reos por delitos comunes que ellos demandan sean considerados como políticos, elevándose la lista a 230 personas, muy lejos de las 700, 800 y 900 con que se especuló por meses. Esos datos, verificados por las partes sobre el terreno, no concuerdan con los de la CIDH que tiene 200 personas de más que ni siquiera la oposición reclama.
Los líderes empresariales del COSEP se han dado cuenta de que de haber persistido en la línea golpista habrían terminado por perder su base social y su arraigo en el país, ya que la mayoría de los empresarios perdió dinero con la fallida asonada. Para grandes financieros como Piero Coen, que tiene la mayor parte de sus intereses en los paraísos fiscales, fuera del país, esto no representa mayor inconveniente, pero para los que viven de “representar” al empresariado local esto supone un serio problema. La aventura golpista significó para ellos perder la representatividad de las pequeñas y medianas empresas, que hoy en día están firmemente al lado del Gobierno sandinista, y por el otro lado, entre las 400 grandes empresas del país, son fuertes las voces que reclaman un retorno al clima de la normalidad económica, especialmente en la medida que la actividad del país se está normalizando en la práctica, los turistas están regresando y el Gobierno no da muestras de estarse debilitando.
El margen de negociación que poseen los empresarios que se embarcaron en la fallida aventura golpista es escaso. No pudieron destruir la economía del país, que ya no la controlan de manera decisiva, y además perdieron importantes espacios como interlocutores con el Estado: No querían pagar impuestos, ahora se ha instalado el principio de progresividad en materia fiscal; no querían aportar a la Seguridad Social, ahora tendrán que aceptar la reforma al INSS que antes rechazaron. Antes tenían una agencia estatal de importaciones hecha a su medida, ahora es una agencia de comercio exterior a la medida de las necesidades del país; antes querían que los bancos privados controlasen las finanzas del Estado, pero ahora el propio Estado es un agente que financia actividades económicas; antes tenían poder de veto sobre una serie de políticas, hoy ven cómo otros actores deciden al margen de ellos sobre temas tan importantes como el salario mínimo. En resumen, perdieron, y lo único que pueden hacer es aceptar un regreso a una nueva normalidad en otros términos que a su vez los comprometerá, para fortalecer la economía de Nicaragua, de la que dependen, a exigir en los foros internacionales un levantamiento de las sanciones contra el país.
La Iglesia Católica, por su parte, a causa de la actitud abiertamente golpista de muchos obispos, especialmente de Abelardo Mata, de Estelí, de Silvio Báez, de Managua y de Rolando Álvarez, de Matagalpa, perdió una considerable cantidad de fieles que pasaron a engrosar las filas de otras ramas del cristianismo. Al final, el 10 de abril, monseñor Silvio Báez dio a conocer que debe dejar el país tras la orden del papa Francisco de que regrese al Vaticano para cumplir con tareas no especificadas –una democión deshonrosa del cargo en toda la regla.
La encuesta sobre creencias y prácticas religiosas de la encuestadora M&R de febrero de este año, revela que, de abril de 2018 a la fecha, los no-católicos (evangélicos y cristianos sin denominación) pasaron del 52.6% al 55.4% de todos los creyentes, mientras que los católicos pasaron del 47.4 al 44.3%. Ese mismo estudio arroja que los que creen que las organizaciones religiosas deben participar activamente en asuntos políticos y proponerse como canal de protesta y luchas sociales no pasan del 3% de los creyentes mientras que una aplastante mayoría (100% de católicos y protestantes, 85% de los cristianos sin denominación) considera que la misión primordial de esos grupos debe ser divulgar la palabra de Dios y promover la paz y la reconciliación entre los nicaragüenses.
Los políticos de derecha, por su parte, en grado creciente se están dando cuenta de que su futuro está dentro y no fuera de las instituciones. Dependen de calendarios y campañas electorales, de parlamentos que funcionen, de electores a los que deben convencer con propuestas concretas de leyes a impulsar. Sólo aquellos que han quemado todas las naves y han atado irremediablemente sus destinos a las redes de financiamiento de los organismos desestabilizadores del imperio se oponen ciegamente a las negociaciones y a la paz, pero cada vez están más debilitados, a lo interno, por su escaso apoyo popular, y a lo externo, porque los ímpetus insurreccionales de sus patrones comienzan a debilitase. Si sus patrones, especialmente estadounidenses, dudan en su preferencia sobre la manera de derrocar al Gobierno sandinista, si por las armas o por las urnas, la misma ausencia de prioridades debilita enormemente a esos grupos.
