Inconveniencia del voto en blanco:

Un gobierno de convergencia democrática por la paz podrá impedir el retorno del uribismo

15/06/2018
  • Español
  • English
  • Français
  • Deutsch
  • Português
  • Análisis
petro_presidente_custom.jpg
Facebook de Petro
-A +A

La primera vuelta de la elección presidencial permitió la competencia entre diversas candidaturas, pero ninguna logró mayoría absoluta por lo cual la segunda vuelta definirá la presidencia entre las dos de resultados mayoritarios. De ellas, la de Iván Duque representa a Álvaro Uribe, su partido Centro Democrático de extrema derecha y un sector conservador aliado, pero ahora se adhieren incondicionalmente otras vertientes de derecha tras sufrir fuerte derrota electoral. Y la de Gustavo Petro de Colombia Humana representa una vertiente progresista que ahora amplía sus aliados con otros sectores progresistas, de izquierda, sociales y redes ciudadanas quienes de conjunto consiguen importante avance electoral. Votar en blanco en la segunda vuelta no tiene efecto legal y resulta inconveniente porque dadas las condiciones le resta posibilidad a la amplia convergencia democrática que respalda la candidatura de la Colombia Humana, de forma que, aunque no sea intención de sus promotores, facilita la posibilidad del retorno del uribismo.

 

Retorno del uribismo o gobierno de amplia convergencia democrática

 

El próximo 17 de junio será elegido por voto directo presidente y su fórmula de vicepresidente, siendo el único objeto de estas elecciones de segunda vuelta. Se contó en la primera vuelta con tres votaciones del campo del progresismo y las izquierdas: la Colombia Humana 4.855.069 votos, Compromiso Ciudadano 4.602.916 y el Partido Liberal 396.151, de manera que sumados son 9.854.136 votos, que superan lo obtenido por el Centro Democrático y parte del conservatismo 7.616.857 y sus ahora aliados Cambio Radical con la U y parte del conservatismo con 1.412.392, que sumados son 9.029.249 votos. Es decir, las tres vertientes progresistas consiguieron juntas la mayoría absoluta con el 52.18% mientras que sumadas extrema derecha y derecha consiguieron el 47.81%.

 

Esto significa que, si las tres vertientes progresistas van en coalición y adoptan la unidad reclamada desde agrupaciones juveniles y muchos sectores de las propias agrupaciones que participaron e independientes, conseguirán una sinergia capaz de consolidar la mayoría y alentar un mayor respaldo ciudadano, con perspectiva de acceder al gobierno. Si, por el contrario, parte de los integrantes posibles de esta alianza adopta el voto en blanco, así sea una franja minoritaria, las vertientes del progresismo y las izquierdas se dividirán, con negativa repercusión en los resultados dada la cerrada competencia por la elección de esta presidencia prevista. Podría así facilitarse la imposición del candidato uribista y sus nuevos adherentes.

 

El panorama político registra que Iván Duque además del uribismo y parte del conservatismo, consiguió el respaldo incondicional del conjunto de las élites de poder, al plegarse a favor de su campaña las fuerzas políticas que antes integraron la Unidad Nacional que rodeó al gobierno saliente del presidente Juan Manuel Santos. Hecho de repercusión histórica, pues se trata de la entrega de estos sectores frente al uribismo tras su fracaso electoral, lo que significa su renuncia a las posiciones divergentes anteriormente cuando sostuvieron frente al uribismo el rechazo a su autoritarismo y su oposición al acuerdo de paz y a su implementación. Así, la campaña de Iván Duque ha sido clara en no aceptar negociaciones políticas o programáticas con tales adhesiones unilaterales, lo que le permite someter mediante la claudicación a su proyecto de extrema derecha a estas otras expresiones de la derecha que al momento no tienen capacidad de maniobra. Entonces resulta patética la escena del director del Partido Liberal, César Gaviria, al entregar al liberalismo sin contraprestación y la prepotente negativa del uribismo que se negó a realizar actos protocolarios de inclusión en su campaña de las fuerzas políticas que se pliegan de manera indigna [2].

