El clan de los CEO presidentes
- Opinión
Mario Abdo Benítez asumió con la marca de los sumisos a Washington, atacando a Venezuela y Nicaragua. Miembro del club de los gerentes que ahora manejan naciones, el mandatario paraguayo ya se arrodilló ante las secretarías del Tesoro y Comercio de EE.UU., agencias de calificación y prestamistas como el FMI.
A las 8.20 del martes 14 de agosto, con un impecable traje azul Francia que centelleaba al cálido sol de Asunción, camisa blanca y corbata roja con lunares, Mario Abdo Benítez ascendió la explanada de la Bahía del Palacio de López, la Casa de Gobierno, de la mano, como estandarte de los nuevos tiempos, de su segunda esposa, integrante de la alta alcurnia asuncena.
En su discurso de asunción el presidente electo hizo lo previsible: utilizó lugares comunes para la resolución de los problemas de su país y elevó el tono contra Nicolás Maduro y Daniel Ortega. Otro signo de los tiempos. “Expresamos nuestra solidaridad con los pueblos de Venezuela y Nicaragua frente a los abusos del poder. Nuestras voces libertarias no callarán. Es hora de dejar a un lado la hipocresía y levantar la voz ante las injusticias”, dijo sin sonrojarse.
Como Mauricio Macri (Argentina), Sebastián Piñera (Chile) y Michel Temer (Brasil), Abdo Benítez es de la banda de los ChiefExecutiveOfficer electos presidentes. De la que también formaron parte Horacio Cartes (Paraguay), Vicente Fox (México), Pedro Pablo Kuczynski (Perú) y Ricardo Martinelli (Panamá), entre otros. Son los CEO presidentes. Manejan al estado como si fuera una empresa (y fraudulenta). Están de los dos lados del mostrador. Abdo es empresario de la construcción, propietario de Almacenamiento y Distribución de Asfalto (Aldia S.A.) y Creando Tecnología (Createc S.A.), firmas que obtuvieronopulentos ingresos gracias a jugosos contratos con el Estado paraguayo.
Además de sus afinidades de clase, estos actuales y expresidentes suelen ser, como mínimo, permisivos con las dictaduras militares. Abdo Martínez también pertenece a este club a pesar de tener 46 años.
Marito y los años de plomo
El presidente electo del Paraguay se llama igual que su padre, Mario. Para no confundirlo le dicen Marito. Mario fue el secretario privado de Alfredo Stroessner y miembro de la selecta mesa chica del dictador: los famosos “cuatro de oro”. En las sombras tejió un poder fatal cada uno de los 35 años que duró ese gobierno totalitario (1954-1989).
Marito estudió Marketing Político en Estados Unidos. En 1989 volvió al país e ingreso en las Fuerzas Armadas. Recibió el grado de paracaidista militar. Luego, se sumó al Partido Colorado y formó una corriente interna. La bautizó “Paz y Progreso”. Oh casualidad, el mismo eslogan usado por la dictadura stronista.
El 16 de agosto en Brasilia muere impune Stroessner. Marito asiste a los funerales en la capital de Brasil y le pide a su partido que le rinda tributo. La Comisión de Justicia y Verdad comprobó la existencia de 425 desapariciones forzadas y unos 20.000 torturados en centros clandestinos. La ausencia de condena estatal a los crímenes de lesa humanidad cometidos contra la dictadura es parte de la historia negra del país. Abdo Martínez sigue reivindicando los años de plomo.
Isla sin mar
El escritor Juan Bautista Rivarola Matto llamó al Paraguay la “Isla sin mar”. Enclavada en el corazón de Sudamérica, rodeada por Argentina, Brasil y Bolivia, apenas supera los 400 mil kilómetros cuadrados y desde hace 150 años está asfixiada por la pobreza.
En ese callejón geográfico viven 7 millones de habitantes, el 97 por ciento en la región oriental, centro agrícola e institucional del país. El sector occidental, el Chaco inhóspito, el infierno seco constituye el 61 por ciento del territorio, pero en él solo vive el 3 por ciento de la población.