Entre los políticos que apuestan por una salida dentro de las instituciones, por otro lado, se multiplican las ambiciones y proyectos personales, y con esto, las contradicciones. Por otro lado, los que a pesar de haber apoyado el golpismo se mantuvieron activos en el parlamento, ven con preocupación una reforma electoral que podría alterar las reglas del juego en su contra. En resumidas cuentas, el proceso de negociaciones con el Gobierno es complejo y avanza con dificultad porque el frente de la derecha y del golpismo es una guerra de todos contra todos: de los que quieren negociar contra los que se oponen a ello, y de guerra entre los mismos partidarios de la negociación. En contraste, las fuerzas que apoyan al Gobierno se mantienen disciplinadamente unidas en respaldo a la negociación a pesar de tantas familias que tienen muertos que llorar y heridos que lamentar, así como de los miles de nicaragüenses que fueron afectados económicamente por la violencia golpista.
Hasta aquí un análisis de los mecanismos y procesos que obligan a los sectores que apoyaron o promovieron la violencia golpista a sentarse a la mesa de negociación. Sin embargo, hay otros actores sociales, para cuyas conductas la lógica del mero beneficio personal o la del utilitarismo estrecho no constituyen una base suficiente de explicación. Son los de la mayoría de la población que sabe que su proyecto de vida está aquí, en este país, y que dependen de que la nación en su conjunto salga adelante y pueda albergar proyectos de Buen Vivir en comunidad. La explicación meramente freudiana sobre las pasiones del ser humano se muestra claramente insuficiente para comprender ese fenómeno.
El amor, la única respuesta
"El amor", dice el francés Auguste Comte, padre del positivismo y de la sociología occidentales, "constituye, naturalmente, el único principio universal". Para Comte, "amar a la humanidad constituye realmente toda sana moral". Se trata de una moral social que, aunque comienza con el individuo y la familia, se perfecciona en la vida en sociedad.
Desde una perspectiva similar aunque crítica al positivismo, el psicólogo social judío-alemán Erich Fromm ve al amor como la única respuesta a nuestra existencia, lo que nos confiere sentido, y da significado también a nuestra sociedad. Para Fromm, el amor no es una cosa sino una actitud capaz de dotar a este mundo de un sentido, de un propósito capaz de transformar la sociedad. Según Fromm, el ser humano sólo puede ser él mismo cuando es capaz de expresar sus potencialidades innatas, que no se realizan por tener cosas, sino por ser, que “significa renovarse, crecer, fluir, amar, trascender la prisión del ego aislado, estar activamente interesado, dar”.
A propósito del amor, y de Nicaragua, es imposible no citar las ideas del general Augusto C. Sandino, especialmente su punto de vista de que el amor es inseparable de la justicia. En una carta dirigida al coronel Abraham Rivera el día 14 de octubre de 1930, el general explica: “La injusticia viene del desconocimiento de las leyes divinas, cuando la humanidad estaba en embrión, y por lo mismo, la injusticia no tiene razón de ser, porque es contra la ley de AMOR, única que reinará sobre la Tierra, cuando la fraternidad humana venga y los hombres sean de LUZ, como es el mandato del padre creador.”
Según la encuesta sobre creencias y prácticas religiosas de la encuestadora M&R de febrero de este año, el cumplimiento de la Ley del Amor (“Amarás a Dios por sobre todas las cosas y a tu prójimo como a ti mismo”) es considerado, con diferencia, como la principal prioridad de todo cristiano para 9 de cada 10 católicos, protestantes y cristianos sin denominación, que comprenden el 99.7% de la población.
“Este es un pueblo bueno, que se santifica cada día cuando invoca a Dios para pedir protección, para pedir bendición, para pedir convivencia armoniosa en Nicaragua y trabajo, mucho trabajo que nos fortalece todo el camino de bienestar, para la prosperidad, el trabajo, mucho trabajo que fortalece la paz”, decía la compañera Rosario Murillo a inicios de este mes de abril.
