Historias paralelas y distantes: Lula y AMLO en el 2018
- Análisis
Lula recorre Brasil. La semana pasada por el sur el expresidente Ignacio Lula da Silva –conocido popularmente como Lula- se encuentra con habitantes de zonas marginales, de pequeñas ciudades, de asentamientos del Movimiento Sin Tierra, de agrupaciones sindicales y comunidades universitarias. Gente humilde lo abraza, lo apapacha, lo hace sonreír, lo resguarda hasta el hotel donde se hospedó en la ciudad de Curitiba.
Cerca de Foz de Iguazú lo espera un bloqueo carretero de grandes productores de commodities ligados al agronegocio, grandes acaparadores de tierras que cultivan soja o caña de azúcar en cientos de miles de hectáreas y que deciden golpear con piedras y bienes agrícolas la caravana de autobuses que acompaña a Lula, al día siguiente tres balazos alcanzan un autobús sin ningún herido afortunadamente. El mensaje es claro, la derecha quiere verlo en la cárcel para evitar que en el 2018 Lula concurra a las elecciones presidenciales o apoye físicamente a algún candidato y para ello hace uso de todas la estrategias jurídicas, mediáticas y de movilización que están a su alcance. Quiere también borrar a Lula de la historia de Brasil, un trabajador metalúrgico sindicalista que no concluyo estudios universitarios pero que con un buen diseño de políticas públicas, crecimiento del mercado interno y aumento de las exportaciones del Brasil logró disminuir el hambre y la pobreza de esta nación continental. Que la colocó dentro del gran juego geopolítico mundial lejos de la tutela de Estados Unidos y con una presencia extraordinaria no sólo en el cono sur sino sobre todo en África y Asia Meridional.
Este 4 de abril el caso Lula será tratado el Supremo Tribunal Federal de Brasil, este ya fue condenado en segunda instancia por el poder judicial regional por corrupción pasiva y lavado de dinero –pese a las pocas pruebas que se presentaron en su contra-, pero lo que decidirá tendrá repercusiones enormes sobre esta nación. Básicamente lo que solicita la defensa del expresidente es una solicitud de habeas corpus mediante la cual se solicita que Lula pueda seguir en libertad mientras su caso es revisado por el Tribunal Superior de Justicia y posteriormente en última instancia por el Supremo Tribunal Federal.
En caso de que sea negado el habeas corpus Lula debe ser detenido lo que provocará grandes manifestaciones y una respuesta popular sin precedentes por todo Brasil. Es de remarcar que Lula encabeza todos los sondeos electorales de este 2018. En caso de seguir en libertad, el recorrido de Lula por Brasil continuará -faltando recorrer la parte amazónica y el centro-oeste del país- y con él la defensa de la democracia que une ya a toda la izquierda brasileña.
A miles de kilómetros de distancia por su parte, el expresidente de México, Vicente Fox del derechista PAN, arremete contra los seguidores de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) denominándolos la “perrada” por el intercambio de puntos de vista en las redes sociales, donde la propuesta del candidato de MORENA de eliminar las pensiones de los expresidentes le ha generado simpatía en muchos sectores de la población. A menos de 90 días de las elecciones, AMLO se encuentra 20 puntos arriba según las principales casas encuestadoras.
Este avance electoral lo logra tejiendo una complicada red de alianzas “insólita” que lo mismo incluye sectores de la izquierda tradicional como del ultraderechista Partido de Encuentro Social (PES) ligado a sectores evangélicos y contrarios abiertamente al ejercicio de los derechos de las mujeres y de la diversidad sexual.
Es tal la preocupación de los poderosos sobre lo que puede ocurrir en México que el presidente de Estados Unidos Donald Trump acelera las negociaciones de reestructuración del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) con miras a tener un acuerdo final en este mes.
Lo cierto es que la derecha mexicana prepara de manera similar que con Lula una estrategia mediática, jurídica y de movilización contra AMLO que evoca en mucho la campaña de odio que promovió Donald Trump contra Hillary Clinton por el simple hecho de ser mujer y promover los derechos de los afroamericanos y los latinos migrantes.
Para ello la consultora especialista en manejo de datos Cambridge Analitycs, ha llegado ya a México y se encuentra trabajando –según se ha filtrado- en la campaña del candidato oficialista del PRI, José Antonio Meade. También se sabe de la intromisión directa de los grupos más reaccionarios de Venezuela encabezados por el publicista J.J. Rendón. Ello se hace sin la intervención de las autoridades electorales de México, las cuales actúan ya de manera parcial haciendo caso omiso a la intromisión directa de dichos personajes lo que anuncia un aval para la puesta en marcha de diferentes acciones históricas del fraude electoral mexicano: la intimidación de votantes, la compra del voto, la amenaza de retiro de programas sociales, el uso de noticias falsas, el manejo discrecional de la información de los medios masivos de comunicación: Televisión y radio, entre otras.
