La Cumbre del G20 y la “gobernanza global” en crisis

29/11/2018
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El por el entonces presidente norteamericano George W. Bush, abatido y en retirada, convocó por primera vez el G20 en la ciudad de Washington en noviembre de 2008. El objetivo de ese cónclave multilateral era intentar encontrar una salida mundial a la crisis económica desatada meses atrás.

 

Esa primera cumbre de mandatarios intentó plantear un rediseño del sistema financiero que sólo sirvió para legitimar el rescate selectivo, con fondos públicos de los países centrales, de ciertos bancos de proyección global.

 

Con la llegada de Barack Obama a la Casa Blanca, el proyecto estratégico globalista ocuparía los resortes institucionales estadounidenses e interamericanos para proyectar al G20 como un instrumento de una “nueva gobernanza” planetaria. Tal es así, que, en la tercera cumbre -en Pittsburgh, septiembre de 2009-, se decidió que esta instancia reemplazaría al obsoleto G-8 de las potencias beligerantes de la Segunda Guerra Mundial y al G-8+5, que desde 2005 ampliaba al grupo original para incluir a Brasil, China, India, México y Sudáfrica.

 

Pero la propuesta globalista, de crear del G20 un espacio ejecutivo de un cada vez más nítido Estado-red mundial, conteniendo a dos tercios de la población del planeta, al 85% del PBI, al 75% del comercio y al 80% de la inversión del mundo, en este 2018 da todas las señales de una crisis institucional y geopolítica.

 

Argentina en el G20

 

Argentina es, desde el punto de vista económico, el país menos relevante del Foro. La llegada de Macri al gobierno, con su promoción de la parálisis de todos los organismos de integración regional latinoamericanos, su propuesta económica que empuja a una creciente “acumulación por desposesión”, y su apuesta por la asistencia del FMI, agregaron a esa debilidad estructural un profundo raquitismo político.

 

El viraje geopolítico de Macri llevó al país sudamericano de protagonista del multilateralismo mundial a lacayo del proyecto estratégico neoconservador que impulsa Donald Trump desde su llegada al gobierno norteamericano.

 

En tal sentido, el gobierno argentino planteó una agenda de trabajo diseñada para encontrar la complacencia de Trump: futuro del trabajo, educación en la era digital, financiación de proyectos de infraestructura a favor del desarrollo, y la agricultura sustentable. La lucha contra el cambio climático, la concertación sobre políticas monetarias y los múltiples conflictos comerciales mundiales, donde destaca el que Estados Unidos mantiene con China, no estarán en la agenda.

 

El país anfitrión atraviesa una crisis económica devenida en crisis política. Desde la llegada de Macri al gobierno, todos los índices macroeconómicos (empleo, pobreza, inflación, entre otros) registran una profunda regresión: el conflicto social ha ido en aumento y la represión ha ido ganando lugar a la asistencia social de los sectores populares.

 

La reunión cumbre del G20 sirvió como marco de justificación del montaje cada vez más consolidado de un Estado policíaco. “Terroristas” de toda calaña (mapuches, anarquistas, libaneses), criminalización de los movimientos populares asociándolos al narcotráfico, suspensión de un megaevento deportivo por fallas insólitas en el operativo de seguridad, y el asesinato a sangre fría de tres dirigentes territoriales en tres días por parte de las fuerzas represivas del Estado, tiñen el panorama de un anfitrión convulsionado.

 

La Cumbre y los conflictos que lo atraviesan

 

Tan convulsionado como el anfitrión está el mundo. Las disputas de diversos proyectos estratégicos a nivel mundial muestran un mundo que dibuja cada vez más el contorno de una guerra mundial “por partes”. Estos son los 5 conflictos geopolíticos del momento que atraviesan el escenario de la Cumbre de Buenos Aires, marcando la crisis que atraviesa el sueño de una “gobernanza global”:

 

1) Trump, Putin, Soros y el totalitarismo saudita

 

El asesinato y desaparición del periodista disidente Jamal Khashoggi en un consulado de Arabia Saudita en territorio turco salpican al príncipe heredero Mohammed ben Salman, ariete petrolero y político del neoconservadurismo imperante en Estados Unidos e Israel.