Ya en plena asonada golpista, el 30 de mayo del año pasado, en un masivo acto de oración por la paz en honor a las madres nicaragüenses, el mismo día que los grupos terroristas de la derecha llenaron de luto al país dejando 15 muertos y más de 180 heridos (36 policías baleados), incendiando la Nueva Radio Ya con 20 trabajadores en su interior y el banco cooperativo CARUNA e intentando incendiar las oficinas del Ministerio de la Economía Familiar (MEFCCA), el comandante Daniel Ortega insistía en que Nicaragua debe ser un país para todos y todas:
“Fue terrible esa guerra [se refiere a la guerra de liberación y la posterior guerra Contra. N del A], fue terrible el duelo de este País. Nicaragua vivió prácticamente de manera continuada un duelo, desde los años 1960 hasta el año 1990, cuando finalmente logramos alcanzar los Acuerdos de Paz.
Nicaragua, el pueblo, guardaba Luto todos los días, ¡y lo que costó llegar a la Paz! Fue un camino largo, porque no era cuestión, no era posible de decir: ‘Bueno, ustedes tienen que desaparecer, y nosotros nos vamos a quedar...’ ¡No! ¡Nicaragua nos pertenece a todos, y aquí nos quedamos todos!
Nicaragua no es propiedad privada de nadie. La dueña de Nicaragua somos todos y todas nicaragüenses, independientemente del pensamiento político, del pensamiento religioso, del pensamiento ideológico. Dios nos dio esta tierra a todos y todas los y las nicaragüenses, a todas las familias nicaragüenses. Por eso es que costó tanto llegar a la paz en aquellos años, porque había posiciones tan polarizadas, tan confrontadas, donde una parte quería el exterminio de la otra parte. Y eso, sencillamente no era posible, era monstruoso el solo pensarlo.
Pero el odio llega a eso, llega a ese nivel de confrontación, de apostar por desaparecer a todos aquellos que no piensan como piensa el otro. Y ha sido una enfermedad a lo largo de la historia de Nicaragua, todos y todas la conocemos; pero hablo de tiempos recientes, porque aquí están todavía, aquí en este sitio y en todos los municipios de Nicaragua, en todos los departamentos de Nicaragua, allí están el mejor testimonio de lo que es el dolor de una madre, que se comparte con este mejor testimonio que tenemos hoy, que es el dolor de las madres que han sufrido la pérdida de sus hijos durante todos estos días.”
Que estos planteamientos están en sintonía con lo que piensan amplios sectores de la sociedad es algo muy claro: En febrero de 2019 se dio a conocer el resultado de la encuesta Sistema de Monitoreo de la Opinión Pública (SISMO), realizado por la firma M&R Consultores, según el cual 54.6 por ciento de los consultados dijeron aprobar la gestión del presidente Daniel Ortega, 69.4 por ciento afirmó que el país debe retomar el rumbo que traía hasta antes del 18 de abril de 2018 y el 97 por ciento dijo que el diálogo es la mejor vía para resolver los conflictos. Al día siguiente de publicarse esa encuesta, tenía lugar la primera sesión de las negociaciones de paz entre el Gobierno y la oposición. Las mismas voces golpistas radicales que durante los meses anteriores, cuando la Policía Nacional se estaba dedicando a terminar de levantar los tranques y llevar ante la justicia a los más connotados criminales de la asonada, no cesaban en pedir diálogo y clemencia, ahora empezaba a poner todo tipo de peros y de plantear todo tipo de exigencias maximalistas con el objetivo de torpedear esas negociaciones.
Los golpistas podrán cuestionar el estudio de M&R tildándolo de prosandinista, pero lo que no pueden seriamente poner en duda es la realidad que se vive en las calles. Decían que en el país “nada está normal”, pero la normalidad, más allá de los serios daños causados a la economía y al empleo por los golpistas, es más que evidente. Nicaragua sigue teniendo las fuerzas armadas y de seguridad más pequeñas y más pobres de Centroamérica, es cierto que a raíz del fallido intento de golpe se ve más policías armados por las calles, pero ciertamente a una escala mucho menor que en el resto del istmo.
De hecho, la respuesta del Gobierno sandinista a la escalada golpista no ha sido fundamentalmente represiva. Hubo un primer momento, cuando la Policía Nacional salió de sus cuarteles con el apoyo de la Policía Voluntaria, atendiendo un clamor popular exigiendo que saliera a las calles, en el que sí hubo una respuesta represiva, así como una movilización política de sandinistas a todos los niveles para demostrar su fuerza real y su presencia en todo el territorio nacional, con movilizaciones masivas en todas las ciudades y municipios, varias veces a la semana, que duraron hasta el mes de octubre o noviembre.