 

Es conocido que de llegar a la presidencia Iván Duque gobernará Álvaro Uribe y su proyecto. Prolongará el mismo modelo económico social, con favoritismo a las multinacionales lesionando la soberanía nacional y con graves efectos sociales y ambientales. Adoptará una tributación regresiva a favor de los grandes capitales, mantendrá las condiciones de pobreza y políticas lesivas en derechos sociales. Habrá detrimento en el reconocimiento de derechos de la diversidad con relación a las mujeres, los LGTBI, los pueblos y comunidades étnicas. Los sectores campesinos, de trabajadores y clases medias seguirán soportando condiciones de inviabilidad en sus proyectos, detrimento de sus derechos y pago de los mayores costos tributarios. Se retornará a medidas autoritarias, a la intervención indebida desde el ejecutivo a otras ramas del poder y se impedirá la actuación independiente de la justicia con anuncio de supresión de altas cortes en detrimento de los avances constitucionales y con impunidad ante los niveles de criminalidad y violencia que han acompañado a parte significativa de los integrantes del proyecto uribista. Y se anuncia la reversión de las principales medidas de aplicación del acuerdo de paz con las FARC, a la vez que se retornará a las hostilidades con el ELN y tendríamos altas tensiones y hasta posible confrontación bélica con Venezuela ante el agresivo tratamiento propuesto.

 

En contraste, el gobierno de la Colombia Humana, con base en la gran convergencia democrática en configuración para su elección y a partir del acuerdo nacional sobre lo fundamental propuesto hacia todos los sectores políticos, sociales, poblacionales y ciudadanos, podrá conseguir consensos en torno a las reformas políticas y sociales propuestas. En tal perspectiva, propone cambios en el modelo económico social a favor de la diversificación productiva, el medio ambiente, el acceso campesino a las tierras, el crédito popular mediante una banca pública favorable y el mejoramiento de condiciones de las clases medias y los trabajadores. Así mismo, preservar la Constitución Política vigente, reconocer derechos y garantías ciudadanas, de las diversas identidades, restituir derechos laborales, en salud, educación y otros que han sido desconocidos o afectados. Producto de la convergencia democrática en conformación la Colombia Humana aceptó no optar por la convocatoria de una Constituyente para el logro de las reformas propuestas sino mediante la búsqueda de amplios consensos para la agenda parlamentaria y la interlocución y consulta con las dinámicas sociales, así como adoptó incorporar la exitosa iniciativa de un referendo para adoptar medidas contra la corrupción.

 

“El gran desafío del próximo presidente es recuperar el crecimiento dentro de un marco de mejoría de la distribución del ingreso. A la luz de los debates presidenciales, no es difícil sintetizar la forma como lo harían Duque y Petro. Duque propone reducir los impuestos a las empresas y aumentar la competitividad externa y las ventas domésticas. En el fondo se mantiene la concepción neoclásica del siglo XX de propiciar el crecimiento y la competitividad bajando los impuestos a las grandes corporaciones. Petro propone un cambio de las estructuras de minería, y también de la estructura física, hacia la industria y la agricultura. Asimismo, se compromete a aumentar la progresividad fiscal y frenar la transferencia de capital a los intermediarios en salud, la educación y las pensiones para elevar la capacidad adquisitiva de los sectores menos favorecidos en la forma de educación de calidad, salud preventiva y pensión mínima para toda la población” [3].

 

En consecuencia, resulta falsa la opinión de que se trata de un dilema “entre dos extremas”, con la cual se previene e inmoviliza a la ciudadanía, sugiriendo el rechazo simultáneo a ambas candidaturas y la opción del voto en blanco. Se presenta es la legítima disputa política, programática y electoral para elegir el próximo gobierno nacional, a partir de resolver el dilema entre la candidatura de carácter progresista liderada por la Colombia Humana y que cuenta con el respaldo creciente de vertientes democráticas, sociales, redes ciudadanas diversas y de sectores de izquierda, no con una perspectiva “extremista” sino con la serie de cambios y reformas necesarias y posibles referidas; y la candidatura del uribismo, como proyecto de extrema derecha que consigue ahora apoyo de otras vertientes de derecha, asociado a una propuesta regresiva en lo social, autoritaria en la forma de gobierno y connivente en el ejercicio político con actores y dinámicas de corrupción, ilegalidad y violencia, quienes son admitidos sin reato dentro de los partidos políticos concurrentes.

