Perder las cadenas o cambiar las cadenas

29/05/2018
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Hace pocos días se recordó el 200 aniversario del nacimiento de Carlos Marx, un revolucionario que junto con Federico Engels se dedicó a estudiar el capitalismo y formular una teoría sobre el régimen social que sustituiría esa etapa en el desarrollo de la humanidad.

 

En la obra de Marx se explica ampliamente la explotación y el individualismo que promueve la sociedad capitalista y la nueva sociedad que debe surgir, donde la distribución de los bienes creados por la sociedad se realizará en función de las necesidades de cada cual.

 

Con el fin de “exponer al mundo entero sus conceptos, sus fines y sus tendencias; que opongan a la leyenda del fantasma del comunismo un manifiesto del propio partido”, Marx y Engels redactaron el Manifiesto del Partido Comunista entre diciembre de 1847 y enero de 1848.

 

El último párrafo de este importante documento establece claramente la estrategia de lucha que debe seguir el proletariado y los desposeídos para llegar al poder, el mismo plantea:

 

“Los comunistas consideran indigno ocultar sus ideas y propósitos. Proclaman abiertamente que sus objetivos sólo pueden ser alcanzados derrocando por la violencia todo el orden social existente. Las clases dominantes pueden temblar ante una Revolución Comunista. Los proletarios no tienen nada que perder en ella más que sus cadenas. Tienen en cambio un mundo que ganar. Proletarios de todos los países, uníos.”

 

En el mundo actual, la lucha de muchos no es por perder las cadenas, sino por cambiarlas por otras con las que se sientan más cómodos.

 

Algunos prefieren afrontar la muerte de él y su familia navegando por el Mediterráneo, que luchar en su país y mediante la “violencia” resolver el problema colectivo de implantar un orden social más justo. Priman los intereses individuales por encima de los colectivos.

 

Algunos países capitalistas desarrollados estimulan estas actitudes que les proporciona mano de obra barata, les permite cubrir puestos de trabajo en los cuales sus propios ciudadanos no están interesados y alivian tensiones en países donde regularmente tiene inversiones mediante las cuales explotan los recursos naturales del mismo. Los que abandonan el país son menos a luchar por su liberación.

 

En un buen número de países se llevan a cabo frecuentemente manifestaciones de miles de personas, cuyo propósito es que la clase dominante del país les aumente las migajas que reciben como salario, de jubilados a los que no les aseguran los medios necesarios para vivir, de jóvenes estudiantes que solicitan un reforma en la enseñanza o que esta sea gratuita, de campesinos que reclaman tierra para cultivar y vivir, de mujeres que reclaman puestos de trabajo y salarios similares a los hombres, de ciudadanos del país que se declaran en contra de la privatización de los recursos naturales y la implantación de medidas neoliberales contrarias a los intereses de las clases de menor ingreso económico.

 

Ni una sola pancarta pidiendo a esas multitudes que se lancen a la lucha por la liberación del país, por su soberanía e independencia, todo lo cual, de lograrse, sería la vía para solucionar los problemas por los cuales protestan las miles de personas que participan en las manifestaciones.

 

Algunos consideran que respetando la Constitución y las leyes emitidas por la clase dominante del país, para consolidar el régimen capitalista, podrán llegar en un momento determinado a implantar un régimen con mejores condiciones para los proletarios y campesinos. Los que no sean asesinados en ese empeño, irán a la cárcel o terminarán maniatados políticamente.

 

Cuando la resistencia, llevada a cabo respetando la Constitución y las leyes del país, gane alguna fuerza, la clase dominante aflojará un poco las cadenas para aliviar tensiones y consolidarse en el poder. Tratará de corromper a los líderes de la oposición y en todo momento garantizará un sistema donde cada grupo de la sociedad luche por sus intereses individuales, donde no se mencionen los intereses colectivos.

 

Es necesario que surjan líderes, que tal y como plantearon Marx y Engels, se lancen a la lucha violenta para cambiar el régimen establecido, decididos a realizar una Revolución Comunista y que lo único que tengan que perder sean sus cadenas, que no luchen por seguir encadenados con cadenas distintas, donde obtengan más beneficios individuales.

 

27 de mayo del 2018.

 

- Dr. Néstor García Iturbe es editor del boletín electrónico El Heraldo (Cuba)

sarahnes@cubarte.cult.cu

 

https://www.alainet.org/es/articulo/193154?language=en
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