 

Aunque difícil de encajar el régimen totalitario saudí en los preceptos de la democracia angloamericana, la denuncia política del presidente turco Recep Tayyip Erdogan habilitó un cerco de las fuerzas multipolares mundiales (Rusia, Irán, Siria) contra el principal financista del Estado Islámico (ISIS), fortalecida con la reciente denuncia radicada en la justicia argentina contra el príncipe saudita a cargo de los abogados de Human Right Watch, una de las ONG financiadas por el magnate George Soros, principal impulsor de la idea globalista de “sociedades abiertas” y conocido por ser “el hombre que provocó la quiebra del Banco de Inglaterra”.

 

2) Guerra comercial entre Estados Unidos y China

 

Después de un período en que los presidentes estadounidenses buscaron incorporar a China en el orden capitalista, Donald Trump trazó un sendero de confrontación unilateral. El cambio de la política de Washington comenzó antes de la presidencia de Trump. El “giro hacia Asia” de Barack Obama en 2011 presagió una postura militar más dura para acompañar el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP), que excluía a China. Ese acuerdo seguirá como TPP-11 tras la renuncia firmada por el puño de Donald Trump.

 

La apuesta neoconservadora de Trump intenta construir una economía transnacionalizada con eje en la producción y las finanzas de EEUU y el Atlántico norte, es decir, el “Occidente Global”. La guerra comercial abierta a partir de la imposición de aranceles al acero y al aluminio lejos está de constituirse en una medida proteccionista, al menos a la manera que esto se entendía en el siglo XX. Tanto China como la UE esta semana denunciaron en la OMC los aranceles norteamericanos al acero.

 

Un artículo del periódico argentino El Cronista señala que “las comparaciones simplistas con la guerra fría malinterpretan la historia. La Unión Soviética estaba casi fuera del sistema económico occidental. Los intereses económicos de China y de EEUU están inmersos en la red de interdependencia llamada globalización. La Unión Soviética nunca igualó el poder económico de EEUU y que China pronto superará. Dicho eso, la guerra fría ha dejado lecciones. La más evidente es que Occidente es infinitamente más fuerte cuando se mantiene unido”.

 

3) El Brexit y la disputa por el proyecto de construir un “ejército europeo”

 

La salida de Gran Bretaña de la Unión Europea avanza con el acuerdo acordado la última semana. La salida de los británicos del proyecto de unidad continental profundiza aún más la debilidad geopolítica de la UE, en franca decadencia desde la crisis económica de los PIGS de los años 2012 y 2013. Ante esto, y en las conmemoraciones del centenario del fin de la Primera Guerra Mundial, el presidente francés ensayó públicamente una propuesta de construir un “ejército europeo”.

 

Reunido con la canciller alemana Ángela Merkel en el vagón del tren donde se firmó el armisticio que selló la paz en 1918, Emmanuel Macron señaló que “los europeos sólo estarán protegidos si se decide la creación de un verdadero ejército europeo. Debemos protegernos ante China, Rusia, e incluso ante Estados Unidos”. El armado de un ejército continental soberano pondría a todo vapor, por supuesto, al debilitado complejo militar-industrial germano-francés.

 

Donald Trump, vía twitter contestó que “el Presidente Macron acaba de sugerir que Europa construya su propio ejército para protegerse contra Estados Unidos, China y Rusia. Esto es muy insultante. Tal vez Europa debería primero pagar su contribución a la OTAN a la que Estados Unidos subvenciona ampliamente”.

 

Por lo pronto, las declaraciones del presidente francés, cercado por una bajísima imagen positiva (de apenas el 29%) y por amplias movilizaciones populares, parecieron ser una maniobra para obligar al actual inquilino de la Casa Blanca a multilateralizar la mesa de la OTAN.

 

4) Agudización de las tensiones políticas y militares entre Ucrania y Rusia

 

Las Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk (RPD y RPL, respectivamente) acudieron a las urnas el pasado 11 de noviembre para elegir a sus nuevas autoridades, pese al intenso protestas del gobierno de Ucrania. En Donetsk, el dirigente prorruso Denís Pushilin se impuso a otros cuatro candidatos y ganó el sufragio con el 60,85% de los votos y su movimiento “República de Donetsk” entró en el Parlamento con el 72,5% de apoyo.