 

Al respecto, así lo interpreta el propio candidato Gustavo Petro: “La evolución histórica reciente derivó en dos fuerzas: por un lado, la política tradicional, la corrupción, el fraude electoral, las maquinarias, la deformación de la democracia; por otro lado, la ciudadanía, que busca el cambio, el bienestar, construir la democracia, inaugurar una era de paz” [4].

 

Amplia convergencia para un gobierno democrático y de paz

 

Gustavo Petro y Ángela María Robledo y su equipo a nombre de Colombia Humana avanzan en acuerdos políticos y programáticos con base en la defensa de la Constitución Política de 1991, la aplicación del acuerdo de paz y el programa propuesto, en concertar algunas complementaciones y revisiones constructivas a su contenido. En ese marco Petro lideró la conformación de una amplia coalición por la paz, a la cual siguen llegando aliados y adherentes políticos, sociales, poblacionales y de diversas expresiones ciudadanas a todo nivel y desde todos los territorios, incluida la población colombiana en el exterior.

 

“Hoy no es un acuerdo de paz el que nos está dividiendo, sino si Colombia es capaz de abandonar todas sus violencias, es decir, si es capaz de construir una era de paz, o si vuelve y juega a la guerra. Juntar todas las fuerzas políticas y sociales que quieran construir la paz. ¿Vamos a retroceder al autoritarismo y la persecución de la diferencia, o vamos por el pluralismo y la libertad? Esa es la elección que vamos a tomar…”[5].

 

Con Colombia Humana han hecho acuerdos de coalición y respaldo a su fórmula presidencial desde la primera vuelta: la Unión Patriótica (UP), el movimiento indígena MAIS y tras la consulta del 11 de marzo pasado el movimiento Fuerza Ciudadana. Ahora, para la segunda han entrado en esta coalición el Polo Democrático Alternativo (PDA), parte importante del Partido Alianza Verde, el movimiento Todos Somos Colombia-Alianza Social Independiente, varios sectores del Partido Liberal de distintas regiones que incluyen representación en la Cámara por Antioquia, la Juventud Liberal, algunos sectores del Partido Conservador y del Partido de la U que incluye representación en la Cámara por Cauca.

 

Además, se suman a esta coalición a través de declaraciones y encuentros numerosas organizaciones sociales, sindicales, campesinas, étnicas, de profesionales, de mujeres, de población LGTBI, ambientalistas, animalistas, población amnistiada en los distintos procesos de paz, organizaciones y colectivos de víctimas, redes de paz y ONG nacionales y regionales. Igualmente, se suman al momento más de tres mil reconocidos intelectuales, académicos, artistas y personalidades democráticas. Sobresalen los apoyos de personalidades como Claudia López fórmula vicepresidencial de Sergio Fajardo; Clara López, fórmula vicepresidencial de Humberto de la Calle; Antanas Mockus senador elegido con alta votación, Ingrid Betancur, Rodrigo Uprimny, Salomón Kalmanovich, Antonio Caballero, Santiago Gamboa, María Jimena Duzán, Lisandro Duque, Daniel García-Peña, Guillermo González, Julio César Londoño, Oscar Guardiola, Mario Mendoza, Carolina Sanín, Piero, entre otras. Y desde lo internacional apoyos académicos de renombre mundial como el economista Tomás Piketty, el premio nobel de literatura John Maxweel Coezzee, el ambientalista Peter Singles, los filósofos Slajov Zizeg y Saskia Sassen, los sociólogos Antonio Negri, Michael Lowy y Atilio Borón, la politóloga Chantal Mouffe, el teólogo John Milbank,entre otros.

