No podrán negar ni el gobierno de Iván Duque ni sus áulicos que hoy recibieron el primer campanazo de la rebeldía social que está en marcha.

Las gigantescas movilizaciones de este miércoles 10 de octubre en las principales ciudades del país demostraron que la inconformidad es latente.

En la campaña electoral uno de los temas fundamentales fue el del fortalecimiento de la educación pública.

Todos los aspirantes compitieron reivindicando ese ítem, y Duque, ni corto ni perezoso, alardeó con él.

Pero bien pronto la realidad se encargaría de demostrar que su postura era simple demagogia, oportunismo electoral.

Ahora, cuando se discute el Presupuesto General de la Nación para 2019, sus intereses no están en el campo de la educación pública.

Y, menos, en el de la educación superior, con un déficit que supera los 18 BILLONES de pesos, para enfrentar el cual su política en paupérrima.

Ni siquiera hay medio billón de pesos adicionales que se requieren en términos inmediatos para que las universidades puedan concluir 2018.

Mientras tanto, crece el presupuesto de guerra, porque a Duque le importa más complacer a su clase y a su amo del imperio del norte.

Ese binomio está más interesado en la injerencia indebida y arbitraria en los destinos de la hermana Venezuela, y le apuesta a la confrontación.

Las muchachas y los muchachos de las universidades públicas y privadas, y de los colegios también, llenaron calles y plazas.

En Cali fue monumental la demostración, desde la Universidad del Valle, por toda la Calle Quinta, hasta la Plaza de San Francisco.

Y, de igual manera, en Bogotá, Barranquilla, Pereira, Pasto… La sociedad joven desenmascaró a Duque. Y a otros más…

Lo de hoy apenas ha sido el campanazo de arranque de la protesta, que continuará con el paro general en las universidades.

Hoy los lápices se hicieron escuchar, en un clamor que los Macías y compañía no podrán acallar, como lo hicieron el martes en el Congreso.

Cali, miércoles 10 de octubre de 2018.