En el fondo, y paralelamente, el gobierno Sandinista desde el inicio mismo de la asonada no dejó de impulsar los programas sociales a no ser que la violencia o los tranques lo impidiesen en los municipios directamente afectados. En ningún momento cesó la actividad del Estado, e incluso en muchos casos el personal del Ministerio de Salud o de Educación tuvo que arriesgar sus vidas día a día para pasar los tranques controlados por elementos delictivos para llegar a sus lugares de trabajo.
Una política del amor
La práctica de la política del amor impulsada por el Gobierno sandinista tiene múltiples expresiones, veamos algunos ejemplos:
Desde el inicio de la violencia golpista se orientó la organización de comisiones de paz en cada municipio con personalidades religiosas y laicas que gozaran de prestigio en la comunidad, independientemente de su filiación política, para discutir la manera de promover la convivencia pacífica, impulsando entre otras actividades cadenas de oración por la paz y en muchos lugares buscando entablar diálogo con los mismos golpistas o con grupos influidos por ellos. Esas comisiones existen hasta la fecha y funcionan en todos los municipios.
Desde fines del año 2018 hasta inicios del 2019, primero se discutió ampliamente y se aprobó una Política de Estado para la paz y la cultura de diálogo y luego se aprobó una ley con el mismo fin, que establece mecanismos para que el Estado, las familias, las denominaciones religiosas, las comunidades y los medios de comunicación en conjunto impulsen actividades que fomenten los valores de la convivencia, la noviolencia y la solidaridad, previniendo y contrarrestando todas las formas de discriminación e intolerancia en la sociedad con especial atención en la niñez y la juventud.
Desde el inicio de la crisis, las estructuras del Frente Sandinista a todos los niveles llevan un monitoreo diario de la situación con todos los servicios básicos, problemas de salud, riesgos sísmicos y de otro tipo de catástrofes, incendios, situación de los precios, niveles de delincuencia, etcétera, en cada rincón del país, de modo de dar respuesta inmediata a toda situación detectada. Movimientos de masas como los que impulsa la Juventud Sandinista en los terrenos social, cultural, deportivo y ambientalista, se encuentran en estado permanente de movilización dando respuesta a las necesidades de la población, impulsando jornadas recreativas, actividades sociales, campañas de reforestación y limpieza, etcétera.
En diciembre, el presidente Daniel Ortega emitió un perdón presidencial de convivencia familiar a 1.000 presos por delitos comunes, más que los 883 perdones concedidos en 2017 y que los 557 concedidos en 2016 a pedido del papa Francisco. Se debe mencionar que esta liberación de presos no se ha traducido en un aumento sensible de la delincuencia en el país. En general la seguridad en lo que respecta a las tradicionalmente bajas cifras de homicidios, etcétera, ha regresado a los niveles anteriores al golpe.
A pesar de los graves daños económicos causados por la intentona golpista, los niveles de gasto social (salud y educación) se mantienen llegando a un nivel de 56% del presupuesto de la República de 2019. Tampoco se han alterado los subsidios (en especial el del transporte), ni los salarios ni las jubilaciones y se ha priorizado la estabilidad de los precios de los artículos de la canasta básica –una de las mayores de América Latina.
La matrícula escolar hoy en día incluye a más de 2 millones de nicaragüenses de todas las edades, cerca de un tercio de la población del país, estudiando a todos los niveles, desde el preescolar hasta la Universidad y las carreras técnicas en los centros de educación pública del campo y la ciudad. Cada día, 1.2 millones de alumnos reciben un plato de comida como parte del programa de la merienda escolar, todos los libros de texto que se usan son editados e impresos en el país y se han hecho grandes avances con la introducción de nuevas tecnologías en idiomas, matemáticas y, por ejemplo, en el terreno de la televisión educativa. Todas las aulas de estudios, y la gran mayoría de las instalaciones que fueron destruidas o dañadas por los golpistas han sido rehabilitadas.
El Programa de viviendas Bismarck Martínez, nombrado a la memoria del militante sandinista secuestrado, torturado y desaparecido por los golpistas, ha beneficiado a al menos unas 4 mil familias de Managua y los departamentos ofreciendo viviendas fuertemente subvencionadas a pagar en cuotas al alcance de los sectores populares.
Más de 80 viviendas gratuitas a personas especialmente necesitadas se han entregado hasta el momento con la ayuda de Taiwán en la capital. Se trata de viviendas para personas y familias muy pobres viviendo en condiciones de peligro y precariedad, a menudo por haber perdido todo a raíz de incendios o inundaciones. Este programa se está realizando continuamente con la entrega de viviendas al menos tres veces a la semana.
