Lo intelectualmente correcto
- Opinión
El 90% de intelectuales o pensadores a nivel mundial tienen una mirada ensimismada o egolátrica, pues sus reflexiones giran únicamente en lo que se ha delimitado como “políticamente correcto” por la ortodoxia oficial. Políticos, académicos, periodistas, escritores, abogados, educadores, artistas, debaten al interior de un claustro, que es lo convencional o lo que ha sido naturalizado como lo único posible y deseable.
Todos ellos se encuentran enfrascados en cómo perfeccionar, mejorar o cambiar el sistema, creyendo que están en la verdad absoluta porque son parte de las mayorías que la conforman o porque se han auto nominado como el cenáculo del pensamiento superior, desarrollado o civilizado. Mientras fuera de este multitudinario gueto, están las minorías que se encuentran creando “otro mundo” y a los que no les interesa cambiar o reparar o parchar el mundo “correcto”.
Incluso, los que están luchando por el reconocimiento y aceptación de las alteridades o de los negados dentro de la “sociedad correcta”, son parte del dogma oficialmente habituado. Pues, mientras ellos no construyan algo paralelo y en forma integral un otro orden social, su propuesta puede ser incorporada, digerida y asimilada por lo “correcto”, sin que haya transformaciones profundas. Como ha sucedido con las mujeres, los indígenas, los ecologistas, los que posteriormente se convierten en nuevos instrumentos del poder hegemónico. Así la cantidad de mujeres o de indígenas que hoy sirven en altos puestos al sistema patriarcal, colonialista, consumista. Antes eran solamente hombres blancos los que dirigían el poder de lo “correcto”, hoy hay quienes pueden detener las reivindicaciones de las mujeres o de los indígenas porque se dicen que son parte de lo mismo.
Las minorías o los políticamente incorrectos, son tachados o vejados como extremistas, aventureros, esnobistas, caducos, etc. Y en base a ello, pretenden anularlos o minimizarlos de todo posible diálogo y peor de debate, pues es perder el tiempo y porque representativamente no pueden obtener grandes retribuciones o ganancias económicas, electorales, intelectuales, mediáticas, reputacionales, etc. Pero resulta, que históricamente los grandes cambios estructurales han venido de lo “políticamente incorrecto”, de los que pudieron ver más allá de sus narices o de su cocón. Ellos pudieron visionar otras posibilidades y realidades.
Mientras todo ese 90% de analistas y creadores de opinión o masa-crítica están enfrascados en discernir entre derecha e izquierda, entre capitalismo y socialismo, entre más intervención del mercado o más del estado, etc., en otros círculos ya avizoran y están construyendo mundos y teorías que rebasan a estos dogmas “correctos”, con postulados como el decrecimiento, los bienes comunes, el buen vivir, la tierra viva, las biocomunidades, las comunidades intencionales, las cooperativas integrales, las ecoaldeas, etc.
Mientras el inmenso claustro sigue debatiendo y buscando como perfeccionar la democracia liberal, otros están hablando y viviendo la sociocracia, la biocracia, la comuncracia, etc. En los cuales se plantea que el control político de la sociedad no sea exclusivo de los partidos políticos, sino que esté directamente manejado por la sociedad civil o por las formas naturales de organización cotidiana. Están mas allá de la dictadura de los partidos políticos y buscan que el abanico se abra a todas las organizaciones que viven diaria y concretamente la realidad económica, productiva, educativa, sanitaria, etc. Es decir, que el poder no esté exclusivamente en los políticos sino que todos ejerzan la dirección social, para que sean los autores y ejecutores de su propia vida.
Mientras los “correctos” sigue defiendo y modernizando el Estado, y aunque la derecha lo quiera mínimamente acepta su existencia para que cumpla el papel de control y de disciplinamiento social; en otros puntos del mapa terrestre ya están funcionando en sistemas autonómicos, en sistemas directos, en sistemas autosuficientes. Sistemas que no insertan dentro del Estado, pues aquellos que utilizan estos términos son a la final más de lo mismo, sino que practican verdaderamente la autodeterminación, aunque no se hayan declarado independientes, como, por ejemplo, los zapatistas, los que incluso son vilipendiados por una gran parte de la izquierda.
Mientras la oficialidad, de derecha e izquierda, están conformes con el presidencialismo y solo cuestionan el hiperpresidencialismo o el autoritarismo, en otros círculos ya están organizados horizontalmente y la dirección es colectiva, rotativa y monta de abajo hacia arriba. Han roto con el piramidalismo convencional y están funcionando espiralmente, lo cual es totalmente diferente al sistema de exclusión, hegemonismo y aleatorio que es la monarquía republicana o liberal, en donde sigue el poder concentrado en un solo individuo y que decide la vida de millones de seres humanos.
Mientras los economistas ganan premios nobel entre más o menos privatismo o el intervencionismo del mercado, en otros sitios se habla y se experimentan: economías de reciprocidad, economías de sustitución, economías de reproducción, etc. Economías que ponen énfasis en lo colectivo, grupal, cooperativo, antes que en lo individual privado o estatal, y que principalmente no están sobre la naturaleza, sino que son parte de los ecosistemas viviendo en equilibrio simbiótico.
Mientras los educadores están buscando como mejorar el mismo sistema educativo “correcto”, incluso, alternativos como Steiner, Montessori, Paulo Freire, Zingaretti, Iván Ilich, ahora se quedan cortos con lo que en otros círculos están haciendo con lo que llaman: educación autodirigida, educación en casa, educación decolonial. Es decir, que no solo son alternativos sino alterativos, y esa es la diferencia axial con todas las demás concepciones dominantes o “correctas”.
Mientras los abogados se enfrentan en la justicia marcada por el derecho romano y hasta algunos se creen revolucionarios porque están luchando por perfeccionar el sistema jurídico, otros ya se han dado cuenta que eso es solo un sofisma o un eufemismo, pues en la práctica no existe justicia ya que gana el mejor abogado que es capaz de torcer el derecho y el poder político y económico a su conveniencia, para sacarle el jugo que requiere para demostrar su “verdad” jurídica y política. El abogado sabe que así funciona el sistema, y si permanece en él y hasta se hace plata, por más crítico que sea o que se crea defensor del pueblo, es parte y consolidador del juego creado y no su transformador. Lo interesante sería, que utilice ese mismo derecho para demostrar la falacia de la misma, pero en última instancia el 98% de abogados son piezas del poder político de turno y del económico permanente, que en última instancia no trae justicia estructural ni ontológica.
Mientras los periodistas del claustro, especialmente de la televisión, sigan dando solo espacio al pensamiento políticamente correcto, no habrá “libertad de expresión” como se llenan la boca, pues es el mismo pensamiento que se repite de un lado para el otro, es el mismo disco rayado del mismo debate miope y egolátrico entre los que se creen los “correctos”. Incluso, los periodistas críticos a la derecha, que solo admiten lo que viene de la izquierda, y que no dan espacio al pensamiento alternativo y peor al alterativo ya que les parece esencialista, fundamentalista y hasta retro-revolucionario.
Mientras cada ser humano sea “correcto”, en cualquier forma en que se exprese socialmente, por más que se autocalifiquen de avanzada o revolucionarios, si son parte del sistema son sus sostenedores, pues todo verdadero y profundo cambio viene principalmente desde afuera de lo estatuido y delimitado, siendo transgresores e irreverentes de lo estandarizado, es decir, siendo “incorrectos” o alterativos. Gracias a los alterativos el mundo ha dado grandes saltos.
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