México, los aprietos de AMLO

24/07/2018
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Lo del 2017-2018, que culminó en México con las presidenciales del 2 de julio, ha sido el proceso electoral más sangriento de la historia del país. Ha dejado un saldo de 152 políticos asesinados, 48 de los cuales eran pre-candidatos o candidatos. Pero ni la violencia, ni los fraudes –características predominantes del sistema político mexicano– han podido impedir la victoria del campo progresista. Manuel López Obrador, para todos AMLO, se ha convertido en presidente, y asumirá el cargo el primero de diciembre. López Obrador es el fundador del Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA), que surgió en el 2011 como asociación civil y se transformó en partido en el 2014. Una formación joven, nacida para marcar discontinuidad con el enredo de mafia y corrupción en que se han ahogado los partidos tradicionales PRI, PAN, PRD. A darle la victoria a AMLO ha sido la coalición Juntos Haremos la Historia, formada también por el Partido del Trabajo y por el Partido del Encuentro Social.

 

Una victoria neta (53% de los votos), y una elección caracterizada por una altísima afluencia a las urnas (63,8%). Luego de dos intentos precedentes fallidos, decenas de miles de personas así han podido reunirse en la histórica Plaza del Zócalo en la Ciudad de México, no para protestar contra el fraude, sino para festejar. Una victoria que está creando grandes expectativas, sea dentro del país “tan lejano de Dios y tan cercano a los Estados Unidos, como dice Galeano”, que en Latinoamérica donde las derechas “trumpistas” han regresado con fuerza.

 

Pero difícil esperarse cambios estructurales. AMLO no es Chávez y durante la campaña electoral se ha distanciado tanto de Cuba que de Venezuela. Más que al socialismo bolivariano, su partido se refiere a la “socialdemocracia, al progresismo y al nacionalismo de izquierda”. Uno de sus slogans electorales ha sido “Por el bien de todos, primero los pobres”, es decir un paquete de planes sociales similares a aquellos propuestos en el gobierno de Lula en Brasil. En esto sentido va el Plan de Austeridad Republicana en 50 puntos con el cual López Obrador busca acabar con la corrupción y los privilegios, reducir el gasto corriente de la administración y así favorecer programas sociales.

 

Pero en su primer discurso, Obrador ha dejado entender que gobernará bajo el signo de la “conciliación” y no de la polarización. ¿Hasta cuándo resistirá el pacto social que le ha permitido ganar en un país azotado por insoportables desigualdades? Según Alfonso Romo, futuro jefe del gabinete en el gobierno de Obrador, con los empresarios habrá una luna de miel que durará seis años. Una intención también confirmada por el magnate Claudio González Laporte (que también es presidente honorario de la multinacional Kimberly Clark México) luego de una reunión con los grandes grupos industriales: “La conciliación –ha dicho Laport – será el desafío del nuevo gobierno. Morena ha recibido un mandato para apaciguar al país”.

 

Será necesario ver qué juego lograrán jugar las fuerzas populares a quien el partido Morena –que ha obtenido la mayoría en las dos cámaras y gobierna en algunos estados importantes, sea en el plano económico o político, como Veracruz, Ciudad de México, Tabasco y Chiapas– deberá rendir cuentas de ahora a las elecciones de medio término, en el 2021. Un período en el que podrían exacerbarse las contradicciones y las oligarquías podrían estar tentadas por soluciones análogas a aquellas adoptadas en Brasil contra Dilma Rousseff y luego con el encarcelamiento de Lula. Los primeros signos ya existen en algunos estados.

 

Mientras tanto, López Obrador, ha enviado una carta a los zapatistas del EZLN –que se han abstenido del voto– pidiéndoles un encuentro, pero éstos han desmentido que hayan existido contactos. También ha anunciado que el nuevo gobierno, con el apoyo de los organismos internacionales y de las organizaciones de la sociedad civil, reabrirá las investigaciones sobre la desaparición de los 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa, ocurrida el 26 de septiembre del 2014.

 

Pero las todas las investigaciones independientes han llamado en causa al rol de las fuerzas armadas, notoriamente sometidas a la doctrina militar estadounidense. AMLO ha declarado que el ejército ha votado por él. ¿Qué cosa han pedido a cambio los militares adiestrados en Fort Benning y a la represión? ¿Qué cosa piden los Estados Unidos al nuevo equipo de gobierno?

 

Una primera señal positiva llega, de todas maneras, del nombramiento de Marcelo Ebrard, uno de los hombres más cercanos a López Obrador, al Ministerio de Relaciones Exteriores. Sus declaraciones de no injerencia en las cuestiones internas de Venezuela (por lo tanto, de no alineación con el grupo de Lima) han suscitado comentarios positivos en aquella parte de América Latina que apuesta a las relaciones sur-sur, a la integración no asimétrica y a la independencia de los Estados Unidos. Un campo que se ha reunido en Cuba por el Foro de San Paolo y que ha saludado con esperanza la victoria de AMLO en México.

23-07-2018

 

(Traducción Gabriela Pereira)

 

 

 

https://www.alainet.org/es/articulo/194281
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