Pese a que el hartazgo mexicano contra los gobiernos neoliberales es mayúsculo, habrá que estar pendiente de las diversas estrategias que se construyen para evitar la llegada de AMLO a la presidencia de México.
Y es que tanto Brasil como México enfrentan una llegada impresionante de capitales para la explotación de sus recursos naturales. Con la apertura a inversionistas extranjeros en el petróleo, México enfrenta la formación de una nueva clase de ricos –muchos políticos ligados a los gobiernos del PRI y el PAN- en el sector energético que ya actúan en la exploración y explotación de pozos petroleros alrededor de la parte continental y marítima del Golfo de México. Con el golpe de estado en Brasil en 2016 se abrió al capital trasnacional la explotación de los recursos del Pre-sal en el parte marítima del Atlántico y el nordeste. Por su parte, los proyectos de minería son impresionantes donde destacan en las dos naciones la llegada de empresas mineras cuya sede corporativa es en Panamá o en Canadá. Cientos de miles de hectáreas son cedidas de esa forma al neo extractivismo. Punto particular son las obras de infraestructura donde Brasil destaca en la construcción de grandes presas hidroeléctricas y en la generación de infraestructura geo-regional como son las hidrovías y las carreteras que conectan la región amazónica o los lugares del Mercosur. Las dos naciones más importantes de América Latina en términos económicos, poblaciones y en diversidad cultural enfrentan la mayor ofensiva capitalista de la historia.
Y frente a ella los movimientos sociales construyen una historia distinta. Mientras que en México el proceso de flexibilización y explotación laboral se ha hecho con pocas resistencias. El gobierno brasileño ya enfrento en 2017 una huelga general de más de 35 millones de personas que ha detenido el aumento de la edad de jubilación en el Brasil y el traslado de pensiones posteriormente al sector privado. Además las movilizaciones contra el congelamiento al presupuesto de educación llevo a la ocupación de más de 100 universidades en todo el territorio nacional donde destacaron a su vez los grandes contingentes preuniversitarios en diversos estados. Pese a que dicha movilización no logró detener la iniciativa gubernamental, marco claramente una distancia entre el gobierno de Lula-Dilma y lo que ha sido posteriormente el gobierno de Temer y contribuyo a la escasa credibilidad y operación del gobierno golpista.
Además bien ha hecho Lula en esta etapa en acercarse fuertemente a los movimientos sociales, valora que ellos pueden ser realmente el impulso a la transformación y a la defensa de la democracia en Brasil. Por ello se reúne con los sin tierra, con los sin techo, manda un mensaje claro y contundente a favor de la diversidad sexual, contra el racismo y por la defensa de la ecología. Se presento al Foro Social Mundial y diálogo con muchos movimientos sociales de Brasil y del mundo. En un hecho sin precedentes hace un guiño al esfuerzo presidencial que desde el pequeño Partido Socialismo y Libertad (PSOL) hacen los dirigentes del movimiento urbano y del movimiento indígena de Brasil por colocar en la agenda nacional su problemática. Si continua en libertad Lula de seguro hará presencia en la gran movilización indígena que llegará a Brasilia en este mes. Se reúne además con la joven carismática Manuela Dávila, candidata presidencial del Partido Comunista del Brasil, se toma una foto conjunta y abiertamente llaman a defender la democracia.
En contraparte, AMLO parece tener temor a acercarse a los movimientos sociales. Pocos de sus candidatos a diputados o senadores pertenecen al Movimiento Social, cuando MORENA surgió originalmente como un partido-movimiento que buscaba colocar una agenda social por encima de los acuerdos políticos partidarios. Y eso es relevante por que las luchas de los movimientos sociales mexicanos están en otro nivel. En muchos territorios pueblos y comunidades enteras gestionan su vida por fuera de los marcos estatales e institucionales (la experiencia zapatista es relevante, por ejemplo), decenas de movimientos frenan proyectos de despojo y de infraestructura -y hasta de cultivos de transgénicos- y ejercen acciones colectivas, jurídicas y mediáticas que son un buen ejemplo de articulación a nivel mundial.
Solo con el sector magisterial -y en menor medida el petrolero- AMLO ha tenido un acercamiento y tal parece que ha reforzado la estructura caciquil corporativa que tantos muertos dejo en el intento de democratizar el sindicato de maestros más grande de América Latina. En contrasentido, destacan las agrupaciones campesinas que promueven el Plan de Ayala del Siglo XXI pero que tendrán al frente de la Secretaría de Agricultura -en caso de ganar AMLO- a un promotor internacional del agro negocio y de la agricultura transgénica.
En fin, dos tácticas distintas en un mismo periodo de tiempo, historias disímbolas que tendrán grandes impactos en la historia de la patria grande.
Agustín Ávila Romero
Economista de la UNAM, Profesor Visitante IESA-Brasil
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