Panamá sigue la línea de EEUU en su política hacia Venezuela
- Opinión
Artículo publicado en la Revista América Latina en Movimiento No. 539: Por el patio trasero 19/02/2019 |
A pesar de los avances significativos realizados por Panamá para afianzar su soberanía en la segunda mitad del siglo XX, después de la invasión militar norteamericana en 1989, los gobiernos han sido subordinados nuevamente a las demandas de EEUU. En lo político, sigue la línea del Departamento de Estado. A pesar de considerarse ‘neutral’ frente a los conflictos internacionales, se sumó al Grupo de Lima creado por EEUU para aislar y desestabilizar al gobierno bolivariano de Venezuela. En lo económico, se encuentra bajo la tutela del Departamento de Comercio. Recientemente, el gobierno fue obligado a aprobar legislación que pone su sistema fiscal bajo órdenes de EEUU. Poco después, tuvo que expulsar de su lista de 12 mil barcos bajo la bandera de conveniencia panameña a las naves de propiedad iraní. En lo militar, coordina estrechamente con el Comando Sur, que financió y construyó una docena de bases aeronavales sobre ambas costas panameñas.
En un comunicado emitido en enero de 2019, la Cancillería panameña ‘condenó’ lo que considera la ruptura del orden constitucional y del Estado de derecho en Venezuela, luego de que el presidente Nicolás Maduro asumiera el poder para un segundo periodo. Al mismo tiempo, la canciller panameña, Isabel de Saint Malo, no descartó que el país pudiera adoptar nuevas medidas en contra del gobierno del presidente Maduro.
Las declaraciones del gobierno panameño, sin embargo, no tienen mayor sustento. Son simulaciones frente a las presiones de Washington. A diferencia de 2018, cuando rompió relaciones con Caracas, el gobierno panameño en esta ocasión se abstuvo de hacer lo mismo. Las relaciones comerciales entre empresarios panameños y el mercado venezolano son muy importantes para que el presidente Juan Carlos Varela tome una decisión de ese tipo.
Según la Cancillería, “romper relaciones diplomáticas con el país sudamericano afectaría los intereses económicos y comerciales del Istmo”. Las exportaciones panameñas a Venezuela incluyen una amplia variedad de productos –especialmente de China– que re-exporta la Zona Libre de Colón. También suspendería los vuelos de la línea aérea COPA que representa un fuerte ingreso para el grupo económico más poderoso del país.
A pesar de que el gobierno panameño ‘condenó’ a Venezuela en enero, la embajada y el consulado del gobierno bolivariano siguen atendiendo al público normalmente. La Cancillería panameña también recibió –desconociendo la Constitución Política– a una representante de la Asamblea Nacional venezolana (no reconocida por la Corte Suprema de Venezuela y declarada en desacato) que dijo ser enviada por el autoproclamado ‘presidente interino’ del país bolivariano. A pesar de no tener oficina, recursos propios y sin apoyo, cuenta con el respaldo de la embajada de EEUU. Este respaldo y el haber sido recibida por la Cancillería le permite desplazarse por la capital.
A pesar de la solicitud de EEUU para reforzar el aparato militar que eventualmente encabezaría una invasión armada, los países de la región aún no han respondido. En el caso de Panamá, hasta el momento el gobierno no ha comprometido sus dos regimientos militares creados después de la invasión por el Pentágono y entrenados por Israel. En una conferencia de prensa, la vicepresidenta de Saint Malo resaltó que en “Panamá se inauguró el primer Centro Logístico Regional de Asistencia Humanitaria, con el que se fortalece el rol logístico del país”. Colombia, Brasil y Curazao (una colonia holandesa en el Caribe) están apoyando a EEUU en su táctica de llevar contendores a la frontera cerca de Cúcuta en Colombia como parte de la llamada ‘guerra humanitaria’. Panamá todavía no ha entrado en acción. A su vez, un avión norteamericano que partió de Puerto Rico con destino a Venezuela nunca llegó a su destino. EEUU no ha informado aún cual fue su paradero.
Los sectores populares panameños han manifestado su rechazo a la política entreguista de la Cancillería panameña. Estudiantes, obreros y otros sectores han mostrado su solidaridad con la revolución bolivariana. El Frente Amplio por la Democracia (FAD), partido político que aglutina a los intereses de los trabajadores, también ha manifestado su apoyo. En cambio, los partidos políticos de la oligarquía han optado por una posición de silencio. Por un lado, no quieren provocar a Washington con cualquier pronunciamiento que no sea de condena. Por el otro, sin embargo, temen crear problemas con los sectores económicos que comercian con Venezuela.
Elecciones y continuismo
En mayo, se celebran elecciones en Panamá y ya han sido oficializados 7 candidatos para la Presidencia de la República. Los tres partidos dirigidos por intereses oligarcas tienen discursos sin contenido pero que reflejan los intereses neoliberales. Han estado en el poder desde 1989 y han creado una estructura que responde a las políticas de desregulación, privatización y flexibilización de la fuerza de trabajo. El único partido político que levanta una bandera reformista es el FAD. A diferencia de los partidos oligarcas, reivindica la soberanía nacional y el derecho a la autodeterminación de los pueblos. Hay otros tres candidatos que se presentan utilizando el mecanismo de la libre postulación. El FAD es el único partido político que expresa públicamente su condena a la agresión norteamericana contra Venezuela.
Los medios de comunicación masivos (televisión, radio y prensa escrita) se han plegado a la propaganda norteamericana. Llenan sus noticieros con información de los servicios mediáticos de EEUU que citan constantemente las palabras del presidente Trump quien asegura que “una invasión militar es una opción que tiene sobre la mesa”. En las redes virtuales hay un enfrentamiento permanente entre los partidarios de una intervención militar por parte de EEUU contra Venezuela y los que promueven el diálogo y la paz.
Aunque los medios panameños recogen de manera masiva todas las noticias falsas que envía EEUU, no promueven y restringen el debate en torno a la cuestión venezolana. Los voceros que promueven la posición de EEUU son pocos y muy bien escogidos. Existen algunos columnistas que –al contrario– prestan su pluma para defender la revolución bolivariana.
Las elecciones en mayo arrojarán como ganador uno de los candidatos de los tres partidos oligarcas. Su posición frente a la guerra declarada por EEUU contra Venezuela continuará siendo la misma que la del actual gobierno. Es decir, seguir comerciando con Venezuela, incluso en tiempos de guerra. Los gobernantes panameños, que son un reflejo de los intereses oligarcas, no tienen interés y rechazan la idea de reconstruir una plataforma nacional incluyente para hacer respetar la soberanía del país. Como consecuencia, como en el caso de Venezuela, no respetan el derecho a la autodeterminación de los pueblos. Exponen a Panamá a ser objeto de ataques provenientes del extranjero, como lo fuimos hace 30 años.
13 de febrero de 2019
Marco A. Gandásegui, hijo, profesor de Sociología de la Universidad de Panamá e investigador asociado del CELA.
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