La gran mayoría de los parques destruidos por los golpistas han sido reparados y en muchos casos sensiblemente mejorados con la ayuda de las distintas instituciones del Estado. Se siguen inaugurando parques e instalaciones deportivas en todo el país, así como impulsando obras de mejoramiento en los balnearios con el fin, no solo de reactivar el turismo internacional, sino fundamentalmente para dar alternativas sanas de recreación a las familias y de promover el turismo nacional, que ha visto una especie de auge en los últimos meses.
No pasa fin de semana sin que hasta la última alcaldía del país no realice alguna actividad para promover el comercio local y el esparcimiento sano de las familias a precios accesibles: Concursos de comida típica, de belleza, fiestas patronales y religiosas, actividades deportivas de todo tipo, concursos de pesca, ferias, en fin, la variedad y la creatividad desplegadas es realmente asombrosa. Estas actividades cuentan con el apoyo de instituciones gubernamentales, así como de movimientos como los promovidos por la Juventud Sandinista, y las diferentes formas de organización civiles y religiosas de las comunidades.
La inversión en salud no para: A pesar de la violencia golpista, se han estado entregando nuevos y modernos hospitales en comunidades que antes no los tenían como el hospital primario de San Miguelito en Río San Juan, el nuevo Hospital Primario de San Juan del Sur y los ambiciosos proyectos de los nuevos hospitales de Ocotal y Chinandega o la proyectada remodelación del Hospital Escuela de León. Todas estas obras, con tecnología de punta, están articuladas en redes de diversos niveles de complejidad, insertas en un modelo de atención en salud familiar y comunitaria, con centros de salud, casas de salud, jornadas, clínicas móviles, campañas de vacunación y de prevención, etcétera. El 10 de abril se dio a conocer la producción en el país del primer lote de vacunas contra la influenza con el apoyo de Rusia y el acompañamiento del Centro para el Control Estatal de Medicamentos de Cuba. En este sentido vale la pena agregar que las acusaciones de los golpistas en el sentido de que se les negó la atención médica a sus heridos durante la violencia golpista son totalmente falsas, la orientación en todos los hospitales y centros de salud era atender a todos los heridos sin preguntar por su filiación política.
La intentona golpista no logró detener los ambiciosos proyectos de obras de infraestructura vial en Managua como los recientemente inaugurados pasos a desnivel de Las Piedrecitas y Nejapa, que permiten el paso a decenas de miles de automóviles al día eliminando los embotellamientos diarios que había en la entrada occidental a la capital. Se trata de proyectos de alto nivel arquitectónico, pensados también para que sirvan de espacio de recreación y actividad física para los transeúntes, con áreas peatonales y de ejercicios. Estas obras son parte de un plan mucho más ambicioso de transformación del caótico tráfico de la capital, con la ampliación de la pista Juan Pablo II que recorre Managua de este a oeste. También han comenzado las obras que con el tiempo le cambiarán la cara al Mercado Oriental, el mayor a cielo abierto de América Central, con la construcción de un primer módulo de dos plantas que albergará a cientos de comerciantes afectados por un voraz incendio el pasado mes de agosto. Pero las obras de infraestructura no se quedan solo en la capital: En preparación de la temporada turística ya se han reparado 160 kilómetros de carreteras y caminos de acceso a los balnearios, todo esto sin contar el resto de caminos que se están construyendo y reparando en todo el territorio nacional.
No hay día sin que nuevas instalaciones de luz y agua beneficien a los pobladores de una comarca o barrio en el país. En enero, el consumo de energía fue de 378 gigavatios, superior a los 360 de enero 2018. Actualmente, el nivel de electrificación del país alcanza el 95.7%, lo que indica que se continúa ampliando el acceso del pueblo a ese servicio. Lo que se dice sobre la energía eléctrica también vale para el alcantarillado y el agua potable. A fines de febrero la empresa pública del sector, ENACAL, dio a conocer el avance de proyectos en: Juigalpa, Masaya, Condega, Granada, Bilwi, Rivas, Bluefields, El Rama-La Esperanza y Nueva Guinea invirtiendo en ellos 338 millones de córdobas con una ejecución presupuestaria de más del 91%.