Un estudio realizado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) indica que unos 700 mil paraguayos residen en el exterior. No hay familia que no tenga a un integrante viviendo en el extranjero. La mayoría, en la Argentina, una comunidad de 550 mil personas.
La distribución de la tierra es la más injusta de América latina, un 2,5 por ciento de quienes la explotan controlan el 85 por ciento de la superficie total. El 27 por ciento vive en la pobreza y el 5 por ciento en la indigencia. La tasa de desempleo es del 6 por ciento.
Abdo Martínez dijo en su discurso de asunción que gobernará para revertir esta situación. Pero como Macri, Piñera y Temer sus gestos y actos van en sentido opuesto. Antes de tomar posesión del cargo se reunió en Washington con Steve Munchin, secretario del Tesoro; Wilbur Ross, su par de Comercio; con la directora ejecutiva del Fondo Monetario Internacional (FMI), CristineLagarde y con el presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Luis Alberto Moreno.
En Nueva York también tuvo encuentros que dan la catadura precisa a su plan real de gobierno: agentes de las calificadoras de riesgo Moody´s y Fitch, bancos y fondos financieros.
En Miami estrechó su mano al almirante KurtTidd, jefe del Comando Sur, espada operativa de los Estados Unidos en su larga historia de injerencia en América Latina.
Y la frutilla del postre, hubo sondeos con el senador cubano-americano Marco Rubio, gran instigador de las conspiraciones y atentados terroristas contra Cuba, Venezuela y Nicaragua.
Por eso siempre es necesario el ejercicio de la memoria que la restauración conservadora pretende aniquilar.
Estirpe paraguaya
Desde 1813 los liderazgos fuertes de José Gaspar de Francia, Carlos Antonio López y Francisco Solano López hicieron del Paraguay una potencia. Cerraron el país a la injerencia extranjera. Moldearon un programa de desarrollo soberano y autónomo con un Estado centralista y capaz de autoabastecer su economía.
Implementaron la educación pública, gratuita y obligatoria, reduciendo la tasa de analfabetismo a niveles europeos, construyeron una línea de ferrocarril (la primera de toda Sudamérica) una línea de telégrafos, promovieron la industria textil, naviera y metalúrgica y nacionalizaron los bancos.
Con El Supremo, como llamaban a Francia (de ahí el título de una de las obra ineludibles de la literatura paraguaya: “Yo, el Supremo”, de Augusto Roa Bastos) se suprimieron las órdenes religiosas, se confiscaron todos los bienes de la Iglesia transfiriéndolos al Estado y se eliminaron, además, los tribunales de la Inquisición.
Francia promovió en 1823 la primera gran reforma agraria de América del Sur. El campesino obtuvo su tierra y los artesanos apoyo estatal. Tocados sus privilegios las grandes fortunas se mudaron del país para, como siempre, conspirar. El despojo llegó con la guerra inmoral de la Triple Alianza(1865-1870).La invasión militar de Brasil, Argentina y Uruguay y el apoyo material del Imperio Británico asesinó a más de dos tercios de la población, que jamás flameó bandera blanca, incluida la mayoría de los varones. Destruyeron el capital productivo nacional y las tierras pasaron a manos extranjeras.
Paraguay no volvió a ser el mismo: inestabilidad política, declive económico, desigualdad, pobreza y más guerras: una externa, con Bolivia entre 1932 y 1935, y otra interna, civil en 1947, que derivaron en la bancarrota de la nación guaraní.
Desde entonces la Asociación Nacional Republicana (ANR), popularizada como Partido Colorado, dominó el escenario político del país, con la excepción del breve interregno de Fernando Lugo-Federico Franco (2008-2013).
El coloradismo es el dueño de los aparatos económicos, administrativos, judiciales y policiales del Paraguay de los que Mario Abdo Martínez, Marito, dispondrá hasta el 13 de agosto de 2023 junto a los poderes fácticos que siempre saquearon a la nación guaraní.
@marianovazkez
21 de agosto de 2018
http://canalabierto.com.ar/2018/08/21/el-clan-de-los-ceo-presidentes/
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