 

“…lo más coherente es votar por uno de los candidatos que podría estar en condiciones de hacer la transición de la guerra hacia la consolidación de la paz. Y creo que el que más estaría cerca de este objetivo sería Gustavo Petro. (…) representa una izquierda moderna que puede llenar el vacío que dejó el extinto Partido Liberal cuyo ideario de centroizquierda se quedó sin dueño” [6].

 

La declaración conjunta de Claudia López y Antanas Mockus ante la fórmula presidencial de Colombia Humana revistió especial significado, publicitó en tableros de mármol doce compromisos que refuerzan y enriquecen su programa [7]. Estas vinculaciones refrendan y precisan propuestas que hacen desde el Partido Alianza Verde, presentadas de forma simbólica desde la histórica plaza del Voto Nacional, sitio donde tras la guerra de los mil días al iniciar el siglo XX se hizo un compromiso nacional de lograr la paz.

 

El voto en blanco: neutralidad que sirve al retorno del uribismo

 

El voto en blanco es una figura democrática habilitada en la elección uninominal de mandatarios municipales, departamentales y nacional. Permite votar en contra de todas las candidaturas registradas, de forma que al ganar exige la repetición de las elecciones e invalida las candidaturas que quedan como minoritarias. Esta figura obra en consecuencia para la primera vuelta presidencial, de tal manera que la ciudadanía tuvo a disposición esta figura y algunos pocos sectores de opinión y ciudadanos la votaron. Sin embargo, para la segunda vuelta presidencial no existe la figura de voto en blanco, de forma que de aplicarse no tiene ningún efecto legal, jurídico o de poder vinculante, incluso su habilitación en el diseño del tarjetón para la segunda vuelta es un nuevo error de la Registraduría Nacional. Esto porque el sentido de la segunda vuelta es escoger al presidente entre las dos candidaturas de votaciones mayoritarias, lo cual implicó haber derrotado ya la opción del voto en blanco.

 

El llamado de Sergio Fajardo, candidato presidencial en la primera vuelta por Compromiso Colombia [8], y de algunos dirigentes políticos y medios de prensa y comunicación al uso del voto en blanco en la segunda vuelta tiene solo un valor simbólico. Además, en el contexto político existente resulta inconveniente, pues con independencia del motivo de sus promotores, desvía y debilita política y electoralmente el potencial del apoyo ciudadano requerido a favor de una amplia convergencia democrática alternativa que consiga acceder al poder y que resuma los propósitos y propuestas esenciales de las tres candidaturas progresistas referidas y de otros sectores progresistas convergentes [9]. En contraste, ningún sector desde la extrema derecha y las derechas llama al voto en blanco, sino que cierran filas alrededor de su candidatura.

 

Corresponde entonces discutir contra el llamado de los promotores del voto en blanco que adoptan con él un rechazo en iguales términos contra la opción altamente regresiva, de riesgos para la democracia y de oposición al acuerdo de paz de las derechas y contra la opción de amplia coalición de vertientes progresistas para un gobierno democrático comprometido con reformas sociales, la defensa del medio ambiente y la construcción de la paz. En sentido práctico tal llamado confronta el propósito que cuajó al seno de las vertientes del progresismo en la primera vuelta alentadas por muchos sectores ciudadanos de conseguir la unidad en segunda vuelta, bajo el concepto de apoyar a quien de ellos llegara a pasar, entre Petro, Fajardo y De la Calle. Las cifras demuestran que resulta imperativo sumar estos caudales frente a la opción del uribismo. Llamar a la neutralidad en estas condiciones resulta más que una indefinición injustificable ante tal tipo de dilema, una posición que en sentido real divide y debilita el caudal de las vertientes del progresismo, poniendo en riesgo su posibilidad de acceso al gobierno y facilitándose al candidato que puso Uribe.

