Coliseo Cósmico: Trump y sus gladiadores ultraterrestres

10/10/2018
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  • Opinión
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“El supremo arte de la guerra es someter al enemigo sin luchar”, decía Sun Tzu en el Arte de la Guerra. Y claro, esa premisa quiere seguir guiando la política exterior de EEUU en todo el mundo -incluidos sus aliados- para seguir imponiendo sus decisiones y privilegiar sus “intereses” contra el derecho ajeno. Los que se opongan, tendrán el castigo del emperador.

 

Es evidente, por lo mismo, que muchos países se someten a las pretensiones del imperio estadounidense, en desmedro de los propios intereses nacionales. Incluso, con tristeza lo decimos, en muchas embajadas estadounidenses se toman decisiones de países ajenos, se ponen y sacan hasta presidentes.

 

Por eso para EEUU es muy importante estar en el primer lugar como “potencia militar”. El país que más gasta en defensa. El país que más intervenciones y guerras ha promovido en la historia de la humanidad.

 

De acuerdo al diario Excelsior de México, para el año 2019, el presidente estadounidense Donald Trump firmó un presupuesto militar ascendente a 716 mil millones de dólares.

 

Dijo Trump, sin un atisbo de vergüenza, que “después de años de recortes devastadores, ahora estamos reconstruyendo nuestros ejércitos como nunca antes”, añadiendo que ahora “nuestro país es respetado nuevamente”.

 

Con esto se sigue incrementando el gasto militar en EEUU. El 2017 ya representó un gasto mucho mayor que el presupuesto combinado de los siete países que le siguen en el “ranking”.

 

Lo más grave de todo es que, incluso, el Presupuesto Militar de EEUU para el 2019 planea militarizar el espacio cósmico lo que iría en contra de acuerdos internacionales que prohíben el uso de armas en el espacio.

 

Trump anuncio ya que crearía la “sexta rama” de las fuerzas armadas de su país, la que denominó “Space Force” y con esto lograría asegurar el dominio de los Estados Unidos en el espacio. Sin embargo, este plan va en contra de los tratados internacionales que ha promovido Naciones Unidas para la “utilización del espacio ultraterrestre con fines pacíficos”.

 

Recordemos que existe el “Tratado sobre los Principios que Deben Regir las Actividades de los Estados en la Exploración y Utilización del Espacio Ultraterrestre, incluso la Luna y otros Cuerpos Celestes (“Tratado sobre el Espacio Ultraterrestre”)”, y que entró en vigor en 1967, “prohíbe el emplazamiento de armas nucleares o de cualquier tipo de armas de destrucción en masa en el espacio ultraterrestre y el estacionamiento de dichas armas en cuerpos celestes”. Estados Unidos ratificó este tratado el 10 de octubre de 1967.

 

Ya se sabe que la Fuerza Aérea de EEUU ha contratado formalmente a Lockheed Martin, por 2.9 billones de dólares, para construir tres satélites militares de advertencia de misiles como parte del programa del Sistema Infrarrojo Basado en el Espacio (SBIRS) que desarrolla EEUU.

 

El subsecretario de Defensa para Investigación e Ingeniería, Michael Griffin, quien trabajó en el programa de defensa de misiles en el gobierno de Ronald Reagan, en la década de 1980, “ha insistido repetidamente en que tanto los sensores espaciales como los sistemas anti-misiles, como los interceptores cinéticos o las armas de energía dirigida, son prácticos y no es tan caro como dicen los críticos. Sin embargo, aún no ha presentado públicamente una estimación de costos formal para ninguno de los conjuntos de sistemas”, señaló el portal Thedrive.com.

 

Tras el mismo objetivo, de dominar el espacio, el Secretario de Defensa de EEUU, Jim Mattis, dio un paso importante al visitar Brasil: logró que el Comando Estratégico de los EEUU y el Ministerio de Defensa de Brasil firmaran un acuerdo que, según el portavoz del Pentágono, Johnny Michaelde, "nos permitirá compartir información sobre más de 23,000 objetos en órbita, incluidos los satélites de Brasil". También Mattis avanzó para un acuerdo del uso de la base de lanzamientos espacial de Alcántara, en Maranhão, Brasil.

 

Un posible escudo anti-misiles en el mismo espacio cósmico no sólo viola el derecho internacional, los tratados firmados, sino que romperá aún más la estabilidad estratégica y la seguridad mundial.

 

La Guerra de las Galaxias

 

El Diario Universal de México recordó que “La búsqueda por militarizar el espacio no es algo nuevo, sin embargo, las tecnologías de la actualidad brindan más posibilidades para que se geste una nueva versión de la Guerra de las Galaxias, un híbrido entre el imaginario fílmico del cineasta George Lucas y las ambiciones ochenteras de defensa estratégica del expresidente Ronald Reagan”.

 

Trump al afirmar que “el espacio es un campo de guerra” pone en serio riesgo aún más la existencia de la humanidad. Como emperador quiere convertir el espacio cósmico en un coliseo donde sus escudos anti-misiles serán los nuevos gladiadores de estos tiempos donde la humanidad corre ya serio peligro, por las armas nucleares, de desaparecer.

 

Todo esto, la creación de una “Fuerza Espacial”, remonta a los peores años de la exaltación armamentista promovida por Ronald Reagan. Son incalculables los años luz de irracionalidad y retroceso político que esa medida significa.

 

Hace 34 años, Carl Sagan, célebre astrofísico estadounidense, ganador del premio Pulitzer, ya alertaba para los peligros de la militarización del espacio en el libro “The Cold and the Dark: The World after Nuclear War” (Frío y Oscuro: El mundo después de la guerra atómica).

 

Sagan se convirtió en claro activista por la paz. En 1986 fue arrestado en una protesta, en la zona cero, un centro de pruebas de armas nucleares, ubicado en Nevada, EEUU.

 

Sagan junto con otros expertos desarrollaron la teoría del invierno nuclear, donde explica sobre el impacto climático de un intercambio de misiles. Una guerra nuclear, incluso limitada, podría producir un devastador invierno nuclear que helaría la superficie del planeta

 

El científico señalaba en sus estudios que el humo y las cenizas expulsadas a la atmósfera, por las explosiones y tormentas de fuego, pueden provocar un bloqueo del paso de la luz solar y las temperaturas de la superficie terrestre, en verano, bajarían una media de 25 grados centígrados, acarreando terribles desequilibrios y pérdidas en los procesos biológicos y, finalmente, desencadenando una hambruna planetaria.

 

Ya lo hemos dicho, una guerra nuclear en la tierra o en el espacio pone en serio riesgo la existencia de toda la humanidad. Por eso es muy importante que los organismos internacionales den pasos decisivos para que, por un lado, las potencias nucleares respeten los acuerdos que han firmado, que limitan y restringen el arsenal nuclear, y por otro lado, avancen en negociaciones para el desarme total de armas nucleares y un buen día la amenaza de una guerra nuclear desaparezca.

 

Olga Bénario es integrante de la Liga Latinoamericana Los Irredentos y Pablo Ruiz es del Observatorio por el Cierre de la Escuela de las Américas

https://www.alainet.org/es/articulo/195839?language=es
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