El ritmo de avance de las obras de infraestructura vial, energía y abastecimiento de agua se mantiene a pesar de las dificultades gracias a la voluntad política expresada en dedicar a esos rubros un 30% del presupuesto nacional. El Estado hace todos los días grandes esfuerzos por continuar avanzando sin por ello bajar salarios ni despedir trabajadores. Más allá de la retórica hostil hacia Nicaragua de parte de los personeros del Gobierno estadounidense y del cerco que se pretende tender contra las fuentes de financiamiento del país en los organismos multilaterales, la capacidad de gestión del Gobierno sandinista se mantiene muy fuerte. En abril, el Gobierno y el Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE), suscribieron un nuevo préstamo por 201.91 millones de dólares para la conectividad aérea y terrestre de los aeropuertos de la Costa Caribe con el occidente del país. Ese préstamo forma parte de toda una cartera de proyectos y convenios que ese organismo está dispuesto a firmar con Nicaragua.
Los detalles arriba enumerados, sin ser un informe completo de toda la febril actividad impulsada por el Gobierno sandinista en todos los campos desde el mes de abril del año pasado hasta la fecha, dan una idea, en primer lugar, de por qué la imagen de caos y desesperanza que trata de construir la propaganda golpista no funciona en el pueblo nicaragüense y, en segundo lugar, también dan una idea sobre por qué una buena parte de la población abiertamente apoya al Gobierno.
Es de hacer notar que ninguno de los ejemplos arriba mencionados ha sido diseñado para beneficiar a los sandinistas, sino a toda la población. A nadie se le pregunta si es sandinista o no para instalarle el agua o la luz, o para darle atención médica o una beca para estudiar. Incluso, hay casos de compañeros sandinistas que durante el intento de golpe perdieron todo porque los golpistas se metieron a robarle a sus casas y a algunos hasta les quemaron sus propiedades, todo esto sin mencionar a quienes han perdido seres queridos o fueron objeto de graves vejaciones. A muchos se les ayudó en su momento, pero conozco personalmente casos de compañeros a los que no se les ha podido ayudar y por ello no dejan de sentirse sandinistas y de apoyar a su partido. En el Estado se corrió a algunos individuos que estuvieron envueltos en casos graves de apoyo directo a los golpistas, como ciertos médicos que ayudaron a secuestrar centros de salud, pero en el Estado no se ha despedido gente por haber apoyado políticamente el golpe o por haber asistido a marchas de la oposición.
Es innegable que sin un grado de conciencia superior en buena parte de la población la situación del país hoy en día sería muy diferente. No solamente nos referimos a la conciencia de la militancia sandinista, que sino también a la prevaleciente conciencia cristiana sobre la Ley del Amor. Es el principio del amor imponiéndose a una escala social en el país, venciendo al odio y al miedo promovidos por el imperio.
Si los Estados Unidos, con Canadá como vagón de cola, no tienen una política efectiva hacia la totalidad de América Latina, esto es mucho más cierto en el caso de América Central.
Los Estados Unidos no tienen una manera efectiva de contener la presencia de China en el hemisferio occidental, y las élites políticas clientelares de las que se valen, a pesar de sus ideologías reaccionarias, no son confiables (quieren hacer negocios con todo el mundo) ni ofrecen gobiernos estables (basta ver las cifras de popularidad de un Bolsonaro, de un Macri o de un Iván Duque). Sin embargo, en la América del Sur, todavía tienen espacios para impulsar políticas de terrorismo de Estado capaces de causar sufrimiento por largos años, por ejemplo, al pueblo venezolano bajo la forma de guerras de “baja” intensidad.
Sin menospreciar los asesinatos de líderes indígenas como Bertha Cáceres en Honduras y Sergio Rojas en Costa Rica, más toda una serie de violaciones contra los derechos humanos de luchadores sociales en los demás países de la región los últimos años, hay que reconocer que en América Central ya los Estados Unidos durante el último siglo y medio han aplicado casi todo el terrorismo de Estado que podían aplicar. El mayor terrorista en esta región del mundo hoy en día son las condiciones que impone el mercado mundial a estos pueblos y las consecuencias de la globalización que comenzó a implementar occidente hace ya 500 años. En esta región, donde el recurso más importante es su ubicación geopolítica como puente entre Oriente y Occidente, entre Norte y Sur, y donde las riquezas naturales son relativamente menores que en el resto de América Latina, la dominación imperial descansa sobre bases mucho más frágiles. Los Estados Unidos carecen de una política hacia la región y las cosas que hacen solo logran minar aún más su influencia.