 

Sergio Fajardo el personaje de más relevancia con este llamado al voto en blanco cuenta con positivo liderazgo en Antioquia con su proyecto político que rechaza la corrupción y demanda renovación política bajo valores democráticos, de tolerancia, transparencia, legalidad, ruptura con la violencia y rescate del protagonismo de la ciudadanía. Con ardua labor comunicativa y pedagógica lideró nacionalmente a Compromiso Colombia, logrando un alto respaldo ciudadano en la primera vuelta. Sin embargo, Fajardo de forma equivocada insiste en equiparar el proyecto uribista y la candidatura progresista de Colombia Humana y sus progresivos aliados. Hecho que puede relacionarse con su posición que nunca ha tomado distancia del modelo neoliberal, de sus políticas regresivas, ni del uribismo con sus graves implicaciones de autoritarismo, violencia e ilegalidad, lo cual se expresa en su conocido lema: “ni uribismo ni antiuribismo”. Quizás le en su compromiso el respaldo que ha tenido de sectores gremiales del llamado sindicato antioqueño, quienes en el contexto reciente registran deslizamiento al uribismo.

 

Fajardo también se equivoca al afirmar que no ha existido una división política en Colombia y al suponer que el conjunto de la ciudadanía ha apoyado a los gobiernos liberales, conservadores, del presidente Uribe y de forma integral a los del presidente Santos. Esto por cuanto declara: “Yo creo que el próximo período presidencial va a ser el más difícil en la historia porque esta es la primera vez que hay una división interna de Colombia; antes, en épocas del narcotráfico y demás, estábamos todos detrás del Gobierno Nacional. Si continuamos con esta polarización no auguro buenas cosas para nuestro país” [10].

 

Por el contrario, es preciso discutir que en sentido democrático resulta necesario y beneficioso un panorama plural de propuestas distintas en el proceso político y social, lo que ha implicado que alguna o algunas en coalición llegan a ser gobierno, mientras otra u otras han ejercido la oposición de forma legítima como fuerzas políticas, sociales y ciudadanas que levantan alternativas de cambio. De hecho, vertientes democráticas plurales y con ellas también las izquierdas, no han compartido en lo fundamental los programas y las formas de gobierno imperante. Han luchado con denuedo y por lo regular en ausencia de garantías desde la oposición, a la vez que se han registrado también acuerdos y niveles de identidad y participación ante determinadas políticas estatales o gubernamentales constructivas o democráticas, tal fue el caso del respaldo brindado por amplios sectores a la elección del presidente Santos en aras de la paz.

 

De otra parte, en el PDA que apoya la candidatura presidencial de Colombia Humana como lo referimos, Jorge Robledo, prestigioso senador que se ha destacado en acciones de control político quedó en minoría al adoptar el voto en blanco para la segunda vuelta presidencial. Lo hace desde la posición de izquierda del MOIR, la cual, en contraste con la gran mayoría de agrupaciones progresistas, de izquierda y de movimientos sociales, rechazó el apoyo a la elección del presidente Santos en segunda vuelta, en aras del logro de los acuerdos de paz. “Los que optamos por el voto en blanco no confiamos en él (en Petro) por hechos como el de 2014, cuando apoyó a Santos, aún no hay relación política sin confianza” [11]. Robledo alude a esta situación para descalificar a Gustavo Petro. Pero, también se percibe en su posición competencia política y celo, por cuanto aspiró sin éxito a ser el candidato presidencial de las convergencias progresistas y de las izquierdas.

 

Distinto es el caso de Humberto de la Calle quien de forma tímida declaró votar en blanco tras el revés electoral sufrido con el Partido Liberal, el cual lo llevó a su actual repliegue político. De la Calle es reconocido por su talante democrático, seriedad y posiciones progresistas. Fue el candidato más claro en defensa del acuerdo de paz, habiendo sido su gestor principal desde el gobierno. Como candidato pagó el costo de la crisis del Partido Liberal, afectado al igual que otras vertientes políticas de las élites tradicionales de clientelismo y formas de gobernar y hacer política relacionadas con la corrupción. Aunque ganó la consulta liberal, los “barones electorales” liberales no le brindaron respaldo requerido y César Gaviria director del partido intentó negociar su candidatura con el uribismo, lo cual lesionó a fondo su posibilidad.

