El caso Skripal, escape (provisional) para May y Trump

29/03/2018
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Donald Trump se ha unido a la putinofobia de Theresa May al expulsar 60 diplomáticos rusos de suelo estadunidense. La más grande de representantes de Moscú desde el comienzo de la guerra fría. Recapitulemos.

 

El 4 de marzo aparecieron inconscientes en Salisbury, Inglaterra, Sergey Skripal, oficial de inteligencia militar ruso devenido agente inglés, y su hija Yulia, de nacionalidad rusa. Condenado en Rusia por su labor de espionaje a favor de Reino Unido, el agente salió de la cárcel gracias a un canje de espías y se estableció en Inglaterra. Los Skripal mostraban graves síntomas de intoxicación y fueron remitidos a un hospital donde permanecen en estado crítico. El 6 de marzo, el atrabiliario Boris Johnson, secretario británico del exterior, dio a entender que Moscú estaba implicado en el intento de envenenamiento de los Skripal y cuestionó la participación de su país en el mundial de fútbol de Rusia. El 12 de marzo, la conservadora premier May dijo ante el parlamento británico que era “altamente probable” que Moscú hubiese sido el autor del envenenamiento de los Skripal "con un agente nervioso de graduación militar” del tipo que desarrolla Rusia, conocido como Novichok. May dio un ultimátum de dos días a Moscú para explicarse y amenazó con adoptar medidas severas si el Kremlim no daba una respuesta satisfactoria.

 

El canciller ruso Serguei Lavrov puntualizaría que Rusia no proporcionó la información exigida debido a que no había obtenido ninguna muestra del agente neurotóxico utilizado contra Skripal. El jefe de la diplomacia rusa afirmó que según la Convención sobre Armas Químicas, el Reino Unido tenía que haberse dirigido directamente al país sospechoso de haber utilizado la sustancia, proporcionándole acceso a la misma.

 

Duramente censurada en su propio partido por su pésimo manejo del Brexit y desesperada por huir del descrédito interno que le ha ocasionado, May vio en el envenenamiento de los Skripal la más socorrida puerta de escape a su crisis interna. Por eso no dudó en culpar a Rusia pese a que Scotland Yard ha dicho que la investigación tomará muchos meses y a que la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas(OPAC) tardará tres semanas solo en identificar el agente neuroparalizante supuestamente utilizado contra los Skripal. Pero la primera ministra apenas esperó una semana para culpar a Rusia del crimen y 10 días para expulsar a 35 diplomáticos rusos de territorio británico.

 

No hizo Washington más que anunciar la expulsión de los rusos y atrás vinieron en cascada más de 24 miembros de la OTAN y la Unión Europea, así como Australia. Arriba de 120 funcionarios del servicio exterior de Rusia deberán abandonar los países donde trabajaban. En eso que llaman Occidente no abundan los países independientes.

 

Por su parte, en Washington, el “primer ataque con armas químicas en Europa desde la segunda guerra mundial” ha venido como anillo al dedo, no importa que no se haya aportado una sola prueba de la autoría rusa. A Trump para fugarse del estrecho cerco judicial del fiscal Robert Mueller y de las crecientes acusaciones de abuso sexual de varias mujeres. A los fanáticos rusófobos como el secretario de Estado Mike Pompeo, el director de seguridad nacional John Bolton y un buen número de legisladores republicanos y demócratas porque quieren una política aun más hostil contra Moscú.

 

Aunque sea con este circo de mal gusto, “Occidente” ha ripostado los duros y exitosos contragolpes de Vladimir Putin en Georgia, Ucrania y Siria, que desplazan a Washington y a Israel como principales decisores en Medio Oriente. Y no sólo. La exhibición por el jefe del Kremlim de armamentos hipersónicos capaces de neutralizar el despliegue de la OTAN en sus fronteras e impactar en cualquier lugar del mundo, su estratégica alianza con China, la imposición, junto al gigante asiático de una política de diálogo en la península coreana; su arrollador triunfo electoral del 18 de marzo. Demasiado insoportable para Occidente.

 

Rusia fue declarada libre de armas químicas por la OPAQ. Estados Unidos no. Y el alto jefe militar ruso Ígor Kirílov, sostuvo que "el laboratorio(de Porton Down; Inglaterra), sigue siendo una instalación supersecreta cuyas actividades incluyen… no solo destruir armas químicas obsoletas, sino… llevar a cabo experimentos". Rusia ha negado enfáticamente las acusaciones. ¿Putin, llevar a cabo ese ataque contra un espía de cuarta vísperas de las elecciones y del mundial de fútbol? ¡Por favor!

 

Twitter:@aguerraguerra

 

 

https://www.alainet.org/es/articulo/191910
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