Atacan a sus propios clientes aplicando de manera caprichosa sus criterios particulares sobre la lucha contra la corrupción, el lavado de dinero y el crimen organizado, con lo que al fin de cuentas no hacen más que ganarse la deslealtad de todo el mundo.
Castigan a los países del Triángulo Norte (El Salvador, Honduras, Guatemala) y los sancionan por supuestamente “no hacer nada por frenar la inmigración”, pero con esas sanciones lo único que logran es agudizar aún más las causas de la emigración hacia Estados Unidos.
Trump repele con su negación del Cambio Climático en una de las regiones más afectadas por este fenómeno en el planeta. En marzo el presidente estadounidense se reunió con sus 4 aliados en el Caribe: Bahamas, República Dominicana, Haití, Jamaica y Santa Lucía. Al mismo tiempo, en Managua, los 25 miembros de la Asociación de Estados del Caribe (AEC) analizaron los efectos del Cambio Climático –un tema en el que Nicaragua sobresale en el ámbito de la ONU dando voz a todas las naciones amenazadas por ese fenómeno en la región y en el tercer mundo. Durante su estadía en el país, la secretaría general de la AEC, June Soomer, aseguró que Nicaragua es un ejemplo en la restitución de derechos sociales del pueblo.
Todas estas torpes y peligrosas políticas del imperio hacia Centroamérica (y el Caribe) no hacen otra cosa que motivar aún más a los países del área a interesarse por buscar nuevas relaciones, especialmente por estrechar vínculos comerciales con China, un camino que ya han seguido República Dominicana, Panamá, Costa Rica y El Salvador. Guatemala amenaza con seguir esa senda, mientras que solo Honduras y Nicaragua quedan como aliados seguros de Taiwán en Centro América. Paradojas de la vida, el país señalado por Washington como representante del “eje del mal” en la región, Nicaragua, tiene excelentes relaciones con ese país asiático, gran aliado de los Estados Unidos.
Otro efecto de la desajustada y contradictoria política estadounidense hacia Centroamérica es el de fortalecer la influencia de México sobre el istmo, haciendo confluir la motivación de los capitales mexicanos por invertir en la región con las del Estado mexicano para buscar una solución integral al problema de la migración que tiene su base en el saqueo despiadado al que han sido sometidos nuestros países. Un programa integral de combate a la pobreza en Centro América y en México debe ser la clave para dar respuesta a muchos de los problemas con efectos extra-regionales y que los Estados Unidos dicen tener entre sus preocupaciones, como por ejemplo, la migración y el narcotráfico.
En Nicaragua, estas incertidumbres del imperio se reflejan en agudas contradicciones entre las fuerzas de una derecha que se debate entre la agenda extranjera y su incorporación a procesos nacionales de desarrollo económico y social. Mientras tanto, estas contradicciones les hacen perder tiempo valioso a los sectores que quieren participar en elecciones e integrarse al sistema político del país con el fin de lograr por las urnas el cambio de régimen que no pudieron lograr por la violencia. Todas esas son dificultades que solo pueden favorecer al Gobierno sandinista en la medida en que una y otra vez demuestra al pueblo que es el único genuinamente comprometido con el bienestar de la Nación.
En medio de un contexto fluido, en constante cambio, en medio de serias amenazas y discursos estridentes y violentos, en Nicaragua están venciendo la fe, la esperanza, el amor y, ¿por qué no decirlo?, también el sentido común. Es de esperar que, así como ha pasado en Nicaragua, las nubes de humo y polvo que levantó la política incendiaria y terrorista del “golpe suave” se vayan disipando también fuera del país y que la opinión pública mundial vea claramente la realidad. Prueba de que esto está empezando a suceder es la sostenida recuperación del turismo internacional que se puede notar en la creciente actividad del Aeropuerto Internacional Augusto C. Sandino, en los puestos fronterizos y en la llegada de cruceros a los puertos del país casi todos los días.
Ante la locura del imperio en Centro América y en el mundo entero se tiene que imponer el amor de los pueblos a la vida y al planeta, esa es la enseñanza que el pueblo de este pequeño país centroamericano tiene para el mundo. Ya hace mucho tiempo el general Augusto C. Sandino decía que “hemos sido en Nicaragua los escogidos por la Justicia Divina, a principiar el juicio de la injusticia sobre la tierra”.
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