 

En tal contexto, la reacción de De la Calle por el voto en blanco parece relacionarse con el ambiente de sistemáticas estigmatizaciones y ataques desde sectores de élites y medios de prensa poderosos contra Gustavo Petro y Colombia Humana; el débil resultado electoral que lo llevó a expresar que no está en condiciones definir un derrotero a seguir; y pudo incidir el que durante el debilitamiento de la campaña con el Partido Liberal que lideraba, parte significativa de su militancia desde distintas regiones se pasó a respaldar a Gustavo Petro y la Colombia Humana. Ante los llamados unitarios de Petro para sumarse a la coalición democrática De la Calle hizo un reciente pronunciamiento de reconocimiento al talante democrático progresista de la Colombia Humana y expresa disposición a llegar a acuerdos luego de la segunda vuelta [12].

 

En todo caso, razón le asiste a Petro cuando desde un tuiter discutió y alertó sobre la consecuencia posible del voto en blanco: “Si tres millones de colombianos votan en blanco, eligen a Duque. Duque gana con sus votos y con los votos en blanco”. En consecuencia, resulta equivocado que, desde las vertientes progresistas, ciudadanas, de movimientos sociales y de las izquierdas, se llame a votar en blanco.

 

Difícil pero posible, elegir un gobierno de convergencia democrática y de paz

 

La ciudadanía es autónoma, soberana y libre para votar, pero ello no solo reviste solo una la opción individual necesaria, sino que, valida los proyectos colectivos de diversa índole, incluidas las redes ciudadanas, organizaciones sociales, pueblos autónomos y los partidos políticos, entre otras posibles. Esta segunda vuelta presidencial es de repercusión histórica, de forma que no resulta adecuado ni conveniente marginarse de la toma de decisión que demanda, la cual resulta determinante para el futuro político, económico, social y ambiental del país.

 

Por primera vez después de varias décadas una amplia convergencia de diversas fuerzas progresistas, redes ciudadanas, movimientos sociales y agrupaciones de izquierda son opción real de gobierno con un programa alternativo adecuado a las condiciones del país y sus necesidades y se enfrentan a la coalición de las élites tradicionales que propone la regresión “a lo mismo con las mismas”, la negación de la paz y se sostiene en sectores reconocidos como responsables de redes de corrupción y clientelismo. Permanecer neutrales, al margen y con “la mente y el voto en blanco”[13], es un error, pues margina de participar en la toma de decisión en un asunto trascendental del poder en juego, ante una oportunidad histórica extraordinaria y resulta inconsecuente con entender que ella es producto de un largo, complejo, duro y costoso camino de valientes luchas emprendidas por la sociedad colombiana.

 

Resultó inesperado el particular agrupamiento de todos los sectores de élite del poder político, gremial, de poderosos medios de comunicación y sus partidos, por las condiciones referidas en apoyo y bajo la hegemonía del uribismo, ahora encubierto con demagogia y profusa publicidad que minimiza o esconde los riesgos que entraña su proyecto de recuperación del poder presidencial. Su candidato Iván Duque habla de supuesto bienestar social, laboral, ambiental e incluso de lucha contra la corrupción, cuando las políticas, el programa y el continuismo previsto implican todo ello en sentido contrario. Si bien cuentan con fortalezas en términos de poder, recursos y sectores de la población aún cautivos en sus redes clientelares o engañadas con falsedades, la primera vuelta evidenció que sufren un alto desgaste en legitimidad, político y ético, precisamente por el fuerte ascenso de las expresiones de conciencia y movilización ciudadana, social y política contra el estado de cosas: la guerra, la violencia, la pobreza, la exclusión, la depredación del ambiente y los territorios, la impunidad y la corrupción imperantes.