 

En Lugansk, Leonid Pásechnik venció con más del 65% de los votos y su partido “Paz para Lugansk” ganó la votación al Parlamento de la RPL con más del 70% de los sufragios. Las elecciones contaron con observadores internacionales de Abjasia, Alemania, Austria, Bélgica, Francia, Grecia, Italia, Osetia del Sur, Rusia y otros países.

 

Petró Poroshenko, presidente de Ucrania, exigió “una convocatoria urgente del Grupo Trilateral de Contacto por las elecciones que las milicias de Donbás, -y agregó- en estas condiciones el Ejército de Ucrania es el garante de la independencia ucraniana, garante de la liberación de los territorios de Donbás ocupados ilegalmente”.

 

En los últimos 15 días, el “Grupo de Contacto”, conformado por Ucrania, la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) y Rusia, no pudo encontrar una solución política del conflicto en la región de Donbas, y ejercicios militares de Ucrania y Rusia han vuelto a escalar un conflicto que estaba en un impasse desde los acuerdos suscritos en la ciudad bielorrusa de Minsk en septiembre de 2014 y febrero de 2015. La OTAN celebrará una reunión de emergencia por la escalada del conflicto tras el apresamiento de tres buques ucranianos en el Mar Negro.

 

5) Venezuela, escenario central de la disputa regional

 

La revolución bolivariana, anclada en sus profundas transformaciones de la estructura y la superestructura venezolana, resiste una suerte de golpe continuado desde que Obama promulgara una ya famosa Orden Ejecutiva en marzo de 2015.

 

La hipocresía internacional se horroriza con la difícil situación que vive Venezuela producto de un bloqueo financiero y una guerra económica. La prensa hegemónica y el digitado mundo virtual construyen todos los días la idea de una “crisis humanitaria”, pero jamás articulan la situación que vive este país con los incesantes ataques que le propina la oligarquía financiera transnacional.

 

Esa misma prensa calla ante la alarmante trata de personas que viven los venezolanos una vez que deciden emigrar de su país a otros de la región. El Plan “vuelta a la patria” del gobierno bolivariano ya ha permitido el regreso a su país de 10 mil venezolanos, 54% de los cuales denuncia como motivo de su retorno el constante hostigamiento en el país receptor, denunciando fuertes episodios de xenofobia, explotación, maltrato laboral y social.

 

La realización del G20 en la región pondrá, muy probablemente, a Venezuela en el debate. Por un sesgado punto de vista jurídico, tanto el devaluado Michel Temer –de salida- como el local Mauricio Macri intentarán esgrimir que el 10 de enero del próximo año habrá en Venezuela una vacancia presidencial, que convertiría a Nicolás Maduro en el dictador con el que fantasean las corporaciones de la comunicación y los gobiernos de la derecha. Todo indica que Venezuela tendrá el respaldo de China, Rusia y Turquía.

 

El pato de la boda

 

Otros conflictos tensionarán también el escenario: La parálisis de las negociaciones entre la Unión Europea y el Mercosur (ahora también debilitado tras el triunfo de Jair Bolsonaro en Brasil), las propuestas sobre una reforma a la Organización Mundial de Comercio, el acuerdo nuclear con Irán, la guerra en Siria, el acuerdo climático de París y la negativa de Trump en firmarlo, y la crisis migratoria en Estados Unidos y en Europa.

 

El presidente argentino es, ante este escenario, el “pato de la boda”, y los argentinos resisten con movilización popular la instalación de un no formalmente decretado Estado de sitio, remarcando el camino represivo que sostiene un modelo económico de miseria y hambre.

 

El viernes, en la previa a la inauguración de la Cumbre, una gran movilización popular protestará en el marco de una agenda que inició con un acto en el estadio del Club Atlanta el último martes. La confluencia “Fuera G-20 y FMI”, que reúne a más de 100 organizaciones sociales y políticas, promete mostrar a los ojos del mundo que en el país existe una fuerza social de oposición política que todos los días pelea contra la restauración neoliberal.

 

Matías Caciabue

Licenciado en Ciencia Política (UNRC), estudiante de la Especialización en Pensamiento Nacional y Latinoamericano (UNLa), redactor-investigador argentino del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)

 

http://estrategia.la/2018/11/29/la-cumbre-del-g20-y-la-gobernanza-global-en-crisis/

 

https://www.alainet.org/es/articulo/196836?language=es
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