Sólo faltan 13 días

18/06/2018
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A 13 días de la cita con las urnas, la auténtica y definitiva encuesta, la disputa entre Ricardo Anaya (PAN-PRD-MC) y José Antonio Meade (PRI, PVEM y Panal) cobra mayores bríos por la definición del segundo lugar en la contienda por la Presidencia de la República, mas no para instalarse en él, sino como condición insoslayable para aspirar con cierta seriedad a disputarle a Andrés Manuel López Obrador el papel de muy sólido puntero, con entre 10 y 22 puntos porcentuales por arriba del segundo sitio.

 

Tal es la razón básica para que Anaya haga esfuerzos desesperados para presentarse, asesorado por Jorge Germán Castañeda, como lo que nunca fue, un candidato antisistémico, confrontado con el grupo gobernante y su jefe, Enrique Peña Nieto, cuando es del dominio público que sin la alianza de ambos y sus respectivos partidos que constituyen el treintañero PRIAN, sería impensable la docena de reformas estructurales para “Mover a México” sí, pero a la órbita de las trasnacionales y los saqueos de naciones completas en los cinco continentes, a la esfera de la declinante hegemonía estadunidense con el grotesco emperador (administrativo) que despacha en la Casa Blanca.

 

Con todo y que disputan el segundo sitio para aspirar al primero, Meade y Anaya presentan resultados de muestras demoscópicas de muy dudoso profesionalismo e imparcialidad, mas no porque favorezcan a uno u otro, que para el caso son lo mismo en esencia, con Castañeda Gutman y otros compañeros de viaje como Miguel Mancera, Patricia Mercado y Emilio Álvarez, sino porque están hechas a modo del cliente.

 

Ambos, Anaya y Meade, concentran esfuerzos en la realización de maniobras para restarle intención de voto al tabasqueño de Macuspana, lo cual es completamente natural. Para ello Riqui, Riquín Canallín acusó a AMLO de favorecer a Manuel Rioboó en la asignación de contratos para los segundos pisos capitalinos e inventa fotos de Obrador con Peña y las presentó en el debate de Mérida, Yucatán; en el segundo debate, en Tijuana, Baja California, manipuló la portada del semanario Proceso.

 

Y el muy “católico” y “guadalupano” Meade, involucró a la familia de Javier Jiménez en negocios con Odebrecht, en un triple salto mortal que le salió caro porque varios colegas documentan que el candidato que más habla de sí mismo y sus presuntas virtudes, firmó el 29 de abril de 2011 un contrato para el proyecto Etileno XXI, entre Braskem-Idesa.

 

El que se ríe se lleva, y eso deben saberlo los asesores de Meade Kuribreña y Anaya Cortés, incluido Aurelio Nuño, el favorito de Enrique Peña y quien por ese hecho llegó tan lejos, a no tener futuro político ni burocrático a temprana edad.

 

Las tendencias son muy sólidas y definidas desde hace por lo menos un mes, salvo una catástrofe imprevista y que es políticamente incorrecto referir, como asesinar a López Obrador, lo que acaso es inviable no en términos técnicos, sino porque incendiaría a México y tal escenario, que no debe descartarse, no conviene a la partidocracia, a los tres poderes de la Unión y tampoco a los fácticos, incluidos los del crimen organizado trasnacional, que cada vez son más poderosos en México y el orbe.

 

Hoy la batalla se concentra en que Morena y AMLO no tengan mayoría en la Cámara de Diputados y el Senado, bajo el impecable pero interesado alegato a favor de la pluralidad en el Legislativo, los pesos y contrapesos al presidente, como si la plutocracia azteca y multinacional no fuera un contrapeso harto vigoroso, casi decisivo.

 

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