 

Petro aclara que el gobierno elegido debe cumplir el acuerdo de paz conseguido con las FARC, que de no hacerlo es un incumplimiento oficial y fuente de nuevas violencias. Ha conseguido gestar una creciente y entusiasta movilización ciudadana y social con gran ímpetu desde la periferia del país azotado por la guerra, formas de violencia, pobreza, exclusión e ilegalidad. Ha conseguido movilizar la juventud particularmente sensible a la paz, la superación de las violencias y la corrupción y en defensa del ambiente. Cuenta con el acumulado del gobierno en Bogotá orientado hacia lo social, lo ambiental y la participación con garantías hacia diversidad ciudadana. Así la Colombia Humana derivó en un fenómeno político con gran impacto en distintas regiones que ahora dialoga, concierta y atrae a una amplia convergencia democrática, plural y diversa, con participación de muchos sectores.

 

“…yo no le “temo a Petro”, sus propuestas son y siempre han sido progresistas y sensatas y es evidente que es un tipo inteligente que entiende al país”[14].

 

En lograr esta amplia coalición merecen especial reconocimiento las tres candidatas a la vicepresidencia progresistas: Ángela María Robledo, Claudia López y Clara López quienes la fueron fraguando en el curso de sus campañas y de los debates compartidos. De fondo, asistimos al advenimiento de una nueva cultura política democrática, de manera que Colombia Humana y Compromiso Colombia aportan mucho en tal sentido. El impetuoso ascenso final de Compromiso Colombia en la primera vuelta fue resultado de un juicioso acercamiento directo a la ciudadanía, del énfasis en los valores de la renovación política sobre principios de una ética civilista, actuación con transparencia y construcción de ciudadanía. Vivimos así mismo un punto de inflexión que rompe con la tradicional apatía, la abstención electoral y el rechazo al ejercicio político dada la forma que se ha impuesto. Es la perspectiva y es el reto también para el triunfo actual del progresismo en Colombia, conseguir un ejercicio del poder, pero también de las formas de actuación política, social y ciudadana, sobre presupuestos democráticos coherentes.

 

Es incierto el pronóstico para las elecciones presidenciales en segunda vuelta, los poderes establecidos, las encuestas y la avalancha publicitaria darían por ganador a Iván Duque, pero la tendencia histórica al cambio y la debilidad de tratarse “de los mismos de siempre con lo mismo de siempre”, les general cuestionamiento e ilegitimidad creciente. La unidad de esta candidatura con todas las vertientes tradicionales derrotadas podrá sumar cierta votación, pero también acrecentar muy altas resistencia y rechazos ante el retorno al gobierno del uribismo, la negación del acuerdo de paz y la participación de reconocidos gestores de la corrupción y el clientelismo. Gustavo Petro con la Colombia Humana y su amplia alianza democrática progresista, aunque aparece al momento con menores registros en las encuestas y su respaldo centrado en base social, ciudadana y los partidos alternativos referidos, mantiene un ascenso sostenido de respaldo y simpatía y podría aproximarse y superar en las urnas a su adversario político[15].

 

Queda entonces en manos de la ciudadanía la elección del rumbo futuro del país, en unas elecciones que serán históricas porque el país retomará un gobierno uribista de derechización autoritaria, regresivo en lo social y depredador en lo ambiental, o irrumpirá un gobierno de nueva alternativa democrática de cambios progresistas hacia la modernidad, equidad, inclusión, lucha contra el cambio climático y respeto a la diversidad. Entonces, ojalá en la intensa disputa política por tal decisión, ojalá no se desgaje de la opción progresista un caudal por el voto en blanco, sino que todos los justos rechazos a las formas de gobierno, de ejercer la política y de mantener las graves situaciones existentes, se canalicen de manera unitaria a favor del cambio democrático propuesto.

 

 Bogotá, DC., 12 de junio de 2018.

 

[2] A esta claudicación del Partido Liberal se diferenciaron el exministro Juan Fernando Cristo, siete senadores, entre ellos Juan Manuel Galán, un grupo significativo de representantes a la Cámara, quienes critican fuertemente al expresidente César Gaviria. El partido de La U dejó en libertad para votar a sus seguidores, pero de manera que la gran mayoría de sus congresistas pasó de respaldar a Germán Vargas a respaldar a Iván Duque. El Partido Cambio Radical, aunque hizo llegar sus propuestas de campaña a Iván Duque sin que se produjera reacción alguna, se plegó también al uribismo, en medio de la entendible desaparición del escenario político actual de su dirigente Germán Vargas tras el duro fracaso electoral sufrido. Y el sector del Partido Conservador que pasó también del respaldo a Vargas al respaldo al uribismo lo mediante una declaración pública unilateral sin trascendencia.

 

[3] “Polarización y divergencias económicas”, Eduardo Sarmiento Palacio, El Espectador, 27 de mayo de 2018, página 21.

 

[4] “Soy Gustavo Petro y quiero ser su presidente”, Coalición Petro Presidente, El Espectador, 27 de mayo de 2018, página 8.

 

[5] Intervención de Gustavo Petro, acto de clausura de la participación de Colombia Humana en la primera vuelta de las elecciones presidenciales, 27 de mayo de 2018, Bogotá, DC.

 

[6] “Votar por lo correcto”, María Jimena Duzán, revista Semana, No. 1884, 10-17 de junio de 2018, página35.

 

[7] Claudia López senadora del Partido Alianza Verde, promotora del exitoso referendo anticorrupción, candidata a la Vicepresidencia por Compromiso Colombia y luchadora por la renovación de la cultura política y la diversidad. Antanas Mockus reconocido académico, exalcalde de Bogotá, excandidato a la presidencia, senador electo con muy alto respaldo, fue pionero y es símbolo de la búsqueda de una nueva cultura política democrática, quien de forma valiente en años pasados reconoció públicamente el desconocimiento del horror causado por el paramilitarismo contra la población y lideró marchas en rechazo a los llamados “falsos positivos” de responsabilidad estatal.

 

[8] Compromiso Colombia es la alianza de los movimientos políticos Compromiso Ciudadano con asiento en Medellín que lidera el propio Sergio Fajardo, el Partido Polo Democrático y el Partido Alianza Verde, éstos dos con presencia nacional e importantes bancadas en el Congreso.

 

[9] Para la primera vuelta registradas como Colombia Humana con Gustavo Petro presidente y Ángela María Robledo vicepresidente; Compromiso Colombia con Sergio Fajardo presidente y Claudia López vicepresidente; y Partido Liberal con Humberto de la Calle presidente y Clara López vicepresidente.

 

[10] “Voy a trabajar por la ética y van a aparecer otros líderes: Fajardo”, declaraciones de Sergio Fajardo, El Tiempo, 29 de mayo de 2018, página 1.3.

 

[11] “En el Polo estamos aprendiendo a manejar las diferencias: Robledo”, entrevista al senador Jorge Robledo, El Tiempo, 2 de junio de 2018, página 1.10.

 

[12] Carta a Gustavo Petro, de Humberto de la Calle, 12 de junio de 2018.

 

[13] Con ingeniosa alusión el presidente del Partido Alianza Verde senador y exalcalde de Cali Iván Ospina, llamó “mente en blanco”, el llamado al voto en blanco, en el acto presentación de la coalición y respaldo a la fórmula presidencial de la Colombia Humana antes referido.

 

[14] “El “voto Challenge””, Catalina Ruiz-Navarro, en El Espectador, 24 de mayo de 2018, página 22.

 

[15] La tendencia en las encuestas recientes muestra cierta tendencia a la baja de Iván Duque y al alza de Gustavo Petro, así en estas últimas semanas Invamer registró intención de voto por Duque de 52% y por Petro de 37%, Cifras y Conceptos por Duque 45% y Petro 36%, Datexco por Duque 46% y Petro 40% y el Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica por Duque 45% y Petro 40%, mientras el voto en blanco aparece con registros entre 5% y 16%.

 

 Álvaro Villarraga Sarmiento

Miembro de la Fundación Cultura Democrática, catedrático e investigador.

 

https://www.sur.org.co/inconveniencia-del-voto-en-blanco-un-gobierno-de-convergencia-democratica-por-la-paz-podra-impedir-el-retorno-del-uribismo/

 

 

 

 

 

 

https://www.alainet.org/es/articulo/193518?language=es
Suscribirse a America Latina en Movimiento - RSS